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La violencia de género como un problema de salud

La violencia de género como un problema de salud

Objetivo principal: La sensibilización y ampliación de información por parte de los profesionales sanitarios acerca de la gravedad de la violencia de género ya que es un problema de salud y como tal nos atañe.

Metodología: Basada en una búsqueda bibliográfica utilizando como herramientas de trabajo la bibliografía consultada en bases de datos, páginas web oficiales, etc. pretendiendo dar una visión acerca de la violencia de género.

– Jana Plou González (Graduada en Enfermería Universidad de Zaragoza)

– Lucia Largo Sola (Graduada en Enfermería Universidad de Zaragoza)

– Laura Pueyo Galindo (Graduada en Enfermería Universidad de Zaragoza)

Resumen

 

Conclusión principal: En los últimos años ha habido un claro ascenso de casos de violencia de género en nuestro medio, por tanto tenemos que disponer de profesionales correctamente formados en el tema para la detección precoz de estos casos, para enseñar a las mujeres técnicas de detección, los recursos sociosanitarios de los que disponen y como pueden pedir ayuda en el caso de estar siendo maltratadas.

Palabras clave: violencia de género, violencia, maltrato conyugal, acoso, actuación, Enfermería.

Introducción (1).

La OMS define la violencia como el “uso intencional de la fuerza física o el poder contra uno mismo, hacia otra persona, grupo o comunidades y que tiene como consecuencias probables lesiones físicas, daños psicológicos, alteraciones del desarrollo, abandono e incluso muerte”

Así la violencia de género se entiende como la violencia específica contra las mujeres utilizada como instrumento para mantener la discriminación, la desigualdad y en las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres.

Puede ser violencia física, psicológica y sexual incluida las amenazas, la coacción, o la privación arbitraria de libertad que ocurre en la vida pública o privada y cuyo principal factor de riesgo lo constituye el hecho de ser mujer y es ejercida principalmente por el compañero, marido, novio o ex pareja de la víctima.

Objetivos

– Señalar la importancia de una correcta valoración biopsicosocial a la mujer maltratada, no sólo fijarnos en las evidencias físicas sino también en las conductas específicas tanto de la mujer como de la pareja/agresor.

– Sensibilizar a todo el personal sanitario sobre la gravedad de la violencia contra las mujeres como problema de salud, y que por lo cual nos atañe.

– Promover la capacitación de las mujeres que sufren maltrato para el reconocimiento de su situación y para la búsqueda de soluciones.

Metodología

En este artículo la metodología seguida se basa en una búsqueda bibliográfica sobre la violencia de género, pretendiendo dar información sencilla y concreta acerca de este tema.

Para la localización de los documentos bibliográficos se utilizaron varias fuentes documentales: bases de datos, páginas web oficiales… para seleccionar aquellos estudios y artículos referentes a la violencia de género.

Los artículos científicos han sido buscados a través de las bases de datos Dialnet, Scielo y Google Académico, utilizando las siguientes palabras claves: Violencia de género, violencia, maltrato conyugal, acoso, actuación, Enfermería.

De todos los artículos encontrados se han utilizado aquellos publicados entre el 2003 y el 2017, en español, texto completo con del tema a tratar.

Historía (2, 7).

La estructura androcéntrica y los valores patriarcales han hecho que el papel de la mujer en general haya sido ignorado e infravalorado, y que todas las decisiones tomadas en torno a su vida este en función de autoridad del hombre, por lo cual en la mayoría de las ocasiones ni siquiera se ha considerado, y en pocas que se ha hecho ha sido interpretadas y justificada desde la perspectiva del hombre.

El comienzo de la historia trajo consigo una significativa transformación en las deidades griegas, concretamente se sustituyeron las diosas por varios dioses. Las propias diosas fueron transformadas en el sentido de sustituir las cualidades que daban poder a su imagen, por cualidades que las hacían aptas para su sumisión. De ser una diosa guerrera, portadora de justicia y saber, pasa a ser maternal, sumisa y dependiente.

En la edad Media, en muchas ocasiones eran consideradas más como un objeto de mercancías que como una persona. El matrimonio en realidad suponía una transmisión a otra familia con una serie de productos que se intercambiaban, como ocurría con las arras y la dote. El hombre adquiría la condición de amo y señor amparado en el principio de la fragilitas sexus, es decir, la fragilidad propia de la mujer que abarcaba tanto lo físico, como a lo psíquico y moral. La autoridad del marido era tal que podía llegar a asesinar a su esposa en determinadas circunstancias; como por ejemplo el adulterio, situación que incluso se contempló jurídicamente mediante la figura del uxoricidio y se ha mantenido en nuestra legislación con una valoración independiente hasta 1963.

Todos estos hechos tienen reflejo en la sociedad y en la familia, influyendo en la predilección y selección de los hijos varones, que eran más favorecidos, frente a las hijas.

Al comienzo de la edad moderna nos encontramos situaciones similares, pero nuevas justificaciones; a pesar de la situación general, en este periodo histórico fue cuando se produjo un cambio significativo en el papel de la mujer. A principios del siglo XVI comenzaron a producirse una serie de movimientos aislados que permitieron a la mujer recibir una formación académica.

En la edad contemporánea (XIX) el papel de la mujer seguía pensando para la familia, y en esta su situación era claramente la sumisión al hombre. Estas circunstancias hacían que su consideración al margen de la familia fuera aun peor, sobre todo si no estaba en condiciones de contraer matrimonio. Si no se casa se convierte en una mujer solitaria, jurídica y civilmente incapaz para realizar cualquier actividad pública y socialmente marginada. Aunque hubo alguna excepción brillante y rara en medios artísticos e intelectuales, en la mayoría de los países se mantenía la tutela permanente de la mujer. Esta tutela la tenía el padre primero y el marido después, ella era considerada como si fuera una menor de edad amparándose en el concepto del derecho romano de la fragilidad del sexo femenino.

El uso de la expresión “violencia de género” es tan reciente como el propio reconocimiento de la realidad del maltrato a las mujeres. Hay que destacar que hasta muy avanzado el siglo XX no se encuentra ninguna referencia a esta forma de violencia. Es a partir de los 90 cuando empieza a utilizarse gracias a iniciativas como la Conferencia Mundial para los Derechos Humanos celebrada del 93 en Viena, la declaración de las Naciones Unidas sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, la Convención Interamericana para prevenir, erradicar y sancionar la violencia contra la mujer del 94 o la Conferencia Mundial de Mujeres de Beijing del 95.

Tipos (1, 3, 5, 6).

Entre los tipos de violencia de género que se producen constantemente se puede diferenciar otras formas que han generado su propia terminología: los malos tratos y el acoso sexual.

El maltrato es una manera en la que se ejerce la violencia contra las mujeres pudiendo manifestarse en el plano físico, sexual y psicológico. Los dos primeros tipos son visibles y evidentes mientras que el último adopta una forma encubierta.

  • El maltrato físico cualquier acto o conducta no accidental que implique el uso de la fuerza contra el cuerpo de otra persona como bofetadas, empujones, puñetazos, patadas, mordeduras, quemaduras, cortes, palizas, estrangulamiento y/ o privación de cuidados médicos.
  • El maltrato sexual es la conducta sexual impuesta a la mujer contra su voluntad, que cuando implica penetración se considera violación, también dentro del matrimonio.
  • El maltrato psicológico son actos o conductas que desvalorizan o hacen sufrir a las mujeres, consiguiendo controlarlas de manera absoluta a través de miradas, gestos, gritos, e incluyendo las amenazas e intimidaciones, las humillaciones y descalificaciones, los insultos y abusos verbales, los desprecios, el abandono y el aislamiento emocional, tratar de convencer a la victima de que ella es culpable de cualquier problema etc.
  • Otra forma de violencia de género que pone de manifiesto las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, en este caso en el ámbito del trabajo, es el acoso sexual, el cual incluye todo comportamiento sexual considerado ofensivo y no deseado por la persona que lo padece, y suele estar caracterizado por las relaciones de superioridad o compañerismo, lo que transforma el ambiente laboral en hostil, intimidatorio o humillante.

El tipo de maltrato más frecuente es el emocional en un 31,1% frente al físico que supondría un 18,6 % y el sexual 11,3%.

El proceso de la violencia (6).

Lo más frecuente es el comienzo del maltrato con conductas de abuso psicológico al inicio de la relación, que suelen ser atribuidas a los celos del hombre o a su afán de protección de la mujer: conductas controladoras y restrictiva (control sobre la ropa, las amistades o las actividades) que van minimizando la capacidad de decisión y autonomía de la mujer, produciendo dependencia, aislamiento y temor. El aumento progresivo de la violencia puede extenderse durante un largo periodo de tiempo, y suele ser difícil para la víctima darse cuenta del proceso en el que está inmersa.

Leonor Walker plantea la Teoría del Ciclo de la Violencia la cual comprende tres fases:

  • Acumulación de tensión: Se caracteriza por un aumento gradual de la tensión, donde la hostilidad del hombre va en aumento sin motivo comprensible y aparente para la mujer. Se intensifica la violencia verbal y pueden aparecer los primeros indicios de violencia física. Son episodios aislados que la mujer cree puede controlar y que desaparecerán. La tensión aumenta y se acumula.
  • Explosión o agresión: Estalla la violencia y se producen agresiones físicas y/o psicológicas y/o sexuales. Es en esta fase es donde la mujer suele pedir ayuda o denunciar.
  • Calma o reconciliación o «luna de miel»: El agresor manifiesta que se arrepiente y pide perdón a la mujer. Utiliza estrategias de manipulación afectiva (regalos, caricias, disculpas, promesas) para evitar que la relación se rompa. Estas estrategias por parte del agresor, provoca que la mujer, termine pensando que todo cambiará.