Inicio > Medicina Familiar y Atención Primaria > Atención en salud a la población en situación de desplazamiento > Página 3

Atención en salud a la población en situación de desplazamiento

propendieron por la creación de una organización de mando unificada, producto de lo cual se conformaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)” (Guzmán, Sánchez y Uprimny, et, al., 2010:96). Hacia el año 2000, los paramilitares contaban con aproximadamente 10.000 combatientes distribuidos en 10 bloques, mientras que las guerrillas concentraban a 21.000 combatientes distribuidos en más de 100 frentes (Departamento Nacional de Planeación, 2002).

La dinámica del conflicto armado en Colombia ha sido tradicionalmente intensa y ha abarcado casi todo el país. En Norte de Santander esa dinámica ha registrado una curva en ascenso durante los últimos 20 años. Entre 1987 y 1995 el conflicto en el departamento ocupa el tercer lugar nacional en intensidad, sólo superado por Antioquia y Santander. Entre 1998 y 2001 Norte de Santander aparece como el cuarto departamento con mayor actividad guerrillera (Fundación Progresar – Fundación Cultura Democrática, 2004),

Con la ofensiva paramilitar, desplegada desde el año 1999, Cúcuta y Norte de Santander en general, sufrieron la más violenta estrategia de asesinatos colectivos, de desplazamiento forzoso e intimidación, sin distingo de edad, sexo o profesión, clase social, militancia política o religiosa. Particularmente grave fue la violencia a que fue sometido el Catatumbo, que además de cientos de muertos y desaparecidos, obligó a buena parte de la población allí asentada a desplazarse a Cúcuta y su área Metropolitana en busca de salvaguardar sus vidas y las de sus familias.

Sin lugar a dudas, se puede aseverar, que el total de la población del Catatumbo fue, es y seguirá siendo producto de la migración. Este territorio históricamente, ha recepcionando seres humanos provenientes de diversos lugares, quienes se han replegado hacia estas tierras cálidas e inhóspitas en busca nuevas oportunidades de vida, de seguridad y de evasión en momentos determinados de sus vidas (Pabón & Suárez, 2000). En cuanto a Cúcuta y los municipios de su Área Metropolitana, desde el Siglo XX no sólo han sido receptivos a los migrantes de todo el país sino que se constituyeron en ciudades de paso para quienes emigraron a Venezuela, país que en sus épocas de bonanza económica, requirió la mano de obra que en Colombia abundaba (Morelli, 2004).

Los causantes de los conflictos que ha vivido el Norte de Santander desde los años setenta han sido inicialmente el Estado colombiano, con su actitud indiferente y su escasa presencia efectiva, los grupos guerrilleros, iniciando con el ELN, que fue la primera guerrilla en hacer su aparición en Norte de Santander, aprovechando la localización del territorio en la frontera con Venezuela, su condición petrolera y más tarde, la construcción del oleoducto Caño Limón – Coveñas. Este grupo logró arraigarse con especial fuerza en el Catatumbo, pero haciendo presencia en la zona rural de Cúcuta y Pamplona, según el informe de la vicepresidencia de la república en el año 2004 según el cual, “Norte de Santander tuvo un pasado petrolero que facilitó la implantación del ELN. Entre 1983 y 1986, teniendo como trasfondo la construcción y puesta en operación de este oleoducto, nacieron varios frentes articulados alrededor del denominado frente de guerra Nororiental, creada también por esos años. Las FARC llegaron al departamento a través del frente 33 después de la denominada Séptima Conferencia (1982) de esa organización guerrillera y tenía como uno de sus propósitos copar la Cordillera Oriental creando una cadena de frentes que unieran al Ecuador con Venezuela”.

El fortalecimiento de las FARC estuvo íntimamente relacionado con los cultivos de coca y el procesamiento del alcaloide, principalmente en la región del Catatumbo. Si bien los cultivos se remontan a mediados de los ochenta, a partir de 1996 la producción experimentó un auge que tuvo el centro principal de producción en el corregimiento de La Gabarra, en Tibú, en donde la violencia se ha expresado con especial fuerza y poco después se expandió al municipio de El Tarra, hasta llegar a la Provincia de Ocaña de manera que ha afectado el territorio con elevados indicadores de violencia en los últimos años (Vicepresidencia, 2004:4).

Otro grupo insurgente que tuvo fuerte presencia en el Departamento fue el EPL, cuando en la primera mitad de los ochenta controlaron parte del territorio a través del frente Libardo Mora Toro, coincidió esta presencia con el período de mayor expansión de ese grupo guerrillero en el Nororiente de Colombia. Si bien, la desmovilización del EPL ocurrió en 1991, la disidencia se mantiene en el departamento. En los años siguientes y como consecuencia de intensos operativos militares perdió la capacidad militar que había exhibido en los ochenta, donde insistió en las acciones de sabotaje y la práctica del secuestro (Vicepresidencia, 2004:4).

La presencia e influencia de las Farc en el Departamento, según Ramírez (1990), permite conocer que: “…la geografía del conflicto coincide con el permanente proceso de ampliación de la frontera agraria, y está marcada por los choques entre los actores armados que ejercen control sobre la población de colonos. Las áreas consolidadas como resultado de la colonización armada constituyen la retaguardia estratégica de la guerrilla”.

Durante los años 80 y 90, la presión ejercida por las fuerzas militares del Estado, hicieron que las Farc se instalaran en las áreas de alta colonización campesina, aquellas en donde tiene lugar la mayor parte de los cultivos ilícitos de hoja de coca y de amapola, y en donde se encuentran los ‘laboratorios’ para la elaboración de la cocaína y la heroína, que se convirtieron en las fuentes de financiación de este grupo. De la protección armada a los campesinos cultivadores y raspachines y al cobro de gramaje a los narcotraficantes, la guerrilla pasó a la promoción deliberada de los cultivos, la monopolización de la producción y tráfico interno y, más recientemente, a la creciente participación en las redes internacionales de tráfico de drogas, contrabando de armas y lavado de activos.

En Colombia, el conflicto ha cambiado de naturaleza y se ha convertido en una confrontación esencialmente económica, donde lo que menos importa es la población civil y sus necesidades. La avaricia parece ser su motor y se confirma a partir de la posición asumida por la contraparte de este conflicto armado que soporta Colombia, las autodefensas.

Esta región fronteriza con los Estados Táchira, Zulia y una parte de Apure en Venezuela, se ha caracterizado por la ausencia significativa del Estado (deficientes y en algunos casos inexistentes servicios de salud y educación, seguridad, y pocas posibilidades laborales), fuerte militarización que por su connotación facilita la reiterada y sistemática violación de los derechos humanos de la población que habita en esta región, ya sean nacionales o extranjeros (en su mayoría colombiana).

El