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Formación en Salud Holística en los Estudiantes de la Carrera de Medicina

La otra gran diferencia, con la concepción médica tradicional o científica es que las causas no están exclusivamente en el ámbito orgánico. Lo psicológico, lo afectivo y lo ambiental son los aspectos que realmente influyen sobre lo orgánico e impulsan los desequilibrios de salud.

Una tercera distinción es que la salud no es algo mecánico, la mera “ausencia de enfermedad”. Estar sano es tener el apropiado equilibrio entre lo orgánico, lo mental y lo espiritual. Si alguno de estos punto falla, no puede hablarse de salud, por más que no sintamos ningún dolor físico. (2).

Las armoniosas funciones de cuerpo, mente y espíritu que definimos como salud holística son estados de libertad. Desde esta visión holística sólo un organismo sano es libre. Es decir, puede realizar las actividades que desea en lo cotidiano, trabajar, jugar. Sólo desde la salud se es libre, porque la enfermedad, antes que nada, coarta nuestra posibilidad de hacer. Se busca restablecer el equilibrio en la interrelación entre organismo físico, la estructura mental y el estado espiritual del paciente; curar un síntoma es sólo un paso en ese camino.

Quizás lo más interesante en la salud holística, es que en la salud humana, la mente juega un papel tan importante como la causa material en el desarrollo y la superación de la enfermedad, se estudia al ser humano como un todo: mente-cuerpo, espíritu-materia en relación con su entorno. Desde el punto de vista holístico, la enfermedad no es “gripe” o “resfriado”, sino un individuo que padece determinados síntomas de gripe resfriado sumados a una historia de vida y una realidad ambiental que lo definen. Un estado gripal puede provocar irritación, el llanto, la falta de concentración. La visión holística en salud apunta a trazarse un dibujo global de cada individuo y darle el remedio que necesita.

Para ello, se instruye a los alumnos en la importancia de mantener ciertos hábitos saludables que preparan al organismo para que sea un armónico vehículo de un espíritu abierto en una interrelación saludable entre ambos. (2).

La medicina convencional u ortodoxa, considera que los organismos vivos funcionan de acuerdo a los componentes estructurales y químicos del cuerpo físico, siendo objetiva porque sólo toma en cuenta la naturaleza a un nivel tridimensional de espacio / tiempo y cuyas hipótesis pueden evidenciarse directamente en los laboratorios. Por su parte, la salud holística, se fundamenta en los campos de energía, los cuales pueden ser perturbados tanto por el estado emocional como por la actividad mental del paciente y por sus hábitos de vida. La salud es cuestión de balance; es un equilibrio entre la forma (cuerpo) y el campo (mente) y la armonía de los aspectos físico, emocional, mental y espiritual, lo cual refleja la relación del ser consigo mismo, aunándose también el componente social. Por consiguiente, tener salud consiste en preservar este balance dinámico y armónico inherente a nuestro cuerpo-mente. Tal orden y armonía pueden ser fomentados mediante un estilo de vida saludable en un ambiente beneficioso, lleno de amor en todos los aspectos. La enfermedad surge cuando se presentan bloqueos e incongruencias, que nos limitan. (3).

Por otra parte, si estos sistemas multidimensionales interactuantes de energía sutil se desbalanzan, se descontrolan u operan en frecuencias inarmónicas, la resultante es la aparición de síntomas patológicos que se manifiestan en los planos físicos, emocional, mental y espiritual dando origen a la enfermedad. Estos sistemas se fundamentan en el entendimiento entre el ser humano, el ambiente y el cosmos promoviendo la salud. (3).

El individuo es una unidad de cuerpo, mente, estados emocionales, patrones de relación y memorias energéticas que interactúan entre sí. Desde esta perspectiva, la salud y la enfermedad se refieren a un estado que experimenta la persona, no a algo que expresa el cuerpo físico.

El modelo en salud holística, trata al ser humano en su conjunto: su cuerpo, su mente, sus emociones y su nivel energético. Cuando estos distintos aspectos que nos constituyen funcionan dentro de un modelo armónico, hablamos de salud. Del mismo modo, la enfermedad afecta a todo lo que la persona es y cada individuo es diferente y tiene sus propias características singulares. (4).

La enfermedad es debida a los pensamientos que generan emociones que comunican, a través de mensajeros químicos a todas las células de nuestro cuerpo como nos sentimos. Esto se refleja instantáneamente en nuestro sistema energético. Cuando, por ejemplo, estamos preocupados, los pensamientos que tenemos, seamos o no conscientes de ellos, generan miedo y este estado, sostenido en el tiempo, afecta de distintos modos al funcionamiento del cuerpo físico. Puede provocarnos insomnio o modificar la calidad de nuestro sueño, alterar nuestro ritmo cardíaco, hacer más superficial y rápida nuestra respiración, producir estreñimiento o diarrea, provocar acidez, retortijones, indigestión, etc. No necesariamente manifestaremos todos estos síntomas. Cada ser humano tiene su propia naturaleza, sus puntos débiles y a cada uno puede perturbar de un modo diferente una experiencia vital similar. (4).

En la visión en salud holística heredamos de nuestra familia un tipo psicofísico constitucional y con él muchos patrones de pensamiento y predisposición a determinadas emociones. Pero también aprendemos en nuestro entorno hábitos de vida y modos de abordar nuestra existencia.

La herencia genética no es determinante, no es una sentencia a la que no podamos recurrir. Nuestro ADN nos habla de posibilidades, de una información desarrollada por nuestros ancestros y que nosotros podemos activar si reproducimos su modo de vivir. Si abordamos la vida como ellos lo hicieron, si perpetuamos sus rutinas diarias, sus estados mentales, si nos atascamos en las mismas emociones que ellos, si arraigamos sus costumbres perjudiciales, entonces podemos terminar manifestando síntomas o/y enfermedades similares. (4).

En salud holística, la salud se define a través de las relaciones y dependencias reciprocas de varios fenómenos: físicos, biológicos, psicológicos, sociales y culturales, como partes interdependientes de una totalidad. Por ello, reorientar nuestra visión del mundo hacia una visión relacional de interdependencia, implica una profunda reflexión sobre el papel de la tecnología y de todas las acciones humanas que, en nombre de la eficiencia económica o del avance científico, puedan alterar el equilibrio vital entre el hombre, sociedad y naturaleza. (5).

La redefinición “integral” en salud necesita la recuperación social de una concepción amplia de calidad de vida, que incluya el respeto para los ritmos biológicos, los tiempos sociales y las dimensiones emocionales del ser humano.

Es imprescindible reorientar el debate sobre las prioridades de la salud, recuperando su dimensión social y cultural, y reconociendo la responsabilidad individual y comunitaria sobre decisiones que actualmente se reducen a cuestiones técnicas para expertos.

La salud tiene una visión integral, que no se reduce a un único aspecto dominante, sino que se concibe como resultado de las relaciones y dependencias reciprocas de varios fenómenos: físicos, biológicos, psicológicos, sociales y