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Dolor en trabajo de parto. Consideraciones éticas

Dolor en trabajo de parto. Consideraciones éticas

Autora principal: Dra. Tania Diraida Padilla Bacallao

Vol. XVII; nº 10; 395

Labor pain. Ethical considerations

Fecha de recepción: 20/03/2022

Fecha de aceptación: 23/05/2022

Incluido en Revista Electrónica de PortalesMedicos.com Volumen XVII. Número 10 – Segunda quincena de Mayo de 2022 – Página inicial: Vol. XVII; nº 10; 395

AUTORES:

Dra. Tania Diraida Padilla Bacallao. Especialista en Anestesiología y Reanimación. Hospital Ginecoobstétrico “Mariana Grajales”, Santa Clara, Cuba.

Dr. Eduardo Armando De la Guardia Gispert. Especialista en Cirugía General. Hospital Oncológico “Celestino Hernández Robau”. Santa Clara, Cuba.

Dra. Ramona Domínguez Sánchez. Especialista en Anestesiología y Reanimación. Hospital Ginecoobstétrico “Mariana Grajales”, Santa Clara, Cuba.

Dr. Rubén Guerra Ortega. Especialista en Anestesiología y Reanimación. Hospital Ginecoobstétrico “Mariana Grajales”, Santa Clara, Cuba.

Dr. Yasel Díaz Sánchez. Especialista en Ginecología y Obstetricia. Hospital Oncológico “Celestino Hernández Robau”.Santa Clara, Cuba.

Licenciado Diego Ramón Hernández Fernández. Hospital Ginecoobstétrico “Mariana Grajales”, Santa Clara, Cuba.

RESUMEN:

Aunque existen todo tipo de evidencias en los registros históricos que unen  la propia existencia del ser humano al dolor en forma de afecciones, no cabe duda que esta manifestación no está únicamente asociada a la enfermedad. El trabajo de parto es un buen ejemplo. Desde el momento en que el parto se convierte en un evento “institucional” con el objetivo de disminuir la morbilidad asociada, pierde una gran parte de su estatus “natural”. Múltiples protocolos basados en evidencias científicas incluyen todo tipo de instrumentación y medicación en este sentido. Sin embargo son pocos los estudios que se dedican a evaluar el nivel de satisfacción de las madres en el acto institucional de dar a luz desde el punto de vista del dolor, el que vemos a diario y con el que convivimos. Esto, desde la ética, es algo que se debe modificar. Estamos más preocupados por el resultado final que por el viaje en sí. La protección a la madre y al niño, que muchas veces es una verdadera autoprotección contra “lo que pueda pasar” limita mucho el desempeño en este sentido. Contamos con las herramientas, el personal entrenado y los recursos. Faltan estudios que avalen la introducción de protocolos en los que se incluyan las decisiones maternas y  la satisfacción de  la madre, y leyes que protejan el accionar de los médicos en este sentido. Tenemos un objetivo común. Hagamos lo posible.

PALABRAS CLAVE: Ética médica, trabajo de parto, dolor.

ABSTRACT:

There’s all kind of evidence in historical records accompanying the existence of human been to diseases and pain. But pain isen’t always related to the diseases. Labor is one of the examples. Since childbirth becomes an “institutional” event in order to diminish the associating morbidity it loses much of its natural status. Multiple protocols based on scientific evidence include instrumentation and medication in this way. However, there are few studies to evaluate satisfaction of mothers in the act of giving birth from the point of view of pain, the one we see daily, which we live. From ethics, this it must be changed. We are more concerned with the final result than with the trip itself. Protection to mothers and babies, “self-protection” against legal complications most of the time, greatly limits performance in this regard. We have tools, trained staff and resources. There is a lack of studies to support the introducing of protocols  that include maternal decisions and their satisfaction, and laws to protect doctors in this regard. We have a common goal. Let’s do our best.

KEYWORDS: Medical ethics, labor, pain.

Los autores de este manuscrito declaran que:

Todos ellos han participado en su elaboración y no tienen conflictos de intereses.

La investigación se ha realizado siguiendo las pautas éticas internacionales para la investigación relacionadas con la salud con seres humanos elaboradas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS) en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS)  https://cioms.ch/publication/product/pautas-eticas-internacionales-para-la-investigacion-relacionadas-con-la-salud-con-seres-humanos/

El manuscrito es original y no contiene plagios, no ha sido publicado en ningún medio y no está en proceso de revisión en otra revista; se haa obtenido los permisos necesarios para las imágenes y gráficos utilizados; y se han preservado las identidades de los pacientes.

Cada hombre será más noble,

éticamente hablando,

cuanto mayor sea la calidad de vida

que dispense a sus semejantes.

 Augusto Roa Bastos

INTRODUCCION

El dolor es tan viejo como la humanidad.

Existen evidencias de todo tipo, tanto en restos fósiles como en registros escritos, de múltiples enfermedades y afecciones, los que más allá de toda duda debieron estar asociados al dolor.

Sin embargo, no es solo la enfermedad la que se acompaña de dolor. Hay otros procesos en el organismo humano que van de la mano con diversos grados de dolor. El parto, el evento que nos ha posibilitado durante milenios mantenernos como especie; el mismo que ocurre en el entorno natural sin ninguna intervención externa y que llevado a nuestro ámbito de seres sociales se transforma en todo un acontecimiento; ese que “fisiológicamente” lleva al cuerpo de la mujer al límite con el objetivo de traer una nueva vida al mundo, es uno de esos procesos en que se mezclan sufrimiento y alegría, satisfacción y dolor, aunque se trate de algo completamente normal 1 .

A principios del siglo XX el parto comenzó a realizarse en instituciones sanitarias con el propósito de disminuir la mortalidad materna y neonatal, y justo a partir de ese momento se comenzó a instalar la idea de manejarlo como una enfermedad, y a las parturientas como enfermas. La aplicación de protocolos en forma masiva sin tomar en cuenta el factor personal ha derivado en ocasiones a estándares que eliminan la voluntad de las implicadas. Las mujeres han perdido el protagonismo en el hecho más trascendental de sus vidas y han aceptado las reglas de las instituciones. En pocas palabras, el parto se ha transformado en un “acto médico”, dejando de lado aspectos como preferencias personales y el derecho de la mujer a elegir su posición de parto o tener acompañamiento 2.

Es bien conocido que el objetivo principal de nuestro sistema sanitario es elevar el estado de salud de la población, midiendo indicadores y grado de satisfacción obtenido con los servicios que se le brindan.

Son varios los estudios realizados a nivel mundial en los últimos años encaminados a evaluar la satisfacción de las mujeres en el acto de la maternidad institucional 3-6 .

Aunque en nuestro medio no encontramos publicaciones que hablen de grado de satisfacción de las embarazadas atendidas en los centros hospitalarios, estamos conscientes de que nos queda mucho por andar en este sentido. Vemos a diario como la mayoría de nuestras mujeres llegan al trabajo de parto soportando dolor. A pesar de la tendencia actual a “humanizar” este proceso, es aceptado el sufrimiento, no faltan quienes lo califiquen como “inevitable”, “necesario” o “fisiológico”. Lo arraigado de estas ideas permite que esto siga pasando, y el patrón se sustenta por el hecho de que restamos valor al dolor cuando este no traduce un estado patológico, como ocurre en el parto. Asumimos el “acto médico”, pero no nos hemos ocupado de esa parte importante somática, o psíquica, o ambas, que es el dolor. Somos rígidos al cambio, como mismo eran reacios a la anestesia los primeros cirujanos.

No es extraño escuchar a los profesionales de la salud en ocasión de dar atención a una mujer de parto calmarla con frases como “…pero el parto duele…”, siendo tomada como “normal” la actitud estoica, la convicción de que sufrir y soportar es lo correcto en ese momento. Esto nos pasa a diario, a pesar de ser harto conocidos los efectos deletéreos del dolor, aun cuando ya contamos con las armas que nos permiten paliar este sufrimiento. Continuamos negando que el progreso de la medicina puede y debe ayudar en este sentido.

Como anestesiólogos, siendo uno de nuestros propósitos fundamentales aliviar o eliminar el dolor, nos vemos obligados a reflexionar, y nos preguntamos: ¿Está acorde esta conducta con los principios éticos que rigen nuestra profesión? ¿Podemos hablar de victoria si la consecución del objetivo es a costa de horas de padecer?

Motivados por esta problemática decidimos realizar una revisión del tema con el objetivo de profundizar nuestros conocimientos bioéticos, específicamente analizar cómo se valora éticamente el dolor, insistir en sus efectos deletéreos como muestra del sufrimiento humano para demostrar la necesidad de enfrentarlo como fenómeno de naturaleza y expresión social, biológica y psicológica del hombre.

De esta forma, actuaremos mejor éticamente, lograremos mayor bienestar en nuestros pacientes y por tanto elevaremos la calidad de nuestra labor asistencial y docente. 

DESARROLLO

DOLOR Y PARTO

Es interesante resaltar que etimológicamente las raíces de la palabra dolor vienen del latín poena, que significa castigo 7. La asociación del dolor como resultado de una actividad pecaminosa se sitúa muy distante en los orígenes del hombre. En el cristianismo, con fuerte influencia en muchos de los conceptos de la vida actual, el dolor de parto es atribuido al castigo divino dado a las mujeres por desobedecer a Dios en el Edén, al comer del fruto del árbol prohibido. “…multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos; y tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti…”  (Gn. 3: 16-17). Así queda justificada de forma dogmática la asociación de parto y dolor.

Aún hoy, cuando esta lucha álgida ha ganado ya muchas batallas, parto y dolor siguen siendo casi sinónimos; este dúo es aceptado por la generalidad, y aunque hay métodos y estudios en el tema, en verdad es poco lo que se hace para mejorar la satisfacción de las pacientes en este aspecto.

El dolor y sufrimiento van de la mano. Este primero, sea físico o no, a su vez conlleva al sufrimiento el cual constituye una reacción psicológica provocada por un hecho doloroso de intensidad y duración variable, en dependencia del significado que para el sujeto tenga el hecho que lo provoca. Es definido como la amenaza percibida a la integridad física y psíquica del ser, que involucra afectividad negativa, desesperanza y pérdida. Es una experiencia emocional abominable, caracterizada por una sensación de angustia o aflicción generada por factores que debilitan o comprometen la calidad de vida 8 . Desde el punto de vista psíquico, es indiscutible que el miedo al sufrimiento desencadenado por el dolor del parto repercute sobre el desempeño, e infunde el temor de no poder estar a la altura de la función femenina de “ser madre”. Esos temores asumen una gran dimensión, e inhiben la sensibilidad afectivo-emocional apartando a la mujer del verdadero sentido de la maternidad 9. El miedo al dolor está presente en la imaginación de las embarazadas: miedo al trabajo de parto; miedo al desempeño y a comprometer el bienestar fetal; miedo a lo desconocido… esos temores, generalmente asociados a historias oídas de otras mujeres transforman un proceso que hasta ese momento fue fisiológico en otro completamente mórbido que mancha el placer de ser madre y anula la capacidad de la mujer embarazada de ejercer su protagonismo conscientemente, apartándola de los sentimientos que deben adornar el verdadero sentido del parto, el placer de generar una vida 10.

El miedo está motivado en gran medida por el dolor, y es alarmante saber que aproximadamente el 50 % de las mujeres reportan dolor severo o muy severo en este momento, el 35 % lo hacen como moderado, siendo solamente un 15 % las que lo hacen de forma ligera 11. No se le puede dar la espalda a la realidad de que al menos la mitad de las mujeres manifiestan que este dolor las lleva al límite de su resistencia. Ya desde el punto de vista orgánico el dolor causa hipertensión materna y reduce el flujo sanguíneo uterino, aumenta el gasto cardíaco, la frecuencia, produce hiperventilación materna y disminuye la tensión de oxígeno arterial fetal 12, traduciéndose esto en verdadero daño tanto a la madre como al feto, y esto teniendo en cuenta que es algo, “normal”, o “fisiológico”, cuando menos aceptado por el personal de salud y por la propia implicada, y que no se hace NADA por aliviar en la inmensa mayoría de los casos.

Conociendo todo esto, resulta difícil hacer oídos sordos al reclamo materno. Vendrá en nuestra ayuda una disciplina tan vieja como el dolor mismo, tan vieja como la humanidad.

ETICA

La ética es una disciplina llena de concepciones filosóficas propias de su desarrollo histórico, con múltiples acepciones conceptuales. Etimológicamente significa “moral, costumbre”, aunque hay quienes identifican sus raíces en las palabras “carácter” e “inteligencia”, por lo que se ha considerado función y ejercicio de la inteligencia humana exclusivamente. Se le ha definido como el estudio de la bondad y de la malicia del ser humano 13. Se halla indisolublemente ligado a la moral, que a su vez significa costumbre, acomodación a las reglamentaciones y normas sociales, políticas o religiosas.

La ética clásica se basaba en la sujeción a normas previamente establecidas, aunque esto ha cambiado tanto como nuestro entorno. Definir lo correcto y lo incorrecto en el mundo moderno donde predomina lo diverso, donde las normas se cuestionan continuamente y aparecen cada minuto elementos que ponen en tela de juicio el razonamiento de la hora anterior, se ha vuelto complejo. La ética ha evolucionado de la sentencia y el código al juicio reflexivo. La filosofía no la considera como ciencia pues su conocimiento es impreciso y su verificación incierta 13 . Tiene ya que ver más con razones prácticas que con teóricas. Se forma basada en juicio reflexivo de las situaciones donde la verdad o falsedad son poco evidentes en sí mismas. La voluntad del ser humano, incapaz de abarcar todo lo grande del universo, genera la reflexión ética.

La bioética en particular se proyecta como ética de las ciencias biológicas y médicas en las que ha tomado fuerza la idea de que los valores ético humanísticos son y siempre fueron componentes importantes del quehacer científico, siendo considerados como un nuevo paradigma cultural en proceso de conformación de carácter humanista y proyección global orientado al redimensionamiento ético de la actividad y correspondientes relaciones sociales que afectan la vida en el planeta y el bienestar del hombre. Basa su actuar en 4 principios fundamentales, que más que principios son una guía para la solución de dilemas prácticos, postulados por numerosos autores entre los que destacan Beauchamp y Childress, y que han llegado a ser eje del encuentro clínico en la medicina actual 14.

Estos principios son la autonomía, definido como el respeto por la persona y por su facultad de gobernarse a sí mismo, por la cual el paciente solicita ayuda médica y decide confiar y consentir una vez informado; la beneficencia, que es la búsqueda del bien para quien lo demanda, proporcionar el máximo bien posible y la minimización de posibles riesgos; la no maleficencia, en la que la búsqueda del bien tendrá· que equilibrarse con no dañar, ya sea por ignorancia, ineficacia o negligencia, obligándonos a valorar el riesgo beneficio; y finalmente, el principio de justicia, en la que todo paciente debe tener derecho a acceder en forma expedita a la salud, esto es, que exista equidad 14,15. Puede resumirse de esta manera que el enfermo actúa guiado por el principio moral de autonomía, el medico por el de beneficencia y la sociedad por el de justicia 16.

Retomando nuestra preocupación inicial, y continuando el hilo de nuestro decursar ético, resulta imperativo ya reconsiderar el principio bíblico del dolor como castigo en el parto. Es nuestro deber mirar este hecho bajo el prisma de las posibilidades modernas. El débil consuelo de aquella frase manida “… el parto duele…” no llena el abismo de la mujer que se transforma en madre. La reflexión a la sombra de la ética nos obliga a ser más justos en nuestro actuar. Demos el paso necesario.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO

Desde épocas remotas ya se desarrollaron métodos para el aliviar el flagelo del dolor, algunos de ellos tan efectivos que han perdurado en el tiempo, como la acupuntura desarrollada por los chinos hace más de 4500 años 17. De la misma manera hay evidencia escrita del uso de productos de origen vegetal, como el opio, con el mismo fin. En el papiro de Eber, obra de referencia en múltiples trabajos por lo impresionante de su alcance en materia médica, se hace también referencia al jugo de amapola que le da Isis a Ra, Dios del Sol, para tratar su dolor de cabeza. Avicena en la antigua Arabia, hace poco más de mil años, describe 15 tipos distintos de dolor y otras tantas formas de tratarlos, en las que incluye ejercicios, calor, masajes y hierbas entre las que igualmente se encuentra el opio 18. La cocaína usada en principio por las civilizaciones incaicas y luego los europeos con fines recreacionales adquirió un nuevo papel luego de su aislamiento en forma de cristales de clorhidrato en la Alemania de 1855. Le corresponde a Halsted ser el pionero en la anestesia regional usando el nuevo producto para bloqueos nerviosos 19.

El 16 de octubre de 1846, al iniciarse la anestesia inhalatoria por Morton, se marcó un hito en la lucha contra el dolor. Siendo hasta ese momento un precepto que el dolor era un valor de redención, o sea una puerta a pasar antes de entrar a la mejoría (mayor dolor, mejor posibilidad de recuperación), la aceptación de la anestesia quirúrgica como válida desde el punto de vista moral fue un logro impresionante. El dolor no es sólo un signo de enfermedad, sino una condición patológica per se, como escribe el Dr. Jorge Luis Llera Nadal en su libro Temas de Medicina del Dolor. “Después de 1846 el dolor se convirtió en una sensación que debía y podía ser erradicada sin irrumpir en el orden teológico ni natural”, como afirma el autor en el primer capítulo de este libro.

Sin embargo, la medicina occidental no recurrió a los fármacos para aliviar el dolor de parto hasta mediados del siglo XIX, siendo notorio el hecho de que la reina Victoria de Inglaterra decidiera inhalar cloroformo con fines analgésicos durante el parto del príncipe Leopoldo 20.

Los primeros tratamientos farmacológicos sistémicos consistieron inicialmente en preparados de origen vegetal, como la agripalma y el jarabe de salvado de arroz 21. Los opioides se usan hoy en día frecuentemente en el parto porque son baratos y fáciles de obtener, y se pueden usar por vía intramuscular. Los de larga duración como la morfina, hidromorfona y la meperidina son los de elección, siendo este último el más usado en la obstetricia en todo el mundo 22.

En los tiempos modernos los anestésicos inhalatorios fueron los primeros usados. La primera norteamericana fue Fanny Longfellow, esposa del poeta Henry Wadsworth Longfellow, actuando este último como anestesista. Esto generó muchas críticas sobre la madre asistida en la sociedad de entonces. En el Reino Unido no fue sólo la Reina Victoria quien usó la anestesia. Hubo precursoras en años anteriores. Emma Darwin, esposa de Charles Darwin, escogió el cloroformo para dar a luz a sus dos últimos hijos, contando ya con 6 experiencias anteriores. Igualmente fue su esposo quien le asistió con el uso del producto. En la actualidad el óxido nitroso se continúa usando en Europa y Australia. En un metaanálisis que incluyó datos de tres estudios se concluyó que proporciona un importante alivio del dolor comparándolo con placebo y con ausencia de tratamiento 23.

La anestesia regional es hoy el método más fiable y efectivo para reducir el dolor durante el parto por la posibilidad de adecuación de dosis (máximo efecto con dosis mínimas de medicamentos) y la poca repercusión en el feto 24. También son usados bloqueos nerviosos con anestésicos locales, como los paracervicales, y de los nervios pudendos.

Sin embargo, como en muchos países la maternidad y sus eventos acompañantes constituyen temas envueltos en marcos legales, el uso de medicamentos con posibilidades reales de complicaciones también constituye un tema espinoso. La inclusión de su uso en protocolos que los legalicen y protejan al médico en su actuar puede resultar en una gran ayuda. Hay países con progresos en la materia. Actualmente en el Instituto Nacional Materno Perinatal de Perú se cuenta con una resolución directoral (no. 1590-DG-INMP-12) del año 2012 donde se aprueba la atención de parto con analgesia con la finalidad de ofrecer a las mujeres atendidas en ese centro un recurso farmacológico que permita un parto sin dolor 25.

Aunque siempre que se habla de tratamiento medicamentoso existe la posibilidad de aparición de efectos adversos, que en el caso de la maternidad implicarían a dos elementos extraordinariamente sensibles dentro de la familia (madre y recién nacido), pensamos que, al igual que en otras entidades, deben instituirse programas para trabajar en el tema, abrirse debates, fomentar estudios, y debe permitirse libertad al personal facultativo  para la toma de decisiones acordes con la ciencia que se maneja fuera de nuestro ámbito. Contamos con personal experto y podemos hacer grupos de trabajo que den la respuesta que necesitamos. De una manera o de otra la mejora en la atención y la satisfacción de las expectativas de nuestras madres en el difícil y necesario momento del nacimiento no menoscaban el funcionamiento de la salud pública.

TECNICAS NO FARMACOLOGICAS

A lo largo de la historia se han utilizado diversas técnicas no farmacológicas para aliviar dolores de parto. Entre las más usadas se encuentran la acupuntura 26, los masajes 27,28 y la hipnosis 29.

En varios estudios se ha demostrado que los masajes reducen el dolor y la ansiedad durante la primera fase del parto, En una revisión Cochrane sobre el masaje en el parto, se analizaron 7 ensayos clínicos en este sentido, seis de los cuales fueron considerados de riesgo bajo o indeterminado de sesgo 28. En otro estudio llevado a cabo con 60 mujeres se demostró que los masajes reducen la ansiedad 30.

La hipnosis se ha usado como técnica de relajación y para el tratamiento del dolor durante el parto, sin embargo, al compararla con otros métodos estándar no ha sido posible demostrar diferencias plausibles 28.

Otro método no farmacológico es la psicoprofilaxis, basada en información fidedigna y bien orientada dada a las mujeres embarazadas en forma de charlas o clases, sobre la fisiología y la realidad del parto, ejercicios respiratorios y desviación de la atención a objetos específicos con el objetivo de disminuir la representación cortical del dolor 31, como el método de Lamaze. Otros también usados son la técnica de LeBoyer, la estimulación nerviosa transcutánea, la hidroterapia, la presencia de personas de apoyo y la biorretroalimentación. Hay estudios sobre la experiencia de mujeres durante el parto que muestran que, aunque los métodos neuroaxiales fueron considerados los más útiles y eficaces, los métodos no farmacológicos de inmersión en bañeras y masajes fueron igual o mejor valorados que los opioides para el alivio del dolor 24.

Otros estudios avalan el hecho de que el grado de satisfacción de las madres en lo referente al parto institucional no depende directamente de la ausencia de dolor, pues este no es descrito como una experiencia totalmente negativa, pensamos que influído directamente por el grado de dolor experimentado, por la recompensa posterior al evento del nacimiento, y por el condicionamiento tras generaciones y generaciones de la asociación de dolor y parto que ya habíamos mencionado. La satisfacción parece estar más relacionada con el grado de autonomía y atención que se le otorga a la propia madre 32-34 .

Desde hace algunos años es patente una ostensible disminución de complicaciones relativas al acto quirúrgico debido en su mayor parte a la mejoría en las técnicas anestésicas, antibióticos, equipamiento quirúrgico y a los cuidados postoperatorios. La cesárea es una de las operaciones beneficiada con esta mejoría. En respuesta a esto, hay una tendencia al aumento en el número de cesáreas, sobre todo las practicadas en el ámbito de la medicina privada. Ejemplos extremos de esto los vemos en Brasil, donde de 2003 a 2006 aumentó el índice de cesáreas de un 60 a poco más de un 80 %, dos veces más que el promedio nacional y ciertamente la tasa más elevada a nivel mundial 35. Como consecuencia, y por estar aún sujeta a una gran morbilidad tanto materna como fetal, la OMS ha emitido un límite “recomendable” entre un 10-15 % 36,37 .

En los últimos años se está produciendo un cambio más que evidente en el modelo de atención sanitaria al parto, aumentando la importancia del concepto de humanización relacionado principalmente con la atención sanitaria ofrecida por los profesionales durante el trabajo de parto 38. Esto no se debe a un acuerdo internacional o al interés conjunto de los gobiernos. Son las propias mujeres que acuden a dar a luz las que demandan un trato más humano, empatía, más información y participación en los procesos de parto.

Ha surgido como definición el “parto humanizado”. Conceptualmente, aunque no faltan complejas definiciones en la red de redes, pudiéramos resumirlo en una experiencia mejorada y positiva para la mujer, independientemente del lugar en donde se desarrolle el nacimiento, dándole poder de decisión a lo largo de todo el proceso, respetando sus valores y creencias, reduciendo la “medicalización” y el “intervencionismo”, individualizando la atención en las necesidades de cada una, todo en función del bienestar de la madre y el neonato. Para esto es imprescindible que se establezca una conexión entre la matrona, o partera y la madre. Se insiste en que la no tecnificación del parto, por sí sola, no basta para que sea humanizado 37-41.

Incluye un compendio de medidas ya sugeridas por la OMS en 1996 que abolen prácticas aplicadas de rutina en los hospitales y que no tenían un basamento científico, como el rasurado, la aplicación de enemas evacuantes, restricción de la movilización de la madre o movilización excesiva de la misma dentro de la institución, separación del recién nacido, uso de sondas vesicales, realización de episiotomías, etc. Por otra parte, se promueve el acompañamiento de la mujer en todo el proceso, el uso de medidas no farmacológicas para el tratamiento del dolor que ya habíamos mencionado anteriormente, y la posibilidad de moverse y adoptar la postura más cómoda para ella durante la fase de dilatación y el período expulsivo (de rodillas, sentada, cuclillas, etc). También se permite la alimentación y la ingesta de líquidos entre otras medidas que intentan recuperar parte de lo que se fue perdiendo a medida que el parto se volvía más institucional.

En nuestro medio en algún momento se ha querido institucionalizar alguna de las variantes descritas, pero de una forma u otra han quedado en el desuso, o se ha dejado opacar su importancia, no por poco efectivas, pensamos, sino en gran medida por lo engorroso de su aplicación a escala masiva y/o  por la necesidad de una infraestructura que no ha sido creada ni planificada. No existen en nuestro medio publicaciones que expongan los motivos desde el punto de vista netamente médico por los que no se practican estos métodos, a pesar de que ya son ciencia constituída, por lo que en ausencia de leyes o en su defecto de protocolos de actuación que los incluyan, los motivos quedan en pura especulación. Pensamos debería ser un tema sujeto a estudio con el fin de ayudar a cambiar la situación actual. El alivio del dolor y el sufrimiento es un derecho del hombre y una obligación del médico 42 .

Siempre con la guía de los principios de la bioética, dejando de lado el falso principio de la protección a la madre y al niño, ese que muchas veces no es más que autoprotección contra lo que pueda pasar, somos los responsables de las decisiones que se tomen en el futuro, las decisiones que harán la diferencia en el parto de esa madre y en su satisfacción.

Eso será a la larga el material del que se nutrirá la mejoría a la que todos aspiramos de nuestro sistema.

CONCLUSIONES

  1. Es impostergable y mandatoria la aplicación de los principios bioéticos en nuestro actuar diario, teniendo en cuenta que nuestro sistema de salud nos brinda los recursos tanto humanos como materiales para este desempeño, de forma tal que ese esfuerzo se revierta en la mujer durante el trabajo de parto para lograr mejorar la calidad de la atención y la satisfacción de nuestra población.
  2. Tenemos el deber de inculcar estos preceptos en el personal en formación de las especialidades afines.

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