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Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP)

Enfermedad inflamatoria pélvica (EIP)

RESUMEN

La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una de las infecciones más comunes en las mujeres en edad fértil no embarazadas, por ello y sobre todo por las secuelas que puede conllevar, supone hoy en día un problema de salud pública importante; por este motivo se ha decidido hacer una revisión de buena parte de la literatura científica relacionada con este tema, utilizando como bases de datos principalmente Medline plus, Cochrane plus, Scielo y PubMed.

AUTORAS

-Yaiza Nagore González: Graduada en Enfermería.

-Leyre Nagore González: Enfermera especialista en obstetricia-ginecología (Matrona).

PALABRAS CLAVE

– Enfermedad inflamatoria pélvica, mujer, ginecología, tratamiento, pronóstico.

QUÉ ENTENDEMOS POR ENFERMEDAD INFLAMATORIA PÉLVICA (EIP)

La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una enfermedad aguda que aparece por el ascenso de microorganismos desde la vagina o el cuello del útero hacia el tracto genial superior, afectando a endometrio, trompas de Falopio, y otras estructuras próximas (ovarios, peritoneo y cavidad pelviana), causando la infección e inflamación de éstas; es una patología frecuente en mujeres jóvenes.

En un alto porcentaje de casos (hasta 85%) son causados por patógenos de trasmisión sexual, principalmente Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis, aunque hoy en día el Mycoplasma genitalium está cobrando fuerza en su etiología; con independencia del agente causal inicial, la enfermedad inflamatoria pélvica debe entenderse como una infección polimicrobiana mixta (facultativos y anaerobios) a la hora de enfocar su tratamiento.

  • Como factores de riesgo con evidencia científica, nos encontramos con los siguientes:

– Edad inferior a 25 años.

– Conducta sexual de riesgo.

– Enfermedades de transmisión sexual (gonorrea, clamidia, vaginosis…)

– No utilización de métodos de barrera durante las relaciones sexuales.

– Historia previa de enfermedad inflamatoria pélvica (EIP).

– Utilización de DIU: solo se asocia en los tres meses posteriores a su                                     colocación, debido a la manipulación que conlleva.

– Cirugía sobre el cuello del útero u otros procedimientos médicos invasivos.

  • Como vías de propagación distinguiríamos tres: canalicular, linfática y hemática.

DIAGNÓSTICO

La enfermedad inflamatoria pélvica puede cursar con los siguientes síntomas: dolor abdominal bajo (es el síntoma más frecuente), aumento de flujo vaginal con características anormales, sangrado vaginal anormal, síntomas urinarios y vómitos; aunque también puede presentarse en ausencia de síntomas.

Como signos, nos podemos encontrar en la exploración ginecológica con dolor a la movilización del cérvix o dolor anexial, con cervicitis y secreción endocervical purulenta (que se observará en la especuloscopia), fiebre, presencia de masa en la región pélvica, y/o peritonitis.

Por tanto, el diagnóstico clínico es complicado dada la inespecificidad de la clínica, por ello el tratamiento empírico puede iniciarse ante la presencia de estos criterios mínimos (dolor en parte inferior del abdomen, dolor a la movilización del cérvix, dolor a la exploración anexial e historia de actividad sexual en los últimos meses.

Para aumentar la especificidad del diagnóstico se pueden utilizar además los siguientes criterios: temperatura, leucocitosis, aumento de la velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva, exudado endocervical que demuestre la presencia de gonococo / chlamydias, material purulento en abdomen, presencia de absceso pélvico.

Por último, en casos de diagnóstico dudoso o fracaso del tratamiento serán la laparoscopia y biopsia endometrial las que proporcionen el diagnóstico definitivo de enfermedad inflamatoria pélvica.

TRATAMIENTO

Se debe instaurar el tratamiento lo antes posible para evitar secuelas.

Se recomienda la utilización de antibióticos de amplio espectro que cubran Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis hasta completar dos semanas de tratamiento.

En casos especiales como absceso pélvico, vaginosis bacteriana, antecedente de instrumentación ginecológica, detección de Trichomonas vaginalis…se asociará cobertura para gérmenes anaerobios.

Este tratamiento se administrará de forma ambulatoria u hospitalaria en función de:

  • Tratamiento ambulatorio. El tratamiento ambulatorio está indicado en cuadros leves o moderados, con reevaluación de la paciente a los 3-5 días del inicio de la sintomatología e ingreso hospitalario en caso de no mejoría.
  • Tratamiento hospitalario. Cuando la respuesta al tratamiento médico domiciliario no ha sido satisfactoria o se dan ciertas situaciones clínicas (enfermedad grave con afectación del estado general, absceso tubo-ovárico, estados de inmunodepresión…), será necesario el ingreso hospitalario e instaurar tratamiento antibiótico endovenoso, que deberá mantenerse hasta 24 horas después de la mejoría clínica para pasar a antibioterapia oral.

En casos severos que no responden al tratamiento médico o si existe evidencia de absceso pélvico, contamos también con la posibilidad de tratamiento quirúrgico.

Además,  las parejas sexuales de las pacientes con enfermedad inflamatoria pélvica, deben ser estudiadas y tratadas si han mantenido relaciones en los 2 meses previos a la aparición de síntomas de esta enfermedad.

COMPLICACIONES DE LA ENFERMEDAD INFLAMATORIA PÉLVICA (EIP)

La incidencia de secuelas aumenta si existe demora en la instauración del tratamiento.

Las secuelas más importantes que podrían darse son: esterilidad, embarazo ectópico, dolor crónico en la zona abdomino-pélvica (con o sin dispareunia), predisposición a recurrencias y en casos raros puede existir mortalidad (peritonitis difusas tras rotura de abscesos tuboováricos o en embolias sépticas tras tromboflebitis pelvianas sépticas).

Además, la enfermedad inflamatoria pélvica también está relacionada con aumento de nacimientos pretérmino y de morbilidad materno-fetal (junto con complicaciones en el neonato).

LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN DE LA ENFERMEDAD INFLAMATORIA PÉLVICA (EIP)

Las medidas de prevención pretenden, por un lado, evitar la infección y por otro, evitar su diseminación y secuelas.

La prevención primaria intenta evitar la infección a través de tareas educativas encaminadas a evitar los hábitos sexuales de riesgo (impulsar un retraso en la edad de inicio de las relaciones sexuales, disminuir el número de parejas y utilizar métodos anticonceptivos de barrera).

Posteriormente, la prevención secundaria se basa en el diagnóstico y tratamiento precoz para evitar las secuelas y la propagación de la infección. Y por último, la prevención terciaria se basa fundamentalmente en evitar la aparición de disfunción tubárica u obstrucción.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Hernández Durán, D., & Diaz Mitjans, O. (2010). Enfermedad inflamatoria pélvica. Revista Cubana de Obstetricia y Ginecología, 36(4), 613-631.

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