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Presión intraabdominal, hipertensión intraabdominal y embarazo

significativamente más alta en las pacientes en decúbito supino (00) comparada cuando la mesa de operación fue inclinada a la izquierda en 100 con un punto de referencia constante. Estos también concluyeron que el peso del útero grávido puede impactar directamente a la vejiga y así falsamente elevar las mediciones de la PIA en la posición de decúbito supino.

Estos y otros estudios pueden verse en la tabla 1. Los mismos destacan aspectos actualmente no resueltos acerca de determinar los riesgos beneficios entre el uso de una posición de referencia estándar y reproducible para obtener datos significativos de PIA y la real seguridad de la paciente. Esto es similar a lo concerniente acerca de la posición de los pacientes ventilados en decúbito supino (00) para medir la presión intraabdominal (PIA), que aumenta los riesgos de aspiración [15,25-27]. El decúbito lateral izquierdo se ha convertido en un cuidado estándar para la operación cesárea, particularmente antes de anestesia espinal, como medio para facilitar la operación y aliviar la compresión arto-cava en decúbito supino [14]. Existe un debate en qué grado de inclinación se requiere para minimizar la compresión de la vena cava inferior por el útero: una inclinación de 150 es usualmente recomendada [14,28]. Se mantiene desconocido el efecto del útero grávido sobre la presión vesical medida, que varía relativamente con diferentes cambios de posición.

Las preguntas surgen respecto a la validez de la medición de la presión intraabdominal (PIA) recomendada por las guías de la WSACS, en una paciente gestante a partir del segundo trimestre. Las guías actuales recomendadas describen la medición de la PIA en decúbito supino total (00) al final de la espiración pero esta maniobra en el embarazo, sin embargo, puede ser perjudicial [18,22]. Claramente, se necesitan de estudios que validen esta medición en la población gestante, ya que los pocos reportes de casos que están disponibles son descripciones de las consecuencias desastrosas de un aumento exorbitante de la PIA durante gestaciones complicadas. Así como, en orden de reconocer las desviaciones de la presión intraabdominal (PIA) de sus valores normales durante la gestación, se necesita que estén disponibles los valores basales [29].

Rol potencial de la hipertensión intraabdominal (HIA) en la pre-eclampsia/eclampsia

La denominación de trastornos hipertensivos en la gestación reúne una extensa variedad de procesos que tienen en común la existencia de hipertensión arterial durante el embarazo, referida a la presión arterial sistólica a la diastólica o a ambas. El término “hipertensión” se aplica cuando se compruebe una TA ≥ 140/90 o una tensión arterial media 105 mm Hg [30].

Es una afección propia del embarazo humano, que ocurre alrededor o después de las 20 semanas de gestación, durante el parto o en los primeros días del puerperio, en una mujer aparentemente sana. Caracterizada, clínicamente, por hipertensión y proteinuria, con edemas o sin ellos, su espectro varía desde las formas ligeras hasta las graves [30].

La pre-eclampsia y la eclampsia son etapas de una misma enfermedad. Se trata de una enfermedad multiorgánica (sistémica) producida por un daño endotelial, con incremento de las sustancias presoras circulantes, acompañada de vasoespasmo, isquemia, necrosis y trastornos de la coagulación [30]. La diferencia estriba en la presencia de convulsiones o coma en la eclampsia además de otros síntomas o signos de la pre-eclampsia.

El síndrome de HELLP es un síndrome caracterizado por hemólisis, enzimas hepáticas elevadas y conteo bajo de plaquetas. Es una complicación obstétrica frecuentemente mal diagnosticada en su presentación inicial. Muchos investigadores consideran que el síndrome es una variante de la pre-eclampsia pero para algunos puede ser una entidad separada. La hipótesis más común es que la anormal placentación ocurre durante la invasión trofoblástica miometral en el segundo trimestre, que lleva a una isquemia de la placenta con liberación de toxinas, causando disfunción endotelial e inflamación generalizada [31]. Sin embargo, esta hipótesis de maladaptación inmune ha sido recientemente cuestionada como resultado de los recientes estudios epidemiológicos [32].

Dos dramáticos reportes de casos describieron un Síndrome Compartimental Abdominal (SCA) manifiesto, como complicación de una preeclampsia-eclampsia/síndrome de HELLP, requiriendo medidas terapéuticas urgentes [33,34]. El diagnóstico de Síndrome Compartimental Abdominal (SCA) periparto fue un desafío, no solo por la falta de valores normativos bien establecidos en las gestantes sino también por la coincidencia entre síntomas y signos de SCA y pre-eclampsia grave, como oliguria y dolor abdominal inespecífico. Además el Síndrome Compartimental Abdominal (SCA) en estos casos no fue bien reconocido ya que las mediciones de presión intraabdominal (PIA) de rutina no son aceptadas en muchas UCI. Similar a muchas otras condiciones en enfermedades críticas, los médicos no consideran el posible impacto de la hipertensión intraabdominal (HIA), especialmente cuando el paciente no está traumatizado o no va a ser intervenido quirúrgicamente [35,36].

Desde los inicios de los años 1900, investigadores sugirieron como factor etiológico de desarrollo de pre-eclampsia, una presión intraabdominal (PIA) elevada [8,37]. Mientras esta, puede que no sea el único factor desencadenante pero tiene un rol potencial en el desarrollo y progresión de estos trastornos hipertensivos del embarazo [38].Más recientemente, Sugerman [39] planteó la hipótesis de que la hipertensión intraabdominal (HIA) juega un papel central en el inicio de una cascada multisistémica de perfusión disminuida e inflamación asociada con varias manifestaciones clínicas de pre-eclampsia. La obstrucción del retorno venoso por la hipertensión intraabdominal (HIA), esencialmente limita la presión de perfusión abdominal, resultando en una disminución de la perfusión de órganos, incluyendo los riñones y la placenta. Por lo tanto, se produce activación del sistema renina-angiotensina, con elevación de los niveles de aldosterona, hipertensión sistémica e isquemia/necrosis de la placenta con un impacto en el crecimiento y desarrollo fetal, el cual es esencialmente no bien conocido.

Que el Síndrome Compartimental Abdominal (SCA) ocurra en la población gestante, no es realmente la pregunta. Dada la evidencia mostrada en la literatura hasta la fecha (tabla 1), es probable que la gestación a término esté asociada con una elevación de la presión intraabdominal (PIA), a la cual la paciente se adapta. Es también probable que la PIA esté elevada en la fase inmediata del postparto