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Estrategias de afrontamiento y actitudes ante la enfermedad crónica

menor incapacidad y menores niveles de dolor.

En un estudio llevado a cabo por los autores Redondo, Marta et al en el 2005 (38) en el cual pretende estudiar las relaciones existentes entre los niveles de dolor, discapacidad y emociones negativas en pacientes con artritis reumatoides utilizan una muestra de 89 enfermos diagnosticados de artritis reumatoides que pertenecen al Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de La Paz de Madrid y otros de la asociación Madrileña de Pacientes con Artritis Reumatoides (AMAPAR).

Los instrumentos de evaluación que utilizaron en el estudio fueron: el Inventario de Valoración y Afrontamiento (Cano-Vindel y Miguel-Tobal, 1992) para valorar el estilo de afrontamiento empleado; el Health Assessment Questionnaire –HAQ– (Fries, Spitz, Kraines y Holman, 1980), en su versión española (Esteve-Vives, Batlle-Gualda y Reig, 1993) para valorar la capacidad funcional; el inventario Frecuencia e Intensidad del dolor, FID (Redondo y Miguel-Tobal, 2001) para valorar la frecuencia e intensidad del dolor; el Cuestionario de Tristeza-Depresión –CTD– (Jiménez García, Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1996) para valorar una medida general de tristeza y depresión y por último, el Inventario de Situaciones y Respuestas de Ansiedad Breve –ISRA-B–,(Miguel-Tobal y Cano-Vindel, 1994) para valorar el nivel de ansiedad.

Los autores afirman que el afrontamiento evitativo centrado en la emoción predice un porcentaje de leve a moderado del ajuste de los pacientes con artritis reumatoides en indicadores de dolor, depresión y ansiedad; además, añade que un afrontamiento pasivo (centrado en la emoción) ante el dolor está muy relacionado con la discapacidad y un peor estado de ánimo en los pacientes, debido a que existe una falta de control y suele asociarse a dejar de hacer cosas, y repercute en un bajo estado de ánimo; coincidiendo estos resultados con la afirmación de los autores Hagglund, Haley; Reveille y Alarcón (1989).

La diabetes es otra de las enfermedades crónicas que ha tenido una prevalencia alta en los últimos años, y además, si no existe un manejo efectivo existen complicaciones derivadas de ésta como enfermedades cardíacas, nefropatía, ceguera, y trastornos circulatorios. La diabetes como enfermedad supone una alteración en la homeostasis de la glucosa, que aparece cuando el cuerpo no produce suficiente insulina o cuando las células no pueden hacer uso de la insulina disponible. Las dos formas más comunes de diabetes mellitus son Tipo I o insulinodependiente, causada por un defecto absoluto de insulina y Tipo II, producida por un defecto relativo de insulina. La diabetes de tipo I hay evidencia de que tiene un componente genético y la segunda es debido a los hábitos de salud. Los autores Mata, M et al (39) muestran que la diabetes de tipo

II es la mas prevalente y supone hasta el 90% de todos los tipos de diabetes con una prevalencia poblacional del 3%

En un estudio longitudinal realizado por Ortiz Parada (2006) (40) sobre adolescentes diagnosticados de diabetes mellitus tipo 1 tiene como objetivo conocer si los niveles de estrés está asociado con el estilo de afrontamiento empleado, para ello el autor emplea una muestra de 32 adolescentes y para evaluar el nivel de estrés utilizó el Cuestionario de Estrés para Diabéticos de Polonsky et al. (2005) y para evaluar el estilo de afrontamiento al estrés se seleccionaron 27 ítems de la escala COPE de Carver, Scheier & Weintraub (1989). Los resultados obtenidos por el autor fueron que aquellos participantes que afrontan de modo conductual (afrontamiento centrado en el problema) presentan menores niveles de estrés (r = ­0,361; N = 32; p ≤ 0,05) mientras que aquellos que se centran en el estilo afectivo (centrado en la emoción) parecen más estresados (r = 0,357; N = 32; p ≤ 0,05). En este sentido es esperable, entonces, que aquellos adolescentes con DM1 que afrontan la enfermedad centrados en el afecto no se aproximen al problema y por tanto, adhieran menos a las conductas pilares del tratamiento, y por tanto se traduce en un peor control del plan terapéutico.

Respecto a las enfermedades infecciosas como es el caso de las personas con VIH/SIDA, con la llegada de los tratamientos antirretrovirales altamente activos (HAART en inglés: Highly Active Anti-Retroviral Therapy) se ha demostrado su capacidad para suprimir la carga viral hasta niveles indetectables, incrementar los indicadores de funcionamiento inmunitario tales como recuento de linfocitos CD4-, mejorar el estado clínico y disminuir la mortalidad. Estos resultados han hecho posible comenzar a hablar del VIH/SIDA como una enfermedad crónica y compleja que implica un proceso multifactorial desde un modelo biopsicosocial, añade el autor Vinaccia en el 2003 (41).

Múltiples investigaciones realizadas por los autores Tobón y Vinaccia en el 2003 (42) en la última década muestran cómo el estrés, el afrontamiento y los estados emocionales influyen en el curso del SIDA. Al respecto, hay evidencia de que la depresión y el estrés producen cambios en el sistema nervioso, inmunológico y endocrino, lo que influye para el desencadenamiento y evolución de la enfermedad.

Hablar de VIH/SIDA no es una cuestión de afectación física aisladamente, sino que la salud mental de igual manera se encuentra afectada; una persona que padece de VIH/SIDA es socialmente rechazado y señalado, por esto utilizar las adecuadas estrategias de afrontamiento le va a permitir a la persona lograr adaptarse a su condición y de tal manera lograr la calidad de

vida del paciente deseada, añade Vera et al en el 2004 (43). La infección por VIH produce un fuerte impacto emocional durante todo el proceso de evolución de la enfermedad: ante la sospecha de estar infectado, al ser notificado como portador, al comunicar a otros la notificación, ante la aparición de los primeros síntomas, etc. Estas personas con VIH/SIDA, deben lidiar con un conjunto de estresares fisiológicos, socioculturales, económicos y psicológicos que en conjunto constituyen una amenaza potencial a su salud física y mental.

La ansiedad y depresión a menudo se desencadena en pacientes tras la noticia que tienen que afrontar una enfermedad que es crónica como es el caso de las personas seropositivas, en un estudio concluye que los pacientes seropositivos mostraron un perfil psicológico con un mayor grado de ansiedad y niveles de depresión significativamente más altos que los otros grupos crónicos, así como una autoestima significativamente menor. También afirman los autores Edo y Ballester en el 2006 (44) que los pacientes seropositivos manifestaron mayor preocupación por su salud, mayor grado de interferencia de la enfermedad en su vida y una percepción de apoyo emocional menor que en enfermos oncológicos y pacientes con otras enfermedades crónicas.

De igual modo, Olley, Gxamza, Seedat, Theron, Taljaard, Reid, et al. en el 2003 (45) llevaron a cabo un estudio en Sudáfrica con el propósito de comparar la comorbilidad psiquiátrica, las estrategias de afrontamiento y la incapacidad en 44 hombres y 105 mujeres diagnosticados recientemente con el VIH/SIDA. De acuerdo con los autores, los resultados fueron que en un 56% de los pacientes fueron diagnosticados con un trastorno psiquiátrico, como depresión mayor (34.9%), trastorno distímico (21.5%), trastorno de estrés postraumático (14.8%) y dependencia al alcohol (10.1%). Los autores