En cuanto a las características de las mujeres víctimas de violencia de género existen estudios que pretenden mostrarnos un perfil de riesgo analizando diferentes variables sociodemográficas, bien es cierto que los datos obtenidos en dichos estudios son variables, por lo que no podemos enmarcarlas en un perfil, ya que este no existe, cualquier mujer puede convertirse en víctima de violencia de género independientemente de su edad, nivel económico, nacionalidad, cultura y/o religión. Sí que podemos hablar de una relación directa entre el nivel de autoestima de las mujeres y la forma de reaccionar y huir frente a la violencia. Podemos hablar también de la influencia de la educación de las mujeres en su futura relación de pareja, puesto que cuanto más convencional haya sido esta, mayor probabilidad habrá de que algún día pueda sufrir malos tratos por parte de su pareja. Por lo que este será un punto importante a tratar y tener en cuenta en el tratamiento de mujeres víctimas.
Factores de riesgo para la violencia:
Es de suma importancia conocer los factores de riesgo de la violencia para que las intervenciones llevadas a cabo tengan en cuenta estos factores y sean efectivas tanto a la hora de atender el problema como de prevenirlo.
Factores de riesgo con eficacia causal primaria (hacen referencia a los aspectos culturales y educativos sobres los que está construida la violencia): Modelos culturales que conservan la desigualdad entre géneros, la socialización de género según estereotipos, las organizaciones familiares verticales y autocráticas, el aprendizaje femenino de indefensión, el aprendizaje masculino de uso de la fuerza como medio para resolver conflictos, la exposición a violencia doméstica en el entorno familiar, naturalización de la violencia por parte de otros modelos sociales.
Otros factores de riesgo asociados que pueden aumentar la probabilidad de la ocurrencia y de la gravedad son: Stress (laboral, económico, social), uso de drogas y/o alcohol.
También existen factores que contribuyen a que se perpetúe el problema: Son aquellos que impiden la identificación temprana del problema y por tanto la respuesta eficaz al mismo, la ausencia de legislación o dificultades en su aplicación, falta de capacitación del personal para actuar adecuadamente en los casos de violencia de género, ausencia de redes comunitarias de apoyo.
Resumiendo el principal factor de riesgo para el desarrollo de este tipo de violencia es el hecho de ser mujer, puesto que la sociedad reconoce la superioridad del hombre y atribuye diferentes roles y espacios en función del sexo todavía en la actualidad.
TIPOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO
Se identifican distintos tipos de violencia que detallo a continuación:
- VIOLENCIA FÍSICA: engloba cualquier acto no accidental con uso voluntario de la fuerza que pueda ocasionar un daño o lesión en el cuerpo de la víctima: bofetadas, fracturas, heridas, quemaduras, palizas, golpes, empujones ,puñetazos…
- VIOLENCIA SEXUAL: sucede cuando se obliga a la víctima (a través del chantaje, las amenazas o la fuerza) a llevar a cabo una práctica sexual en contra de su voluntad, ya sea por parte de su pareja o por otras personas. Este tipo de violencia puede manifestarse de varias formas:
-Violencia sexual que no implica contacto corporal: exhibicionismo, obligar a ver herramientas pornográficas, vouyerismo, palabras o gestos obscenos, proposiciones sexuales no deseadas, mensajes obscenos por correo electrónico o por vía telefónica, acoso sexual…
-Violencia sexual con contacto corporal: tocamientos, imposición a tener relaciones sexuales, obligar a la víctima a mantener posturas que considere humillantes, violación.
-Violencia contra los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: se refiere a cualquier acto que impida a la mujer ejercitar su derecho a la salud sexual y reproductiva, impidiendo que disfrute de su vida sexual sin riesgos para su salud así como hacer uso libremente de su derecho a la maternidad.
Es preciso diferenciar entre varios conceptos similares relacionados con la violencia sexual. Tanto las agresiones como los abusos sexuales atentan contra la libertad sexual de la mujer, sin embargo, mientras que en el primer caso, donde se incluyen las violaciones, la obligación a masturbarse o a mantener relaciones sexuales con otras personas, es utilizada la violencia y la intimidación por parte del agresor, los abusos sexuales ocurren en ausencia de estos factores. Por otro lado, el acoso sexual se refiere a las conductas verbales, no verbales o físicas de naturaleza sexual que atentan contra la dignidad de la persona o que ésta considere humillante, ofensivo o molesto. Otras formas de violencia sexual son la mutilación genital femenina o la explotación sexual de mujeres y niñas.
- VIOLENCIA PSICOLÓGICA: Engloba aquellas conductas que atentan contra la dignidad de la mujer, así como contra su integridad psíquica y emocional, en las que el agresor pretende imponer a la persona los comportamientos que él cree que debe tener. En este sentido se incluyen los insultos, las amenazas, las humillaciones, la culpabilización, el aislamiento social, la exigencia a la obediencia, el rechazo o el chantaje emocional. Es un tipo de violencia que es complicada de demostrar a diferencia de la física o la sexual. En general estas formas de maltrato se acompañan de:
-Maltrato económico: El agresor controla estrictamente el manejo del dinero por parte de la mujer y ésta debe informarle de todos los gastos que realiza. Se da independientemente de si la mujer desempeña un trabajo remunerado o no, aunque muchas veces es el propio agresor el que la impide realizarlo.
-Maltrato ambiental: Va unido al maltrato psicológico. Consiste en intimidar a la víctima destrozando el medio que le rodea. Incluye romper objetos contra el suelo, desparramar basura o colocar elementos sobre la cama que a ella le dan miedo (p.ej. armas).Es importante tener en cuenta que cualquiera de estas formas de violencia tiene consecuencias negativas en todas las dimensiones de la salud de la mujer: física, psicológica, sexual, reproductiva y social.
CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN LA SALUD.
Las consecuencias de la violencia de género suponen numerosos efectos en la salud de las mujeres que la sufren, no sólo podemos hablar de lesiones derivadas del maltrato físico, puesto que junto a estas aparecen numerosos problemas de salud. Los problemas de salud que de ella se derivan se dan tanto a corto como a largo plazo. Las secuelas en la salud de las mujeres víctimas de violencia de género persisten en el tiempo una vez que la relación de maltrato ha terminado.
Cefaleas, dolores lumbares, dolores abdominales, fibromialgia, son algunos de los síntomas físicos derivados de la violencia, son característicos por convertirse en crónicos y rara vez responden a tratamientos habituales. Podemos afirmar que rara vez dichos síntomas aparecen solos si no que se entremezclan con síntomas psíquicos. Dentro de las consecuencias sobre la salud física de las mujeres podemos enmarcar los síntomas ginecológicos y sexuales derivados de la violencia que estas padecen, van desde menstruaciones irregulares o dolorosas, dolores pélvicos, síndrome premenstrual, dificultades en el examen pélvico a disminución del deseo para mantener relaciones, por lo que las mujeres en muchas ocasiones mantienen relaciones sexuales por miedo a que la negación genere una nueva situación de violencia y no verdaderamente por deseo sexual. Junto con lo ya mencionado la violencia de género deja una de las muestras físicas más evidentes, las lesiones, estas suelen ser múltiples y de todo tipo desde cortes, contusiones, quemaduras, fracturas, pueden darse en cualquier parte del cuerpo las más comunes son en cara, cuello, pechos y abdomen.
Es frecuente que las mujeres maltratadas a pesar de presentar en numerosas ocasiones lesiones graves no acudan a los servicios sanitarios por miedo tanto al agresor como a que se notifiquen el origen de sus lesiones.
Consecuencias sobre la salud mental
Son numerosas las consecuencias de la violencia de género sobre la salud mental de las mujeres; en la mayoría de ocasiones las mujeres destacan que estas consecuencias tienen mayor importancia que los daños físicos que puedan sufrir derivados de la violencia, puesto que los efectos que el maltrato produce sobre la salud mental perduran en el tiempo incluso una vez cesada la violencia. Estos síntomas van desde ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y disfunciones sexuales hasta el suicidio o el abuso de sustancias.
Existe una alta prevalencia de síntomas psíquicos en las mujeres maltratadas, por lo que es de gran importancia indagar sobre la existencia de violencia de género en mujeres que llevan a cabo un tratamiento psiquiátrico. Podemos afirmar que es común en cualquier relación de maltrato que las mujeres presenten ansiedad, esta es provocada por el miedo que esta situación les genera, así mismo el resultado que la ansiedad tiene sobre la salud hace que estas sufran síntomas como pueden ser trastorno del sueño, temblor y palpitaciones. Estos síntomas suelen aparecer desde el comienzo y son una de las causas por la cual las mujeres abusan del uso de tranquilizantes, puesto que estos desde un comienzo suelen ser facilitados por profesionales pero debido a la prolongación en el tiempo que las situaciones de maltrato conlleva y la dificultad para salir de dicha situación las mujeres suelen habituarse a la toma de tranquilizantes lo que supone un problema añadido a la situación ya existente.
Asociada a la ansiedad de la que ya hemos hablado suele aparecer la depresión, está demostrado que tanto la ansiedad como la depresión son síntomas que tienen una mayor prevalencia en mujeres que han sufrido maltrato. En la mayoría de las mujeres que sufren maltrato se encuentra una falta de recursos personales que generan la aparición de depresión así como su desarrollo, otros de los factores a destacar que influyen sobre la depresión es la falta de ayuda por parte de las instituciones y el escaso apoyo social que la mujer recibe por parte de terceros debido muchas veces a la incomprensión sobre la situación mantenida de violencia.
En muchas ocasiones tanto la ansiedad como la depresión aumentan y continúan una vez abandonada la relación de violencia, esto se debe a la aparición de otros factores como pueden ser la falta de recursos económicos, la soledad sufrida, las amenazas a las que siguen expuestas las mujeres por parte de sus exparejas, el miedo a que la situación no haya terminado etc. En ocasiones la situación de maltrato vivida por las mujeres y la incapacidad que estas sienten para salir de ella, las hacen atentar contra su vida, por lo que podemos afirmar que la tentativa de suicidio es más común en mujeres que sufren maltrato que en aquellas que nunca lo han sufrido. La personalidad de las mujeres también se ve afectada durante la situación de maltrato, es habitual que se produzcan cambios en la personalidad que se traducen en desconfianza hacia los demás, aislamiento social, sentimientos de desesperanza, incapacidad para expresar lo que sienten, irritabilidad…
Cabe destacar que a veces la mujer puede presentar una actitud aparentemente pasiva a ojos de terceras personas, esto no es más que una forma para intentar evitar el maltrato, son estrategias creadas por ellas mismas como arma para controlar la violencia, y aumentar su seguridad, esto se traduce en un vínculo de dependencia y unión con el agresor que lejos de acabar con la violencia aumenta la dificultad de la mujer para salir de la situación que está viviendo.