son proteínas sensibles a los impulsos eléctricos que están en la superficie de las células nerviosas. Como receptores de estos impulsos, cumplen una función fundamental en la comunicación entre neuronas o en la transmisión de órdenes desde nuestro cerebro hasta los músculos y un mal funcionamiento puede provocar enfermedades psiquiátricas graves. Fuentes: Jordan Smoller, M.D., professor of psychiatry, Harvard Medical School, associate vice chair, department of psychiatry, Massachusetts General Hospital, Boston; Simon Rego, Psy.D., director, psychology training, Montefiore Medical Center/Albert Einstein College of Medicine, New York City; Alessandro Serretti, M.D., Ph.D., Psychiatry Institute, University of Bologna, Italy; Eva Redei, Ph.D., David Lawrence Stein Professor of Psychiatry, Feinberg School of Medicine Northwestern University, Chicago; Feb. 28, 2013, The Lancet, online.
Estudios de neuro imagen demostraron que la exclusión social, en conducción neuronal, es igual a lo que sucede cuando hay un sufrimiento físico (Departamento de Psicología, Franz Hall, Universidad de California, Los Ángeles, Los Ángeles, CA 90095–1563, EE.UU.; Departamento de Psicología, Universidad Macquarie, Sydney, NSW 2109, Australia. Ciencia, 10 de octubre de 2003: Vol. 302 no. 5643 pp. 290-292. DOI: 10.1126/ciencia. 1089134).
La neurología y la psicología.
En el mundo de la psicología, existe comorbilidad en una amplia gama de problemas mentales y en cada enfermedad mental existe un componente psicosocial, por lo que si bien tiene un componente de probabilidad estadística, siempre existe la necesidad de facilitadores, eventos críticos y detonantes.
Si bien es cierto que los nuevos descubrimientos neurológicos de las funciones moleculares y los neurotransmisores que ha permitido encontrar una mayor comprensión de las conductas anómalas y medicamentos que sirven para mantener la estabilidad, no es menos cierto que tampoco la medicina puede hacer crecer interiormente a un ser humano, sino regularlo en el mismo nivel de desarrollo en que están.
Daniel Goleman (2007), en su libro Inteligencia social expone varios puntos que son extremadamente interesantes para el propósito de esta investigación, en conversación sostenida con el investigador John Cacioppo Director del Center for Cognitive and Social Neuroscience, de la universidad de Chicago. Junto a Gary Berntson es considerado el pionero de la disciplina científica denominada neurociencia social. Cacioppo sostiene que estamos en condiciones de empezar a dar sentido al modo en que el cerebro moviliza nuestra conducta social y en que el mundo social influye en nuestro cerebro y en nuestra biología. Goleman expresa que Cacioppo ha sido testigo de excepción de un cambio que ha acabado convirtiendo a este dominio en uno de los temas candentes de la ciencia del siglo XXI. Algunos de esos puntos interesantes son:
- Que de acuerdo a Cacioppo «los neurocientíficos se mostraban muy reacios a estudiar lo que sucede más allá del cráneo, porque la neurociencia del siglo XX creía que la conducta social era demasiado compleja».
- «Hoy en día añade Cacioppo estamos en condiciones de empezar a dar sentido al modo en que el cerebro moviliza nuestra conducta social y en que el mundo social influye en nuestro cerebro y en nuestra biología.» Actualmente director del Center for Cognitive and Social Neuroscience de la University of Chicago, Cacioppo ha sido testigo de excepción de un cambio que ha acabado convirtiendo a este dominio en uno de los temas candentes de la ciencia del siglo XXI.
- El nuevo campo ya ha empezado a dar sus frutos y nos ayuda a resolver algunos de los rompecabezas que tanto han desconcertado a los científicos. Las primeras investigaciones dirigidas por Cacioppo, por ejemplo, pusieron de relieve que, cuando nos hallamos en una relación tensa, la tasa de hormonas del estrés aumenta hasta niveles que resultan dañinos para algunos de los genes que controlan la producción de células que deben enfrentarse a los virus. Hasta entonces, la ciencia había soslayado el estudio de los caminos neuronales de los problemas de relación, que ha acabado convirtiéndose en uno de los principales focos de interés de la nueva neurociencia social.
- El aspecto más emblemático de la investigación realizada en este nuevo campo es el que está congregando a psicólogos y neurocientíficos en torno al RMN funcional (o RMNf, resonancia magnética nuclear funcional]), un aparato de imagen cerebral que, hasta el momento, sólo se empleaba para el diagnóstico clínico en el entorno hospitalario.
- El cerebro social consiste en el conjunto de los mecanismos neuronales que orquestan nuestras interacciones la suma de nuestros pensamientos y sentimientos sobre las personas y nuestras relaciones. Los datos más novedosos y reveladores indican que el cerebro social tal vez sea el único sistema biológico de nuestro cuerpo que nos conecta con los demás y se ve, a su vez, influido por su estado interno.
- Como sucede con otros sistemas biológicos, desde las glándulas linfáticas hasta el bazo, regulan su actividad en respuesta a señales que emergen dentro de nuestro cuerpo y no van más allá de nuestra piel. En este sentido, la sensibilidad general de los senderos neuronales de nuestro cerebro es realmente excepcional. Es por ello que, cada vez que nos relacionamos cara a cara (o voz a voz o piel a piel) con alguien, nuestro cerebro social también se conecta con el suyo.
- Estos nuevos hallazgos ponen de relieve el impacto sutil y poderoso que sobre nosotros tienen las relaciones. Y aunque estas novedades puedan resultar desagradables, en el caso de que tiendan hacia lo negativo, también implican que el mundo social constituye, en cualquier momento de nuestra vida, una oportunidad de curación.
- Desde esta perspectiva, pues, el modo en que nos relacionamos cobra una importancia anteriormente insospechada. ¿Qué significa por tanto, a la luz de todos estos nuevos descubrimientos, ser socialmente inteligente?
- Actuar sabiamente en torno a 1920, poco después de la primera explosión de entusiasmo que despertó el nuevo test del CI [cociente de inteligencia], el psicólogo Edward Thorndike definió, por vez primera, a la inteligencia social como «la capacidad de comprender y manejar a los hombres y las mujeres», habilidades que todos necesitamos para aprender a vivir en el mundo. Pero esa definición deja abierta la posibilidad de concluir que la manipulación es el rasgo distintivo del talento interpersonal.