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Invertir en los adolescentes fomentando un modelo de desarrollo integral

postergadas. La falta de oportunidades educativas y de empleo, los accidentes y las lesiones, las relaciones sexuales precoces, el VIH y el sida, los problemas de salud mental, el trabajo infantil, el matrimonio y el embarazo adolescente, son sólo algunos de los riesgos que pueden impedir que los adolescentes desarrollen sus capacidades en su transición hacia la edad adulta. Los problemas mundiales, incluidos el cambio climático, la incertidumbre económica, la globalización, los cambios demográficos y la crisis humanitaria, presentan un escenario incierto para los adolescentes durante esa década crucial de sus vidas. (5)

Por otra parte, el apoyo a estos jóvenes, la mayoría de los cuales siguen siendo menores de edad según la Convención sobre los Derechos del Niño, no debe terminar al final de su primer decenio de vida. Un buen comienzo en la vida es necesario pero no suficiente para romper las ataduras de la pobreza y la desigualdad: para marcar una diferencia duradera, tanto para los individuos como para las sociedades, es preciso complementar el apoyo que se ofrece durante la primera y la mediana infancia con la inversión en la educación, la salud, la protección y la participación de los adolescentes, especialmente de los más pobres y marginados. Las familias, las comunidades, los gobiernos nacionales, los donantes, los organismos de desarrollo y todas las partes interesadas deben unirse con los jóvenes a medida que se preparan para su futuro. (6)

Por lo que se considera importante invertir en áreas relacionadas con:

Promoción Prevención y Educación para la Salud, Invertir en la Educación y la Capacitación, Participación Juvenil Social y Comunitaria, Salud Integral del Adolescente,

Promoción Prevención y Educación para la Salud

Considerando entonces la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la Carta Magna de 1946 define la salud como el «estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». (7) Esta definición clásica sirvió para propuestas de salud por tres décadas, sin embargo muchos detractores la consideran estática, imprecisa y subjetiva, no obstante es aún la definición más universalmente aceptada de salud. La prevención en salud se define como el conjunto de acciones específicas dirigidas a disminuir riesgo, frecuencia y consecuencias de determinada enfermedad o daño a la salud. Consta de tres niveles: primaria o de ocurrencia (reducción del riesgo), secundaria o de continuidad (reducción de la duración), y terciaria o de rehabilitación (evitar secuelas, complicaciones). (8)

La Promoción de la Salud es definida como la capacitación de las personas para aumentar el control sobre su salud y mejorarla usando cinco estrategias: desarrollo de políticas sanitarias, creando entornos favorecedores de salud, desarrollo de aptitudes y recursos personales, reorientando los servicios de salud y reforzando la acción comunitaria. En cuanto a la Educación para la Salud tiene un ámbito más reducido y pretende fomentar la prevención sobre el tratamiento a través de las aptitudes personales siendo eficaz para conseguir una mejor salud en lactantes, niños y adolescentes siempre que se cumpla una metodología y se mantenga a lo largo del tiempo.

Aunque la promoción y la prevención tienen como meta la salud de la población, sus enfoques son diferentes. La promoción lo hace sobre los determinantes de la salud, busca modificar hábitos y estilos de vida, mientras que la prevención se enfoca hacia la población con riesgo de enfermar y se refiere al control de factores de riesgo y del medio ambiente. (9,10) Tanto la promoción de salud como la prevención, requieren de herramientas a través de las cuales se produzcan cambios en el estilo de vida de las personas, condiciones de vida de grupos de población y el modo de vida de la sociedad, entre ellas: la educación (para lograr habilidades y destrezas), la comunicación social (interpersonal, grupal o masiva) y la participación social (actividades sociales y acciones comunitarias).

Invertir en la Educación y la Capacitación

La adolescencia se caracteriza por ser una etapa de interacción de los procesos de desarrollo biológico, psicológico y social de las personas, de las tendencias socioeconómicas y las influencias culturales específicas. También se evidencia un acelerado desarrollo físico que conduce a la madurez física y por un intenso desarrollo emocional y social, donde la influencia de los padres, maestros, amigos y medios de comunicación social masiva tienen un importante papel en la definición de valores y en el comportamiento. Todo este conjunto genera los patrones de conducta de los adolescentes. (11).

La asistencia a la escuela secundaria y su terminación, el acceso a una atención médica de calidad, la participación en la toma de decisiones y la protección contra la violencia, la explotación y el abuso son fundamentales para capacitar a los adolescentes a fin de que logren su pleno potencial. Por tanto, la Organización Mundial de la Salud define la Educación para la Salud como la «disciplina que se ocupa de iniciar, orientar y organizar los procesos que han de promover experiencias educativas, capaces de influir favorablemente en los conocimientos, actitudes y prácticas del individuo, colectivo y la comunidad con respecto a la salud». (12) La determinación de las necesidades de aprendizaje o educativas es sin lugar a dudas el primer paso para realizar cualquier actividad de educación para la salud. Aunque su mayor aplicación se manifiesta en la enseñanza formal o curricular, no deja de ser un instrumento pertinente a la no curricular (13).

Educar en salud siempre lleva implícito un mensaje, pero no puede limitarse a brindar información de forma fría y mecánica, pues el conocer no lleva necesariamente incorporada la acción consecuente. La tarea de educar para la salud es mucho más abarcadora, va al desarrollo de necesidades, motivaciones y actitudes conscientes ante la promoción, prevención, conservación y restablecimiento de la salud. Para lograr este objetivo es preciso que la comunicación sea persuasiva, interesante, atractiva, comprensible, breve, que el mensaje sea fácil de recordar y además convincente, capaz de un cambio de comportamiento para el desarrollo de la salud.

Invertir en la educación y la capacitación es permitir el desarrollo de las capacidades y los valores de los adolescentes mediante la educación puede facilitar que toda una generación sea económicamente independiente y realice aportaciones positivas a la sociedad. Invertir en la educación y la formación de adolescentes y los jóvenes es tal vez la medida más prometedora por sí sola para erradicar la pobreza extrema en esta década. La educación secundaria tiene repercusiones considerables sobre los ingresos individuales y el crecimiento económico general.