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Un acercamiento a la construcción de un test para valorar lesiones no intencionales en adolescentes

Así, la escasa presencia física o accesibilidad de los padres y la falta de supervisión de éstos, acompañada por una ausencia de comunicación con los hijos en relación con las actividades de la vida diaria, se asocian a una mayor tendencia a relacionarse con iguales conflictivos y a realizar conductas de riesgo o de carácter antisocial (José et al., 2004). Cada día, los ideales de la juventud están repentinamente destruidos por carreteras, accidentes de tráfico, lesiones en el hogar o durante el tiempo de ocio, o actos de violencia (Polinder, Haagsma, Toet, Brugmans, & Beeck, 2010). Cabría preguntarse por qué tantos adolescentes adoptan conductas de riesgo que ponen en peligro su salud y hasta su vida.

Entre las explicaciones, tiene que ver con que no siempre perciben el riesgo como tal, por una característica evolutiva propia de este período: el egocentrismo, ellos fantasean «historias personales» en las que no se perciben expuestos a ningún riesgo (García, Nancy, Muñoz, Gaquín, & Mérida, 2015). La llegada de un hijo a la adolescencia lleva consigo adaptaciones en la estructura y organización familiar. La familia debe transformarse, de una unidad dedicada a la protección y crianza a los hijos pequeños, en una unidad que se centre en la preparación del tránsito del adolescente al mundo de las responsabilidades y compromisos de los adultos (Relacio & Revilla, 2015).

Según la bibliografía en los Estados Unidos los accidentes automovilísticos representan la mayor amenaza para la salud de los adolescentes. En el 2006, 5.358 adolescentes de edades 13-19 años fueron asesinados en accidentes de tráfico (casi 15 todos los días). Además de que al otro año, otros 744,633 adolescentes requirieron servicios de urgencias de sus lesiones en vehículos motorizados no fatales (2040 cada día). Estas lesiones en los adolescentes representan una parte desproporcionadamente alta con un gasto económico de $ 230 mil millones gastados en el año 2000, en todas las personas con lesiones en vehículos motorizados. Y detrás de estos números impactantes se encuentra el gran número de años de vida potencialmente perdidos, el impacto emocional en las familias y amigos, y las discapacidades físicas y psicosociales, posiblemente, de toda la vida que pueden seguir los AT. Los datos epidemiológicos han identificado varios factores de riesgo para accidentes en adolescentes, y con el tiempo, se han hecho progresos reduciendo su papel a través de una legislación efectiva, aplicación, de campañas.

El establecimiento de una edad mínima de 21 años para beber (en todos los estados en 1988), el uso en el asiento de cinturones de seguridad pueden reducir el riesgo de todas las lesiones en un 40% a 50%, de lesiones graves en un 43% a 65%, y de los accidentes mortales en un 40% a 60%, bajó límites legales de alcoholemia para los conductores jóvenes. Casi todos los estados tienen ahora, y las evaluaciones muestran reducciones de choque de 20-40% entre los conductores más jóvenes, el efecto de la educación vial en Los AT involucrando adolescentes se ha estudiado pocas veces con cuidado, pero no es que la educación vial haya reducido los accidentes en los adolescentes, por lo tanto, para mejorar la educación vial es necesario involucra a los padres, que deben supervisar las sesiones de práctica de conducción de los adolescentes. Varios estados ahora requieren la asistencia de los padres a una sesión de educación vial, aunque el contenido no se ha establecido o evaluado.

En China, un país desarrollado, las lesiones han sustituido a las enfermedades como la principal causa de muerte entre los estudiantes de primaria y secundaria desde la década de 1990,entre las que destacan el consumo de alcohol (15,23%), el ciclismo insegura (20,20%), patinaje en insegura lugares (25,38%), la natación en lugares no seguros (21,70%), (Zhou, Chen, & Dong, 2013).

En Sudamérica específicamente en Brasil se realizó un estudio retrospectivo y descriptivo para analizar la tasa de lesiones ocurridas en adolescentes de 10-14 años fue del 14,8 y 74,7 en la edad 15-19. En los países desarrollados, las lesiones debidas a los accidentes de vehículos son los más comunes. Esta alta incidencia de muertes relacionadas con el transporte se observa en algunos países en desarrollo como China, India y Qatar. Lesiones relacionadas con el arma fue la causa más frecuente (47%), seguidas por las lesiones relacionadas con el transporte (26%) y el ahogamiento (10,4%). en el período de 2005 a 2008, (Andrea et al., 2013).

Otro de los aspectos que es importante considerar es el aumento del uso de motocicletas para la recreación, la disponibilidad de más motocicletas de gran alcance, ha llevado de igual manera a una mayor incidencia de accidentes y de lesiones mortales. Los conductores de motocicletas tienen 35 veces más probabilidades que los ocupantes del asiento trasero de coches (es decir, motocicleta jinetes) de morir en un accidente de tráfico por la falta de seguridad (Liang et al., 2015). Estos resultados de alguna manera se correlacionan con un estudio retrospectivo realizado en los Estados Unidos diseñado para revisar todos los datos agregados al Sistema de Registro de Trauma desde enero 1, 2009 al 31 de diciembre, 2012, La edad media fue de 16,9 ± 1,9 años, respectivamente, en los adolescentes. De los 1.033 adolescentes, 737 (71,3%) fueron masculinos y 296 (28,7%), femeninos. Entre los heridos conductores de motocicletas [53,0%] eran adolescentes y sólo [8,5%] de los adolescentes fueron los copilotos (Bernadá, Alessandrini, Gallego, Sosa, & Olivera, 2013). En México y Colombia un estudio similar retrospectivo y descriptivo reveló que el 20% de las muertes relacionadas con accidentes de transporte se asociaron con las motocicletas. En Brasil, aplicando el mismo estudio se demostró que la proporción de muertes relacionadas con el tráfico de motocicletas aumentó de 4,1% en 1996 al 28,4% en 2007 (Andrea et al., 2013).

En cuanto a las lesiones no intencionales por ahogamientos o inmersión en los Estados Unidos se realizó un estudio prospectivo y descriptivo y se pudo observar que constituye la segunda causa de muerte en sujetos entre 1 y 14 años, datos que se relacionan con los encontrados en Sudamérica Brasil en donde las lesiones por ahogamiento constituyo la tercera causa de muerte (55 muertes 10,4%). en el período de 2005 a 2008, sobre las características epidemiológicas de menores de 18 años de edad, los varones fueron los más expuestos y los lugares en donde se produjeron los accidentes fueron, de 53 inmersiones, 52 ocurrieron en piscinas (48 de agua dulce y 4 salinizadas), la mayoría de ellas de propiedad privada (33 casos) y el resto de propiedad pública. Destaca un fallecido en una bañera doméstica. La hora en que se produjo los accidentes ocurrieron principalmente entre 16-20 h, hecho posiblemente influenciado por las actividades recreativas en piscinas de colegios, clubes y viviendas unifamiliares propias de nuestro entorno, en series de otras latitudes ocurren al mediodía (11-15 h) cuando los padres están abocados a tareas del hogar, la prevalencia observada de AINI en piscinas de agua dulce es un patrón compartido por otras revisiones (Panzino, Quintillá, Luaces, & Pou, 2015). Estos datos son coherentes y se correlacionan con los encontrados en un estudio descriptivo retrospectivo realizado en África específicamente en Ghana en el periodo 2001 al 2003 a través de datos obtenidos post mortem de las defunciones por lesiones entre los adolescentes de 10 a 19 años