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Comportamiento de la sexualidad femenina en pacientes pertenecientes al CMF de la punta

«En cambio observamos vinculaciones significativas entre el poco deseo, excitación y respuesta sexual entre mujeres jóvenes (de 18 a 44 años) y la poca respuesta (sexual) de mujeres mayores de 45 años en adelante), y los bajos niveles de DHEAS». «Además de demostrar que la medición de testosterona no es útil para el diagnóstico del síndrome propuesto de insuficiencia femenina de andrógeno, nuestras conclusiones tampoco sustentan un papel útil para el diagnóstico de la medida de DHEAS», agregó.

El artículo sostuvo que a pesar de las probabilidades crecientes de que las mujeres con baja función sexual tengan bajos niveles de DHEAS, la mayoría de las mujeres que participaron en el estudio y tenían bajos niveles de DHEAS «no dio cuenta de baja función sexual».

El departamento de Genética Humana en la Universidad de Jerusalén, Richard Abstein informó que e l deseo sexual en el ser humano varía por razones genéticas y no psicológicas, como se suele creer, según un equipo investigador encabezado por el jefe de las primeras conclusiones del estudio, que despierta interés mundial y que difundió el jueves el diario Maariv, indican que sólo 30 de cada 100 personas tienen la mutación genética que intensifica el apetito sexual y las restantes 60 carecen de ella, en un futuro las perturbaciones sexuales podrían tratarse por medios genéticos, en aparente alusión al empleo de medicinas, y no por la tradicional vía psicológica. En la investigación participaron, además de expertos de la Universidad Hebrea de Jerusalén (UHJ), otros del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Ben Gurión de Beersheva, y expertos del Hospital Psiquiátrico Herzog, indica el rotativo israelí.

Los investigadores probaron que si se producen ciertos cambios en el gen que influye sobre la sexualidad, se manifiesta en una represión del deseo o una disminución en el funcionamiento sexual, pero, si se producen otros cambios distintos, aumenta el deseo, según indicaron sin especificar de qué cambios se trata en ambos casos.

Los entendidos sostienen que, probablemente, la mutación genética que aumenta ese apetito es relativamente nueva en la historia humana y dataría de los días del Homo sapiens, hace unos 50 000 años.

Según la doctora Jennifer S. McCall-Hosenfeld en estudios realizados en la Women’s Health Initiative (WHI). Aseguran que la insatisfacción sexual femenina no predice enfermedades cardiovasculares ni del flujo sanguíneo, indicó un análisis de los datos recopilados de las mujeres, aspectos de la sexualidad, como el de la insatisfacción sexual, no predice el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, autora principal del estudio.

El mismo mecanismo regula el flujo sanguíneo en la pelvis de hombres y de las mujeres, por lo que es probable que los problemas sexuales femeninos indiquen cardiopatía, se informó en American Journal of Medicine. En este estudio se analizaron 46 525 mujeres entre 50 y 79 años de edad que participaban en el WHI y eran sexualmente activas. El 77% expresó satisfacción sexual.

En 7,8 años de seguimiento, no hubo asociación entre la insatisfacción sexual y el riesgo de sufrir Infarto Cardiaco, Accidente cerebrovascular, Hipertensión Arterial, Hipercolesterolemia y Diabetes Mellitus. Pero las mujeres que habían manifestado insatisfacción sexual eran más propensas a presentar enfermedad arterial periférica, o mala circulación en las piernas. Las características de fácil medición de la función sexual femenina no son indicadores de salud cardiovascular tan fiables como en los varones. En las mujeres la función vascular no interfiere en la satisfacción sexual, concluyó.

Según el Dr. Basso el 50% de los pacientes con enfermedades cardiovasculares, en especial después del infarto cardíaco, presentan algún trastorno de la función sexual, muchos de ellos reversibles independientemente de su edad y sexo. Los cardiópatas a menudo poseen el temor, a veces infundado, de tener un infarto cardíaco durante el coito y, por tanto, pueden tener menos sexo. La sexualidad influye en menos de un 1% en la aparición del infarto cardíaco, aun en casos de pacientes con cardiopatía de base.

Disfunciones sexuales femeninas son muy frecuentes en nuestro medio y es recomendable que cuando las personas sufren algún problema de esta índole, no se sientan avergonzadas y acudan a la consulta de sexología. La solución es más fácil y rápida cuando el problema es reciente. La terapia que se lleva a cabo se realiza generalmente a nivel de pareja. Es necesario e imprescindible el seguimiento por parte de un sexoterapeuta para lograr el éxito del tratamiento. Todas las disfunciones sexuales femeninas tienen tratamiento, con una eficacia del 95 por ciento.

La anorgasmia es la inhibición recurrente y persistente del orgasmo, manifestada por su ausencia tras una fase de excitación normal y producida a través de una estimulación que pueda considerarse adecuada en intensidad, duración y tipo.

Existen diferentes tipos de anorgasmia y para su mejor estudio la clasifican en diferentes tipos:

Anorgasmia primaria: la sufre aquella mujer que nunca ha obtenido el orgasmo ni a través del coito ni por masturbación.

Anorgasmia secundaria: la sufre aquella mujer que, tras una época de haber tenido orgasmos con normalidad, deja de experimentarlos de forma sistemática.

Absoluta: si no es capaz de alcanzar el orgasmo mediante ningún procedimiento (autoestimulación, heteromasturbación, entre otros).

Relativa: cuando no se obtiene el orgasmo de una forma determinada, por ejemplo, anorgasmia coital.

Situacional: si puede alcanzar el orgasmo sólo en determinadas circunstancias específicas.

También son múltiples las causas que responden a los diferentes tipos de anorgasmias, se plantea que la fisiología del orgasmo es bastante compleja, actúan una serie de contracciones reflejas de ciertos músculos genitales localizados en la vagina. Cualquier enfermedad o traumatismo en dicha zona al igual que la ingesta de cualquier droga, e incluso algún fármaco en concreto pueden ser causas orgánicas que inhiban el orgasmo.

Orgánicas: sólo representan un 5% de las causas. Enfermedades endocrinológicas (diabetes, etc.), neurológicas, ginecológicas, etc.

Psicológicas: son las más frecuentes; las principales razones son: condiciones negativas culturales, experiencias sexuales traumáticas, factores interpersonales, falta de información sexual, monotonía en las relaciones, falta de concentración, nerviosismo, angustia, etc. El orgasmo puede ser inhibido por la ambivalencia de la mujer respecto a su compromiso de cara a la relación de pareja, el temor a ser abandonada, temor a afirmar su independencia, sentimiento de culpabilidad sexual.

En las mujeres que no tienen orgasmos es muy frecuente el miedo a perder el control sobre los sentimientos y sobre su conducta. Otras causas pueden ser motivos educacionales, sociales, culturales, falta de conocimientos sexuales y del funcionamiento del propio cuerpo, ansiedad, depresión, tensión corporal y un largo etcétera.

Otras de la disfunciones sexuales que podemos encontrar con frecuencia es el Vaginismo el cual consiste en la imposibilidad de realizar el acto sexual, debido a la contracción involuntaria de los músculos del tercio inferior de la vagina. En algunos casos, las mujeres que padecen vaginismo pueden gozar de los juegos sexuales, e incluso alcanzar el orgasmo siempre que no se produzca el coito.

La mayoría de las causas son psicológicas. La falta de información sexual o falta de comunicación, que conducen al miedo o temor; experiencias traumáticas, violación, abusos sexuales, miedo al embarazo, temor a contraer enfermedades de transmisión sexual, etc.).

La Dispareunia también se denomina coitalgia. Son las molestias que padece la mujer durante el acto sexual, haciéndolo doloroso o dificultoso. Abarcan desde la irritación vaginal postcoital hasta un profundo dolor.

El término Dispareunia, que significa «apareamiento difícil», se emplea en general referido a la mujer, pero los hombres pueden padecer también de Dispareunia como consecuencia principalmente de afecciones en la próstata.

Dentro de sus causas pueden ser de origen orgánico: agentes infecciosos, enfermedades genito-urinarias, irritaciones por el material de los anticonceptivos de barrera (preservativos, diafragma, dispositivos intrauterinos -DIU-, espermicidas) y, en la tercera edad, vaginitis senil. De origen psicológico: la pérdida de interés por el compañero, que puede originar una inadecuada lubricación vaginal, o la falta de excitación en el momento de la penetración.

El dolor durante o después de realizado el acto sexual es el síntoma principal que refieren en consulta las mujeres aquejadas de Dispareunia, término médico empleado justamente para este trastorno, originado por diversas causas, como dificultades para la excitación, cambios hormonales en el climaterio, infecciones vaginales y otras.

Investigadores cubanos se refieren a la Dispareunia como una de las disfunciones sexuales caracterizadas por dolor, entre las que se encuentra también el vaginismo, entidad esta que ocasiona un espasmo involuntario de los músculos que rodean la vagina, de forma tal que esta se cierra, haciendo que la penetración sea difícil y dolorosa, o incluso imposible.

Algunas estadísticas indican que alrededor del 60% de las mujeres han padecido alguna vez Dispareunia. La localización y naturaleza del dolor pueden ser muy importantes desde el punto de vista clínico para alcanzar el diagnóstico de certeza ya que el dolor en la Dispareunia, de acuerdo con la causa que lo provoque, puede estar referido a la vulva, a la zona media o profunda de la vagina.

Entre las principales causas y que con mayor frecuencia aparecen están las de origen psicológico u orgánicas. Entre las primeras se citan la violación en la infancia o la violencia física; entre las orgánicas, la inflamación de la vulva y la vagina (conocida como vulvitis), afecciones de las glándulas de Bartholín (encargadas de la lubricación), por reacción cicatrizal después de una cirugía, o una lubricación inadecuada de la vagina por trastornos de la fase de excitación, fundamentalmente.

Es relativamente frecuente el dolor coital después de un parto, que son originados por desgarros o como consecuencia de una cirugía y, asimismo, por infecciones. Por ello son de suma importancia los cuidados posparto y que la pareja no reanude su vida sexual hasta transcurridos, como mínimo, seis semanas del parto.

La anafrodisia se trata de una inhibición de la excitación en general. Se presenta por una falta de sentimientos eróticos, siendo para estas mujeres la relación sexual algo parecido a un castigo. La situación provoca insatisfacción y depresión, formulando constantemente excusas como posibilidad para evitar una relación sexual. Las causas son fundamentalmente de origen psicológico: negación al éxito, al placer y al amor; miedo al rechazo por parte del compañero, dificultades para manifestar sus deseos sexuales, conflictos, etc.

Las parejas en las que un miembro padece esta disfunción, pueden llegar a tener graves problemas de convivencia, si el afectado es la mujer la excusa principal es que la penetración le provoca dolor, normalmente no quieren profundizar en el problema. Este dolor es provocado por la sequedad vaginal y por la contracción de los músculos vaginales. Esto a su vez esta provocado por trastornos psicológicos debidos -la gran mayoría- a una educación sexual represiva o simplemente a la falta de educación sexual, las estadísticas indican que las mujeres que padecen esta enfermedad, tienen o han tenido hermanos menores varones en su infancia en donde la educación sexual en el seno de la familia ha sido más permisiva con ellos.

La vivencia de esa desigualdad en la época adolescente crea un conflicto mental oculto, que se manifiesta cuando llega el momento de la primera relación con penetración, en estos casos las mujeres en el último momento evitan el acto sexual y el conflicto se acentúa. En la época adulta las mujeres que en su adolescencia han pasado por esta disfunción, y no han sido tratadas satisfactoriamente, no tienen una vida sexual sana, si tienen pareja el problema sexual lo padecerá en mayor medida su pareja, que puede llegar a padecer un grave problema de ansiedad y finalmente llegar a la ruptura de la pareja, es frecuente también que el varón busque otras vías para satisfacer su deseo sexual.

En épocas pasadas la causa de la Disfunción Sexual se consideraba puramente psicógena y los pacientes eran atendidos sólo por especialistas en Psiquiatría. En la actualidad los hombres y mujeres con trastornos en la esfera de la sexualidad reciben una atención integral por especialistas de las diferentes disciplinas relacionadas con esta esfera.

En relación con la sexualidad existen además factores sociales, religiosos y educacionales que pueden influir negativamente en la actividad sexual del sujeto. Es por ello, que en toda consulta de Sexología se requiere evaluar la información que acerca de la sexualidad poseen los pacientes que a ella asisten.

Los mecanismos que intervienen en el control de la actividad sexual son múltiples, de ellos el factor neural y el vascular pueden verse afectados por el empleo de drogas que alterarían este mecanismo. En la serie de pacientes estudiada, el 25% utilizó algún fármaco capaz de interferir con la erección y se obtuvo mejoría clínica con el reajuste del tratamiento. Estos resultados confirmaron la importancia de los efectos secundarios de algunos medicamentos en la patogenia de la Disfunción Sexual y mostraron la necesidad de un interrogatorio exhaustivo y de una constante actualización por parte del personal del equipo multidisciplinario, pues cada día se añaden más drogas a esa lista.

Obesidad repercute de forma negativa en el deseo sexual, bajar de peso mejora su vida sexual, la obesidad disminuye el deseo sexual.

En los pacientes obesos aparecen manifestaciones clínicas en las diferentes etapas o fases:

Fase del deseo (la ausencia de este, la aversión), la fase de la excitación (en el hombre, disfunción eréctil; y en la mujer, falta de excitación, problemas de lubricación y el vaginismo o contracción involuntaria de los músculos de la vagina que imposibilita la penetración del pene) hasta la fase del orgasmo (trastornos de la eyaculación en el hombre -precoz, retardada o ausencia- y en la mujer, la anorgasmia).

En los últimos tiempos, en el mundo se han empleado técnicas de diferentes escuelas psicológicas que son, por ejemplo, del aprendizaje social, del desarrollo de habilidades sociales y de técnicas de placer, enseñando a la pareja a recrear el preámbulo amoroso y no centrarse en la erección, a que se pierda la ansiedad del desempeño, especialmente en el hombre.

En Cuba se han creado, programas clínicos educativos diseñados para las disfunciones masculinas y femeninas, que incluyen elementos en común, como son el trabajo con los mitos, los prejuicios, los temores. Se enseña a estas personas no solo a identificar esos mitos o ideas irracionales, sino que les brinda recursos y estrategias para poder enfrentarlos. Se trabaja en la autoestima, porque el individuo debe ser capaz de apreciarse, de reconocer sus valores; la comunicación en la pareja, entrenándose en la empatía o habilidad de comprender y ponerse en el lugar del otro y en la asertividad, para expresar de manera clara y precisa lo que se siente y quiere. Todo con un enfoque personalizado, según sus necesidades.

Aunque las disfunciones son fundamentalmente orgánicas o fundamentalmente psicógenas, en ambas se han percibido mejoría. Los casos de causa orgánica requieren un seguimiento posterior.

En sentido general, en el mundo y en Cuba, los trastornos más frecuentes en el hombre son la disfunción eréctil y los trastornos en la eyaculación y en la mujer se encuentran los trastornos del deseo y la falta de orgasmo. Pero hay que tener en cuenta que muchas mujeres se autodiagnostican anorgásmicas, pero cuando se explora se observa que no es real, sino que tienen una magnificación del orgasmo. De ahí la necesidad de explicar que el orgasmo, para todos no es igual. Recuerden que de la sexualidad se habla y se inventa mucho, se sobrevalora mucho y hay poca educación.

Hay que aceptar el hecho de que cada mujer alcanza el orgasmo de una manera determinada y colaborar en la relación sexual, se debe insistir en los pacientes para que no se preocupen por si tienen o no el tamaño de pene adecuado. Es natural que la gente esté llena de dudas. Al fin y al cabo ¿durante cuantos siglos se ha dicho que el «sexo» debía practicarse de una determinada forma? Aunque se está a la vanguardia de una nueva sociedad en que en muchos órdenes de la vida se imponen las nuevas ideas, hace valor para que una persona viva su sexualidad con autenticidad y crea en sí misma y en su pareja. El empeño en centrarse en la erección causa un enorme perjuicio tanto a hombres como a mujeres.

Sentir el placer del propio cuerpo es, desde luego, un derecho de cualquier ser humano, pero dejar que a uno le impongan consignas que no son beneficiosas ni para él ni para su pareja es otra cosa. Como no son más que consignas, cada uno puede desprogramarse, tener ideas propias.

La terapia sexual no puede hacer suyas pseudonecesidades creadas por el consumismo neo-liberal; Parece adecuado, por lo tanto, considerar la disfunción sexual masculina a través de la óptica femenina, al fin y al cabo es la mujer quien padece a la pareja culpable de los dos mayores delitos sexuales que un hombre puede cometer: ser un eyaculador precoz y, lo que es aún peor, un impotente.

Las estadísticas nos ofrecen cifras inquietantes, dos de cada tres hombres menores de 50 años son incapaces de controlar el momento de la eyaculación, uno de cada dos mayores de cuarenta, padece algún grado de dificultad en alcanzar o mantener la erección. La contrapartida también es inquietante, la mitad de las mujeres sexualmente activas no alcanzan el orgasmo.

Para el hombre más terrible aun que la eyaculación precoz, es la experiencia de vivir una impotencia. El macho no logra tener o mantener erecciones con fuerza suficiente para penetrar, siente mucho más que un simple trastorno, considera que su vida sexual ha finalizado.

Como reacción suele evitar todo contacto erótico que pueda poner en evidencia su incapacidad. La mujer, por su parte, temerosa de herir a su marido, cocina su desconcierto entre miedos, temores y nostalgias. Aunque pretendamos ignorarlo los roles de género repercuten de modo notable en la conducta y actitudes sexuales. Muchos siguen pensando que el organismo de los hombres posee una capacidad sexual mayor que las mujeres, lo que se manifiesta en una mayor frecuencia y en la adopción de un rol activo, a diferencia de la reacción femenina, y en que la excitación del varón se produce rápida y automáticamente, a diferencia de la mujer que necesita palabras dulces, caricias y aún así, su grado de excitación, cuando lo alcanza, es precario. Otro mito discriminatorio es el que asegura al varón la maestría sexual: iniciar el juego amoroso, controlar momento y ritmo de movimiento, conocer, integrar y saber relacionar los métodos y procedimientos para excitar y asumir y hacerla llegar a un feliz orgasmo. El tercer gran mito es que el rol que debe jugar el pene en todo esto es de que se exige una gran dimensión, erección en ángulo recto y cierre adecuado.

Mientras que para Malinowski la sexualidad no era sinónimo de coito, de simple transacción fisiológica, sino algo que «presupone amor y requerimiento afectivo, convirtiéndose en el núcleo de instituciones venerables como el matrimonio y la familia», un pensar de la consistencia y lucidez Freud afirma lo contrario cuando dice:

«Creamos que no puede haber duda acerca de la interpretación que debe darse al término sexual: significa lo indecoroso, aquello que no debe mencionarse». La concesión freudiana nos lleva directamente al pene, porque una sexualidad indecorosa no puede ser aquella que presuponga amor, comunicación y vida familiar, y también porque Freud, alrededor del pene levantó un mito, un monstruo sagrado, un monumento a la sexualidad. Quizás el tabú y el mito existieron siempre y Freud simplemente los aprovechó, convirtiéndolos en teoría científica.

Comenzando con un significado etimológico «penis, miembro «viril», continuando con la educación sexista que recibimos e inculcamos desde la infancia, en que solemos mostrar lleno de orgullo paterno los genitales de nuestro bebé macho, de lo que, no pocas veces, dejamos constancia grafica. La preocupación paterna ante el pediatra, sobre todo en los años de la pubertad, es «y aquello como va». En fin, que el muchacho no puede hacernos quedar mal y desde luego, el muchacho confía en que su pene tampoco lo haga quedar mal. Los primeros tropiezos surgen cuando en el urinario o en los baños de la beca o de «la escuela al campo» compara su pene con el de sus compañeros y muchas veces sale mal parado, bien porque algunos de sus compañeros ya ha desarrollado y el no o bien porque efectivamente va a ser hombre de pene pequeño —con todas las implicaciones que ello conlleva— durante su vida.

El hombre que supone que su pene siempre debe funcionar bien, ante el menor contratiempo lo invade la angustia, lo que era una simple falla momentánea, se convierte en un trastorno de magnitud. En este momento ocurre la disfunción sexual, donde la actitud de la mujer juega el rol fundamental. De sus gestos, dichos, y actos dependerá que la disfunción se resuelva o se complique mucho más.

La mujer ante esta situación no debe hacerse cómplice del silencio de la pareja, pero cuando hable con él evite hacerlo con frases como «Si esto sigue así, me voy con otro». Debe enfocar el problema como un asunto de los dos, algo que les pasa y no que le pasa. Tienen un problema y lo van a resolverlo juntos. No debe presionar, muchas veces detrás de una disfunción sexual masculina hay una pareja muy demandante y no debe centrar sus intereses en la penetración, debe mostrarse simple, dispuesta a explorar otras formas y aliéntelo a que lo haga.

Estudios realizados a nivel nacional concluyeron con un auge en estos momentos de los trastornos del deseo, los que en gran medida se relacionan con el estrés, la vida cotidiana, la modernidad, que lleva a que las parejas tengan poco tiempo y no se disfrute el preámbulo amoroso. Hay quien tiene sus relaciones sexuales como para cumplir un plan de trabajo, así como hay que comer y bañarse hay que tener relaciones sexuales, y eso va en detrimento de la relación y por último de la calidad del vínculo de la pareja.

Se ha demostrado en muchos casos que no existen disfunciones, aunque lo piensen, sino problemas de orientación. Muchas personas no conocen que las terminaciones nerviosas fundamentales de la mujer están en el primer tercio de su vagina, por lo que un pene pequeño puede estimularla, y no hace falta uno grande.

La clave para la prevención de este tipo de disfunciones se atribuye a la educación desde edad temprana. Se generan muchos problemas por la falta de educación. Uno de los grandes problemas imaginados es la falta de deseo en la fémina, cuando la realidad en algunos casos es que su pareja no es un inductor adecuado del deseo.

Se realizó un estudio descriptivo, transversal para determinar el comportamiento de la sexualidad femenina en pacientes pertenecientes al CMF de La punta del Policlínico Universitario “Hermanos Martínez Tamayo” del municipio Baracoa- provincia Guantánamo durante el año 2007.
El universo de estudio lo conformó la totalidad de las pacientes 172 de dicho consultorio, y la muestra quedo finalmente constituido por 155 mujeres las cuáles cumplieron con los siguientes criterios de inclusión.

Criterio de inclusión:

 Estar apta mentalmente y/o contar con la presencia de un familiar.
 Los que dieron su consentimiento a participar en el estudio (Anexo # 1)

Criterio de exclusión:

 No contar con una minuciosa historia clínica que reflejara el examen físico ginecológico que descartara, o confirmara, las posibles causas orgánicas en caso de las disfunciones.

Criterio de salida

 No completar el período de estudio independientemente de la causa.

Se caracterizaron las féminas según, edad, paridad, escolaridad y nivel de conocimiento sobre sexualidad para obtener de esta forma el objetivo # 1.

 Edad: Expresada en años cumplidos y se agrupara según los siguientes intervalos

• De 10 a 19 años
• De 20 – 29 años
• De 30- 39 años
• De 40 a 49 años
• De 50 a 59 años
• De 60 y más años

 Número de partos: Se refiere al número de conjunto de fenómenos activos y pasivos que permiten la expulsión del producto, la placenta y sus anejos.

 Paridad: Expresada según el número de hijos en:

• Nulíparas: La paciente que nunca ha parido
• Primíparas: Las pacientes que tuvieron 1 parto
• Secundíparas: Las pacientes que tuvieron 2 partos
• Multípara: Las pacientes que tuvieron 3 o más partos

 Escolaridad:

• Primaria
• Secundaria
• Preuniversitaria
• Universitaria
• Iletrado

Evaluó el nivel de conocimientos de las pacientes sobre la sexualidad como adecuado e inadecuado al aplicar el cuestionario. Anexo # 3

Clave de puntuación del cuestionario:

Estuvo constituido por 12 preguntas, con contenido a evaluar desde la pregunta 8. Cada una de ellas tuvo un valor de 5 puntos, otorgándosele un punto a cada inciso correcto, estableciendo la siguiente escala cualitativa que se aplicó antes y después del estudio, y permitió finalmente seleccionar el total de encuestadas que respondieron correcta o incorrectamente cada pregunta del cuestionario.