informan que han sido lastimado físicamente en los últimos 12 meses por una pareja romántica. (Tassara, 2012)
En estudios en Colombia refieren que de los 68.230 casos de violencia intrafamiliar denunciados , 44.743 (65,58%) correspondieron a violencia de pareja; 9.708 (14,23%) a violencia contra niños, niñas y adolescentes; 12.415 (18,20%) a violencia entre otros familiares; 1.364 (2,00%) a violencia contra el adulto mayor (Hernández-Cardozo, 2014)
En Cuba son escasas las cifras acerca de la incidencia de la violencia al interior de la familia, no hay muchas investigaciones respecto al tema y otras apenas comienzan. (Aleaga & Bernal, 1999)
La violencia y la familia.
En el estudio de Hernández sobre la funcionalidad familiar en personas con embarazos fruto de violencia encontró que el 20% del total de la población presenta una disfunción familiar grave, el 0% una disfunción familiar moderada, el 20% una disfuncionalidad leve y finalmente el 60% una funcionalidad familiar normal. (Hernández, Acosta, García, & Villalba, 2011). En cambio en un estudio reciente en EEUU para determinar factores de riesgo y protección encontró que, la ira, los conflictos familiares, y los factores de riesgo que tienen los modelos de conducta desviada en la escuela eran compartidos, y aquellos que sostienen creencias pro sociales fue un factor protector compartida.
Para las niñas, la ansiedad y los que tienen modelos de comportamiento desviado en el barrio eran factores de riesgo compartidos adicionales. Para los niños, el uso excesivo de alcohol fue un factor de riesgo compartido adicional (V. A. Foshee et al., 2015).
Un sin número de casos registra que un gran porcentaje de las mujeres que son agredidas por sus compañeros conyugales, están bajo el efecto del alcohol o la droga. El consumo de bebidas alcohólicas genera múltiples tipos de maltrato que afectan a la familia principalmente esposa e hijos, ya que el alcohólico libera agresividad y atemoriza a los niños y mujeres que están viviendo en violencia intrafamiliar tornándose un clima muy peligroso. (Salinas & Puchi, 2010)
Además del medio familiar, también la escuela representa un escenario muy significativo en la vida del adolescente y, por tanto, su experiencia en este ámbito parece ser un importante factor relacionado con el ajuste y la violencia. En este sentido, los adolescentes que menos se implican en conductas violentas tienden a informar de una actitud favorable hacia la autoridad (Martínez-Ferrer, 2008).
En el estudio de Pabayo 2014 refiere que la residencia es un factor de riesgo se asoció con un mayor riesgo de cometer actos de agresión y ser víctima de la violencia. (Pabayo, Molnar, & Kawachi, 2014)
En el estudio de Ramírez 2012 indica que la probabilidad de la violencia de la compañera íntima fue del 37% para los hombres jóvenes con un gran número de amigos que participan en un promedio de seis a siete peleas en el último año. Sin embargo, los hombres jóvenes en pequeñas redes de pares de tamaño mediano (6-13 amigos) con los mismos niveles de violencia tenían probabilidades de violencia contra la compañera intima comisión entre el 5% y el 7%. (Ramírez, Paik, Sanchagrin, & Heimer, 2012) En cambio los factores de protección incluyen conexiones familiares y de compañeros (Shlafer, R., McMorris, B., Sieving, R. & Gower, 2012)
Violencia contra la esposa
Conforme a un estudio encargado por el Banco Mundial, los riesgos de que se den actos de violencia dirigidos contra las mujeres son mayores en los siguientes casos:
- Medio cultural que acepta la solución de conflictos por la violencia y que se acompaña de una situación socioeconómica de la mujer que la desvaloriza y la aísla.
- Rigidez de las funciones atribuidas a cada sexo, de modo que la virilidad se asocia al dominio y la feminidad al sometimiento.
- Situación socioeconómica desvalorizadora de la mujer en el seno de la familia, de modo que el hombre es el gestor exclusivo del patrimonio familiar, por miserable que éste sea. (Oms, 2007)
En el estudio de Dalal y cols sobre los factores a nivel individual para la violencia contra la esposa están; residencia rural, bajo nivel educativo , la baja condición económica , estar desempleado , y aquellos que tienen una historia de violencia familiar , (Dalal, Lee, & Gifford, 2012) A diferencia del estudio de Foshee acerca de las variables nos dice que la aceptación de violencia en el noviazgo, los estereotipos de género, y la exposición a la violencia familiar., se relacionaron significativamente, en cambio la educación de los padres se asoció significativamente negativa con la violencia en el noviazgo física moderada. (V. a. Foshee et al., 2008) (V. A. Foshee et al., 2012) incluso existen estudios que indican que prevalencia de la violencia en el noviazgo es muy grande y se determinó que los estudiantes, el 77% informó de perpetrar el abuso verbal / emocional, 32% reportó perpetrar el abuso físico, el 20% informó de amenazar a una pareja, 15% reportó perpetrar el abuso sexual, el 13% informó de perpetrar abusos relacional, y el 6% reportó acoso. Las niñas eran más propensas que los varones a informar perpetrar comportamientos amenazantes, abuso verbal / emocional y el abuso físico (Niolon et al., 2015)
incluso la prevalencia de embarazo adolescente entre las minorías sexuales es impulsado por factores de riesgo establecidos , en particular el abuso de la infancia , en lugar de factores de riesgo únicos , por lo tanto, los esfuerzos de prevención deben centrarse en estos factores (Buzi, 2015)
Intervenciones sobre violencia
En una revisión sistemática realizada sobre estudios de intervención para prevenir la violencia se pudo establecer que existen tres tipos de intervención que se condirán eficaces
- En primer lugar, intervenciones contra la violencia en las escuelas muestran considerable éxito. Sin embargo, sólo se han mentado en práctica en los países de ingresos altos y deben ser adaptados y evaluados en otros entornos.
- En segundo lugar, la comunidad basada en intervenciones para formar actitudes equitativas de género entre niños y niñas, ya sea por trabajar sólo con los niños y hombres jóvenes.
- En tercer lugar, la evidencia sugiere que los programas de crianza prevenir factores de maltrato infantil y abuso que están asociados con violencia contra la pareja y violencia en la familia. Sin embargo, ninguna investigación longitudinal ha llevado a cabo para determinar si la participación en estos programas de reducción de la perpetración o la experiencia de la violencia una vez que los niños llegan a la adolescencia. Por otra parte, estos programas sólo se han mentado en práctica en los países de altos ingresos (es decir, Estados Unidos, Canadá y Japón). (Lundgren & Amin, 2015)
Aquí es fundamental el rol del médico familiar, en un estudio se determino que las mujeres no estaban al tanto de interés médicos de familia en temas aparte de la salud física. Ellos aprecian un entorno confidencial y no amenazante y ser valorados en seguimiento e incidencia por su nombre.