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El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)

El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es un retrovirus que afecta al sistema inmune del paciente debilitando su funcionamiento lo que provoca un estado de inmunosupresión con niveles de linfocitos muy bajos y al paciente susceptible a cualquier otra enfermedad infecciosa.

Autoras:

Natalia Barrera Lahoz. Grado en Enfermería Universidad San Jorge.

Alexandra Herrero Gadea. Grado en Enfermería Universidad de Zaragoza.

Paula Córdova Matute. Grado en Enfermería Universidad de Zaragoza.

Julia Gallardo Gimeno. Grado en Enfermería Universidad de Zaragoza.

RESUMEN:

 La infección por VIH pasa por varias fases: seroconversión, infección primaria y linfadenopatía generalizada. Cada fase se caracteriza por diferente clínica asociada a un estado inmune deficiente. Las principales vías de transmisión en nuestra sociedad son la sexual y por sangre o hemoderivados. Aunque también se describen otras: materno-fetal o del lactante y transmisión del personal sanitario. Los cuidados de enfermería van encaminados a prevenir la infección, precauciones en el estado de inmunosupresión, técnica aséptica, control de residuos y cuidados paliativos al final de la vida.

ABSTRACT:

The Human Immunodeficiency Virus (HIV) is a retrovirus that affects the immune system of the patient weakening its functioning, which causes a state of immunosuppression with very low levels of lymphocytes, being the affected patient susceptible to any other infectious disease. HIV infection goes through several phases: seroconversion, primary infection and generalized lymphadenopathy. Each phase is characterized by different clinical symptoms associated with a deficient immune state. The main transmission routes in our society are sexual and by blood or blood products. Although others are also described: maternal-fetal or infant and transmission of health personnel. Nursing care is aimed at preventing infection, precautions in the state of immunosuppression, aseptic technique, residue control and palliative care at the end of life.

DESCUBRIMIENTO:

El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) se descubrió en Estados Unidos (EEUU) en la década de los 80 con la aparición de una serie de individuos, en su mayoría varones, que presentaban síntomas y signos similares. Tras las investigaciones, se identificó al microorganismo causante, un virus, que se aisló por primera vez entre 1983 y 1984,  y a partir de aquí se comenzó a estudiar la infección para conocer el alcance de la epidemia a nivel mundial (1).

DEFINICIÓN:

Según la OMS, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) es una enfermedad infecciosa que afecta al sistema inmune del organismo humano, alterando o anulando su actividad. Esto provoca una deficiencia del sistema inmunitario (inmunodeficiencia) frente a otras infecciones o tumores (2).

AGENTE ETIOLÓGICO:

El VIH es un retrovirus humano de la familia de los Retroviridae, que puede ser de dos grupos distintos: virus linfotrópicos de células T y virus de la inmunodeficiencia humana (VIH-1 Y VIH-2). Este virus tiene una estructura icosaédrica con numerosas proyecciones externas compuestas por dos proteínas: la pgl20 externa y la gp41 transmembrana. El VIH, principalmente ataca a células encargadas de la defensa del organismo como son  los linfocitos LCD4+ y  las células CD4+ (monocitos), ambos tipos tienen la capacidad de infectarse por VIH, lo que hace que se generen anticuerpos contra el virus pero muy débiles y por eso no se produce una correcta defensa del organismo (3).

FISIOPATOLOGÍA:

La fisiopatología que produce la infección del VIH se caracteriza por seguir varias fases diferenciadas. Después de un período de 1 a 6 semanas de la infección del virus se produce la primera fase, la fase de seroconversión, la cual se asemeja a un brote de gripe ya que tiene signos y síntomas comunes. Cuando se produce la seroconversión, los niveles de virus son bajos, la replicación de éste se produce de manera muy lenta y los niveles de linfocitos CD4 y CD8 son normales. La infección primaria por VIH es la infección que aparece en los estadios iniciales de la enfermedad y está causada por la diseminación del virus en los órganos linfoides, especialmente los relacionados con el intestino; en la mayoría de los pacientes, esta etapa se caracteriza por ser asintomática. El virus sigue con su replicación en las células linfoides y a pesar de la respuesta del sistema inmune, el virus no se elimina por completo del organismo. Esto conlleva a una infección crónica que puede desarrollarse durante unos 10 años antes de que la enfermedad se haga sintomática, durante este período es cuando más notable se hace la replicación del virus.

Tras esa etapa de replicación aparece una linfadenopatía generalizada, en la que aparecen hinchados los ganglios linfáticos del cuerpo durante varios meses, sin ninguna causa aparente; es cuando el paciente se encuentra en situación de vulnerabilidad frente a cualquier infección oportunista, a partir de aquí ya se habla de SIDA. Esta etapa está caracterizada porque el paciente sufre una inmunodeficiencia grave y los linfocitos CD4 están en niveles inferiores a 200 células/mm3.

Los anticuerpos para VIH son proteínas que genera el sistema inmunitario para combatir a los antígenos de este virus, estos anticuerpos son específicos para el virus del VIH y esto quiere decir que únicamente se crean en presencia de estos antígenos y en caso de que no hubiera antígenos para VIH no se producirían anticuerpos. Si el resultado de la presencia de anticuerpos es positivo, se puede decir que la persona es positiva en cuanto a antígenos contra VIH y que por tanto ha iniciado la respuesta inmune contra el VIH (4).

CONTAGIO:

El virus del VIH puede contagiarse de diversas formas pero para ello es necesario que haya carga viral en cantidades suficientes como para desencadenar la respuesta inmune, y que el virus entre en contacto con la circulación sanguínea. Las principales vías de transmisión son:  sexual, por sangre o hemoderivados, materno-fetal o del lactante y transmisión del personal sanitario (5).

En la actualidad, el contagio sexual supone la mayor causa de transmisión del VIH ya que se ha encontrado material vírico infectado en el líquido seminal, así como en el cuello uterino y en la vagina;  y además, el riesgo aumenta si hay presencia de linfocitos y monocitos, lo que ocurre en procesos infecciosos como uretritis y epididimitis. El coito anal supone el mayor riesgo de contagio sexual ya que la mucosa rectal es demasiado frágil como para separar el semen de las células vulnerables de esta mucosa o las de debajo de ella. Con frecuencia, durante el coito anal se produce un leve traumatismo en la mucosa rectal lo que hace que se provoquen desgarros en esta y el virus pueda acceder con facilidad al torrente sanguíneo. A pesar de que las paredes vaginales son más gruesas que las rectales, también se puede producir contagio a través del coito vaginal ya que la superficie de esta y el tiempo de exposición al semen son mayores. Los casos de transmisión del virus de hombre a mujer suelen ser más frecuentes. El sexo oral también supone una práctica de riesgo para el contagio aunque con menos eficacia. Y también hay que resaltar que han aparecido casos de infección a través de las donaciones de semen para la inseminación artificial cuando la donación no está regulada (6).

Hay otro tipo de contagio que proviene de las transfusiones sanguíneas y de hemoderivados, pues se puede propagar la enfermedad si no se lleva un control exhaustivo de los hemoderivados a transfundir: si a un paciente no infectado se le administra una sangre que contenga el virus, este paciente se infecta. Actualmente, en España, la posibilidad de contagio a través de hemoderivados es mínimo gracias a La Agencia Española de los Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) que regula la importación internacional y la administración de estas sustancias (7).

Muy relacionado con esto, está la transmisión que se produce por compartir jeringas y demás material contaminado, sobretodo, entre personas que sufran drogadicción. Además la transmisión parenteral (a través de la sangre) puede producirse tanto en punciones intravenosas como subcutáneas o intramusculares.

Una forma de transmisión muy importante es la que se produce a través de la madre al feto durante la vida fetal, el parto y/o la lactancia materna, esta se desarrolla principalmente en países en vías de desarrollo. En la actualidad, se llevan a cabo diversas actividades para reducir las tasas tan elevadas de infección en países subdesarrollados frente al VIH; y en países desarrollados, está totalmente contraindicada la lactancia materna en madres infectadas.

Otro tipo de transmisión es la que se produce en el ámbito hospitalario y tiene que ver con la manipulación de muestras o pacientes infectados, sobre todo con objetos punzantes. Se consideran potencialmente infecciosos: la sangre, el semen, las secreciones vaginales y los líquidos corporales (líquido cefalorraquídeo, sinovial, pleural, peritoneal, pericárdico y amniótico). El riesgo de infección aumenta si el paciente que sufre VIH se encuentra en una etapa avanzada de la enfermedad.

DIAGNÓSTICO:

El diagnóstico del VIH se hace a través de una técnica llamada ELISA (Enzymelinked Immunosorbent Assay), que utiliza una muestra de sangre del paciente donde se buscan anticuerpos contra VIH, y si el resultado es negativo se dice que el examen es normal. Cuando esta prueba resulte positiva se debe verificar con una segunda prueba, ya que no tiene fiabilidad 100% (8). Durante los primeros meses tras la infección pueden dar resultados negativos debido a lo que se llama “período ventana”, que es el período que tarda el cuerpo en generar anticuerpos específicos contra estos antígenos, por eso se debe realizar un seguimiento a los individuos que presenten riesgo de contagio. Cuando las dos pruebas de ELISA resultan positivas en un mismo paciente, se debe realizar la prueba de “Western Blot” que consiste en detectar proteínas específicas en la sangre que contengan anticuerpos contra el virus.

Otra de las pruebas que se realizan para el diagnóstico del VIH es el test de PCR (Proteína C Reactiva) que se encarga se descubrir la presencia del genoma virus en la sangre y es la prueba de elección en las transfusiones de sangre. A lo largo del seguimiento de un paciente “seropositivo” se le realiza el recuento de linfocitos TCD4+, además, este recuento sirve de diagnóstico definitivo para la competencia inmunitaria con el virus del VIH y es un gran indicador de seguimiento de la infección. En un paciente inmunodeprimido por VIH, el recuento de linfocitos suele estar por debajo de los 200/pl.

SIGNOS Y SÍNTOMAS:

En cuanto a las manifestaciones clínicas, podemos distinguir tres períodos: síndrome agudo por VIH, estadio asintomático y estadio sintomático (9).

  • Síndrome agudo por VIH se delimita entre las 3 y las 6 semanas posteriores al contagio de la infección y ceden de manera gradual. Se puede identificar con un síndrome vírico de tipo agudo cuyos principales síntomas son: fiebre, faringitis, linfadenopatías, cefalea, letargo, artralgias, pérdida de peso, náuseas/vómitos o diarrea. Al comienzo de la infección se produce un descenso del número total de linfocitos de todas las poblaciones (TCD4+ y TCD8+), posteriormente los niveles de TCD8+ ascienden hasta la normalidad, mientras que los de TCD4+ siguen disminuidos.