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Estrategias de afrontamiento y actitudes ante la enfermedad crónica

enfermedad crónica se define según la OMS (4) como enfermedades de larga duración y por lo general de progresión lenta. Estas enfermedades pueden ser las neoplasias sin tratamiento curativo; enfermedades cardiovasculares como cardiopatía isquémica; enfermedades respiratorias crónicas tales como EPOC o asma crónica; enfermedades osteoarticulares invalidantes (artritis reumatoides y artrosis grave), diabetes mellitus. La epidemiología sobre la enfermedad crónica es que en 2008, 36 millones de personas murieron de una enfermedad crónica, de las cuales la mitad era de sexo femenino y el 29% era de menos de 60 años de edad.

A lo largo del siglo XX se pasa del auge de las enfermedades infecciosas al de las crónicas, que llegan a constituir uno de los problemas socio-médico más importante de la actualidad. Este auge de las enfermedades crónicas ha contribuido al desarrollo del campo de la Enfermería porque son enfermedades con las que se puede vivir durante muchos años. El autor Lawton (1991) (5) añade que esto último ha motivado un cambio en la finalidad de los servicios de salud que deben pasar de luchar únicamente contra mortalidad-morbilidad a prevenir la enfermedad y promocionar hábitos saludables.

Cabe decir que el autor Dever (1976) (6), estudiando el modo de enfermar de nuestra sociedad, encontraba grandes discrepancias entre la contribución a la mortalidad y el gasto sanitario que se efectuaba en cada una de ellas, encuentra que los estilos de vida contribuye a la mortalidad en un 43% y sólo se dedica un 1,5% del gasto total sanitario, mientras que un sistema sanitario contribuye a la mortalidad en un 11% y se le dedica un 90% del gasto sanitario total. Por lo tanto, se precisa de importancia mención las actividades en promocionar hábitos saludables para que la duración de la vida sea de buena calidad, y más cuando el envejecimiento poblacional sigue incrementándose.

Debido a la alta prevalencia de la enfermedad crónica en la sociedad, se cree que es de importancia desde el punto de vista enfermero conocer el afrontamiento de los pacientes afectados de una enfermedad y además de que recursos cuentan para convivir con una enfermedad que es duradera y progresiva, y en definitiva puede afectar a su nivel de calidad de vida debido a que puede influir en la modificación de hábito alimenticio, un cambio en las relaciones interpersonales, la adaptación a un nuevo régimen terapéutico, someterse bajo situaciones de estrés, sentir dolor; con el objetivo de ofrecer los mejores cuidados desde una visión holística psicológica, emocional, social y física.

Objetivos

El objetivo de esta revisión bibliográfica es conocer que estilos y estrategias de afrontamiento son aquellas que favorecen a un mejor afrontamiento en la enfermedad crónica y por otra parte conocer que estilo de afrontamiento favorecen a una mejor calidad de vida basada en indicadores como el nivel de estrés, depresión, ansiedad, bienestar físico y social, apoyo social percibido, adherencia al tratamiento, adaptación al nivel de dolor.

Desarrollo

El objetivo de la medicina y de la sociedad ha sido a partir del siglo XIX aumentar el número de años vividos en un buen estado de salud, y no por ello significa una ausencia de la enfermedad, sino que en definitiva se ha buscado aumentar la calidad de vida.

Los enfermos que padecen de una enfermedad crónica y en el transcurso de ella, va a verse comprometida su calidad de vida, y para comenzar con este trabajo se cree necesario una definición de la calidad de vida, y aunque no existe una definición normalizada, se ha elegido la definición propuesta por la OMS debido a que incluye una visión holística con dimensiones psicológicas, física y social. Según la OMS (7) define que la calidad de vida es la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno. De igual manera, cuando se mide calidad vida en relación con enfermedad se atiende a unos aspectos genéricos con un carácter multidimensional, los autores Ware y cols., (1981); De Haess y Van Knippenberg, (1985); Croog y cols., (1986); Aaronson, (1988); Follick y cols., (1988) (8) afirman que existen 4 aspectos diferenciados para medir la calidad de vida:

Problemas físicos (sensaciones somáticas, síntomas de enfermedad, efectos colaterales, cumplimiento del plan de vida, medicación).

Problemas psicológicos (ansiedad, depresión, estado cognitivo, modo de vida).

Interacción social (cantidad y calidad de la relación con los otros, apoyo social, satisfacción sexual, satisfacción laboral).

Estado funcional (alerta, actividad, integración laboral).

Estos autores señalan que junto con estas dimensiones sería útil incluir también una evaluación global de la calidad de vida. También otros autores se han acercado a esta conceptualización aunque con alguna matización. Así por ejemplo, Lawton (1991) (9) señala que para evaluar la calidad de vida habría que tener en cuenta 4 áreas, que además serían relativamente autónomas: competencia comportamental (salud biológica y funcional, cognición, uso del tiempo, conducta social), calidad de vida percibida (va paralela a la competencia conductual), ambiente objetivo y bienestar psicológico.

De igual manera, Ware (1987) (10) ha señalado que hay cinco conceptos inherentes a esta definición: salud física, salud mental, funcionamiento social, papeles funcionales en el mundo social y bienestar general. Aunque concretando aún más, Arnold (1991) (11) señala que la mayoría de los investigadores coinciden en que una calidad de vida en enfermos crónicos se debería considerar las siguientes características: funcionamiento físico y síntomas, funcionamiento emocional y disfunciones comportamentales, funcionamiento intelectual y cognitivo, funcionamiento social y existencia de una red de apoyo, satisfacción con la vida, percepción de salud, situación económica, habilidad para satisfacer intereses (trabajo, hobbies) y ocio, funcionamiento sexual y energía, y vitalidad. Esta última parece ser la perspectiva dominante, ya que la mayoría de los investigadores intentan abarcar, en las medidas que desarrollan para evaluar calidad de vida, esta multidimensionalidad, aunque como hemos visto, los dominios concretos que se sondean pueden ofrecer distintas matizaciones de un trabajo a otro.

En lo que respecta al afrontamiento, según Lazarus y Folkman (1986) (12) consideran el afrontamiento como los esfuerzos cognitivos y conductuales realizados con el objetivo de dominar, reducir o tolerar las demandas internas y/o externas generadas por el evento estresante que exceden la capacidad del individuo. Los acontecimientos estresantes afectan a los diferentes aspectos de una persona como la faceta emocional, cognitiva y fisiológica; y además es en su entorno social como pueden ser familiares que también se encuentran afectados ante la enfermedad crónica de un familiar. De acuerdo con la teoría, el