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Un abordaje socioeducativo en las adicciones: Escuela Familia y Sociedad

confianza o desconfianza, y temor, crecer o morir. Vivir es aprender, sobre todo en esos años.

La familia puede fomentar o retrasar el crecimiento con lo que inculque al niño sobre su valía, sus posibilidades, sus dotes personales. La Familia es un referente obligado que ofrecerá, a su vez, unas oportunidades y unas perspectivas y el modo de concretarlas en la realidad. Proporciona, a la vez, oportunidades y perspectivas de crecimiento, la libertad y la protección necesarias y los elementos nutrientes físicos, sensoriales, afectivos e intelectuales que requiere todo crecimiento. Si la familia tradicional no puede desempeñar esas funciones debido a tensiones sociales, económicas o afectivas, habrá que recurrir a otras instituciones para que asuman ese papel.

La Escuela

Esta idea permite examinar cuál ha de ser el papel de la escuela y la familia en lo que toca a la salud física y mental, en primer lugar; y cualquiera sea la intervención del conocimiento en esos dos términos, está debidamente ubicado dentro de la jurisdicción de la escuela, forma parte del componente del plan de estudio. En segundo lugar, la escuela con sus actividades puede ser ejemplo de una atmósfera que conduzca a la salud tanto física como emocional, y la enseñanza tiene que efectuarse en alguna clase de atmósfera física y psíquica. La escuela es además ejemplo en toda comunidad, de lo que algunos especialistas podrían señalar como modelo de atmósfera saludable.

Existen muchas controversias acerca de a quién corresponde la formación de estilos de vida saludables. ¿Es responsabilidad de la familia? ¿De la escuela? En un comienzo es en la familia donde deben haberse establecido horas regulares de sueño, alimentación y eliminación, hábitos de aseo; control de: ansiedades, excesiva timidez, berrinches, terquedad y beligerancia. Estas características son, por lo menos, lo que la escuela espera que existan antes de que el niño ingrese. Corresponde a la familia establecer un conjunto de preferencias que la escuela pueda desarrollar: conocimiento, valentía, honradez, equidad; respeto a las leyes, normas y figuras de autoridad, entre otros

En consecuencia, la escuela puede asumir el rol no sólo de perfeccionar sino de modificar y crear estilos de vida saludables y contribuir así al desarrollo de una personalidad sana, que le permita al individuo enfrentar con valentía y acierto las dificultades que pudieran dar lugar al menoscabo de su salud física, mental y social, especialmente si se trabaja a nivel de los períodos de crecimiento y desarrollo como es el inicio de la pubertad, donde los cambios toman mayor fuerza por aquello de consolidar la personalidad característica de esa etapa de pre-adolescencia; sin olvidar por supuesto que se trata de un trabajo conjunto, donde la familia proporciona la materia prima mediante el acondicionamiento o adiestramiento, y la escuela proporciona las aptitudes cognoscitivas y los materiales con que éstas se elaboran para transformarse en posibilidades de autodeterminación, autorrealización y auto-integración.

En igual forma, la escuela, dada la tan humana tendencia a rehuir los problemas difíciles y complejos que se relacionan con creencias y actitudes tan arraigadas no solamente a propósito de las drogas y su consumo, sino también con respecto a la naturaleza del hombre y de la vida, puesto que son muchos quienes buscan un modo más cómodo y aceptable de conseguir lo que no parecen haber logrado las amenazas de castigo y unas consecuencias muy severas; suscita nuevas esperanzas, una educación dispensada a la vez en el hogar y en la escuela, y la intervención de los padres y los educadores como individuos y de la familia y la escuela como instituciones.

A la escuela se le suele atribuir la responsabilidad de que proporciona información y conocimientos teóricos y prácticos para aplicarlos en el trabajo, en la familia y en la sociedad. También se le pide que refuerce las formas adecuadas de relación con la autoridad y con los semejantes, con respecto a cortesía y el orden. A veces se le pedirá también que resuelva un problema que la familia considera superior a sus posibilidades, por ejemplo; el uso de drogas. En aquellas sociedades en las que por diversas razones se ha encomendado a la escuela una función importante de socialización, se aspira a algo más que al mero conocimiento e información y así es como entran en juego valores personales y sociales que en otros contextos eran custodiados por la familia.

La Sociedad

Por otra parte, los jóvenes han de aprender a llegar a ser adultos en su propia cultura, de tal manera que es en la infancia donde se adquieren o no las ideas básicas sobre uno mismo y las actitudes que se necesitan en la adolescencia al enfrentarse con tareas más difíciles que, en general, podrían estar representadas por un sentimiento de confianza que permita al individuo tomar iniciativas, explorar nuevos mundos, ensayar nuevas experiencias; en otras palabras, aprender y crecer, desarrollar su propia personalidad como algo único, individual y valioso, con dotes, capacidades y competencias nacientes que puedan hacer que ocurran hechos y tener cierta repercusión en el mundo social y físico circundante, como una concepción del propio ser como individuo que puede realizar tareas que resulten a la vez satisfactorias para sí mismo y apreciadas por quienes integran el mundo que se hace cada vez más amplio.

En consecuencia, sin crear actitudes y sentimientos básicos será muy difícil llevar adelante las tareas propias del desarrollo en el período de adolescencia. El significado de las mismas se traduce en aprender a ser social, afectiva y económicamente independiente de la familia, convertirse en un sujeto con personalidad propia o por lo menos tolerable; aprender a establecer con personas ajenas a la familia unas relaciones que resulten satisfactorias y que faciliten el crecimiento; aprender a asumir la sexualidad; aprender a tener la madurez suficiente para aceptar