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Valoración del riesgo de violencia sexual

(como se ha indicado anteriormente), con la misma finalidad.

  • El procedimiento clínico. Este consiste en tomar una decisión (juicio clínico o predicción) en base a la información que procesa el “clínico” en su mente.
  • El procedimiento actuarial. Según este se toma una decisión por medio del uso de relaciones establecidas empíricamente entre los datos y los sucesos de interés.

Estos dos modelos “puros” tienen numerosas variaciones en función de lo riguroso de la aplicación del método.

  • Procedimiento “mixto”: se toma una decisión a partir de la información que se obtiene de acuerdo a las relaciones de asociación empíricamente contrastadas entre factores de riesgo y criterio, pero sin utilizar estimaciones ponderadas cuantitativas del riesgo en base a tablas o baremos actuariales, sino en base a un ejercicio de prospectiva que el clínico realiza en cada caso particular.

Las aplicaciones más eficaces de estos modelos recaen en el uso del mixto frente al clínico y al actuarial. En cierto modo, estos tres grandes procedimientos corresponden a una evolución histórica a través de la cual se ha llegado a consensuar que las valoraciones clínicas estructuradas suponen un compromiso entre la aplicabilidad de las mismas y su eficacia. De acuerdo al desarrollo histórico, se les denomina también, respectivamente, primera generación de técnicas de valoración del riesgo, segunda generación y tercera generación (Maden, 2007)

Métodos y procedimientos de evaluación de riesgo sexual

La valoración del riesgo difiere de otras formas de evaluación, como la evaluación de los trastornos mentales o la evaluación para un tratamiento psicológico, en varios aspectos (Ed Hilterman, Andrés Pueyo. A, 2005):

  • No pertenece al dominio de ninguna disciplina o profesión en particular. Por ejemplo, las valoraciones del riesgo se llevan a cabo de manera rutinaria por profesionales penitenciarios, psicólogos y médicos, así como por equipos multidisciplinarios.
  • La valoración del riesgo de violencia sexual requiere que los evaluadores estén familiarizados con los factores asociados al crimen y violencia generales, así como con aquellos factores asociados de manera específica o única con la violencia sexual.
  • La valoración del riesgo es por naturaleza una cuestión forense. En la mayoría de los casos, los evaluadores trabajan directamente para los tribunales o para los servicios penitenciarios o de salud que asesoran a los tribunales. En otras situaciones, los evaluadores reconocen que el individuo valorado puede suponer algún riesgo para la seguridad pública y la tarea requiere que los evaluadores hagan un balance entre los derechos del individuo y los derechos públicos.

La evaluación del riesgo puede ser usada en distintas fases del proceso judicial penal o durante el encarcelamiento. Los escenarios más frecuentemente utilizados incluyen; tribunales de justicias, informes presentenciales, sentencias, clasificación presidiaria, reclasificación presidiaria, accesos a beneficios intra y extrapenitenciarios y libertad condicional o vigilada. (Adonay A. Pizarro, 2006)

Como se mencionó en un comienzo, el propósito de una evaluación de riesgo es predecir un futuro delito y manejar el riesgo del agresor a lo largo del proceso de justicia delincuencial. Por evaluación de riesgo entenderemos el proceso donde los agresores sexuales son evaluados, considerando las variables empíricamente validadas y reconocidas en la literatura por su importancia en el aumento de la probabilidad de un nuevo compromiso delincuencial.

Estas variables, reconocidas como factores de riesgo se subdividen en factores estáticos y factores dinámicos. Ambos factores comparten en común el tener una relación causal (directa o indirecta) con la conducta delictiva, sin embargo, los factores estáticos son históricos e invariables, mientras los factores dinámicos son actuales y variables.

Ejemplos de factores estáticos incluyen: la edad de inicio de la ofensa, historial de condenas anteriores, género, tipo de víctima, y motivación al comprometerse en delitos anteriores. Por otro lado, ejemplos de factores dinámicos incluyen: situación económica actual, estado civil, actitudes a favor del delito, distorsiones cognitivas, desviaciones sexuales, condición familiar, actividades de ocio, grupo de pares delincuentes, abuso de drogas, y empleo. También existen ejemplos de factores no relacionados empíricamente tales como: autoestima, depresión, y miedo entre otros.

Como señalan Gordon y Don (2004) la evaluación comprensiva de riesgo en delincuentes sexuales es un proceso complejo, que requiere un conocimiento acabado de los factores de riesgo estáticos y dinámicos junto al empleo de un variado número de métodos de evaluación, donde se cuentan entrevistas clínicas, pruebas psicométricas y fisiológicas de evaluación, observación minuciosa y una recolección de información histórica y anamnésica detallada. Para estos efectos, el evaluador debe tener claro el tipo de riesgo que está siendo evaluado (por ejemplo, probabilidad de re-ofensa) y su significado en términos categoriales, tales como “bajo”, “medio” y “alto”.

Específicamente en el contexto penitenciario recomienda seguir la siguiente secuencia de siete pasos, durante una evaluación de riesgo de reincidencia para ofensores sexuales (Adonay A. Pizarro, 2006):

  1. Estudio minucioso del expediente penal del convicto: como primer paso es recomendable interiorizarse sobre los detalles y por menores del proceso judicial. Esto incluye: enfocar la atención en las circunstancias en que se desarrolló el delito, informes periciales, declaración de policías y/o detectives, víctima(s), testigo(s), imputado, atenuantes, agravantes y resolución judicial. Además es de utilidad revisar sus condenas anteriores y prontuario penal (si es que lo tiene), grado de peligrosidad, y beneficios solicitados por el interno.
  2. Entrevista clínica-criminológica: su objetivo es revisar los aspectos psicológicos, sociales y delincuenciales de mayor relevancia. Dentro de ellos conviene recopilar antecedentes tales como la descripción del delito cometido por parte del convicto, lo cual permite contrastar su versión del delito con los antecedentes observados anteriormente en su expediente. También se sugiere obtener información respecto a sus antecedentes familiares, escolares y ocupacionales, matrimonio e hijos, actitudes y conducta/desviación sexual, historia médica, historia criminal, uso de alcohol y drogas, frecuencia y tipos de visitas, relación con internos y funcionarios, actitud hacia el encarcelamiento, concepción, personal, social, psicológica y moral, y beneficios postulados y/o obtenidos junto a sus proyecciones futuras.
  3. Aplicación de tests psicológicos: incluyen la aplicación de instrumentos de evaluación de personalidad a través del Test de Rorschach, Test de Apercepción Temática, MMPI, Inventario Millon de Estilos de Personalidad, pruebas gráficas, entre otras. También es común la utilización de algún instrumento de estimación del nivel intelectual del convicto.
  4. Administración de escalas de evaluación de riesgo: son protocolos estandarizados de evaluación del riesgo de violencia