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Adicción, delito y vulnerabilidad social del adicto en situación de calle. Relato de vida de un adicto

Comienza su reinserción social “Trabajamos en las gobernaciones, cualquier trabajo. Aquí estamos tranquilos, aquí tenemos todas las tareas de personas humanas, y las cumplimos y las hacemos. Y por eso es que cuando uno cumple sus etapas, ya uno puede entrar –qué le digo– ya uno se puede involucrar con las personas ya de la sociedad…” Es decir, la otra cara de la moneda, los “sanos”, los que no consumen drogas ilícitas.

 Jeremías nos relata que vivir en otra ciudad donde también hay droga, mudarse de lugar hace la diferencia, para iniciar un nuevo estilo de vida: “…tú puedes hacé (sic) todo sin la drogaAhí eres señor, un caballero. Ya tú no eres el malandro como te ven donde tú vivías antes, porque tú puedes. No lo puedes llevar a donde ellos viven, no puedes. Porque, recuerda que el problema es que están todas las amistades, todas las personas con las que él andaba. Es como yo, puedo vivir donde vivía antes…, pero en otra parte que no sea donde yo vivía, ¿por qué? Porque uno se encuentra con ellos y empiezan: “No seas tonto… dale, que esto…”… y vuelves a caer en lo mismo. Entonces para que ellos no vean que tú eres un mongólico, que has perdido la voluntad que te has hecho en la vida mal, ellos pueden aprovechar hasta hacerte daño porque creen que: “No, ya él aflojó, ya él no es el mismo de antes”… pues. Entonces uno, pues, por tener la moral, “la moral del adicto de la calle” que quieran respetarte otra vez, vuelves a caé (sic) y te ofrecen la droga…”

Volviendo la mirada a su ingreso a la comunidad terapéutica, “….Le cuento que el pase del poblado para la casa donde me llevó la religiosa, me sentí como si fuera mi hogar, como si yo estuviera en mi casa, porque me sentí que alguien te quiere, que existes todavía en el mundo, pues… El afecto es importante, es como algo que ayuda a la persona, y por eso, si tú no aceptas ese afecto que te están dando y no lo aprovechas desde el primer momento cuando te llega, no vas a volverlo a lograr, no vas a volver a llegar que otra persona hace (sic) como la persona que me ayudó, llegue otra vez al lado de uno, pues. Porque la persona le tiene miedo a uno. Mire, no hace falta decir: “Esto es un atraco, esto es un robo”… y ya le están entregando todo a uno, con la sola presencia de uno. No hace falta decirlo cuando tú te metes al negocio para robar, porque ya ellos le ven la presencia a uno, la gente le teme a uno. Yo he estado acostado así en el piso así drogao (sic) y han pasao (sic) así pa’ la otra acera, para no pasá (sic) por donde estoy yo, pues, porque yo creo que la gente está ya cansá (sic) que uno lo asalte. Uno hace de todo. Y nos reconocen porque siempre estamos en el mismo círculo donde hay droga, ¿comprende? Es como si yo la veo a usted hoy y mañana usted me ve: “Ese indigente me robó… Ése negro me robó”…Pero hasta ahí…”

Igualmente: “…Le cuento que ya tengo seis meses sin consumir. Me siento ahorita el hombre más feliz porque dejé atrás todo lo malo que he hecho. Como le dije, a veces mi conciencia no me deja en paz por todo el daño que he hecho. Pero me siento bien porque salí de ese mundo, y me siento bien porque ahora tomé el camino con la gente de sociedad, la gente no me huye, la gente no se aparta del lado mío, la gente no esconde las cosas si uno la va a robá (sic). Y por eso voy a seguí (sic) más adelante y a seguí (sic) estudiando. Estoy en quinto año, ahorita entro a la universidad…”.

  Mientras tanto: “…Por eso es que yo me valorizo yo mismo y mi meta es entrar a la universidad, también. Tengo treinta años de edad, voy a estudiar Derecho, tengo que seguir cultivándome. Tal como me enseñan aquí en esta comunidad en mi proceso de rehabilitación… Yo ahorita lo que hago es estudiar, leer, escribir. ¿Cómo le explico? Hacer lo que no hacía. Ahorita cambié una pistola por un lápiz. Voy a cambiar la droga por un cuaderno… Ahí voy… Es más importante un cuaderno, un lápiz, que una pistola. En cuanto a mis hijos tengo aproximadamente como un año que no los veo, ellos me reconocen como su papá. Lo que pasa es que a veces también, como le dije, nosotros somos humanos, tenemos vergüenza. Pero arrepentirse de lo que hiciste, para qué, ya el mal está hecho. Lo que hay que hacer es seguir adelante…”

Otra situación respecto a nuevas drogas, “….después de esta droga que hay, va a venir una droga demasiada (sic) fuerte, más fuerte que la “piedra”, más fuerte que el “hielo”, que se llama la base. La base “S” es como una lágrima, una gotica de lágrima pero transparente. Tú no te la puedes fumar toda: te mata. Esa droga le come a uno los riñones, le va comiendo el organismo, el cerebro. Es demasiado fuerte. Le voy a hablar de la marihuana: la marihuana no es una droga fuerte, la marihuana es una droga como para comer, y te activa. Pero no… ¿cómo le explico? Es droga pero no es dañina. Lo que pasa es que la gente fuma marihuana como para comer, como para estar activo, pero recuérdate que en el organismo somos diferentes. Pero la verdad, la mayoría de las personas lo hacen es por eso…”

A manera de conclusión se observa la asociación del consumo de drogas con el delito, la vulnerabilidad social en la calle, transgresión de valores como el respeto, la ruptura familiar en personas en situación de calle, en proceso de rehabilitación y reinserción social, en el contexto de una comunidad terapéutica.