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Intervención de Enfermería ante el duelo

Intervención de Enfermería ante el duelo

Para comenzar podemos definir el duelo (del latín dolus” dolor,) como la reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto, o evento significativos. Incluye  componentes físicos, psicológicos, y sociales, con una intensidad y duración proporcionales a la dimensión y significación de la pérdida.

Es un proceso normal, por lo cual, en principio, no se requiere del uso de psicofármacos ni de intervenciones psicológicas para su resolución.

AUTORES:

  • Laura Rodríguez Álvarez. Diplomada en Enfermería.
  • Elvira López Sánchez. Diplomada en Enfermería.
  • Eva Barroso Santamaría. Graduada en Enfermería.

RESUMEN:

La muerte significa la desaparición y pérdida de una persona querida y conduce a un trabajo de duelo.

El duelo es necesario para poder continuar viviendo, para separase de las personas querida conservando lazos diferentes con ella y para reencontrar la libertad del funcionamiento físico y psíquico. Intentar inconscientemente escapar a él, significa introducirse en la vía de complicaciones a veces graves. El trabajo del duelo es siempre necesario y su bloqueo puede conducir a serias dificultades.

El duelo es un momento de la vida que probablemente todos nosotros habremos de conocer. Sabemos que ayuda a madurar a las personas, que estimula sus facultades creadoras, pero nada es más perjudicial que un duelo frustrado o que no encuentra el modo de expresarse adecuadamente.

PALABRAS CLAVE: Duelo, muerte, apoyo, pérdida, cambio, separación.

INTRODUCCIÓN:

Las reacciones ante la pérdida de una persona querida pueden ser muy variadas, dependiendo de la personalidad y también del ambiente cultural. Un acompañamiento eficaz requiere que se respeten dos condiciones fundamentales:

  1. Cada cual recorre caminos diversos para llegar a la aceptación.
  2. Cada uno marcha a diversas velocidades por el camino.

El duelo tiene que ver con pérdidas, con cambios, con finales, con terminaciones, y situaciones vitales que implican el final de algo,  y son constante a lo largo de nuestra vida.

TIPOS DE DUELOS O PÉRDIDAS

  • Duelos Evolutivos: Infancia, pubertad, adolescencia y emancipación, se suceden gracias a renuncias y pérdidas.
  • Duelos Afectivos: Desde el nacimiento hasta la muerte todo son procesos de duelo, con mayor o menor consciencia: el parto, el destete, primer día de colegio, enamoramientos, formación de la pareja, creación del propio hogar, divorcios, emancipaciones de los hijos, “emancipaciones” de los pacientes” etc..
  • Duelos Sociales: Los cambios de estatus también van a tener que ver con todo esto: universidad, empleo, ascensos profesionales, despidos, situación de paro o cambios de trabajo y la jubilación son fuentes constantes reequilibrios.
  • Duelos Corporales: el envejecimiento, la enfermedad, perdida de la juventud y estado de forma.

DIFERENTES TIPOS DE PÉRDIDA POR FALLECIMIENTO

  • La pérdida esperada:

Aquí podemos situar los fallecimientos de personas que padeciendo algún tipo de enfermedad crónica o cíclica no alteran con su padecimiento de forma importante la vida cotidiana de los que le rodean. Es el caso de personas que han sufrido reiterados ataques al corazón, sin que  ninguno de ellos haya dejado secuelas que hayan requeridos cuidados especiales, pero que dejan a toda la familia alerta y en la creencia de que en cualquier momento ocurrirá el definitivo.

El fallecimiento en este supuesto no va a traer grandes dificultades a la hora de elaborar el duelo. Los familiares o seres queridos han tenido ya tiempo suficiente para ir “saneando” cada uno a su forma la relación con el enfermo, por lo que no suele resultar culpógena. Es el mismo caso de personas de edad avanzada que con sus sucesivos achaques nos van avisando, preparando de  la inminencia de su fallecimiento.

  • La pérdida “deseada”.

El entrecomillado del término quiere poner de manifiesto el carácter ambivalente del deseo. Esta situación es típica en familiares cercanos de enfermemos fallecidos tras larga y penosa convalecencia: procesos interminables de cáncer, enfermedades degenerativas, parálisis, procesos terminales de enfermedades inmunológicas, demencias, etc. Terminan por crear tal estado de perturbación ambiental que en su interior el familiar descubren “su deseo” de que todo termine ya, cuanto antes  “porque la situación es insostenible”.

Una vez ocurra el fallecimiento en este supuesto, pueden presentarse los remordimientos, la culpa “apariciones del fallecido”, escuchar su voz, sus gritos, haciendo muy angustiosa la vida del familiar.

  • La pérdida repentina.

Bajo este epígrafe se van a considerar aquellos fallecimientos acontecidos de forma inesperada a “destiempo”, que son vividos por sus allegados como “una cruel manifestación de la vida” y que va a traer como consecuencia una sensación de vacío, de falta de despedida. Es el caso de enfermedades galopantes (se ha ido en 5 días), ataques repentinos, y fundamentalmente accidentes de cualquier tipo (circulación, deportivos, domésticos).

Es obvio que la ambivalencia en el caso de pérdida deseada como la falta de saneamiento en la Repentina va a dar lugar frecuentemente a duelos “Enquistados”.

INTERVENCIÓN DE ENFERMERÍA ANTE EL DUELO.

Es necesaria una reflexión sobre cuando una pérdida o duelo deviene en patológica y hace recomendable nuestra intervención enfermera.

Realmente si el proceso, la relación, el vínculo entre el fallecido y sus allegados era sano, fluido, respetuoso y comprensivo, el duelo con su doble manifestación de frustración y tristeza tendrá las mismas características  de fluidez y terminará abocando en el transcurso del tiempo, en un inequívoco sentimiento de “agradecido recuerdo”.

Esta idea de “agradecido recuerdo”, es el termómetro del término de una relación (padres-parejas-terapeutas-pacientes) convirtiéndose por tanto en el objetivo último en el trabajo del duelo.

El sentimiento de “agradecido recuerdo” es el único indicador de la sana elaboración del duelo (padres-cónyuges-terapeutas-pacientes).

Cualquier otro sentimiento (indiferencia, rencor, culpa, rabia, alegría, depresión, vacío) distinto al agradecido recuerdo evidencia un duelo atascado, no realizado.

Detrás de cualquiera de los sentimientos señalados como indicativos de un duelo no cerrado esta “LA CULPA”.

LA CULPA” es un proceso intrapersonal no interpersonal por lo que no es necesaria la presencia del fallecido para sanearla.

Cuando una relación contaminada por “LA CULPA” se vive desde la comprensión y el perdón deja paso a una inequívoca sensación de “agradecido recuerdo”.

Después de estas pequeñas premisas queda patente hacia dónde debemos verter nuestros esfuerzos y cuál va a ser nuestro objetivo a la hora de trabajar el duelo: LA CULPA. Vamos a examinar más detenidamente las distintas formas, sentimientos, o mecanismos en que se puede disfrazar el sentimiento de culpa, o dicho más claramente que actitudes y sentimientos o mecanismos de defensa manifiesta un sentimiento de culpa camuflado.

LOS MECANISMOS DE DEFENSAS ANTE EL DUELO.

  • Negación:

“En realidad es como si no hubiera pasado nada, sigue entre nosotros como antes”. “Su habitación está igual que siempre”. “Seguimos poniendo los domingos su comida favorita”. Hablamos con él a cualquier hora, con la misma fluidez que antes”.

  • Racionalización:

“Es ley de vida”. “la muerte en realidad no es algo real” “tenemos que salir adelante como si no hubiese pasado nada”. “es absurdo malgastar el tiempo en autocompadecerse”. “la vida continua”. Llorar no sirve para nada”. No podemos quedarnos anclados en el pasado”.

  • Transformación en contrario:

(Exageración hipomaníaca del acontecimiento vivenciándolo casi como una gran suerte). “ya tenemos un medidor en el cielo”. “en el fondo es lo mejor que nos podía pasar”. “como era una santa parece que desde entonces nuestra casa está santificada”. “mi marido está feliz, se pasa todo el día llevándole flores y dice que desde entonces su vida tiene sentido

SENTIMIENTOS QUE OCULTAN O CAMUFLAN “LA CULPA”

  • Indiferencia:

“En realidad no me ha afectado ni para bien ni para mal”, “está como ausente, parece que le da lo mismo”.

Es fácil apreciar en este tipo de verbalizaciones un fuerte contenido racional cercano al mecanismo de defensa recientemente analizado.

  • Rencor:

Entendido como el intento mantenido de consolidar al otro (al fallecido) como único responsable de la deteriorada relación “era un cabrón, justo castigo a su puta maldad”. “El que la hace la paga”. “a todo cerdo le llega su San Martín”. “toda su vida fue un egoísta”. “me jodio la vida pero el que se va a joder ahora es él”. Un largo etc de expresiones similares que sitúan inequívocamente al bueno y al malo de la película, como si de algo objetivo se tratara. El rencor, va a ser el más dificultoso a la hora de abordarlo y devolverlo en forma de culpa.

  • Depresión:

“Desde que ocurrió no ha vuelto a salir de casa”. “no quiero saber nada de nadie”. “me paso el día llorando”. “tengo todo el día un pellizco en el estómago que no  me deja vivir”. “es como si me acompañara (o persiguiera) a todas partes”.

En este supuesto a diferencia del anterior va a ser mucho más sencillo conectar al paciente con los sentimientos de culpa. Es más los anteriores comentarios suelen venir acompañados de otros como “no le di todo lo que pude”. “si hubiera sabido desde el principio que era una enfermedad, lo hubiera tratado de otro modo”. “me he dado cuenta de su generosidad y de mi egoísmo”. “no me dio tiempo a decir todo lo que en verdad sentía o pensaba de él”.

En este supuesto la CULPA ocupa ya un primer plano convirtiéndose en emergente.

OBJETIVOS EN EL PROCESO DEL DUELO.

  • ACEPTACIÓN.

Es una invitación a pisar tierra, deshaciendo fundamentalmente la NEGACIÓN como procedimiento defensivo. Ya no cabe seguir pensando o imaginando que nada sucedió, que la familia sigue unida, que todo continua como antes. Su ausencia vivida como falta, como vacío dará lugar a la siguiente fase.

  • CONEXIÓN CON EL DOLOR Y LA RABIA.

Va a ser inherente a la conciencia de pérdida. La consecuencia de la frustración va a manifestarse en forma alternativa entre estos dos sentimientos.

LIMPIEZA, SANEAMIENTO DE LA RELACIÓN (CULPA).

Este paso es fundamental y su no elaboración es origen de cantidad de duelos no resueltos.

  • DESPEDIDA AGRADECIDA.

El trabajo con el perdón a uno mismo y por extensión al fallecido reconvierte la CULPA en comprensión y la comprensión en agradecimiento. Esta elaboración del agradecimiento origina de forma instantánea un profundo sentimiento de paz y serenidad. La vivencia no deja lugar a dudas.

  • REUTILIZACIÓN DE LA PÉRDIDA.

Como un legado de sabiduría susceptible de revertir en la humanidad. Este último objetivo quizás puede parecer ambicioso incluso utópico. Sin embargo hay evidencias de cómo familias afectadas por diferentes duelos, han sido capaces de condensar sus experiencias y ofrecerlas de forma desinteresada a otras familias o personas afectadas, con un resultado espectacular.

Es evidente que si tenemos en cuenta los objetivos señalados como integrantes de un todo continuo, de un proceso, entonces cada uno de ellos se convierten en consecuencia del anterior y condición necesaria del siguiente por lo que es impensable llevar a término un duelo sin atravesar los diferentes estadios intermedios (dolor-rabia-culpa-perdón-agradecimiento).

El trabajo del duelo no es olvidar al difunto sino recordarlo sin angustias, sin sufrimiento.

CONCLUSIÓN:

El duelo es necesario para poder continuar viviendo, para separase de las personas querida conservando lazos diferentes con ella y para reencontrar la libertad del funcionamiento físico y psíquico. Intentar inconscientemente escapar a él, significa introducirse en la vía de complicaciones a veces graves. El trabajo del duelo es siempre necesario y su bloqueo puede conducir a serias dificultades.

El duelo es un momento de la vida que probablemente todos nosotros habremos de conocer. Sabemos que ayuda a madurar a las personas, que estimula sus facultades creadoras, pero nada es más perjudicial que un duelo frustrado o que no encuentra el modo de expresarse adecuadamente.

BIBLIOGRAFÍA:

  • Equipo Vértice (2010). El duelo y la atención funeraria. Editorial Verticebook.
  • Payás Puigarnau, Alba. Las tareas del duelo. Psicoterapia de duelo desde un modelo integrativo-relacional. Madrid: Paidós, 2010. ISBN 9788449324239.
  • Worden, William J. El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona: Paidós, 2004.ISBN 9788449316562.