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El desafío histérico

familiares (que una de sus hermanas también había sido abusada):

“Empecé a saber información y me salían lágrimas de los ojos sin parar, creo que sí tengo un trauma; entonces me empezaron a pesar mucho las piernas y a dolerme. Siempre pensé que lo había superado, pero es mentira”.

– Tratamiento:

Se realizaron con la paciente entrevistas psicoterapéuticas semanales que comenzaron en octubre de 2012 (unos 40 minutos cada una) durante dos meses, y cinco visitas de seguimiento, hasta causar alta por cambio de domicilio en junio de 2013. Fue atendida por las dos firmantes de este trabajo, como terapeuta una y observadora la otra.

Se empleó una técnica de entrevista psicoterapéutica psicodinámica, breve y focal, centrada de manera progresiva y alternante en el conflicto actual y reactivado y en la superficie psíquica (donde se hallaba en primer plano lo somático) y dando prioridad a la abreacción de lo traumático.

Se trabajó en todo momento la relación terapéutica, así como las entabladas en las consultas médicas previas para aportar a la paciente confianza y seguridad en cuanto a la veracidad de sus síntomas físicos.

Se incorporó en las consultas a su pareja en algunas ocasiones, para corroborar los datos acerca de la familia de origen de la paciente, reforzar la alianza terapéutica y trabajar la conciencia de enfermedad y la actitud ante las crisis. También aportó escrito biográfico detallado, según le habíamos solicitado.

Se trató el conflicto a demanda de lo que la paciente era capaz de verbalizar, los elementos traumáticos tanto pasados como actuales (ya que aun vivía con temores realistas acerca de posibles represalias). La paciente fue capaz de reconocer, en el curso del tratamiento, la existencia de síntomas psíquicos, de ansiedad y fóbicos, que acompañaban a su cuadro clínico de presentación somática.

Se implementó tratamiento antidepresivo don duloxetina (inhibidor dual de la recaptación de serotonina y noradrenalina), 60 mg/dia, una vez que se logró una alianza terapéutica adecuada, aprovechando tanto los efectos farmacológicos directos como la facilitación de una “salida airosa” y justificada de sus síntomas.

Se ofreció un objetivo terapéutico claro y limitado, siendo este el logro de episodios más breves, más leves y menos frecuentes. Se trabajó la vulnerabilidad en situaciones de crisis y cambios vitales que pudiesen reactivar los síntomas en el futuro.

Al finalizar las consultas semanales se había logrado este objetivo, siendo las crisis mucho menos incapacitantes, mejorando el estado de ánimo de la paciente y el afrontamiento ante situaciones de estrés, desligándose en parte de la influencia de lo traumático pasado y aun lo actual, y pudiendo generar proyectos de futuro.

Se finalizó el contacto a causa de traslado a otra comunidad autónoma por trabajo de su esposo.

BREVE HISTORIA DE LA HISTERIA

Desde la antigüedad clásica en la que fue considerada una anomalía del útero, el cual migraba causando una diversidad de síntomas corporales, pasando por la Edad Media cuando fue considerada producto de una posesión diabólica, hasta la etapa contemporánea y sus nuevos paradigmas, la histeria fue y continua siendo, para los clínicos, un desafío.

Según palabras de Lassegue: “Jamás ha sido dada y nunca se dirá la definición de la histeria. Sus síntomas no son ni lo bastante conscientes, ni conformes, ni parecidos en duración e intensidad para que puedan comprenderse en una sola formula descriptiva”.

Fue en el siglo XIX cuando Jean Martin Charcot comenzó a vislumbrar el complejo origen de la histeria al encontrar que las pacientes eran asequibles a la hipnosis, y que ésta era capaz de generar síntomas histéricos. Propuso que los síntomas podían derivar de ideas fijas inconscientes basadas en sugestiones o autosugestiones que permanecían aisladas del resto de la mente. Charcot fue quien rescató a la histeria de su oscuro pasado y le dio el estatus de una auténtica enfermedad, algo, como sabemos, aún inacabado.

Pierre Janet describió fenómenos que aun mantienen su vigencia, tales como el estrechamiento del campo de la conciencia y la tendencia a la disociación, resultando en una división de funciones mentales normalmente integradas. Janet acuñó la expresión “bella indiferencia” para reflejar la sorprendente despreocupación de los pacientes acerca de sus síntomas.

Las descripciones y teorías de Briquet, según el cual se puede considerar la histeria como el producto del sufrimiento de la porción de encéfalo destinada a recibir las impresiones afectivas y las emociones, llega hasta nuestros días también cargada de vigencia, como veremos más adelante. (1)

Con Freud el enfoque de la histeria sufrió un vuelco tal que se convirtió en la base de una nueva explicación de la mente y de una terapéutica: el psicoanálisis, estableciendo el término “conversión”. Fue en 1895 cuando Freud publicó Estudios sobre la histeria, aunque ya antes, en 1893, había escrito la “Comunicación preliminar” en colaboración con Breuer, donde sentaron una etiología para la histeria: un suceso traumático y reminiscencias del mismo. Posteriormente Freud se aleja de Breuer para desarrollar sus conceptos acerca del conflicto y la defensa y su teoría de las neurosis.

Se produce en la histeria, según Freud, un mecanismo de defensa que convierte el estrés emocional asociado a recuerdos reprimidos del trauma, en síntomas físicos, produciéndose, por tanto, una disociación y una conversión.

Después de la primera teoría traumática de la histeria, según la cual habría sucedido un abuso real de naturaleza sexual sobre el niño futuro neurótico, Freud amplió la hipótesis incorporando la noción de fantasía inconsciente, es decir, que es la propia sexualidad infantil la que puede llegar a convertirse en traumática y patógena.

Los principales trabajos en los que Freud expuso sus teorías sobre la histeria fueron: El mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos (Comunicación preliminar de Breuer y Freud), 1893; Las neuropsicosis de defensa, 1894; Estudios sobre la histeria, 1895; Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de defensa, 1896 y La etiología de la histeria, 1896. (2)

PREVALENCIA

Se ha estimado que un 25% de pacientes admitidos en servicios médicos generales han tenido síntomas de conversión en algún momento de sus vidas. Otros estudios encuentran que entre un 20% y un 25 % en el entorno de hospital general presentan algún síntoma aislado