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El bienestar subjetivo y el autocuidado de Dorotea Orem

bienestar no ha sido satisfecho.

En el año de 1999 sé realizo un estudio por González & Arriagada en Chile, sobre ciudadanía y autocuidado en salud reproductiva y sexual: un estudio exploratorio en mujeres trabajadoras de los sectores salud y educación, los resultados mostraron la existencia de prácticas de autocuidado en las mujeres consultadas, los antecedentes que motivaron la investigación son relevantes porque se encontró que mujeres con un mayor acceso a formación e información presentan inhibiciones y olvidos importantes en sus prácticas de autocuidado. Esto es grave teniendo en cuenta que las prácticas de autocuidado no son efectivas sino se llevan a cabo con regularidad.

Hernández, Arenas, Martínez & Menjívar (2003), en cuanto al estado físico los profesionistas de la salud se proporcionan más autocuidado que sus contrapartes en otras áreas pero está presente más el tabaquismo. En otros aspectos como visitas urológicas y ginecológicas, autoexploración de mamas y área emocional los profesionistas universitarios de otras áreas presentan porcentajes más elevados que los de la salud. Se concluye que los profesionistas de la salud incurren en más prácticas nocivas que los de otras áreas y que la reparación formal recibida influye de manera decisiva en el tipo de autocuidado que se prodigan.

En el año 2011, Escobar, Franco & Duque, señalan en su estudio que las expresiones aportadas por los docentes en grupos focales manifiestan que parece ser que el problema del autocuidado hace referencia a la conciencia sobre lo que es la vida, el cuerpo, la salud y el bienestar, incluyendo las esferas que constituyen al ser humano. Respecto a la categoría del saber, en las expresiones de los docentes se reconocen las competencias necesarias para el desarrollo del conocimiento, de las actitudes, las aptitudes y los valores necesarios para el autocuidado como compromiso de la formación integral en la Universidad.

Conclusiones

El bienestar subjetivo busca definir una idea más compleja del estado en que vive una persona, captando elementos más cercanos a la condición efectiva de la gente y al modo en que ella la percibe, otorgando la importancia justa, hasta hace poco desdeñada, a la evaluación que la persona hace de su bienestar.

El bienestar subjetivo debe aprovecharse para: conocer la situación de las características subjetivas de las sociedades; comprender y definir mejor los problemas públicos que los gobiernos, la administración pública y las políticas buscan resolver. Desarrollar herramientas y enfoques analíticos para proponer soluciones a los problemas encontrados, y diseñar políticas públicas que impacten favorablemente al bienestar de las personas (Martínez, 2012).

Para lograr lo anterior, el autocuidado brinda las herramientas necesarias, ya que este está constituido por las acciones de cuidados que se proporciona una persona para tener una mejor calidad de vida y favorecer el mantenimiento de su salud. Las conductas de autocuidado contribuyen al bienestar emocional. El estado de salud de una persona depende, en gran medida, de los cuidados que se brinde a sí misma, aunque por supuesto las condiciones de vida y el acceso a los servicios de salud son esenciales.

Estos principios son rectores para el desarrollo de cualquier práctica de autocuidado. La familia también juega un papel importante en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, fortaleciendo y fomentando comportamientos y estilos de vida saludables tendientes a alcanzar el mayor grado de autonomía posible en cada etapa de la vida, aunque cabe mencionar que no siempre la familia realiza está función.

El cuidado de uno mismo incluye las acciones encaminadas a cuidar del cuerpo, los ejercicios físicos sin excesos, regímenes de salud y la satisfacción mesurada de las necesidades. Además se incluyen las lecturas, meditaciones y la reflexión de la verdad. Esta cultura comienza a dar importancia al autocontrol como una forma de autocuidado.

El potencial ilimitado de aprendizaje del hombre, independientemente de su edad, status socioeconómico, etc., a través del proceso educativo, logra incorporar a su vida diaria conductas de salud física, social, mental y espiritual que favorecen su estado de bienestar. Las personas tienen la capacidad física y cognoscitiva para aprender técnicas de autocuidado, practicarlas y transmitirlas a otros. Lo que ofrece nuevas oportunidad para continuar su proceso de desarrollo y disfrutar de un bienestar integral.