La edad mínima de la población de los adultos mayores de este estudio fue de 60 y la máxima de 89, con una media de 75.2 años. En relación a la edad y a ser frágil, en el rango de edad de 60 a 64 se obtuvo una prevalencia de 6.7%; en el grupo de 65 a 69 se encontró en un 3.3%; entre los de 70 a 74 en un 6.7%; en el rango de 75 a 79 años un 16.7% registrando la prevalencia más alta y por último el grupo conformado por los adultos mayores de 80 años y más que tuvieron un 3.3% de fragilidad.
De acuerdo al sexo de los encuestados, tomando en cuenta que fueron 15 hombres y 15 mujeres, los resultados fueron los siguientes: se encontró fragilidad en un 40% en las mujeres y un 33% en los hombres; mientras que prefragilidad se encontró también en un 40% en las mujeres y un 27% en los hombres, el resto 20% de las mujeres y 40% de los hombres tuvieron un estado robusto.
No obstante el sexo y la edad no fueron factores estadísticamente asociados a la fragilidad. Ver tabla 1: variables sociodemográficas y criterios del síndrome de fragilidad (al final del artículo)
En cuanto a la relación entre el Síndrome de fragilidad y los 5 factores del cuestionario de FRAIL, únicamente la comorbilidad (r= 7.132, p= 0.028 IC del 95%) y la presencia de enfermedad obstructiva crónica (r=6.708, p= 0.035 IC del 95%) resultaron estadísticamente significativas de acuerdo con el modelo estadístico de Chi cuadrada. Ver tabla 2: Asociación de las comorbilidades con el síndrome de fragilidad (al final del artículo)
Discusión
La prevalencia de fragilidad del 37% y prefragilidad del 33% en el presente estudio ponen de manifiesto que se está frente a un problema de salud pública actual, y diversos estudios apoyan dicha aseveración como es el caso de Oliveira et al. (2013), quienes en un estudio realizado en Brasil estimaron una prevalencia de fragilidad en adultos mayores del 46.5%, de prefragilidad 49.5% y de no fragilidad 4%; teniendo la edad promedio mayor en el grupo de los adultos frágiles y que al igual que en este estudio no fue estadísticamente significativa. En lo que concierne al sexo la fragilidad fue semejante en hombres y mujeres, no así en nuestro estudio donde las mujeres presentaron un mayor porcentaje.
En una comunidad rural de Puebla, México, Rivadeneyra-Espinoza y Sánchez-Hernández (2016) observaron también en una muestra de 200 personas que el 45% de los adultos mayores fueron clasificados con fragilidad; de los cuales el 27% fueron mujeres y el 18% hombres, dando una mayor relevancia estadística a que las mujeres tienen mayor predisposición a tener el síndrome de fragilidad; además que se presentó una tendencia a padecerla en las edades comprendidas entre los 70 a 79 años como en esta investigación.
En otra investigación realizada en Cuba por Lluis (2013) en una muestra de 315 ancianos se encontró una prevalencia de fragilidad del 42.9%, lo cual fue significativamente mayor en las mujeres con un 59.5% con relación a los hombres 40.6%. Entre los factores evaluados, la comorbilidad resultó estadísticamente significativa para la alta prevalencia de fragilidad y para el mayor riesgo de fragilidad en los que presentaron esta condición, situación similar a la presentada en esta Institución Pública de salud en Nuevo Casas Grandes, Chih.
En el estudio reciente realizado por Quintero-Cruz, Mantilla-Morrón y Urina-Triana (2018), en Barranquilla Colombia, se encontró una fragilidad del 23% y prefragilidad del 54% también con mayor frecuencia en mujeres pero los principales factores de riesgo no fueron la comorbilidad sino, la deambulación y la baja fuerza muscular.
Diversos estudios han señalado que la comorbilidad constituye un parámetro mayor del estado de fragilidad y que por lo tanto el desarrollo de enfermedades puede acelerar la movilización de reservas del cuerpo y el agotamiento de las mismas. (Bergman, Ferrucci, Guralnik, Hogan, y Hummel, 2007).
Se ha mencionado que el síndrome de fragilidad está relacionado con varias enfermedades, entre las que destacan particularmente las cardiovasculares, como la hipertensión y los infartos cerebrales; cáncer y enfermedad crónica obstructiva. (Jauregui y Rubin, 2012), tal y como este estudio lo demostró la presencia de enfermedad crónica obstructiva resultó estadísticamente significativo para fragilidad.
Romero (2011) en su investigación de fragilidad y enfermedades crónicas en los adultos mayores, menciona que la comorbilidad puede contribuir como el principal factor causal del síndrome de fragilidad y que a diferencia de nuestro estudio, la hipertensión arterial y la diabetes son los dos factores principales que inciden en el síndrome de fragilidad.
Conclusión
Se concluye que el síndrome de fragilidad en el adulto mayor es un problema de salud pública actual que constituye un reto para futuras generaciones ya que su prevalencia va en aumento y afecta en mayor medida a mujeres. Su desarrollo estuvo estadísticamente asociado a la comorbilidad, es decir por la presencia de diversas enfermedades crónicas, principalmente la enfermedad pulmonar obstructiva. Se recomienda que el sector salud de Nuevo Casas Grandes dirija su atención al desarrollo de programas de atención para el adulto mayor en busca de la prevención del síndrome, así como la mejora en la calidad de vida de los adultos y permitiendo a la vez una reducción del costo en la atención médica.
Sindrome-de-Fragilidad-en-adultos-mayores
Literatura citada
Bergman, H., Ferrucci, L., Guralnik, J., Hogan, D., y Hummel, S. (2007) Frailty: An Emerging Research and Clinical Paradigm, Issues and Controversies. J Gerontol A Biol Sci Med Sci., 62(7), 731-737
Instituto Mexicano del Seguro Social. (2014). Guía Práctica Clínica: Diagnóstico y tratamiento del síndrome de fragilidad en el adulto mayor (IMSS-479-11). Recuperado de www.cenetec.salud.gob.mx/…SxndromeFragilidad/GRR_sindrome_de_fragilidad.pdf
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2013). Población Adulto Mayor en México. Recuperado de: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/Defau lt.aspx?t=mdemo03&s=est&c=17500
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Quintero-Cruz, M. V., Mantilla-Morrón, M., y Urina-Triana, M. (2018). La importancia de la evaluación de la fragilidad en el adulto mayor con enfermedad cardiovascular. Revista Latinoamericana de Hipertensión, 13(4), 368–373
Rivadeneyra-Espinoza, L., y Sánchez Hernández, C. del R. (junio-diciembre, 2016). Síndrome de fragilidad en el adulto mayor en una comunidad rural de puebla, México. Revista Duazary, 13(2), 119–125. doi: http://dx.doi.org/10.21676/2389783X.1717
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