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Funcionalidad Familiar y Trastornos de Conducta Alimentaria en los Adolescentes

familiares se origina cuando una tensión afecta al sistema y requiere un cambio que le aleje de reglas, normas, relación y comunicación del núcleo familiar y que cuando existe déficit de recursos internos familiares  y recursos externos se llega a la disfunción familiar, es decir hay cambios evolutivos que algunas ocasiones son ligeros y progresivos, pero que en otras ocasiones son abruptos y dramáticos. (Revilla, 2009).

Cuando en el sistema familiar,  un hijo llega a la adolescencia, se produce adaptaciones en la estructura y organización del núcleo familiar. La familia debe convertirse, de un componente dedicado que en un principio era de  protección y crianza de los hijos más pequeños, a un componente de preparación del adolescente a las responsabilidades y compromisos de los adultos hacia la etapa adulta.(Revilla, 2009).Por lo que en esta etapa existe tensión dentro del sistema, dada por una parte, por la tendencia de los padres a que todo siga igual y mantener las reglas, normas y valores (homeostasis), y  por otro lado, dada por el cambio que existe de los adolescentes en busca de  la independencia y mayor autonomía.(Revilla, 2009).

La etapa de la adolescencia es considerada  como una crisis normativa del ciclo vital familiar y que está dada por una fluctuación, inestabilidad y desequilibrio,  de tal manera que hay cuestionamientos, desafíos dentro del entorno familiar, dando  conflictos internos y disminuyendo la capacidad de los padres para manejar este periodo de desarrollo, que al  crear conflictos y problemas crónicos provocando sintomatología y conductas de riesgo que pueden conllevar a patologías físicas o mentales.(Jiménez, 2010).

En un estudio descriptivo realizado mediante encuestas auto administradas de los años 1997, 2001, 2004 y 2007, en las que se recoge edad, sexo, estructura y función familiar, a través del test de Apgar familiar, realizadas a los adolescentes de 12 a 18 años de edad y con igualdad de sexo, el autor Pérez (2009), señala que la “percepción de la función familiar en los adolescentes ha cambiado y actualmente no depende del sexo, la edad ni la estructura del hogar” y recomienda que el cuidado familiar en el tiempo de  la adolescencia se basa  en la promoción de una dinámica familiar positiva, aparte o sin tomar en cuenta la estructura familiar.(Pérez et al., 2009).

Jiménez (2010), considera que al “adolescente le preocupa enfermar o morir, teme hacer el ridículo y no saber el papel que debe jugar en la familia ni fuera de ella, todo ello le atemoriza, angustia, deprime y finalmente lo torna agresivo y rebelde, tales condiciones pueden conducirlo a conductas antisociales de alto riesgo, como pueden ser: el alcoholismo, la drogadicción, el intento de suicidio y el homicidio, por nombrar algunos trastornos.”

La adolescencia según la Organización Mundial de la Salud (OMS 2014), es una etapa en los seres humanos comprendida entre los 10 a los 19 años de edad, momento en el cual se encuentran influenciados por factores sociales, culturales, psicológicos y biológicos que los hacen vulnerables a muchas circunstancias que pueden  alterar su adecuado desarrollo hacia la edad adulta. Aproximadamente uno de cada seis habitantes del mundo es un adolescente, lo que significa que 1200 millones de personas tienen entre 10 y 19 años. Además la  OMS refiere que  al menos el 20% de los adolescentes presentara alguna forma de enfermedad mental  como trastornos del estado de ánimo, trastornos de conducta alimentarias, abuso de sustancias, trastorno de depresión o  actitudes  suicidas;  de los cuales los trastornos de conducta  alimentarias son la tercera causa de muerte en adolescentes asociados al suicidio, únicamente después de los accidentes de tránsito y la adicción a las drogas.(OMS/OPS, 2014).

Adolescencia y Trastornos de Conducta Alimentaria.

Dentro de las alteraciones de salud del adolescente se encuentran los Trastornos de Conducta Alimentaria. (TCA). Una enfermedad de etiología compleja y multicausal, acompañada de patologías co-mórbidas y complicaciones en la salud, que incluye en casos graves llegar a la muerte.(Mann et al., 2014).

Según Ruiz cita que “Los TCA son aquellos procesos psicopatológicos que conllevan graves anormalidades en las actitudes y comportamientos respecto a la ingestión de alimentos, su base se encuentra en una alteración psicológica que se acompaña de una distorsión en la percepción corporal y de un miedo intenso a la obesidad.” (Ruíz, Vasquez, & Mancilla, 2010).

De acuerdo a las Clasificaciones Internacionales de Trastornos de Salud Mental, existen tres grandes categorías de TCA: Anorexia Nervosa (AN), Bulimia Nervosa (BN) y TCA no especificados (TANE/TCANE) o atípicos. (OMS/OPS CIE 10, 2003) (Asociación Americana Psicología, 2014).  Las diferencias  entre estas categorías se basan en el grado de alteración del peso normal, las conductas de alimentación y las medidas adoptadas por los individuos para controlar el peso. Mientras que la AN y BN son los principales trastornos con criterios diagnósticos establecidos y detallados, los TCANE corresponden a una categoría que no cumplen los criterios para AN y BN, pero que dan lugar a un importante deterioro funcional. (Asociación Americana Psicología, 2014) (OMS/OPS CIE 10, 2003).

En general, se han estimado que la prevalencia entre las jóvenes de AN oscila entre 0.4% y 1%  y de Bulimia Nervosa (BN) entre 1-2% y 4,2%. Los TCA más frecuentes son no especificados (TANE), que alcanzan una prevalencia de hasta 14%, y cabe recalcar que a pesar de ser los más comunes, son los TCA menos estudiados.(Gaete, Lopez, & Matamala, 2012) (Asociación Americana Psicología, 2014) (Behar, 2008). La prevalencia en hombres  de anorexia nerviosa es de 0,3%  y 0,5% de bulimia nerviosa. (Hudson, Hiripi, Jr, & Kessler, 2007) (Greenberg & Schoen, 2008). La prevalencia a doce meses del trastorno de atracones en las mujeres o los hombres adultos (igual o mayores de 18 años) en Estados Unidos es de 1,6 y 0,8, respectivamente.(Asociación Americana Psicología, 2014).

La incidencia de la AN es de 8 casos por cada 100 000 habitantes por año, y la de BN, de 12 casos por cada 100 000 habitantes por año en la población en general(Calado, 2011), (Santoncini & Romo, 2010), mientras que en otros estudios se encuentran  tasas de incidencia  más altas para las mujeres de entre 15-19 años con  una tasa de incidencia de 109,2 por cada 100 000 adolescentes entre  15-19 años de edad por año de 1995 a 1999.

La incidencia de la AN entre los varones fue de menos de 1 por cada 100 000 personas (Frederique, Daphne, & Hans, 2012),se ha visto el aumento de la incidencia y prevalencia  de los TCA en estos últimos años, que  se puede deber a que los estudios de incidencia son pocos en población en general y los  estadísticos se basan en registros de casos en poblaciones clínicas (hospitalizados, en tratamiento psiquiátrico, etc.), además, no se pueden realizar relaciones  de las estadísticas actuales con las  anteriores porque no habían estudios epidemiológicamente correctos, el cambio constante de los criterios diagnósticos de la Asociación Americana de Psicología que   permiten el diagnóstico de un mayor número de casos, anteriormente no se manejaba a estos pacientes desde la psiquiatría, los reingresos por complicaciones o casos graves pueden