El dolor en el parto
RESUMEN
El dolor del parto está catalogado como uno de los más intensos, un dolor agudo que tiene gran variabilidad según las gestantes, ya que influyen factores fisiológicos, psicológicos, sociales y culturales.
Debemos dar a conocer a las mujeres el funcionamiento de la fisiología del parto y poderles ayudar a comprender ese dolor y la manera de afrontarlo, así como de poder poner a su alcance el alivio de este según la mujer decida en cada caso.
Autores
Eva María Orte González (1)
Laura Alba Giménez (1)
Víctor Moreno Sánchez (1)
Marta Carnicer Cebollada (1)
Raquel Sanjuán Domingo (2)
Berta Serrano Alvar (1)
Enfermera especialista en Obstetricia-Ginecología (Matrona)
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria
Autor de contacto: Eva María Orte González
Palabras clave: dolor, parto, cultura.
INTRODUCCIÓN
El dolor del parto, catalogado como uno de los más intensos que vivirá una mujer en toda su vida, es un dolor agudo que tiene gran variabilidad según las gestantes. Según Bonica, el dolor resulta irresistible para la parturienta en un 20% de casos; es severo en un 30%; moderado en un 35% y mínimo en un 15%. Su presencia está provocada por las contracciones uterinas y los cambios en determinadas características del canal del parto: la dilatación cervical y la distensión perineal. El dolor de la primera etapa del trabajo del parto se deriva de la dilatación del segmento inferior del útero y del cuello uterino. El dolor de la primera etapa tardía y de la segunda etapa surge del descenso del feto en el canal del parto. Además, este dolor puede agravarse si el bebe está en una posición anómala. (1)
Los impulsos sensoriales a través de los cuales se manifiesta el dolor, se encuentran en la médula espinal a nivel de T10, T11, T12 y L1 los que corresponden al útero; mientras que los correspondientes al periné son S2, S3, y S4. (2)
Aunque casi todas las mujeres experimentan el dolor de las contracciones a nivel abdominal, del 15 al 74% también pueden experimentar ese dolor en la zona baja de la espalda. (3)
Se ha demostrado que el dolor se incrementa cuanto mayor es la dilatación y tiene una correlación positiva con la duración, intensidad y frecuencia de las contracciones. También el patrón del parto parece ser diferente entre mujeres multíparas y nulíparas.
Hallazgos consistentes indican que durante la primera etapa del trabajo de parto (antes de los 5 cm), las mujeres que nunca han tenido un hijo, en promedio experimentan mayor dolor sensorial que las mujeres que ya han tenido algún hijo. (3)
A diferencia de expresiones dolorosas agudas o crónicas, el dolor del parto no se asocia con ninguna patología, pero sí con el nivel más básico y fundamental de la vida, el dar a luz a un nuevo ser. El por qué este proceso biológico debe causar dolor, ha sido objeto de debate fisiológico y religioso. En la biblia aparece: “A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas, cuantos sean tus embarazos, con dolor parirás los hijos”. (4)
Puede existir una explicación biológica para ese dolor, poner sobre aviso a la futura madre de manera suficiente para que pueda llegar a un lugar seguro y ser ayudada por otras personas en el nacimiento de su hijo (3). No obstante, este dolor es superior al experimentado por otras especies de animales en la misma situación. Este hecho es debido a la adaptación bípeda del homo sapiens sapiens que hizo que nuestra pelvis cambiara su forma (5) para, entre otros, proporcionar acoplamiento a los fuertes músculos que controlan las piernas y al tamaño del cerebro del bebé.
El cerebro humano es siete veces más grande, en términos relativos, de lo que correspondería a nuestra especie. Por este motivo, el bebé debe nacer prematuramente en relación a otras especies, para poder atravesar el canal pélvico de la madre y por lo tanto nacer de una forma inmadura. (6) Somos la única especie que no podemos valernos por nosotros mismos al poco de salir del útero de nuestra madre.
Por otro lado, la relación íntima con el dolor depende del significado que éste revista en el momento en que afecta al individuo. El sufrimiento se expresa de manera muy diversa en cada persona, ya que influyen factores neurofisiológicos, hormonales, psicológicos, contextuales, culturales (7) y es fruto de una educación. Los valores culturales y el comportamiento aprendido pueden vincularse con la experiencia subjetiva del dolor. (8)
No hay dolor sin sufrimiento, es decir, sin significado afectivo que traduzca el desplazamiento de un fenómeno fisiológico al centro de la conciencia moral del individuo, según el sociólogo y antropólogo David Le Bretón. (9)
Parece también que existen bases genéticas en la respuesta a los analgésicos lo que hace que junto a todos los factores que influyen en una persona no existan dos iguales que sientan dos estímulos nociceptivos idénticos. (7)
Para muchas nulíparas el dolor del parto, es la primera experiencia significativa con el dolor. Y ese miedo al dolor puede aumentar la ansiedad que siente la futura madre, aumentar la secreción de catecolaminas (3) y producirse un aumento del dolor en la primera fase del parto. Una mujer con confianza en su capacidad para hacer frente al trabajo del parto, se correlaciona con una menor percepción de dolor y una disminución del uso de medicamentos.
El conocimiento sobre el trabajo de parto se ha mostrado como un predictor significativo del comportamiento afectivo de la disminución de la intensidad del dolor. (8)
Por otro lado, se ha sugerido en algunos estudios que en posición vertical (antes de los 6 centímetros) se experimenta un menor dolor. Se ha sugerido también una relación del dolor con el peso fetal (3,10), con del peso de la parturienta, con la edad y con la ansiedad por la salud del recién nacido. Además, se ha observado que puede ser menor el dolor experimentado al dar a luz por la noche respecto al día, la asistencia a preparación al parto y la experiencia previa con el dolor. También se han observado como factores de riesgo el bajo nivel socioeconómico y el bajo nivel de instrucción.
Nuestra herencia cultural, los valores y las creencias que nos aporta, afectan a los patrones de pensamiento y de comportamiento, a la percepción de la realidad y al binomio salud/enfermedad, así como también a nuestras formas y estilos de comunicación (11). Esto hace que afrontemos de diferente forma el proceso del parto y que se puedan producir conflictos entre las costumbres de origen y las de acogida. También pueden influir factores como las informaciones previas al parto, condiciones psicosociales que las mujeres sufren al encontrarse en un contexto distinto al de origen, el no hablar posiblemente el mismo idioma y la falta de apoyo emocional. Todos estos aspectos las pueden predisponer a una tolerancia más baja al dolor. (12)
El dolor puede condicionar la actitud de una mujer frente al proceso de nacimiento de su hijo y presentar comportamientos no colaborativos con los profesionales sanitarios. El miedo a lo desconocido, el umbral del dolor, el desconocimiento del idioma, los antecedentes obstétricos, etc. Todo ello puede llevar a magnificar el dolor en el parto. En un estudio realizado en Toledo, la percepción de dolor era mayor en la población extranjera a pesar de una menor demanda de la anestesia epidural. Sin embargo, las españolas manifestaban más miedo al proceso del parto que las foráneas. (13)
En nuestro país, las mujeres paren mayoritariamente en los hospitales, los cuales se caracterizan por una alta medicalización y en ellos se oferta como alivio al dolor del trabajo del parto, la anestesia epidural.
El bienestar del parto se relaciona con el alivio del dolor, pero es curioso descubrir que, una revisión realizada por Hodnett muestra que los factores asociados con una mayor satisfacción materna durante el parto fueron, la relación con el cuidador y la cantidad de participación en la toma de decisiones durante el parto, no el alivio del dolor. (14)
Existen otros métodos alternativos al uso de la anestesia epidural. Según los estudios, de un 30 a un 50% de los adultos en los países industrializados utilizan alguna forma de medicación complementaria alternativa y las mujeres en edad reproductiva son las que más frecuentemente la utilizan, un 49%., por lo tanto, cabe esperar que en el embarazo y el parto también se use, (15) por lo que deberían ponerse al servicio de la mujer para que pudieran hacer una elección informada del método más idóneo en cada momento.
A parte de la anestesia epidural como métodos farmacológicos existen la meperidina, el óxido nitroso y el remifentanilo. Y como métodos no farmacológicos, algunos se usan comúnmente, pero a veces su eficacia carece de un estudio científico riguroso. (1,16) Los podemos diferenciar en: el apoyo y soporte de la dilatación durante el trabajo de parto, las inyecciones de agua estéril en el rombo de Michaelis, el baño con agua caliente, la libertad de movimientos, masajes y reflexología, relajación, musicoterapia, aromaterapia, hipnosis, acupuntura, TENS y homeopatía.
CONCLUSIONES
El dolor del parto es una experiencia sensorial y emocional compleja, en la que influyen numerosos factores.
Como profesionales de la salud deberíamos incidir en formar a las gestantes en los grupos de educación maternal, para hacerlas más conscientes de su propia fuerza interior. Y dirigirlos más hacia la disminución de la ansiedad ante los desconocido y al uso de habilidades de afrontamiento. Tenemos que ser capaces de ayudar a la mujer a adquirir habilidades para disminuir ese cúmulo de variables que producen y aumentan el dolor en el parto: el miedo al dolor, las experiencias previas, la preocupación por el resultado, la frecuencia de las contracciones, etc. y reforzar su confianza, pues ellas son las mejores predictoras de que todo funciona y avanza correctamente en su interior. Pudiendo ofertarles en el momento preciso las medidas de alivio que ellas decidan.
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