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Manual de ayuda a la detección del maltrato infantil para el personal sanitario

Manual de ayuda a la detección del maltrato infantil para el personal sanitario

Cuando los profesionales de salud piensan en el maltrato infantil (MI), recuerdan los casos graves de niños lastimados que consultan en los servicios de urgencia o que aparecen en los medios de comunicación y causan conmoción pública. Aunque la gran mayoría de los niños que reciben malos tratos no llegan a estos escenarios extremos, todos requieren ayuda sanitaria para modificar las interacciones violentas que los afectan y así evitar que sean dañados. El maltrato infantil constituye un problema de profundas repercusiones psicológicas, sociales, éticas, jurídicas y médicas.

Manual de ayuda a la detección del maltrato infantil para el personal sanitario

AUTORAS

Noelia Murez Mojica. Diplomada Universitaria en Enfermería. SAS.

Arantza Mojica Blanco. Diplomada Universitaria en Enfermería. SAS.

María del Pilar Tierra Burguillo. Universidad de Huelva, PHd.

Actualmente contamos con mejores posibilidades de frenar y castigar judicialmente la violencia extrema, pero debemos enriquecer las alternativas de ayuda y transmitir esta idea a las políticas públicas. Es por ello que se hace absolutamente necesaria tanto la sensibilización y formación del personal sanitario para la detección del maltrato infantil como la creación de unidades especializadas para el tratamiento y el seguimiento de éste, así como la colaboración de la ciudadanía en general para perseguir y dar fin a esta gran lacra social que desgraciadamente sigue tan activa hoy día.

Los descriptores de la salud que han sido utilizados son: Maltrato infantil; Sospecha de maltrato infantil; Servicio de Urgencias Pediátricas; Abuso sexual; Soporte social.

INTRODUCCIÓN

El síndrome del niño maltratado (SNM) ha sufrido notables cambios conceptuales en los últimos tiempos (Carmi y Zimrin, 1984; AMA, 1985; Eckert, 1986; Jonson y Showers, 1985). Según la OMS puede definirse como toda forma de maltrato físico y/o emocional, abuso sexual, abandono o trato negligente, explotación comercial o de otro tipo, de la que resulte un daño real o potencial para la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. Podríamos decir que se trata de cualquier enfermedad de tipo físico o mental que no se produce de forma accidental, sino intencionada por acción u omisión a un menor y por sus padres, tutores o cuidadores.

En los últimos 30 años, se han realizado numerosas investigaciones en diferentes países para conocer la incidencia del maltrato infantil. Lo único que se sabe en el número de casos en los que se interviene. Existen un gran número de casos que pasan desapercibidos para los profesionales, sobre todo en aquellas situaciones en la que el maltrato no deja lesiones físicas sino de tipo emocional. También hay que tener en cuenta que hasta hace poco existía gran diversidad de definiciones, con lo que el diagnóstico era muy variable. Lo que sí se puede asegurar de esta realidad es que sólo afloran a la luz pública una pequeña parte de los casos.

En Estado Unidos se registran anualmente unos 2,3 millones de denuncias de sospecha de abuso y descuido, y, por lo menos, 1250 muertes anuales. Además se estima que el 1,5% de los niños sufre descuidos y el 1% maltrato. En España, los datos se han obtenido a través de estudios retrospectivos en centros asistenciales pediátricos, escolares o de servicios sociales, se puede constar que la incidencia en determinados tipos de maltrato ha variado (descenso del abuso físico o incremento de las negligencias), esto puede ser debido a la influencia del aumento de los casos diagnosticados (y no tanto a la existencia de más maltrato) y del aumento del conocimiento y sensibilización profesional y de la población. Se calcula en nuestro país que requieren atención médica por esta causa 1 niño de cada 4000, y sobre todo menores de 2 años.

El problema del maltrato infantil tiene una gran complejidad debido a la confluencia de diferentes factores. Estos factores son muy numerosos, y en algunos casos pueden orientar en la detección de casos de maltrato, pero no permite elaborar un perfil del cuidador maltratador o de las familias en las que se da este problema.

Se puede determinar una serie muy numerosa de factores de riesgo de producirse maltrato. Estos factores se pueden agrupar de la siguiente forma:

  • Factores asociados a los padres, tutores o cuidadores.

En ambos padres se consideran unos factores de riesgo muy importantes para realizar un cuidado defectuoso o un abuso del menor el alcoholismo, drogodependencia, antecedentes penales y desórdenes de personalidad. Otros factores de riesgo, pero menos importantes son:

– Realización frecuente de castigos, mantenimiento de una disciplina severa, conductas agresivas para disminuir la ansiedad, supervisión infrecuente, ignorancia del estado de salud del niño y dificultades para empatizar con el pequeño.

– En la madre se consideran factores de riesgo como: la falta de afecto parental o el que haya sido rechazada de niña, dificultades o malas experiencias de embarazo o parto, no sentir placer en el cuidado del niño y bajo cociente intelectual (<86).

– En el padre pueden aparecer otros factores de riesgo como: pobre reacción emocional al nacimiento, actitudes poco cariñosas o de rechazo al niño.

Basándose en el estudio de los casos aparecidos se pueden determinar ciertos rasgos psicológicos comunes de los cuidadores que maltratan (Wolfe, T. 1986).

Conductualmente manifiestan agresividad crónica, aislamiento de la familia y amigos, un carácter dominador y rígido, impulsividad elevada y experiencias de dificultades maritales. En la dimensión cognitiva- emocional es frecuente que sean individuos inmaduros emocionalmente, con baja tolerancia a la frustración, dificultades para expresar la angustia, que realizan un intento de satisfacer las necesidades propias con el niño (con lo que se está produciendo un cambio de rol), tienen déficits en la autoestima, dificultades para empatizar con los niños y expectativas elevadas puestas en el niño (y que están alejadas de la realidad y sentido común).

  • Factores asociados al niño.

Las características del menor también pueden ser un factor de riesgo para sufrir un abuso o una negligencia por parte de sus padres. Las más destacadas son: discapacidades (físicas y psíquicas), enfermedades crónicas, padecer un síndrome de hiperactividad, prematuridad/ postmaturidad, problemas neonatales, fallos en el desarrollo y partos gemelares.

  • Factores relacionados en el nivel socioeconómico y cultural.

Es preciso tener en cuenta que constituyen un riesgo de presentar una situación de malos tratos al menor las situaciones de paro, pobreza, cambios en la vivienda, estrés