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Trastornos de conducta alimentaria en los adolescentes de bachillerato

Trastornos de conducta alimentaria en los adolescentes de bachillerato

Los trastornos de conducta alimentaria son considerados como “alteraciones persistentes en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial.”(Asociación Americana Psicología, 2014).

Trastornos de conducta alimentaria en los adolescentes de bachillerato

Carlos-Eri Iñiguez-Ordoñez 1, Luis-Eduardo Muriilo-Aguirre 2, José-Eduardo González-Estrella 3

  1. Médico General, R3 de Medicina Familiar y Comunitaria del Área de la Salud Humana, Universidad Nacional de Loja-Ecuador
  2. Especialista en Medicina Familiar, Docente de la especialización de Medicina Familiar y Comunitaria.
  3. Asesor metodológico del Posgrado de Medicina Familiar y Comunitaria de la Universidad Nacional de Familiar.

RESUMEN.

Objetivo: Identificar el riesgo para trastornos de conducta alimentaria (TCA) y su relación con la funcionalidad familiar en los adolescentes de bachillerato de la Zona 7.

Diseño del estudio: Estudio descriptivo, analítico, transversal.

Emplazamiento: Adolescentes de bachillerato de la Zona 7 (Loja, El Oro y Zamora Chinchipe). Ecuador, 2016.

Participantes: 960 estudiantes de 15 a 19 años de edad.

Mediciones principales: Mediante muestreo aleatorizado se seleccionaron a 960 participantes, a los cuales se les aplicó el test de Actitudes alimentarias-26 (EAT-26), y el test de funcionalidad familiar (FFSIL). Además también se recogieron variables sociodemográficas.

Resultados: Se encontró una prevalencia general de 25,3% (IC 22,7-28,2) de riesgo para trastornos de conducta alimentaria (TCA), con una media de edad de 17 años, una prevalencia mayor a los 19 años de edad con 30,3% (IC 20,5-42,3), siendo estadísticamente significativo mayor en las mujeres 29,9% (IC 25,9-34,2), con condición de vida alta de 29,4% (IC 25,6-33,6), y de familias funcionales 34,2% (IC 28,4-40,4); al análisis con tablas de contingencia no hay significancia estadística (P > 0,05) entre riesgo de trastornos de conducta alimentaria (TCA) y Funcionalidad familiar.

Conclusiones: Al no existir relación estadística entre Trastornos Alimentarios y la Funcionalidad Familiar, se deben buscar en futuras investigaciones otros factores familiares que puedan explicar o influir el riesgo para presentar trastornos de conducta alimentaria (TCA).

PALABRAS CLAVE: trastornos alimentarios, adolescencia, familia, bulimia, anorexia.

INTRODUCCIÓN.

En general, se han estimado que la prevalencia entre las jóvenes de AN oscila entre 0.4% y 1% y de Bulimia Nervosa (BN) entre 1-2% y 4,2%. Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) más frecuentes son los no especificados (TANE), que alcanzan una prevalencia de hasta 14%, y cabe recalcar que a pesar de ser los más comunes, son los trastornos de conducta alimentaria (TCA) menos estudiados. (Gaete et al., 2012) (Asociación Americana Psicología, 2014) (Behar, 2008).

En cuanto al sexo, los trastornos de conducta alimentaria (TCA) son más común entre las mujeres; los varones se ven afectados en una proporción de 1:10. (Lopez, Carolina & Theasure, 2011). La prevalencia en hombres de anorexia nerviosa es de 0,3% y 0,5% de bulimia nerviosa. (Hudson, Hiripi, Jr, & Kessler, 2007) (Greenberg & Schoen, 2008). La prevalencia a doce meses del trastorno de atracones en las mujeres o los hombres adultos (igual o mayores de 18 años) en Estados Unidos es de 1,6 y 0,8, respectivamente. (Asociación Americana Psicología, 2014).

La edad promedio que se presentan en los adolescentes estos trastornos para anorexia oscila entre los 12 a 20 años incluso hasta los 25 años de edad. (Benjet, Méndez, Borges, & Medina-mora, 2012)(Gaete, Lopez, & Matamala, 2012) (Fandiño & Giraldo, 2007)(Asociación Americana Psicología, 2014), mientras que para bulimia nerviosa se encuentra entre 12 a 40 años, es decir entre la adolescencia y la etapa del joven adulto. (Santoncini & Romo, 2010) (Asociación Americana Psicología, 2014). Aunque actualmente las patologías alimentarias tienen mayor incidencia en la adolescencia, la edad de comienzo es cada vez más temprana. (Gaete et al., 2012).

De acuerdo a las Clasificaciones Internacionales de Trastornos de Salud Mental, existen tres grandes categorías de TCA: Anorexia Nervosa (AN), Bulimia Nervosa (BN) y trastornos de conducta alimentaria (TCA) no especificados (TANE/TCANE) o atípicos. Además existen otros trastornos menos comunes como trastorno por atracón, rumiación, etc. que por ser menos frecuentes no dejan de ser importantes. (OMS/OPS CIE 10, 2003) (Asociación Americana Psicología, 2014). Las diferencias entre estas categorías se basan en el grado de alteración del peso normal, las conductas de alimentación y las medidas adoptadas por los individuos para controlar el peso. Mientras que la AN y BN son los principales trastornos con criterios diagnósticos establecidos y detallados, los TCANE corresponden a una categoría que no cumplen los criterios para AN y BN, pero que dan lugar a un importante deterioro funcional. (Asociación Americana Psicología, 2014) (OMS/OPS CIE 10, 2003).

Se ha propuesto actualmente en cuanto a la etiología de los trastornos de conducta alimentaria (TCA), que existe un componente multifactorial, entre los que se encuentran la sociedad, el ambiente, la cultura, la familia, factores genéticos, antecedentes psicológicos y psiquiátricos familiares, factores estresantes, factores individuales y muchos más.

Entre las características familiares hay un estudio realizado por Mateos, (2014), quien cita “existen factores de riesgo dentro de la familia que aumentan la posibilidad de tener un TCA: aplicación rígida de la norma (hasta 9 veces más riesgo), afrontamiento basado en la falta de reconocimiento de problema (hasta 8,5 veces más riesgo), alta expresión emocional (hasta 6,9 veces más riesgo), aplicación imprevisible de la norma (hasta 4,7 veces más riesgo)” (Mateos et al, 2014).

Entre otro factor importante en la génesis de los trastornos de conducta alimentaria (TCA) se encuentra la dinámica familiar, en el estudio “Factores familiares asociados a los Trastornos Alimentarios” según Olivia (2013) cita, “los estudios muestran que las familias con trastornos de conducta alimentaria (TCA) generalmente presentan mayor deterioro que las familias controles, caracterizado por menor cohesión, adaptabilidad, expresividad, independencia, respuesta afectiva, control conductual y escasez de actividades que fomenten el desarrollo de sus integrantes; así como mayor conflicto” (Olivia et al., 2013), por lo tanto la familia es un ente muy importante en la comprensión de los trastornos de conducta alimentaria (TCA). (Olivia et al., 2013).

Además existen peculiaridades entre los trastornos de conducta alimentaria (TCA): las personas con AN presentan familias tienden a ser rígidas, tienen dificultad en la comunicación y en la solución de problemas (Olivia et al., 2013) (Sainos-López DG, Sánchez-Morales MT & E, 2015). Por otra parte, las personas con BN perciben que sus familias son menos cohesivas, menos adaptables y tienen menor comunicación, acompañados de falta de expresividad, apoyo emocional y social y con un nivel elevado de conflicto. (Olivia et al., 2013). En cuanto a los TCANE, a pesar de ser los trastornos de conducta alimentaria (TCA) con mayor prevalencia, se cuenta con menor información acerca de sus características familiares, pero se ha visto que presentaban menor cohesión y comunicación que el grupo control, pero no se encontró diferencias en la adaptación familiar. (Olivia et al., 2013) (Sainos-López DG, Sánchez-Morales MT & E, 2015).

Al ser la familia y su funcionalidad, entes importantes para el desenvolvimiento eficiente del medio interno familiar queda por preguntar ¿existirá relación entre el riesgo para trastornos alimentarios y disfuncionalidad familiar?, y además, sumado al hecho que no existen estudios publicados en Ecuador sobre este tema, se ve la necesidad de evaluar las conductas de riesgo para trastornos de alimentación en relación con la funcionalidad familiar en los adolescentes de 15 a 19 años de edad del nivel de bachillerato de la Zona 7.

MATERIALES Y MÉTODOS.

Se realizó una investigación prospectiva, analítica transversal, en donde el universo estuvo conformado por la población de adolescentes de bachillerato de las Provincias de El Oro, Loja y Zamora Chinchipe que según la Coordinación Zonal 7 de Educación del Ecuador, a través de la base de datos AMIE (Archivo Maestro de Instituciones Educativas), está formada por 66.733 alumnos del periodo de estudio 2016.

Para el cálculo de la muestra se ha utilizado la fórmula de Pita Fernández a partir del total de estudiantes de primero, segundo y tercer año de bachillerato de la Zona 7, dando para el presente estudio la participación de 960 personas, con intervalo de confianza del 95%.

Se realizó un muestreo aleatorio estratificado a través del sistema informático Microsoft Excel para seleccionar los Colegios de cada Provincia, tomando en cuenta el piso altitudinal, número de estudiantes, índice de urbanidad tipo, de establecimiento educativo (fiscal, particular y fisco misional), jornada de estudio (matutinos vespertinos nocturnos y a distancia, hasta completar el total de la muestra para cada provincia.

Ante de realizar la aplicación de los test, se organizó una prueba piloto, previa solicitud por escrito a la Coordinación Zonal de Educación para la autorización de la realización del presente estudio en los Colegios de las tres Provincias del Ecuador, para la validación de los instrumentos de investigación, obteniéndose para consistencia interna a través del alfa de Crombach, que mide el grado de correlación entre las preguntas de la encuesta de 0,81 para EAT26 y un alfa de Crombach de 0,91 para el FFSIL, considerándose test aptos para la aplicación en la muestra correspondiente.

El Test de Funcionalidad Familiar FFSIL, es un instrumento que permite diagnosticar el funcionamiento familiar, a través de la percepción de uno de los miembros; y que se compone de ser sencillo, de bajo costo y de fácil comprensión para cualquier escolaridad y que pueda ser aplicado por cualquier tipo de personal; toma en cuenta 7 categorías: cohesión, armonía, comunicación, adaptabilidad, afectividad, rol y permeabilidad; que permiten contestar a través de una escala de Likert e identificar a las familias como familias funcionales, moderadamente funcionales, disfuncionales y severamente disfuncionales, según la sumatoria total de los items.(González, De, & Freiiome, 1990). El instrumento fue validado en 52 países y permitirá valorar a las familias de manera integral en su estructura y funcionalidad.(Nuñez, 2010)