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Adicción, delito y vulnerabilidad social del adicto en situación de calle. Relato de vida de un adicto

lo que veíamos nosotros era aguardiente, la droga y más nada. Ésa es la mentalidad que tenemos los que estamos en la calle, con el que vive en la calle. Al levantarnos íbamos a los centros comerciales a buscar la basura. Nunca comprábamos comida, pensábamos era en la droga…

Jeremías, cambia de tema, ubicándose en la comunidad terapéutica, donde estamos conversando sobre su experiencia en el consumo de drogas ilícitas. Continua narrando sus vivencias “….Yo acabo de llegar de un centro de rehabilitación de la región andina. Me mudaron para la región central….Entonces me cambiaron; esto llegó por medio de una señora cristiana. Yo estaba durmiendo en la calle y ella me paró. Me conversó, le dije que yo tenía dos hijas. Me brindó dos arepas y una malta. Me dijo: “¿Tú quieres servir, tú quieres…?”… Me abrió… no es que me abrió los ojos, porque tú siempre tienes tu pensamiento normal, tú nunca pierdes el conocimiento de lo que tú haces. Entonces me sentí protegido, me tocó, y me fui con ella. Y gracias a Dios ya yo tengo siete meses aquí. Ella me para y me dice: “¿Tienes hambre?… Yo le dije: “Sí, pero por qué me tiene que brindar comía (sic) a mí si yo no la conozco?”… -“No, yo soy cristiana de la Iglesia … Me da las arepitas y me dice: “Vente, vamos pa’ la iglesia”… Y me fui ese domingo pa’ la iglesia con ella. Me bañaron, me cambiaron de ropa, me hicieron de todo. Un proceso bien bonito….”

Para tal efecto: “…. El mismo domingo salí igualito, robé igualito, fumé igualito y el lunes ella me fue a buscar en la mañana…. Y de ahí tengo como siete meses que no fumo y he salido a la calle. No dan ganas de consumir porque tú no vas al mismo sitio. Si tú vuelves al mismo lugar de donde tú saliste, se vuelve a caer. Sí, porque te vuelves a encontrar con los amigos, y tientan a uno”

 Las evidencias anteriores, muestran el estilo de vida de los jóvenes que consumen drogas, tienen sus propias normas. Quienes integran los grupos se conocen, saben si son de la zona, no es fácil ir a otra ciudad e incorporarse a grupos de adictos ya constituidos, o a lugares frecuentados por ellos, especialmente si ya esa persona se encuentra en un proceso de rehabilitación, eso no quiere decir que no pueda ocurrir, los adictos tienen sus propios códigos de comunicación, y pueden “saber ”quién está metido en ese mundo y quién no, de manera que cambiar de lugar y personas conocidas, “amigos”, ayuda a mantener a distancia, la decisión de consumir o no consumir.

Transgresión de valores

Aunado a esta situación, la experiencia de vivir en la calle y ser un adicto, es un hecho que revela entre otras cosas, cómo estas personas han transgredido sus valores. En tal sentido narra: “…en la calle lo tratan con tanto “respeto”. Él mismo dice refiriéndose a sus compañeros de grupo: “tú no quieres que los amigos tuyos digan: Ese sí se puso tonto, vale”… Ah, porqué. Porque el respeto es matarse unos contra otros hasta llegar que te respeten, echarse cuchillo, echarse todo…” Significa que uno de sus miembros no quiere compartir algún episodio

También admitió, “….En la banda hay siempre unos líderes. Esos líderes le piden permiso para poder pelear con cualquiera de ellos que están ahí, pero es para que las personas que están, que nos reunimos entre todos, se respeten. Porque ahí se respeta es echando cuchillo, con una pistola se mata, se hace cualquier cosa y esa persona tiene que respetar, pues. Y en esa pelea a muerte puede morir cualquiera de los dos, a cuchilladas y ya”

Refiere Jeremías, “…acuérdese que la vida del delincuente, la vida de las bandas, hay siempre las peleas iguales porque si tú te quedas dormido te quitan la droga, si tú ganas cien bolívares te roba el otro. Es como decir: “Usted vive entre ladrones”….Entre nosotros (los de la banda), dice Jeremías, entonces nunca había respeto, no había confianza, más bien todo lo contrario…” “…. Si es la droga, él va robar igualito a usted, o a cualquiera que esté al lado de él. Y cuando nosotros empezamos a trabajar lo que se llama el sicariato, fue más cuando menos confiábamos el uno al otro. ¿Por qué? Porque… Por eso es que tanto daño que usted hace, y por eso yo ando con ése, con mi compañero, y a ese compañero le pueden pagar para que me maten a mí también, a la persona que haya hecho daño. Por eso es que nunca se confía, no nos confiamos ni uno al otro…”

“Entre los integrantes las normas de la banda eran: sobrevivir y viva el mejor. Ahí no hay normas. Ahí, eso es como decir un pueblo sin ley, pues. Usted sale y robó, si no robó no fuma, no tiene derecho a dormir donde uno duerme. Tiene que traer siempre algo, era una norma, eso lo hacía el cacique, pues. Era el que ponía todo. Era el que decía si eso era azul y era verde. Si usted no traía nada, no fumaba, no tenía derecho de dormir bajo un techo, el techo del columpio. Nada de eso, nos corrían de la plaza donde estábamos durmiendo, pues, teníamos que dormir más adelante, media cuadra, porque él decía que no servíamos entonces para estar en una banda. No. Si no podía robar y no podía matar, no podía hacer nada, el que robaba tenía derecho a todo. Si no, lo sacaban de la banda, porque si no podía hacer eso, no tenía valor para más nada, no podía ser ladrón, pues…”

De igual manera dice el informante,“….Este centro es un sitio recreativo, aquí no siento el miedo que sentía en la calle. Aquí me siento seguro de que no me van a hacer daño, de que no me van a pegá (sic). Sin embargo tienes problemas. Ahorita yo tengo una puñalá (sic) en la espalda, de hace cuatro días, pero en el otro centro, donde estaba antes, cuando estaba durmiendo. Algún enemigo que uno deja en la calle. Recuerda que también se tienen muchos enemigos en la calle. Estaba en el mismo sitio donde yo estaba y no lo había visto. Y me enterró, me clavó un punzón. Ahorita estoy medio preocupao (sic) porque me agarró por los tejidos de los pulmones. Pero ya estoy recuperao (sic) y todo eso. Pero eso es lo que yo digo, la conciencia no deja a uno, porque tanto enemigo que usted deja en la calle, tanto dolor que dejaste tú a muchas familias. Es fuerte….”

Proceso de reinserción social

Aunado a esta situación, continua: “….En cuanto a mi familia, tengo mi mamá, mis hermanos, mis hijos, ellos no me han llamado, porque piensan que debo de tener la fuerza de voluntad yo mismo y al salir de aquí ser un hombre nuevo, pues, y demostrar a ellos que sí se puede, teniendo uno mismo el valor de hacerlo. Uno mismo se da esa meta y lo logra. Acá en esta comunidad tenemos trabajo.