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Redes sociales y su influencia en los/las adolescentes vs adicción y temporalidad

preferentemente, a través de sistemas de comunicación virtual y la utilización de las redes sociales se hace cada vez más extensiva. Al mismo tiempo, nos planteamos la influencia que puede tener la familia en este nuevo hábito por parte de sus hijos adolescente y cómo puede modular y regular su consumo. Incluso, por llegar más lejos, sería bueno saber si son las familias de estos adolescentes conocedoras del uso que hacen sus hijos de dichas redes sociales.

Para O´Keeffe y Clarke-Pearson (2011)3 la familia puede ser un agente importante para la regulación de los usos de Internet y las redes sociales en los menores, aunque se ha pasado de mostrar cierto temor, por parte de los padres, en contraste con los adolescentes que no veían ninguna preocupación al respecto a un actitud mucho más permisiva y desigual evidenciando, a la vez, discrepancias en cuanto a la percepción de riesgo por parte de algunos padres e hijos, y cómo estos últimos no intuyen peligro en algunas prácticas de riesgo tales como contactar con desconocidos, mostrar datos privados o hacer una utilización predominante de la red para el manejo de sus relaciones sociales (McCarty, Prawitz, Derscheid & Montgomery, 2011).4

 Como se puede encontrar en el estudio realizado por Rial, Gómez, Braña & Varela (2014)5 el 36.2% de los adolescentes manifiesta no conectarse todo lo que le gustaría a Internet, pero tan solo en el 46% de los casos existe un control parental al respecto. Estaríamos hablando de un 52.8% de escolares a los que sus padres no controlan, ni ponen límite alguno a la hora de usar Internet. Un dato complementario es que el 77.9% de los chicos/as que utilizan Internet, no han tenido nunca o casi nunca una discusión con sus padres por su uso; mientras que el 6.3% manifiesta tener problemas muchas veces y el 14.6%, de vez en cuando. El proyecto europeo EU Kids, elaborado al amparo de la Comisión Europea, evidencia que con frecuencia los padres no son conscientes de los riesgos que experimentan sus hijos en Internet: solo un 28% de los padres bloquea o filtra webs y únicamente un 23% realiza un seguimiento de las webs visitadas por sus hijos.

Ante la influencia que los medios digitales están protagonizando en los jóvenes, la educación no puede mirar para otro lado. En este sentido, puede ser significativo aproximarse y conocer las experiencias que los jóvenes desarrollan con dichos medios, es decir, es importante dar respuesta a las siguientes cuestiones: ¿qué uso y consumo realizan los jóvenes de ciertos centros escolares de Educación Secundaria en la Región de Murcia (España) en relación a Internet y en concreto a las redes sociales?, ¿es posible que estas nuevas formas de uso y consumo estén originando cambios en las formas de pensar, sentir y actuar de dicho sector de la población?, ¿las familias de estos adolescentes son conocedoras del uso que hacen sus hijos de las redes sociales?, ¿saben si sus hijos han sido acosados a través de ellas?, ¿los jóvenes, en caso de acoso a través de las redes sociales, lo comunican a sus padres?.

Amistad en Adolescentes.

Giró (2011)6 mencionó que para los adolescentes la amistad está basada en la construcción de grupos de pares o amigos, quienes se convierten en un elemento fundamental para el desarrollo de las competencias sociales, fundamentales para el crecimiento personal y el desarrollo de la autoestima (Helguera, Hernández, y Ponce de León, s.f.).7 A través de los grupos de amigos, los adolescentes buscan construir y reconstruir su identidad, un sentido de pertenencia, la posibilidad de compartir estilos de vida y la presencia de empatía emocional (Azpiazu, 2010).8 La amistad se considera una relación que se construye a lo largo del tiempo y que puede llegar a ser perdurable; se basa en aspectos como la confianza, la comunicación, la intimidad, el afecto y el conocimiento mutuo, donde se comparten constantemente sueños y esperanzas, y se planifican y realizan distintas actividades de mutuo interés (Giró, 2011). Zaldivar (2009)9 menciona una variedad de factores que permiten el desarrollo de un fuerte vínculo de amistad.

Entre esos se encuentran: (a) la proximidad y el mantenimiento de contactos frecuentes, ya que generalmente los individuos eligen a sus amigos entre aquellos que se encuentran físicamente más cercanos y con quienes mantienen contactos sociales frecuentes (e.g., vecinos, compañeros de escuela, etc.); (b) la semejanza, dado que la amistad surge a partir de la presencia de simpatía y afinidad con el otro; (c) la complementariedad, que brinda entre los individuos una satisfacción mutua de sus necesidades psicológicas; (d) la presencia de intercambios satisfactorios, a nivel afectivo y psicológico, que generan gratificación a cada una de las partes; y, por último, (e) otras circunstancias con significado particular, por ejemplo, el hecho de compartir experiencias especiales tales como situaciones de vergüenza o unas gratas vacaciones. De igual forma, el hecho de construir relaciones amistosas profundas y positivas tiene un fuerte efecto en variables tales como la autoestima, el sentimiento de valía personal y las creencias del individuo en cuanto al grado de aceptación y cariño por parte de los demás (Musitu y Cava, 2003). 10

Así mismo, repercute en las vivencias psicológicas positivas, y en este sentido favorece aspectos altamente beneficiosos para la salud, ya que tiene un efecto sobre los procesos psicofisiológicos del organismo (Zaldivar, 2009). De la Rúa (2003) determina que dentro de las relaciones de amistad existen dos tipos de amigos de acuerdo con el nivel de intensidad de la relación. En primer lugar, se encuentran los “amistosos”, es decir, aquellos con quienes se construye una relación buena pero no existe un vínculo afectivo tan fuerte como para denominarlo amistad. En segundo lugar, estarían los amigos más íntimos, con quienes se construye como tal una relación de amistad compuesta por un alto nivel de intimidad y confianza, entre otros aspectos fundamentales.

Ambos tipos de relaciones se hacen evidentes tanto en la interacción física como en la virtual. En general, se ha determinado que las amistades se construyen en contextos determinados por normas y modelos sociales, y se ha establecido que debe haber un espacio (ya sea físico o virtual) que permita conocer a la otra persona y, por lo tanto, debe existir una interacción mínima que estimule el compartir distintas actividades. Sin embargo, se ha establecido que a