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Diagnóstico prenatal de la atresia de esófago. Revisión bibliográfica a propósito de un caso

Diagnóstico prenatal de la atresia de esófago. Revisión bibliográfica a propósito de un caso

Mujer de 24 años que acude a nuestras consultas de tocología para control prenatal.

Se trata de una primigesta que no presenta enfermedades personales ni familiares de interés, ni hábitos tóxicos. Su grupo sanguíneo es A positivo y no refiere alergias medicamentosas conocidas. Aporta analítica con hemograma, coagulación, bioquímica y sedimento urinario normales; la serología muestra inmunidad a la rubeola y negatividad para toxoplasmosis, sífilis, hepatitis B y SIDA.

Diagnóstico prenatal de la atresia de esófago. Revisión bibliográfica a propósito de un caso

Autora: Cristina Moreno de Ulloa, Facultativa Especialista en Ginecología y Obstetricia.

RESUMEN

Exponemos un caso de atresia esofágica que se diagnosticó prenatalmente en la 20ª semana de gestación; el neonato requirió cirugía en su primer día de vida, evolucionando favorablemente.

PALABRAS CLAVE: atresia, polihidramnios, prematuridad, anastomosis, disnea.

CASO CLÍNICO

La primera ecografía en la semana 12ª de embarazo no indica irregularidades fetales, dando como resultado un test de screening para detección precoz de alteraciones cromosómicas dentro de los valores de normalidad. En la semana 20ª, en cambio, se observa un feto varón sin hallazgos patológicos en su anatomía salvo por ectasia piélica bilateral de 9 mm en riñón izquierdo y de 6 mm en el derecho y la ausencia de cámara gástrica a pesar de repetir la ecografía tras un intervalo de tiempo de dos horas. Se repite el estudio dos semanas después fortaleciendo el diagnóstico de sospecha de atresia de esófago, por lo que se realiza una amniocentesis que muestra un cariotipo fetal normal; además se confirma la pielectasia bilateral y la existencia de polihidramnios.

En las consultas posteriores, además de valorar que sus analíticas son anodinas, incluyendo el test de O’Sullivan, se observa la normalización de las pelvis renales y el aumento de la cantidad de líquido amniótico que han provocado la aparición de contracciones aisladas, hasta que en la semana 30ª la paciente ingresa en el hospital por dinámica uterina regular que requiere tratamiento con tocolíticos, procediendo además a la maduración pulmonar fetal con una pauta de corticoides. Tras dos semanas se produce un otro cuadro que de nuevo la lleva hasta el servicio de urgencias; en esta ocasión no se observa acortamiento cervical por lo que se decide actitud expectante; teniendo en cuenta sus antecedentes, se procede no obstante a amniodrenaje.

En la semana 38ª la paciente requiere nuevo ingreso, esta vez por presentar disnea, además de ciertas contracciones; con una determinación positiva para el estreptococo B-hemolítico vaginal y una exploración tocológica favorable al presentar cérvix acortado, de consistencia media y ligeramente permeable, se decide dejar evolucionar el parto con la cobertura antibiótica protocolaria.

Nace un varón de 2.450 gramos de peso, con apgar 8/10 y pH del cordón de 7.28, en el que se confirma la atresia de esófago mediante introducción limitada de sonda nasogátrica y radiografía de tórax y abdomen. El neonato, con buen estado general, presenta el resto de la exploración anodina. En su primer día de vida se le interviene quirúrgicamente, confirmando una atresia de esófago tipo III y realizando una anastomosis esofágica término-terminal con cierre de la fístula traqueoesofágica.

El postoperatorio cursa favorablemente, salvo por la aparición de una insuficiencia renal probablemente secundaria a hipoxia postquirúrgica, en fase de recuperación total al alta, y por varios episodios de aspiración que se resuelven sin complicaciones. Se realiza un estudio completo al recién nacido que descarta anormalidades asociadas, incluyendo una ecografía abdominopélvica, una ecografía cerebral, una ecocardiografía, un electroencefalograma, nueva placa de tórax y una radiografía esofágica con contraste iodado para estudio del calibre de dicha estructura tras la cirugía.

Tras un ingreso de casi dos meses, el lactante es dado de alta por su buena evolución, presentando buena nutrición mediante lactancia materna. En las revisiones posteriores tan solo se ha detectado reflujo gastroesofágico en vías de resolución.

CONCLUSIÓN

La Atresia de esófago (AE) es un defecto congénito que consiste en la falta de continuidad de la luz esofágica, asociada la mayoría de las veces a una comunicación con la tráquea. Aunque se trata de una patología incompatible con la vida, el tratamiento quirúrgico eficaz logra la supervivencia en un alto porcentaje de casos.

La atresia esofágica podemos verla en 1 de cada 3.000-4.000 recién nacidos vivos. Afecta más al sexo masculino a razón de 1:1’26 y a la raza blanca. El riesgo de recurrencia es de un 1% y afecta 2 ó 3 veces más a los gemelos. Los casos sindrómicos familiares son muy raros (menos del 1%), siendo la mayoría esporádicos, y pudiendo presentarse de forma aislada (50%), como parte de un síndrome cromosómico o asociada a malformaciones mayores.

La etiología no está aún muy clara. La formación de la atresia esofágica puede deberse a una inadecuada vacuolización del conducto sólido durante su desarrollo embrionario, oclusión del esófago, desviación del septum traqueoesofágico, causas mecánicas o vasculares (con necrosis localizadas y reabsorción del segmento afecto). En general se asocia más a factores extrínsecos que a genéticos (de ahí que se hayan publicado incluso casos en los que se ve afectado uno solo