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Desigualdades en la autoestima. Relevancia de la Enfermería en el tratamiento de la bulimia y anorexia

La bulimia tiene importantes repercusiones sobre múltiples órganos y sistemas que en unos casos dependen de la malnutrición y en otros de las maniobras que emplean estas pacientes para controlar su peso. Las complicaciones varían desde síntomas benignos y transitorios como fatiga, sensación de hinchazón, estreñimiento, a problemas crónicos y amenazantes para la vida como hipopotasemia, afectación renal o parada cardiaca, secundarias a la grave perturbación de los hábitos alimentarios. No existe una clínica específica de este trastorno ya que las complicaciones asociadas a la conducta purgativa se pueden presentar de forma aguda, son imprevisibles y pueden ser letales de forma inesperada. Con frecuencia pueden asociarse a la bulimia otros problemas psiquiátricos incluyendo abuso de drogas, alteraciones de la personalidad, del humor, o trastornos de ansiedad, comprometiendo de esta forma el diagnóstico, tratamiento y la evolución del proceso.

Los diagnósticos de Enfermería más frecuentes para los trastornos de la conducta alimenticia son los siguientes:

  • Trastorno de la imagen corporal: confusión en la imagen mental del yo físico
  • Baja autoestima crónica: larga duración de una autoevaluación negativa o sentimientos negativos hacia uno mismo o sus capacidades.
  • Baja autoestima situacional: desarrollo de una percepción negativa de la propia valía en respuesta a una situación actual.
  • Desequilibrio nutricional por defecto: ingesta de nutrientes insuficiente para satisfacer las necesidades metabólicas.
  • Desequilibrio nutricional por exceso: ingesta de nutrientes que excede las necesidades metabólicas.
  • Afrontamiento defensivo: proyección repetida de una autoevaluación falsamente positiva basada en un patrón protector que defiende a la persona del que percibe como amenazas subyacentes a su imagen positiva.
  • Aislamiento social: soledad experimentada por el individuo y percibida como negativa o amenazadora o impuesta.
  • Deterioro de la interacción social: intercambio social inefectivo o cuantitativamente insuficiente o excesivo.
  • Riesgo de suicidio: riesgo de lesión autoinflingida que pone en peligro la vida
  • Cansancio en el desempeño de rol de cuidador de un paciente con TCA: dificultad para desempeñar el papel de cuidador de la familia.
  • Afrontamiento familiar incapacitante: comportamiento de una persona significativa que inhabilita sus propias capacidades y las del paciente para abordar efectivamente tareas esenciales para la adaptación de ambos al reto de salud.

Así, con todos estos diagnósticos, observamos la relevancia que tiene la Enfermería a la hora de tratar la anorexia y la bulimia. Ahora bien, nuestro trabajo también aborda el campo de la prevención, la cual trata de reducir la incidencia del trastorno, prevenir la aparición de nuevos casos. Esta actividad hemos de realizarla actuando sobre la vulnerabilidad y los factores de riesgo.

En nuestro caso, la población más vulnerable son los jóvenes, mayoritariamente las mujeres. Y si nuestra intención es prevenir la aparición del problema hemos de realizar la intervención antes de que se inicie el problema, por lo que actuaremos en las edades comprendidas entre los 11 y los 30 años.

Las medidas de prevención que podríamos llevar a cabo para la anorexia y la bulimia nerviosa podrían ser las siguientes:

  • ▪ Promocionar al máximo la autoestima a lo largo de toda la adolescencia.
  • ▪ Enseñar a valorar la salud
  • ▪ Potenciar la autonomía y la responsabilidad
  • ▪ Favorecer las relaciones interpersonales
  • ▪ Fomentar y reforzar la conducta adaptada
  • ▪ Educar en los valores
  • ▪ Dar modelos de conducta adaptada
  • ▪ Mejorar las relaciones familiares, aumentando las relaciones satisfactorias, aumentando la comunicación, facilitando la expresión de sentimientos de afecto, promover la cohesión familiar, reconocer y elogiar el esfuerzo, motivar a crear proyectos y a confiar en ellos mismos.

El potenciar todos estos factores va a ser una de las garantías de que la salud mental de los adolescentes quede fortalecida y que el impacto de las situaciones difíciles y estresantes, en cuanto a su relación con el entorno, sea menor y la forma de enfrentarse sea más adaptada.

Desde nuestro punto de vista, la anorexia y la bulimia nerviosa son enfermedades mentales muy difíciles de ayudar ya que la persona que está en esa situación no considera que tenga ningún problema, se miente a sí misma y a sus allegados una y otra vez para hacer creer que todo esta bien. La familia juzga un papel muy importante para superar esta enfermedad y debe de informar del desarrollo del paciente al personal sanitario. El tratamiento de la anorexia y de la bulimia nerviosa es difícil, e incluso llega a ser degradante para la persona, pero hay que pensar que se hace por el bien de ésta, aunque vaya en contra del principio de autonomía, porque vamos buscando su salud, el principio de beneficencia. Es un problema más grave de lo que la gente cree y está muy extendido. Debemos crear una conciencia social del problema para que los jóvenes no caigan en el error de ser manipulados por los medios de comunicación y la cultura de hoy en día. No podemos depender de la forma y peso de nuestro cuerpo, debemos querernos tal y como somos y valorar lo que tenemos. Eso no quiere decir que lleguemos al punto de abandonarnos y descuidar nuestro aspecto físico, eso no, debemos cuidarnos, realizar ejercicio físico de forma moderada y tener una buena alimentación, pero lo que no podemos hacer es obsesionarnos con tener un cuerpo perfecto y una delgadez extrema, ya que estaremos perdiendo en salud.

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