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Envejecimiento saludable y detección de fragilidad

Envejecimiento saludable y detección de fragilidad

Autora principal: Cristina Cruz Martí

Vol. XIX; nº 1; 13

Healthy aging and frailty detection

Fecha de recepción: 07/12/2023

Fecha de aceptación: 04/01/2024

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XIX. Número 1 Primera quincena de Enero de 2024 – Página inicial: Vol. XIX; nº 1; 13

AUTORES:

  1. Cristina Cruz Martí. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria. Instituto Catalán de la salud, Barcelona, España.
  2. Mara Alonso Algarabel. Graduada en Enfermería. Servicio de cardiología (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  3. Itxaso Goñi Bilbao. Graduada en Enfermería. Bloque quirúrgico (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  4. Alicia Gargallo Bernad. Graduada en Enfermería. Servicio Neumología (Hospital Royo Villanova, Zaragoza, España).
  5. María García Júlvez. Especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Actur Sur, Zaragoza, España.
  6. Ana García Júlvez. Residente Enfermería Familiar y Comunitaria.

RESUMEN:

El abordaje efectivo de la fragilidad en el contexto del envejecimiento poblacional requiere una combinación de estrategias preventivas, intervenciones personalizadas y un enfoque holístico para el cuidado de la salud. Al implementar estas estrategias, es posible mejorar la calidad de vida de las personas mayores y promover un envejecimiento saludable y activo. La detección precoz y la consiguiente intervención sobre la fragilidad en edades avanzadas se puede realizar desde la Atención Primaria (AP) por parte de enfermería realizando una valoración integral. Además, el diagnóstico de fragilidad debemos de realizarlo a través de escalas de medición validadas y fomentar su utilización, a través de formación continua y el apoyo de registros electrónicos que tengan esta información.

PALABRAS CLAVE: Envejecimiento, Fragilidad, Enfermera, Atención Primaria de Salud.

ABSTRACT:

Effectively addressing frailty in the context of population aging requires a combination of preventive strategies, personalized interventions, and a holistic approach to health care. By implementing these strategies, it is possible to improve the quality of life of older people and promote healthy and active aging. Early detection and subsequent intervention on frailty in advanced ages can be carried out from Primary Care (PC) by nursing performing a comprehensive assessment. Furthermore, the diagnosis of frailty must be carried out through validated measurement scales and encourage their use, through continuous training and the support of electronic records that have this information.

KEYWORDS: Aging, Frailty, Nurse, Primary health care.

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses

La investigación se ha realizado siguiendo las Pautas éticas internacionales para la investigación relacionada con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El manuscrito es original y no contiene plagio.

El manuscrito no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista.

Han obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados.

Han preservado las identidades de los pacientes.

ENVEJECIMIENTO SALUDABLE Y DETECCIÓN DE FRAGILIDAD

El envejecimiento poblacional constituye uno de los mayores retos para los sistemas sanitarios en constante evolución (1). España se encuentra a la cabeza de los países con una esperanza de vida más alta del mundo, que se sitúa en 83,8 años (86,6 en mujeres y 80,9 para los hombres) (2). El desafío actual como sociedad no es solo el aumentar la esperanza de vida de la población, sino mantener un envejecimiento activo y saludable. Para ello, es importante actuar sobre los factores modificables y sujetos a intervención, como la fragilidad, llegando así a disminuir la dependencia, fomentando la capacidad funcional (1).

La definición de fragilidad más reciente es la establecida por la OMS, donde se define como “el deterioro progresivo relacionado con la edad de los sistemas fisiológicos que provoca una disminución de las reservas de la capacidad intrínseca, lo que confiere una mayor vulnerabilidad a los factores de estrés y aumenta el riesgo de una serie de resultados sanitarios adversos” (3).

El “Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor” (4) aprobado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) el 11 de junio de 2014, fue el primer documento que recogió de manera específica toda la evidencia existente sobre el abordaje de fragilidad en las personas de edad avanzada (4). Su misión es proporcionar directrices en la detección e intervención sobre la fragilidad y evitar el deterioro funcional (4).  A este documento se han ido sumando a lo largo de los años diferentes marcos de acción y estratégicos (4).

Si tenemos en cuenta los datos de los estudios longitudinales realizados en España (1) empleando el fenotipo de fragilidad, la prevalencia en la franja de 70-75 años es de un 2,5%-6%, entre los 75-80 años es del 6,5%-12%, entre los 80-85 años del 15%-26%, y por encima de los 85 años del 18%-38% (5). Estamos hablando de un síndrome de alta prevalencia y de consecuencias que son potencialmente relevantes, no sólo en términos de calidad de vida de la persona de forma individual, sino de la utilización de recursos sanitarios y sociales, con mucho impacto en la sostenibilidad de dichos sistemas (6). Es importante destacar que el síndrome es potencialmente reversible, especialmente en estadios tempranos (6). La detección precoz y diagnóstico de fragilidad resulta por lo tanto fundamental ya que se ha demostrado que es efectiva y se dispone de herramientas validadas para ello (6).

La detección precoz y la consiguiente intervención sobre la fragilidad en edades avanzadas se puede realizar desde la Atención Primaria (AP) por parte de enfermería o medicina a personas de 70 años o más y de forma proactiva a personas con esta misma edad que estén incluidas en programas de atención a la cronicidad.

En el caso de enfermería, los profesionales se encargan de la identificación y seguimiento de los pacientes frágiles; de la valoración multifuncional; del seguimiento de las patologías crónicas; la identificación de complicaciones; la coordinación del caso y la comunicación con pacientes y familiares. La detección se puede realizar desde cualquier nivel de atención sanitaria, aunque se realiza fundamentalmente en la AP, contando con la participación del paciente y de la familia o cuidador principal (1).

La identificación de pacientes frágiles va a hacer que podamos llevar a cabo una posible intervención y selección de aquellos pacientes que pueden beneficiarse de medidas preventivas o terapéuticas de cara a prevenir una posible discapacidad. Son necesarios instrumentos que sean precisos, sencillos, válidos y reproducibles para identificar a aquellos pacientes. Además, estos instrumentos deben ser también sensibles a los futuros cambios para permitir monitorizar la evolución de los pacientes o los resultados de intervenciones.

Se considera la fragilidad como un aumento de la vulnerabilidad y se acepta su multidimensionalidad. Sin embargo, existen diferencias tanto en la forma de interpretar el concepto mismo como sobre cuáles son los mejores instrumentos de medida. Así, se pueden distinguir dos líneas diferentes de observar a la fragilidad según autores: una que da más importancia a los factores biológicos, y otra que incorpora dimensiones más cercanas al modelo contrario. Nos encontramos con la definición del fenotipo de Fried y Watson en 20017, que hace especial referencia a las dimensiones relacionadas con la composición corporal, la actividad y el metabolismo energético, una definición oligodimensional basada en la medición de 5 criterios. En el otro extremo, una línea más multidimensional, incluye morbilidad, discapacidad y factores mentales y sociales, representada por la escala de medida global de Rockwood formada por 40 indicadores. En medio de este arco se encuentran diferentes aproximaciones más cercanas a uno u otro extremo que estudian distinto número de indicadores. Sin embargo, lo que queda claro, es que no debemos nombrar fragilidad como algo vago, sino como un diagnóstico que podemos identificar con escalas de medición validadas.

En diferentes revisiones bibliográficas se identifican más de 20 métodos para el diagnóstico de la fragilidad, generalmente basados en el fenotipo de fragilidad o en el índice de fragilidad. Entre los instrumentos destacaban algunos como el Frail elderly functional questionnaire como una medida potencial de resultados para estudios de intervención en fragilidad, ya que se considera que puede ser util para utilizar por teléfono o mediante entrevista clínica en consulta; es seguro, valido y se ha demostrado que, sensible al cambio. Destaca el indicador de fragilidad Groningen y el Tillburg como herramientas que son sencillas para identificar pacientes frágiles. Respecto a las revisiones de instrumentos en Atención Primaria se detectan numerosas escalas e índices, entre los que destacan el Gerontopole Frailty Screening Tool, el Tilburg Frailty Indicator y el SHARE Frailty Index o el EASY-Care Two-step Older persons Screening (EASY-Care TOS). El último instrumento desarrollado para identificar fragilidad es la llamada Escala de Rasgo de Fragilidad (Frailty Trait Scale), que identifica 7 dimensiones de la fragilidad: equilibrio energético-nutricional (índice de masa corporal, obesidad central y niveles de albúmina), actividad física (Physical Activity Scale for the Elderly), sistema nervioso (fluencia verbal y equilibrio), sistema vascular (índice brazo-tobillo), resistencia (test de la silla) y velocidad de marcha.

En España destaca el Índice frágil-VIG, con el que se evalúan diferentes áreas como la funcional (que incluye la valoración de actividades básicas de la vida diaria e instrumentales), nutricional, cognitiva, emocional, social, así como la valoración de la presencia de síntomas graves como dolor o disnea y de enfermedades (neoplásicas, respiratorias, cardíacas, neurológicas, digestivas y renales) (7). Este Índice desarrollado en Cataluña es sencillo de utilizar, rápido y tiene una buena capacidad tanto discriminatoria como predictiva (8). Según la puntuación obtenida se puede clasificar en fragilidad inicial, intermedia y avanzada (8). Una vez identificada y evaluada la fragilidad, considerada como un problema de salud crónico, se debe realizar un abordaje integral mediante un plan individual de atención de acuerdo con los valores, las preferencias y los objetivos de salud centrados en el paciente (8). Esta fragilidad debe quedar registrada en la historia clínica del paciente en un espacio visible (9).

Según lo demuestran los estudios, la fragilidad no se suele detectar frecuentemente y además la sola detección del síndrome de fragilidad por sí misma no es suficiente sino que debe ir acompañada de una valoración geriátrica integral (VGI) que permita elaborar un plan de actuación individualizado para cada paciente además es precisa una coordinación entre los diferentes profesionales de AP y los recursos comunitarios (9).

Por todo esto es necesario incrementar los conocimientos de los profesionales sobre la fragilidad, su diagnóstico y fomentar su detección desde la AP de forma adecuada.

Podemos observar que todo esto constituye un desafío para la sociedad en general y para la sanidad en particular. Entre estos desafíos destacan:

-Mayor vulnerabilidad a enfermedades: Las personas frágiles son más propensas a sufrir enfermedades y complicaciones de salud. La gestión de enfermedades crónicas se vuelve más compleja y requiere un enfoque integral.

-Aumento del riesgo de caídas: La fragilidad a menudo se asocia con una disminución de la fuerza muscular y la función motora, lo que aumenta el riesgo de caídas, con sus futuras consecuencias.

-Deterioro funcional: La fragilidad puede llevar a un deterioro funcional, afectando la capacidad de realizar actividades diarias. Esto puede tener un impacto significativo en la independencia y la calidad de vida.

-Desafíos sociales y emocionales: La fragilidad puede contribuir al aislamiento social y emocional, ya que las personas pueden volverse reacias a participar en actividades sociales por miedo a caídas o agravamiento de su condición.

Podemos encontrar diferentes estrategias para abordar la fragilidad en personas mayores, entre ellas destacan:

Ejercicio físico y rehabilitación: Implementar programas de ejercicio adaptados a las capacidades individuales de las personas mayores. El ejercicio regular puede mejorar la fuerza muscular, la movilidad y reducir el riesgo de caídas.

-Nutrición adecuada: Fomentar una dieta equilibrada y nutritiva que satisfaga las necesidades específicas de las personas mayores. La adecuada ingesta de proteínas y micronutrientes es esencial para mantener la salud y la resistencia. Programas de alimentación saludable.

-Potenciar el desarrollo de ciudades saludables (alineado con la iniciativa de ciudades saludables y comunidades amigables con las personas mayores de la OMS)

-Potenciar y apoyar que las CCAA alineen sus programas de actividades preventivas en las personas mayores en el consejo integral de los estilos de vida de atención primaria de salud, vinculándolo con recursos sociales en la población adulta.

-Gestión de enfermedades crónicas a través de los profesionales sanitarios. Desarrollar estrategias de manejo integral para abordar las enfermedades crónicas comunes en la vejez, como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardíacas.

-Evaluación y prevención de caídas: Realizar evaluaciones periódicas del riesgo de caídas y proporcionar intervenciones preventivas, como modificaciones en el hogar, terapia ocupacional y entrenamiento de equilibrio.

-Apoyo social y emocional: Fomentar la participación social y el apoyo emocional a través de programas comunitarios, grupos de apoyo y actividades recreativas adaptadas.

-Cuidado centrado en la persona: Adoptar un enfoque de cuidado centrado en la persona que reconozca la singularidad de cada individuo y promueva la autonomía tanto como sea posible.

-Investigación y desarrollo: Invertir en investigación para comprender mejor los factores que contribuyen a la fragilidad y desarrollar intervenciones más efectivas y personalizadas.

-Impulsar la monitorización de fragilidad a través de escalas de medición validadas. Facilitar y fomentar que se registre, a través de formación continua y el apoyo de registros electrónicos que tengan esta información.

-Explotación de datos e información sobre fragilidad a nivel de CCAA y estatal, encuestas de salud y otras fuentes.

En conclusión, se destaca que el abordaje efectivo de la fragilidad en el contexto del envejecimiento poblacional requiere una combinación de estrategias preventivas, intervenciones personalizadas y un enfoque holístico para el cuidado de la salud. Al implementar estas estrategias, es posible mejorar la calidad de vida de las personas mayores y promover un envejecimiento saludable y activo.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Ministerio de Sanidad. Actualización del documento de consenso sobre prevención de la fragilidad en la persona mayor [Internet]. Madrid: Gob.es; 2022 [acceso el 8 de febrero de 2023]. Disponible en: https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/EnvejecimientoSaludable_Fragilidad/docs/ActualizacionDoc_FragilidadyCaidas_personamayor.pdf
  2. Ministerio de Sanidad. Esperanzas de vida en España [Internet]. Madrid: Gob.es; 2021 [acceso el 8 de febrero de 2023]. Disponible en: https://www.sanidad.gob.es/estadEstudios/estadisticas/inforRecopilaciones/ESPERANZAS_DE_VIDA_2019.pdf
  1. Organización Mundial de la Salud. Informe mundial sobre el envejecimiento y la salud [Internet]. Ginebra: Who.int; 2015 [acceso el 8 de febrero de 2023]. Disponible en: http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/186466/1/9789240694873_spa.pdf
  2. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Documento de consenso sobre prevención de fragilidad y caídas en la persona mayor [Internet]. Madrid: Gob.es; 2014 [acceso el 8 de febrero de 2023]. Disponible en: https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/Estrategia/docs/Fragilidad/FragilidadyCaidas_personamayor.pdf
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  2. Frailty Prevention Approach (FPA) [Internet]. ADVANTAGE JA; 20 19. [Citado 2021 ene 24]. Disponible en: https://www.advantageja.eu/images/FPA-Core-ADVANTAGE-doc. pdf
  3. Amblàs-Novellas J, Martori JC, Molist Brunet N, Oller R, Gómez-Batiste X, Espaulella Panicot J. Índice frágil-VIG: diseño y evaluación de un índice de fragilidad basado en la Valoración Integral Geriátrica. Rev Esp Geriatr Gerontol [Internet]. 2017 [citado el 9 de febrero de 2023]; 52(3):119–27. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-revista-espanola-geriatria-gerontologia-124-pdf-S0211139X16301123
  1. Acosta-Benito MÁ, Martín-Lesende I. Fragilidad en atención primaria: diagnóstico y manejo multidisciplinar. Aten Primaria [Internet]. 2022 [citado el 9 de febrero de 2023]; 54(9):102395. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-pdf-S0212656722001159
  2. Zugasti Murillo A, Casas Herrero A. Síndrome de fragilidad y estado nutricional: valoración, prevención y tratamiento. Nutr Hosp 2019;36(N.º Extra 2):26-37