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Comportamiento de la sexualidad femenina en pacientes pertenecientes al CMF de la punta

Fase Orgásmica: Es la máxima respuesta sexual de la cópula, y su período es bastante constante en el hombre. Esto ocurre en la mujer. La respuesta en esta última es ligeramente más tardía.

Por otra parte, la capacidad de orgasmo es más temprana en el hombre que en la mujer. Es así como la capacidad orgásmica del varón de 15 años podría ser comparable a la capacidad orgásmica de una mujer de 29 años.

El hombre tiene además, una menor respuesta al orgasmo continuado, si lo comparamos con la mujer. En una mujer se pueden producir más de un orgasmo en una misma cópula, hecho absolutamente infrecuente en el hombre. A título descriptivo, según los trabajos de Máster y Johnson, en algunas de las parejas estudiadas se ha llegado a determinar 11 orgasmos en algunas mujeres. (15)

Fase de resolución: Es un estado involucionario, que se caracteriza por la inexcitabilidad. El hombre tiene un período refractario que no permite una nueva respuesta ante un estímulo sexual, aunque éste sea muy intenso. La respuesta femenina tiene, en cambio, una mayor sensibilidad en el período de resolución para alcanzar orgasmo normal frente a este estímulo.

Fase postcopulativa inmediata: En la fase postcopulativa del ser humano, aparece el sentido de pertenencia recíproca de la pareja, como consecuencias de aquel deseo “de ser penetrada”, o de “penetrar”, y ante el cumplimiento de ese deseo con la penetración. Este concepto de penetración, más que un concepto orgánico, corresponde a un concepto de carácter psicológico de pertenencia absoluta, que se podría describir como “el sentido de lo mío”. Otro hecho interesante en el estado postcopular de la pareja humana es el desarrollo de la seguridad o la inseguridad de la pareja. Esto depende del resultado de la relación sexual total, más que de la cópula en sí misma.

En nuestra sociedad latinoamericana este estado postcopular contribuye como un factor de dominancia o de dependencia. Es el uso de la cópula como dominancia o dependencia de la pareja humana. (16,17) Han sido varios los estudiosos que desde sus disciplinas científicas y las respectivas posiciones filosóficas que los sustentan-médicos, psicólogos, pedagogos y biólogos-han propuesto conceptos que intentan definir la sexualidad humana.

Sigmund Freud en su obra La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, escrita en 1908, decía que “lo sexual no puede reducirse a lo genital y aunque es parte endógeno y genético, no constituye un dispositivo ya establecido previamente; se va estableciendo a lo largo de la historia individual, cambiando de aparatos y fines (zonas erógenas). Recibiendo una influencia erógena del universo fantástico de los padres- la educación- interacción con los padres- fantasías conscientes e inconscientes.

Adolescencia y sexualidad

La sexualidad en el adolescente enfrenta una gama de requerimientos, sobre todo de índole social, es la sexualidad y su manejo, el más inquietante reto. El adolescente púber tiene que hacer frente a los requerimientos físicos y psicológicos combinados del proceso de desarrollo. Esta etapa se caracteriza por paradójicas contradicciones: por un lado, el joven se ve presionado a adoptar nuevas actitudes, referente a su responsabilidad propia e independencia, pero al mismo tiempo se le imponen pautas y restricciones que limitan y condicionan su conducta. (18,19)

En una publicación reciente, se hace referencia a una frase que resume esta peculiar condición: “no más un niño, no aún un adulto”, la cual ejemplifica la situación. Los cambios orgánicos que se producen y que se hacen evidentes para estos jóvenes durante la maduración y crecimiento de sus genitales, la menarquia o la aparición de eyaculaciones espontáneas o no, los enfrentan al hecho innegable que algo ha variado, que “no son más un niño”. La repercusión de estos eventos modifica la conducta del adolescente en su entorno social y, en ocasiones, significan un aval de reafirmación o pertenencia a un círculo determinado. La maduración sexual, desde el punto de vista orgánico, no determina igual suerte en la esfera psicológica, ni en la social.

Se plantea que “la pubertad es solo el aspecto biológico y temporalmente corto, de una etapa mucho mayor que es la adolescencia y que las tres esferas del desarrollo (psicológico, biológico y sexual) no son sincrónicas”. Por tanto, el despertar de la sexualidad encuentra un ser, aún no preparado integralmente para comprenderla y, mucho menos, para ejercerla, pero obligado a asumirla, como un componente de su desarrollo. (20)

La formación de las concepciones en torno a la sexualidad y la asunción de un código de valores y de conducta, se nutre del entorno social que rodea al adolescente sumado, por supuesto, a las peculiaridades psicológicas individuales, modificadas, en ocasiones, por características biológicas igualmente individuales.

El medio social donde se desenvuelve el adolescente y los factores que influyen o interactúan con él, desempeñan un papel determinante y, sobre todo, aquellas personas que de una u otra formas, son responsables de su formación o sirven de modelo, en lo que a patrones de conducta se refiere, dígase padres, maestros e incluso adolescentes que asumen roles de liderazgo o tienen ascendencias sobre el resto que trata de imitarlo. (21, 22)

Se puede contribuir al desarrollo de una sexualidad plena y responsable de muchas formas sobre todo teniendo en cuenta las experiencias y características propias de cada individuo, es decisivo el papel del educador, promotores o los programas de educación sexual.

Actualmente, estos programas forman parte de los esquemas de enseñanza en los diferentes niveles de educación de varios países, incluyendo Cuba, aunque en honor a la verdad, estos programas muchas veces adolecen de superficialidad, poco conocimiento o convencimiento, para poder trasmitir desde la juventud hasta el anciano todos los aspectos concernientes a la sexualidad para que esta sea plena y responsable. (23)

El personal encargado de impartir estas materias debe no sólo conocer lo relacionado con la esfera de lo sexual, sino, en primer lugar, amén de su experiencia pedagógica, dominar la compleja y particular psicología de los adolescentes, y lo que significa para ellos conocer y manejar esta faceta de su personalidad. Es habitual que el énfasis en estos temas se haga o, en ocasiones, se limite sólo a lo biológico, que por supuesto tiene capital importancia y es la base sobre la que se asienta el resto de los conocimientos. Lo esencial es lograr el entrenamiento en cuanto a la interrelación entre lo biológico, lo psicológico y su transpolación a lo social.

Es importante la relación existente entre salud reproductiva y sexualidad. El adolescente, de ambos sexos, al iniciar la pubertad establece una unión endeble y lejana entre su desempeño sexual y los factores relacionados con la reproducción. Sin embargo, al pasar los años a causa de, sobre todo, vivencias propias o ajenas, temas como la maternidad, el aborto y las consecuencias que de ellas se derivan, van alcanzando otra dimensión, convirtiéndose en preocupaciones serias y concretas.

En la literatura estudiada, se retoma el tema de la salud reproductiva, aunque enmarcado en otros aspectos como la planificación familiar, las enfermedades de transmisión sexual, etcétera. Este, se limitará a señalar la repercusión del embarazo sobre la sexualidad, la sexualidad mal manejada, como causa de embarazo y la sexualidad de la mujer embarazada. Todo esto circunscribiéndolo al ámbito de la adolescencia. (24, 25)

Existen pocos estudios referidos a la respuesta sexual durante el embarazo, en estos se evidencia como durante el primer y segundo trimestre de la gestación, no se ve afectada la libido, e incluso más de un 50% de los casos refieren un incremento de ésta. En el tercer trimestre comienza un marcado y progresivo desinterés, que es asociada por la mayoría al temor, tanto por parte del esposo como de la mujer, de lesionar al feto o a la gestante misma, aunque con preocupación subyacente de que la razón real sea la pérdida del atractivo físico. Este proceso ocurre en sentido inverso en el puerperio, recuperándose el interés por ambas partes con el decursar de los días.

Es curioso el hecho que las mujeres que practican la lactancia retornan más pronto a la actividad sexual. Cuando la mujer decide la realización del aborto, éste es la causa, por regla general, de la afectación en la esfera sexual. En ocasiones, la mujer se ve compulsada por su compañero a la realización del aborto, y un sentimiento de reproche, velado o no, interfiere la relación. Lo contrario a esta situación, la infertilidad, puede también tener una repercusión negativa, sobre la sexualidad. Los cónyuges pueden culparse mutuamente por esta situación, o auto culparse al sentirse responsables de no poder engendrar. La pareja, en ocasiones, por propias exigencias o presiones del medio circundante (compañeros y familiares), aumenta la frecuencia de la actividad sexual, creándose una situación desfavorable, con pérdida de la espontaneidad, aumento de las tensiones y disminución del goce y la intimidad, el adolescente enfrenta problemas suplementarios.

La literatura reporta innumerables trabajos que tienen como denominador común el impacto en todos los aspectos (biológico, social y psicológico) que tiene la sexualidad femenina en la adolescencia. (26)

El adolescente, sobre todo la hembra, experimenta sobre sí presiones de todo tipo que, en ocasiones, le dan a este percance dimensiones cataclísmicas. Por un lado debe hacer frente a la indudable repercusión familiar, ante unos padres no siempre dispuestos a la comprensión y que la mayoría de las veces toman conocimiento de las relaciones sexuales de su hijo o hija, en ese momento. Este es el inicio de una serie de vicisitudes que frecuentemente tienen un amargo desenlace, pues, aún mostrándose cooperativos, hay variables difíciles de dilucidar, si va a continuar la gestación o realizarse el aborto, si se le debe exigir responsabilidad a la pareja, lo cual conlleva la concertación de un matrimonio (que asentado sobre bases tan equívocas, se frustra en poco tiempo), quién se hará cargo de la mantención, etcétera. El marco social donde se desenvuelve habitualmente, la escuela, no es ajeno al impacto de la sexualidad pues constituye para la masa de adolescentes “el acontecimiento del día”, se pueden mostrar agresivos o solidarios, según sus propias concepciones o motivaciones; sumado a esto el casi siempre inevitable abandono de los estudios, ya sea por la maternidad o, en el caso del varón, para buscar la solvencia económica que le permita afrontar su responsabilidad paterna, este evento deja una huella indeleble y con frecuencia permanente sobre la psiquis juvenil. (27)

Comunicación en sexualidad

La comunicación en la sexualidad es un componente básico de la personalidad de los seres humanos, esta nos va a acompañar a lo largo de toda la vida y jugará un papel determinante en el desarrollo de nuestras potencialidades. Sin embargo y a pesar de su importancia, ésta se ha mantenido como un aspecto vedado y tabú, por lo general alejado de la comprensión de los grandes sectores de la población, lo que ha provocado sobre todo en las sociedades más conservadoras la creación de mitos y que haya caído sobre ella un telón negro.

Los factores antes mencionados han contribuido grandemente al atraso que hoy en día tenemos en relación al conocimiento científico de la sexualidad humana, lo que a su vez influye en su manejo racional, tanto desde un punto de vista operativo como educacional, produciéndose confusiones de conceptos entre sexualidad, genitalidad y pornografía. (28)

La comprensión e interpretación de la sexualidad, va a estar influenciada también por el momento histórico en el que esta se analiza. A través del desarrollo histórico y socio cultural de las sociedades se han ido modificando los conceptos relacionados a la sexualidad. Si las generaciones de la década de los años 40 vieran las películas que se exhiben hoy en día las tildaran de inmorales y pornográficas, igual sucedería con los trajes de baño (trusas) de las mujeres en la actualidad.

En los temas de sexualidad cobra una particular connotación la célebre frase de “Lo que vemos depende del color del cristal con que se mira”. Constituyendo nuestras propias experiencias y las tradiciones enraizadas en la familia y Sociedad el “color de este cristal”. Estos elementos son de vital importancia y deben ser tomados en cuenta por el educador, el cual debe tener presente que es un ser humano con sus propios conceptos y experiencias lo que va a influir directa o indirectamente en su interpretación de los hechos, pudiendo afectar estos factores el fenómeno de la comunicación entre el emisor (educador) y receptor (jóvenes), necesitándose entonces que ambos se ajusten en una misma onda de frecuencia para que la comunicación fluya de la forma más adecuada, todo esto a su vez estará condicionado por el nivel de conocimientos adquiridos de forma formal e informal, por las creencias religiosas y las experiencias personales, concluyendo que la comunicación en sexualidad estará condicionada por múltiples factores que dificultaran la sintonización en una misma onda de frecuencia. (29, 30)

Según un estudio que publica la revista Pediatrics. La investigación, encabezada por la psicóloga Rebecca Collins, de la compañía Rand, Los adolescentes que ven muchos programas de televisión con gran contenido sexual son doblemente propensos a mantener relaciones sexuales que quienes apenas ven esas escenas, analizó los hábitos televisivos y la actividad sexual de 1 792 adolescentes entre doce y 17 años, a lo largo de doce meses. Los expertos encontraron que los muchachos que veían muchos programas con alta carga erótica eran más propensos a completar el acto sexual o a introducir prácticas como el sexo oral.

Los científicos no hallaron diferencia entre los programas en los que el sexo se mostraba en imágenes o aquellos en los que simplemente se aludía o se debatía. «Ambos tipos de programas afectan a la percepción de los adolescentes sobre de lo que es un comportamiento sexual normal y estimulan su propio comportamiento sexual», declaró Collins.

Muchos han sido los estudios dedicados a obtener información respecto a las prácticas sexuales en los adolescentes de hoy, a pesar de diversos enfoques y de las diferencias entre los medios en que éstos se han efectuado se han comprobado puntos de coincidencia entre los mismos como son: Tendencia manifiesta al inicio precoz de las relaciones coitales en ambos sexos. Escaso conocimiento y utilización de métodos anticonceptivos. Relación de pareja débil con continuos cambios lo que lleva a la promiscuidad sexual. Poco conocimiento sobre las E.T.S. y como prevenirlas. Escaso acceso a Servicios de Salud y Educación Sexual, por lo general reciben información distorsionada a través de sus parejas sexuales y grupos de pares no capacitados. Existe una alta relación entre el inicio precoz de las Relaciones Sexuales y ser hijos de padres adolescentes. Ser hijos de padres divorciados o proceder de familias disfuncionales presenta una alta vinculación a conductas sexuales riesgosas en los adolescentes. La gran mayoría de los adolescentes reconocen que sus relaciones sexuales son imprevistas y tienen lugar en momentos, situaciones y lugares totalmente inadecuados, lo que dificulta la prevención de E.T.S y embarazos no deseados. (31)

Los adolescentes de hoy en día son precoces, promiscuos y tienen escasa valoración y conocimiento de los Riesgos Reproductivos a los cuales están sometidos. Se necesita revisar los programas de instrucción y educación sexual, pues evidentemente los conocimientos en estas esferas los están adquiriendo de forma distorsionada y fundamentalmente a través de su propia práctica sexual y de modelos de educación informal y no sistemáticos los que obviamente no reúnen los mínimos requisitos en veracidad y ética, pudiendo crear serias complicaciones a la Salud Sexual y Reproductiva de las nuevas generaciones.

Es importante recalcar la importancia capital que tiene la familia en la transmisión de conocimientos, conceptos, valores y actitudes en el área de la sexualidad femenina y dentro de esta la madre que juega un rol principal en nuestro modelo familiar, por lo que se impone la participación activa de la familia para lograr el éxito en los programas que se proponen reducir las conductas sexuales riesgosas en los adolescentes.

Sexualidad en la edad mediana

El estudio de la sexualidad en la edad mediana nos demuestra que volverse viejo no significa decirle adiós al sexo.

El climaterio es la etapa que se corresponde con el período de tiempo en que se establece el fin de la vida reproductiva de la mujer Es un evento frecuente en la mujer y se produce por cambios fisiológicos que comienzan a ocurrir alrededor de los 45 años, básicamente por la pérdida de elasticidad y por sequedad de la vagina. No todas las manifestaciones que se originan durante el climaterio tendrán una mayor o menor repercusión clínica en dependencia de la preparación psicológica con que la mujer asuma esta etapa de su vida. Es un hecho corroborado científicamente que las mujeres que mantienen una vida sexual activa durante el climaterio presentan menos atrofias vaginales que las abstinentes. (32, 33)

El sociólogo Edward Laumann, reveló que «No es la edad en sí; cuando uno llega a los 80 ya está terminado», dijo en estudio realizado en 3000 hombres y mujeres estadounidenses de entre 57 y 85 años que viven en sus casas, no en geriátricos.

«Tiene más que ver con factores cercanos, como si uno se vuelve obeso, o si fuma demasiado, o contrae diabetes. Los medicamentos pueden reducir el interés sexual. El proceso de envejecimiento en sí no es un factor importante de influencia en estos resultados», agregó en una entrevista telefónica.

Laumann y su equipo, quienes hace cerca de una década realizaron un estudio de parejas de adultos más jóvenes, descubrieron que las disfunciones sexuales, como experimentar dolor durante el sexo o incapacidad de llegar al orgasmo, tienden a aumentar a medida que los adultos llegan a la edad madura, pero luego se detienen. Se reporta en el Journal of Sexual Medicine que un estudio a estadounidenses ancianos, dos tercios de los hombres y cerca de la mitad de las mujeres habían estado sexualmente activos durante el último año.

Estudios realizados por Laumann reportan que las razones para perder interés en el sexo tienen que ver con varios factores de salud física y mental. «Si la salud sexual se va al infierno, podría ser la punta del iceberg. Podría ser una señal de problemas de salud», declaró Laumann, exhortando a los doctores a investigar si surgen problemas sexuales. Las ITS a menudo reducen la vida sexual, añadió.

Estudio sobre ancianos de investigadores de la Universidad de Chicago en Estados Unidos refieren que más de tres cuartos de los hombres estadounidenses que tienen entre 75 y 85 años y la mitad de las mujeres de esa edad aún están interesados en el sexo. (34) Según Laumann Tener una pareja con quien mantener sexo también puede ser problemático para los ancianos. Entre las mujeres de 70 y más, el 70% sobrevivió o se separó de sus esposos. Entre los hombres de dicho grupo etáreo, el 35% ha perdido a su pareja de toda la vida. Si la relación que sobrevive es mala, eso puede apagar la vida sexual de la pareja. «La ansiedad es claramente un gran factor (en la disfunción sexual) para las mujeres, y la depresión en los hombres», dijo. «Y los hombres pueden deprimirse mucho por su disfunción sexual», agregó.

Todavía existen personas de cualquier edad que callan cuando se habla del amor y la sexualidad en la adultez tardía, o tienen pobres ideas acerca del tema o conservan prejuicios o poseen valoraciones erradas.

Diría que no saben que el amor y la sexualidad adquieren una nueva dimensión en la tercera edad, quizás más compañeril o más espiritual; pero en cualquier caso posibilitan el disfrute de la vida y brindan placer, ánimo y bienestar.

El amor y la sexualidad no se jubilan nunca. Las personas de mayor edad también tienen necesidades, dudas e intereses relacionados con su vida más íntima.

Los matrimonios, cuyos miembros tienen avanzada edad, atraviesan situaciones relacionadas con la sexualidad y el amor que son tan legítimas como las que se pueden confrontar en otros momentos de la vida.

La capacidad de amar y la necesidad de amor nos acompañan durante toda la vida. La sexualidad va mucho más allá de la simple relación coital, está presente a cada momento del día en una caricia, un beso, un abrazo, un piropo, un halago… La compañía de una pareja es fuente de seguridad, confianza en la vida, alegría de vivir, motivación y bienestar. (35, 36, 37)

Las pacientes que han logrado alcanzar estudios universitarios tienen menos posibilidades de padecer problemas sexuales que los menos educados, presumiblemente porque los más educados tienden a rechazar los mitos sobre el sexo y el envejecimiento y son más propensos a buscar respuestas.

El inicio de la vida sexual en nuestros días es precoz, de ahí la importancia de educar para lograr que los adultos jóvenes retrasen su primera relación sexual o, si ya están sexualmente activos, que usen la anticoncepción. Casi todos los estudios llegan a la conclusión de que la educación sexual no da lugar a que se tengan relaciones sexuales mucho antes o que éstas sean más frecuentes.

La investigación, encabezada por la psicóloga Rebecca Collins, de la compañía Rand, agregó que «fue chocante el avance en la precocidad sexual que vimos entre los adolescentes que veían mucha programación de contenido erótico. Los niños de doce años que disfrutaron de mucho acceso a ese tipo de programas mostraron un despertar sexual similar al de adolescentes de catorce o quince años que vieron poca televisión de contenido sexual. Según Collins, «el impacto de lo que se ve en televisión es tan grande, que incluso un pequeño cambio en el contenido sexual de lo que ven los adolescentes podría tener un efecto sustancial en su comportamiento sexual». (38, 39)

Estudios realizados por W. Reich; M. Mead; Hite; S. Freud; Kinsey, Máster y Johnson, sobre la conducta homosexual en el sexo femenino ha sido una preocupación humana desde la antigüedad hasta nuestros días; ha sido plasmada en diferentes obras, ejemplo de ello son las pinturas rupestres, las esculturas en piedra como la Venus de Willendorf y las egipcias, templos hindúes, y las pinturas griegas, las cuales proyectan su filosofía para vivirla y practicarla. Sin embargo hasta hace relativamente poco tiempo la sexualidad humana es objeto de estudio sistemático y científico para distintas ciencias como la fisiología, anatomía, filosofía, psicología, antropología, etc. entre otros, siendo pioneros en este rubro y por ende los principales contribuyentes de sacar a la luz datos concernientes al tema.

Dentro de la sexualidad existen variantes que pueden detectarse y por ende clasificarse. Lejos de cualquier consideración moral, es posible encontrar diversas manifestaciones que son propiciadas por el grupo social o cultural, como la relación heterosexual, que es la más frecuente en la especie humana y del reino animal. Otras posibilidades son la pedofilia, gerontofilia, necrofilia, homosexualidad, etc. (40,41) Respecto a esta última ha recibido distintas definiciones, que parten desde la popular hasta la científica, y en este caso todas coinciden, como aquella relación sexual que se da entre personas del mismo sexo (cf. Mccary, 1983. pp. 266).

Conducta homosexual el caso femenino

La homosexualidad, ha sido tratada a través de la historia de manera característica y peculiar, que responde al énfasis y espíritu de la época y el lugar. Algunas explicaciones la sugieren como una cuestión ritual, otras una manifestación maligna, una herejía, un desorden o trastorno mental, una perturbación, una perversión, una desviación, hasta llegar a la actual consideración de ser una orientación diferente de la sexualidad.

Según D. W. Cory (1970), asienta que la palabra homosexualidad tanto para hombres como mujeres se utilizará para hacer referencia a la práctica, de la actividad sexual y a la excitación psicológica que hace desear el acto sexual o el establecer una relación afectiva con personas del mismo sexo.

En lo concerniente a la homosexualidad en mujeres se tiene poca información. La homosexualidad femenina o lesbianismo es caracterizado por la relación y atracción sexual o emocional entre las mujeres. El término de lesbianismo o proviene del nombre de la isla griega de Lesbos, lugar en que vivió Safo, principal exponente que hace alusión a este respecto escribiendo poemas de amor dirigidos a mujeres. Ejemplo: «Con la suave Venus, En delicioso lecho, Dormí entre rosas, Dormí amorosos sueños…» (O’neill, C.1960). (42)

Alfred Ch. Kinsey (1939), observó que no existe una clara separación entre el comportamiento heterosexual y el homosexual. En encuestas de la época, el 10% de las mujeres y el 28% de los hombres admitían tener comportamientos homosexuales y un 37% de los hombres estar interesados en la homosexualidad. Otro ejemplo en la investigación sobre la conducta sexual fue Máster y Johnson quienes trabajaron sobre la respuesta sexual en 1954.

No hay duda de que existen hombres morfológicamente muy feminoides y mujeres viriloides, incluso puede suceder que ello coincida con tendencias homosexuales y en ese caso nos sentaríamos a pensar que tales tendencias resultan de la situación orgánica, sin embargo, no es raro encontrar sujetos morfológicamente ambiguos, incluyendo la voz que tienen tendencias exclusivamente heterosexuales, es más común todavía ver homosexuales que presentan una morfología completamente normal, el comportamiento gestual puede engañar. Tal muchacho habla como mujer, se menea al caminar, es afeminado… en pocas palabras hace constantemente, por lo general sin desearlo inconscientemente y a pesar suyo, el papel de una caricatura de mujer. En efecto, al observarlo se nota de inmediato que actúa y que exagera. Ahora bien, el examen somático, genético y hormonal es completamente normal (cf. Oraison, M. 1978, pp. 97). Al parecer la cuestión de la homosexualidad remite a un estereotipo de comportamiento y de arreglo personal, además de ubicarla exclusivamente en la modalidad masculina.

En México, apenas si se han hecho intentos por aproximarse al estudio de la sexualidad, en general, y aun menos respecto a las variantes de ésta (cf. Gómez Robleda 1948; Muñoz, 1961; Ramírez S; 1977; Döring, 1994; Santiago H., y Sánchez, G., 1996, entre otros).

La importancia del desarrollo de este tipo de estudios radica en: conocer la respuesta sexual, en lo general, y de la homosexualidad femenina, en lo particular, de la mujer mexicana.

Disfunción Sexual

Llamamos «disfunción sexual» cuando las pacientes tiene problemas relacionados con el sexo. Tanto el hombre como la mujer la pueden tener. Existen cuatro tipos de problemas sexuales en la mujer. (43)

• Trastornos del deseo- Cuando usted no está interesada en tener sexo o tiene menos deseo de tener sexo del que tenía anteriormente.

• Trastornos del despertar- Cuando usted no siente una respuesta sexual en su cuerpo o cuando no puede mantenerse excitada.

• Trastornos del orgasmo- Cuando no puede lograr un orgasmo o tiene dolor durante el orgasmo.

• Trastornos que causan dolor durante el sexo- Cuando usted tiene dolor durante o después de tener sexo. (44)

Muchas cosas pueden causar problemas en la vida sexual. Ciertos medicamentos tales como los contraceptivos orales y las drogas de quimioterapia, enfermedades tales como la diabetes o la presión arterial elevada, el uso excesivo de alcohol o las infecciones vaginales pueden causar problemas sexuales. La depresión, los problemas en las relaciones interpersonales o el abuso (actual o pasado) también pueden causar disfunción sexual.

La paciente puede tener menos deseo durante el embarazo, inmediatamente después del parto o mientras está lactando. Después de la menopausia muchas mujeres sienten menos deseo sexual, tienen resequedad vaginal o dolor durante el coito (penetración del pene en la vagina) debido a la disminución de una hormona corporal llamada estrógeno.

El estrés de la vida cotidiana también puede afectar su capacidad para tener relaciones sexuales. Estar cansado por un día de trabajo fuerte o por cuidar niños pequeños puede afectar su deseo sexual. O puede estar aburrida por una rutina sexual que ha durado mucho tiempo. (45, 46)

Hasta un 70% de las parejas tienen problemas sexuales en algún momento de su relación. La mayoría de las mujeres tendrán sexo que no las satisface en algún momento de su vida. Esto no significa necesariamente que tengan un problema sexual. Si no desea tener sexo o si el sexo que tiene nunca la satisface podría tener un problema sexual.

Si el deseo es el problema, la paciente debe tratar de cambiar su rutina usual, tener sexo a distintas horas del día o de ensayar una posición sexual distinta. Los trastornos del despertar con frecuencia pueden mejorar con el uso de una crema vaginal o de un lubricante sexual para la resequedad.

Si la paciente tiene problemas para alcanzar un orgasmo es posible que no esté teniendo suficiente juego amoroso o estimulación antes de que comience el coito. La estimulación adicional con un vibrador antes de tener sexo con su pareja puede serle útil. Es posible que la fémina necesite frotarse o estimularse durante una hora antes de tener sexo. Muchas mujeres no tienen un orgasmo durante el coito. Si desea tener un orgasmo durante el coito la paciente o su pareja puede frotar suavemente el clítoris. La masturbación también puede serle útil ya que le puede ayudar a aprender qué técnicas funcionan mejor en usted.

Si la fémina está teniendo dolor durante el acto sexual debe ensayar posiciones diferentes. Cuando la mujer está encima tiene más control sobre la penetración y el movimiento. Vaciar su vejiga antes de tener sexo, usar lubricación adicional o tomar un baño de agua tibia antes de tener sexo puede ayudar.

Si la paciente ha pasado por la menopausia o si le han removido el útero y los ovarios, o solamente estos últimos, debe tomar una hormona llamada estrógeno que podría ayudarle con sus problemas sexuales.

Es probable que la mujer haya oído que tomar Sildenafil (Viagra) o la hormona masculina llamada testosterona puede ayudar a las mujeres con problemas sexuales. No ha habido muchos estudios sobre los efectos del Viagra o de la testosterona en mujeres, entonces los médicos no saben si estos medicamentos pueden ayudar o no. Tanto el Viagra como la testosterona pueden tener efectos secundarios graves, por lo tanto, su uso probablemente no vale la pena por el riesgo que ello representa.

Los ejercicios de enfoque en la sensación en los cuales una persona da un masaje mientras la otra dice qué le gusta y pide cambios; por ejemplo, «más suave» o «más rápido», etc.). Las fantasías pueden aumentar su deseo. Apretar los músculos de la vagina con fuerza (ejercicios Kegel) y luego relajarlos puede también aumentar su excitación. Trate de realizar actividades sexuales que no sean coito; tales como masajes, sexo oral o masturbación.

Las féminas deben hablar con su pareja acerca de lo que a cada uno le gusta y lo que le disgusta o de lo que desearía experimentar. Pídale ayuda a su pareja. Recuerde que su pareja puede no querer hacer algunas de las cosas que usted puede querer ensayar, y usted puede no querer hacer lo que su pareja quiere. Ustedes deben respetar lo que les gusta y lo que no les gusta a cada uno. Esto ayuda a que usted y su pareja tengan una buena relación sexual.

La Sexualidad en la tercera edad, es un tema que no debemos olvidar por la importancia que reviste. La capacidad de amar es inherente al ser humano, es todo un aprendizaje presente en todas las etapas de la vida y que encontramos también en la tercera y cuarta edad. La sexualidad termina sólo con la muerte; las relaciones sexuales además de no tener límite de edad, se consideran una práctica sana y recomendable, beneficiosa tanto para el equilibrio psíquico como para la autoestima, aseguran los expertos. Gerontólogos y sexólogos están de acuerdo en que el mejor tratamiento contra los cambios fisiológicos que ocasiona el envejecimiento a nivel genital es continuar haciendo uso del sexo.

En una de la sesiones del Congreso Mundial de Sexología celebrado en el Palacio de Convenciones de la capital cubana. Este y otros temas afines serán ampliamente debatidos dentro del gran capítulo Sexualidad en las diferentes etapas de la vida, en, cultura, género y sexualidad, sexualidad y adolescencia, salud reproductiva y prevención de VIH, estuvieron también presentes en la agenda de trabajo de más de mil 200 delegados de unos 70 países asistentes a la cita.

La autora norteamericana Jacqueline Hayden realizó una inusual exposición de fotos, Figure Model Series, basada en desnudos en personas de la tercera edad, fue presentada como parte de la jornada del jueves por. La vida no termina porque hayamos envejecido, afirmó la fotógrafa, esta colección es para cambiar la mentalidad de todos, para darles oportunidad a todos no importa su edad.

Según un artículo que publica la revista Journal of the American Medical Association. Los bajos niveles de alguna de las hormonas sexuales no indican la posibilidad de disfunción sexual en las mujeres, según el artículo, este tipo de disfunción, evidenciado principalmente por un escaso deseo sexual, es común entre las mujeres, aunque los expertos difieren en las cifras. Unos apuntan que es común en el 8% de las mujeres y otros elevan esta cifra hasta el 50%.

El artículo señala que si bien hay múltiples factores psicológicos, sociales y de salud que contribuyen a la disminución del deseo y la excitación sexual, hay científicos que han indicado que los bajos niveles de andrógenos determinan en grado importante la conducta sexual de las mujeres. «Se cree, en general, que un nivel bajo de testosterona es lo que señala el diagnóstico en el conjunto de síntomas que caracteriza la insuficiencia femenina de andrógeno, sobre la base de pruebas terapéuticas y la opinión de los expertos», indica el artículo. «Sin embargo, se carece de pruebas de que un bajo nivel de testosterona distinga a las mujeres con baja función sexual de las demás», agregó.

Susan Davis, de la Escuela Monash de Medicina, en el Hospital Alfred, de Victoria (Australia), y sus colegas llevaron a cabo un estudio para determinar si el poco deseo sexual, declarado por las propias mujeres, está vinculado con bajos niveles de andrógenos.

En el estudio participaron 1 423 mujeres con edades comprendidas entre los 18 y los 75 años, reclutadas al azar entre abril del 2002 y agosto del 2003. Fueron excluidas las féminas menores de 45 años y que usaban anticonceptivos orales. Para evaluar la función sexual de las mujeres, los investigadores utilizaron el llamado perfil de función sexual femenina y midieron sus niveles de Testosterona, Androstenediona, y sulfato de Dehidroepiandrosterona (DHEAS, en inglés). «No encontramos pruebas de vinculación entre los niveles bajos de algunos de los aspectos sexuales evaluados, y los niveles bajos de testosterona», señalaron los autores.