de mama invasivo. Respecto a las variables dietéticas, se tuvo en cuenta la diferencia entre el contenido de nutrientes de los productos lácteos sólidos (mantequilla y quesos) frente a los líquidos (leche, yogur, helados, nata, etc.), y de los subtipos presentes en cada uno de estos grupos (por ejemplo: leche desnatada, semidesnatada o entera). Además, se tuvieron en cuenta otros factores, tanto dietéticos como no dietéticos, asociados al cáncer de mama, como el consumo de alcohol o la ingesta total, y la paridad, el estado menopáusico o el índice de masa corporal. Los investigadores no encontraron ninguna asociación entre los productos lácteos y el cáncer de mama, ni cuando el consumo de lácteos se trató como una variable continua ni cuando se trató como una variable categórica (42).
Se ha incrementado el interés de utilizar sustancias biológicamente activas provenientes de la comida (47,48,49,50,51,52). Proteínas y péptidos que contiene la leche han sido reportadas como agentes que previenen el cáncer (53,54,55,56) como la lactoferrina que es bien conocida por su acción inhibitoria en la proliferación de células así como también por sus habilidades antiinflamatorias y antioxidantes (56,57,58,59,60,61,62).
- Cáncer de próstata: De acuerdo con Edward Giovannucci, profesor de nutrición y epidemiología de Harvard, los hombres que consumen gran cantidad de productos lácteos, tienen 70% más de riesgo de cáncer de próstata, debido a que los altos niveles de consumo de calcio, reducen drásticamente los niveles de protección de la vitamina D (13).
Se han propuesto diferentes factores de riesgo, entre los que se encuentran factores hormonales, antecedentes familiares y la dieta (37). Entre los factores dietéticos propuestos, la ingesta de grasa ha sido uno de los más estudiados. Un grupo de investigadores de Toronto hizo una revisión de artículos que han publicado la relación existente entre el cáncer de próstata y la grasa de la dieta (global, o en determinados alimentos, como la leche) (38). Se encontraron 23 estudios de casos y controles, 7 estudios de cohortes y un ensayo clínico aleatorizado. De los 23 estudios de casos y controles, 13 (57%) encontraron una asociación significativa entre la grasa total y el cáncer de próstata, mientras que 8 (35%) no encontraron ninguna asociación. Los otros dos estudios de casos y controles que analizaron específicamente los ácidos grasos saturados, el 60% encontraron una asociación significativa.
Tres de los siete estudios de cohortes (43%) revelaron una asociación positiva entre el cáncer de próstata y la grasa saturada, así como con alimentos que contenían grasa de origen animal, como la leche, queso, mantequilla, carne y huevos. Aunque los demás estudios mostraron una tendencia, no encontraron significación estadística que confirmara esta asociación (38).
Estudios ecológicos han sugerido que el cáncer de próstata está asociado al estilo de vida de occidente, haciendo énfasis particularmente en la dieta y específicamente en el incremento del consumo de grasa, carne y productos lácteos (41). El estudio realizado por Ganmaa y cols. (39) examinó la relación entre la incidencia y mortalidad de cáncer de próstata y hábitos alimentarios en 42 ciudades y se concluyó que el consumo de leche era el más relacionado con la incidencia de cáncer de próstata.
Qin y cols. (40) identificaron un total de 15 estudios de casos y controles representando 8 ciudades, pero 4 de los estudios tuvieron que excluirse del meta análisis por varias razones. En los 11 estudios que participaron, 6 demostraron una relación positiva entre el consumo de leche y el riesgo de cáncer de próstata cuando se compararon a los sujetos que consumían más leche con aquellos que consumían una menor cantidad.
- Osteoporosis: Tradicionalmente, se ha relacionado el alto consumo de calcio con la baja incidencia de osteoporosis, sin embargo, paradójicamente, el Estudio de Salud de las Enfermeras de Harvard, que duró 12 años e involucró a 78,000 mujeres, dado a conocer en 1997, encontró que las que tomaron más leche, tuvieron un riesgo significativamente mayor de fractura de cadera (13).
- Síndrome de intestino irritable: Se ha reportado asociación entre la intolerancia a la lactosa y el síndrome de intestino irritable entre el 6 y el 58% de los casos, sin embargo, no se han encontrado diferencias en la prevalencia de verdadera malabsorción de la lactosa en comparación con sujetos sanos y las dietas libres de lactosa sólo mejoran los síntomas del síndrome de intestino irritable en 39% de los casos, mejoría definida como reducción de 50% o más en una escala de gravedad de los síntomas al final del tratamiento (17,18).
- Formación de cataratas: La formación de la catarata es un proceso de desorganización de la alineación de las proteínas lenticulares por el cual se pierde la transparencia del cristalino ocular (4). Algunos estudios han mostrado relación entre la galactosa y la formación de cataratas (19,20), sobre todo, cuando concomitantemente se ingiere alcohol etílico (etanol) (21), ya que éste inhibe la acción de la enzima epimerasa que convierte la galactosa en glucosa (22); mientras que otros estudios, no apoyan la implicación de la galactosa en la génesis de las cataratas (23,24).
- Cólico del lactante: Algunos estudios que indican que el consumo de lácteos por las madres durante la lactancia provoca cólicos en los recién nacidos han llevado a que algunos pediatras recomienden suspender los lácteos de la dieta materna durante la lactancia, sin embargo, no se ha demostrado que modificando la dieta materna haya modificación de los cólicos del lactante (27), así como tampoco se ha demostrado que administrando dieta baja en lactosa a los lactantes haya modificación en el cólico del lactante (28), aunque sí se ha visto que la supresión temporal de la administración de leche de vaca, puede mejorar dicho problema (65).
- Síndrome de leche-alcalinos: Éste trastorno se debe a la ingestión excesiva de leche o de antiácidos