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Capítulo III. Presupuestos teóricos referenciales. Noema religioso del abusador sexual infantil en el contexto de la consejería cristiana

El sociópata necesita ayuda de la academia y profesionalidad, pero, más ayuda, del que todo lo puede, de tipo espiritual.

PERFIL DEMOGRÁFICO Y PSICOPATOLÓGICO:

No existe un perfil psicológico definido universalmente para un abusador sexual en general y mucho menos para el agresor sexual de menores. Sin embargo he creído conveniente citar autores que han descrito características de lo que sería un perfil para maltratadores sexuales de niños.

Para Echeburúa E y Guerricaecheverría C (2), trazar el retrato-robot de un abusador sexual de menores no es fácil. Al tratarse de un fenómeno frecuente, las diferencias entre los agresores son grandes. En cualquier caso se harán referencias de la aproximación de un perfil característico de los abusadores y también se expondrán las diferencias con los violadores de adultos.

Características Generales: Los pedófilos, como ocurre en la mayor parte de las parafilias, son mayoritariamente varones. Sólo en un 13% de los casos el abuso es llevado a cabo por mujeres. En estas circunstancias, la situación más frecuente es la de una mujer madura que mantiene relaciones sexuales con un adolescente. La edad en que se manifiesta frecuentemente el abuso sexual es en la etapa media de la vida (entre los 30 y 50 años). No deja, sin embargo, de ser preocupante que el 20% de las agresiones sexuales sean cometidas por adolescentes y que el 50% de los abusadores sexuales mayores hayan cometido sus primeros abusos cuando tenían menos de 16 años.

Los agresores suelen estar casados y habitualmente (del 65 al 85% de los casos) son familiares (padres, hermanos mayores, tíos, abuelos y otros) o allegados (profesores, maestros, tutores, vecinos, con lazos de afectividad) de la víctima, lo que les permite un fácil acceso al menor, con quien suelen tener una relación de confianza anterior al incidente sexual. En estos casos, las situaciones de abuso son más duraderas en el tiempo, no llega a darse la penetración y no suelen plantearse conductas de violencia física ni amenazas de ejercerla. De todas las posibilidades, el incesto padre-hija es el más traumático por lo que supone de la disolución de los vínculos familiares más básicos. Sólo en una pequeña parte (del 15 al 35% del total) el agresor es un completo desconocido para la víctima. En este caso, el abuso se da en ocasiones aisladas y puede estar ligado a violencia o amenazas, al menos en un 10 a 15% de los casos.

Los abusadores son personas de apariencia normal, de estilo convencional y de inteligencia media y no psicótica. Precisamente la aparente normalidad es la característica más señalada, si bien suelen presentar rasgos marcados de neuroticismo e introversión, así como de inmadurez (en forma de infantilismo, por ejemplo). No es infrecuente una relación entre la pedofilia y la personalidad obsesiva. Desde una perspectiva psicopatológica, en uno u otro caso, los pensamientos intrusivos, acompañados de un fuerte impulso a la acción, son causantes de malestar, que puede eliminarse o reducirse mediante una conducta compulsiva. (2)

Mientras que para Querol M (40), por lo general, se trata de un adulto joven soltero de condición socioeconómica baja, de familia dismórfica, con rasgos psicopáticos, que pertenece a una minoría frustrada. El violador puede actuar en pareja e en pandilla, aunque también se ha descrito como un individuo con mucha tendencia a la soledad. Tienen un razonamiento y un juicio de valores muy escaso, graves problemas emocionales como ansiedad y alteraciones de sexualidad, así como antecedentes de haber sido víctimas de abuso sexual infantil.

Para Young Ed.(1), muchas conductas sexualmente adictivas explotan de forma definida a otros. La violación, el incesto y el maltrato de niños son ejemplo de ello. La violación también es un acto de maltrato que a menudo se produce entre conocidos, no entre extraños. La frase “violación en una cita” se acuñó para describir el abuso forzado en una cita. En este caso, el violador tiene una visión egoísta y distorsionada de la sexualidad que le hace pensar: quiero llegar al acto sexual y ella quiere hacerlo conmigo.

Continúa haciéndose esta pregunta: ¿Quién es el que daña a otros mediante conductas sexualmente coercitivas? A menudo son personas que han padecido a su vez el maltrato sexual. La adicción sexual por lo general se entre familias emocionalmente enfermas. Los adictos sexuales suelen tener una pobre imagen de sí mismos que con frecuencia los conduce a la depresión crónica. Tienen cuatro creencias fundamentales respecto a mismos: Soy una persona mala, sin valor; nadie me amará tal como soy; únicamente yo puedo hacerme cargo de mis necesidades y la relación sexual es mi necesidad más importante. Estas creencias se manifiestan en conductas que son dañinas para ellos y para otros. (1).

Es posible liberarse de la adicción al sexo y requiere que nos entreguemos o que sometamos nuestra voluntad a un poder más elevado, y ese poder es Jesucristo. Nosotros no somos capaces de hacerlo por nuestros propios medios. El Apóstol Pablo, en el libro de los Romanos, capítulo 7:25 y 8:2, sostiene su incapacidad para manejar a sus demonios personales de la conducta adictiva. El pastor Jhon Piper, citado por Young E. (1), sostiene que podemos luchar contra el pecado en el terreno sexual si creemos más en la promesa de Dios que en la promesa de la lujuria y estar convencidos de que la gracia maravillosa que nos salva es la misma gracia que nos sostiene.

En su libro, Auxilio para los amigos que sufren porque Fueron Abusados Sexualmente, McDowell J. y Stewart Ed.(41), describen el caso de “Anita” una preescolar de 4 años abusada por su abuelo, mientras la cuidaba y como mantuvo esa situación abierta hasta la juventud cuando en un campamento cristiano, es ayudada por su amiga y su guía, hasta la aceptación y el reconocimiento de la situación del abuso. Refieren además, que esa situación no es inusual y que se estima ocurre en los EE. UU. Un abuso sexual a un niño cada dos minutos.

Dios odia el abuso sexual, ya que es una violación de su voluntad y esto incluye obviamente a un adulto que use a un niño para el placer sexual, por “inocente” que el adulto quiera hacerlo parecer. El abuso sexual te violenta como individuo creado a la imagen de Dios.

BIOÉTICA DEL ABUSADOR:

Pérez O. N. (42) plantea un enfoque bioético del Maltratador, basado en los 4 principios fundamentales, descritos por Beauchamp y Childres.

Respeto a la Autonomía de un abusador sexual infantil, de su decisión deliberada de pensar y actuar de esa manera.

Ahora bien, un abusador es una persona digna de ser respetada, aunque creamos que su autonomía se perdió al cometer el