de enfermedad en los servicios sanitarios. Este estudio llena un hueco en el caso del cáncer colorrectal. Parte del conocimiento generado
es sólo relevante al ámbito sanitario concreto del estudio, aunque pueden extraerse enseñanzas útiles más generalizables. Por ejemplo, la ineficiencia y riesgo para la calidad que supone la práctica de estos procedimientos en atención primaria por su baja frecuencia, la desviación de los profesionales de las recomendaciones sobre grupo diana y periodicidad del cribado o la incertidumbre que supone para la planificación la inestabilidad de las recomendaciones. Nos avisa sobre los retos de gestionar la detección precoz, actividad que aumenta con rapidez el consumo de recursos.
Mientras comentamos sobre los millones de endoscopias hechas y por hacer, aparecen nuevos métodos de detección de cáncer colorrectal que evitan la molestia de la endoscopia por vía rectal y que podrían modificar la organización de servicios a medio plazo. Hay veces que los avances tecnológicos exceden nuestra capacidad de obtener información relevante para la gestión. Por ello cabe no olvidar lo útil que se desprende del artículo y del conocimiento sobre la detección precoz.
Es necesario saber quién hace detección precoz, cuánto y a quién. Al aplicarla generalmente a sanos, la calidad debe ser máxima, favoreciendo la concentración de los procedimientos en quién puede hacerlo eficientemente y con seguridad. Para ello son ineludibles las evaluaciones del impacto en la salud y en los servicios sanitarios de las actividades de detección precoz antes de su implantación. Acciones como los chequeos implantados por la Generalitat Valenciana ilustran justamente lo contrario a lo que decimos, pues se trata de un supuesto programa de detección precoz del que se desconocen los objetivos diagnósticos, las pruebas empleadas, las acciones a tomar, y cuyo único criterio poblacional es haber superado los 40 años. Es llamativo que se vuelva a prácticas sanitarias desacreditadas científicamente hace tantos años.
Prevención
Al no conocer la causa que genera este cáncer, podemos actuar con diagnostico que temprano y puedo cortar el crecimiento del mismo.
Se pueden detectar pólipos en sus primeras etapas y extirparlos para evitar la posible formación de células cancerosas.
Las personas pueden disminuir o variar aquellos factores de riesgo que puedan cambiar como los siguientes:
– Mantener una actividad diaria moderada ayuda a disminuir la probabilidad de tener cáncer.
– Tomar una dieta con bajo contenido en grasas, rica en verduras y frutas previene la formación y crecimiento de este cáncer.
– Dejar de fumar. El tabaco influye en la formación de muchos tipos de cáncer. En el de colon, los hombres fumadores tienen un 34% más posibilidades de padecerlo, y las mujeres fumadoras un 43%.
-Beber alcohol moderadamente.
En cuanto a los factores genéticos predisponentes, lo que pueden hacer las personas que los tengan es acudir frecuentemente a revisiones. Su médico les podrá dar toda la información que necesiten y las posibles vías de diagnóstico que pueden elegir.
Se han realizado varios estudios epidemiológicos en donde se ha observado que aquellas personas que toman regularmente aspirina y otros medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINES), tienen un riesgo entre un 40% y un 50% menor de desarrollar cáncer colorrectal y pólipos adenomatosos. Estos estudios no han demostrado completamente la relación de estos medicamentos con el cáncer, tampoco se ha determinado la dosis eficaz mínima, el mecanismo de acción o las poblaciones en las que proporcionaría un mayor beneficio.
Otros estudios epidemiológicos indican que hay una asociación entre la terapia de reemplazo de estrógenos, para aquellas mujeres que han pasado la menopausia, con una reducción del riesgo de desarrollar un cáncer colorrectal. Tampoco se han evaluado si este efecto compensa el riesgo que produce esta terapia de aumentar las posibilidades de sufrir cáncer uterino y de mama.
Tanto los medicamentos antiinflamatorios como el calcio, se están estudiando para valorar su relación con este cáncer.
ESTADIOS DEL CÁNCER
Tipos de cáncer colorrectal
Aproximadamente más del 90% de los tumores malignos colorrectales son adenocarcinomas. Estos son tumores que se producen en las células glandulares que recubren el interior del colon y del recto.
Otro tipo de tumores que pueden presentarse, aunque son mucho menos frecuentes, son los tumores carcinoides y los estromáticos gastrointestinales. Los primeros se desarrollan a partir de células productoras de hormonas del intestino y los segundos, en el tejido conectivo y en las capas musculares de la pared del colon y del recto.
Los adenocarcinomas pueden presentar distintas formas, destacan las vegetantes, con crecimiento hacia el interior de la luz, las formas infiltrantes, que al ocupar la pared a la que infiltran producen estrecheces y retracciones, y las formas ulcerantes.
Diseminación
Este tipo de cáncer puede diseminarse a través de la vía linfática, la vía sanguínea y la implantación.
La diseminación local se realiza principalmente de forma circular alrededor de la pared intestinal infiltrando a todas las capas, produciendo un estrechamiento de la luz del intestino. Una vez que están todas las capas afectadas, se produce la invasión de la vía linfática y la venosa.
Si esa diseminación se realiza de forma longitudinal, en lugar de forma circular, la extensión se produce de manera más lenta, encontrándose más limitado el cáncer al inicio.
En un 80% de los pacientes, se produce una infiltración perineural, en los nervios de la zona, que produce dolor.
El tumor puede extenderse localmente, invadiendo estructuras y órganos vecinos o adyacentes.
Las metástasis se producen debido a que las células cancerosas llegan a la sangre o a la linfa y éstas las distribuyen a otras zonas del cuerpo. Generalmente si se distribuyen a través de la sangre, suelen ser frecuentes las metástasis en hígado, pulmón y columna. Si ocurre a través de los ganglios linfáticos, darán probablemente metástasis en vejiga o en próstata.