de Sanidad y Consumo, en el período comprendido entre 1999 y 2005, la incidencia global de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) fue de 154 casos por cada 100.000 habitantes y año, figuró en el 0,82% de las altas hospitalarias, se describió como diagnóstico secundario en el 49% de los casos, y el 53% de todos los episodios confirmados lo fueron en forma de tromboembolismo pulmonar (1).
La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) es, después de la cardiopatía isquémica y la enfermedad vascular cerebral aguda, la afección cardiovascular más frecuente en nuestro entorno; su espectro clínico incluye tanto la trombosis venosa profunda (TVP) como el tromboembolismo pulmonar (TEP) y presenta una elevada mortalidad (1). Además, a pesar de que cerca del 20% de los episodios de TEP son idiopáticos (2), ambas entidades (TVP y TEP) se hallan estrechamente relacionadas, como se desprende de las observaciones de que hasta el 40% de las TVP se acompañan de tromboembolismo pulmonar (TEP) silente y de que cerca del 80% de los TEP presentan TVP residual (3-5).
Hasta la fecha se han descrito numerosos factores de riesgo para la aparición de ETV (6-11), habiéndose también observado que la enfermedad tromboembólica venosa (ETV) en el paciente médico presenta mayores gravedad y tasa de complicaciones que en el quirúrgico (12,13). Pero en el enfermo crítico, pese a contingentes de ETV muy específicos como la inmovilización, la presencia de vías centrales, o la ventilación mecánica y sedación prolongadas (14-18), circunstancias como la comunicación limitada o la coexistencia de edema generalizado pueden dificultar la sospecha diagnóstica de dicha enfermedad (ETV) por parte de los facultativos que atienden este tipo de pacientes. Además, en estos enfermos, el riesgo de desarrollar ETV varía a lo largo de su estancia y se extiende incluso tras el alta a planta de hospitalización (19,20).
Por lo referido anteriormente, puesto que la mejor forma de evitar la aparición de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) es una adecuada prevención de la misma, y dado que aun hoy en día la tasa de tromboprofilaxis en pacientes ingresados por causa médica con riesgo elevado de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) sigue siendo subóptima (21),las actuales guías del American College of Chest Physicians recomiendan en este colectivo la aplicación de modelos probabilísticos para establecer a priori el riesgo de padecer ETV y poder así individualizar una óptima tromboprofilaxis (22).
Teniendo en cuenta que:
1º) Se ha descrito que el tromboembolismo pulmonar (TEP) contribuye hasta en un 10% a la mortalidad hospitalaria (23,24).
2º) Los síntomas y signos del tromboembolismo pulmonar (TEP) tienen una sensibilidad y especificidad muy bajas, del orden del 30% (25,26).
3º) La elevada frecuencia con que se ha asociado tromboembolismo pulmonar (TEP) silente al diagnóstico de trombosis venosa profunda (TVP) (4).
y 4º) La prevalencia de ETVA (27-29), se puede colegir, dado el elevado riesgo de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) del paciente crítico por causa médica, la importancia de establecer una sospecha diagnóstica precoz de dicha enfermedad no basada únicamente en sus manifestaciones clínicas.
Así pues, presentamos el siguiente estudio en el que describimos las características de los casos de enfermedad tromboembólica venosa (ETV)asintomática registrada en enfermos ingresados por causa médica en un Servicio de Medicina Intensiva durante el período de análisis.
OBJETIVOS
Evaluar en un Servicio de Medicina Intensiva la incidencia de enfermedad tromboembólica venosa asintomática (ETVA) en el subgrupo de pacientes ingresados por causa médica durante el período de estudio.
PACIENTES Y MÉTODOS
Grupo de estudio: 151 pacientes ingresados por causa médica en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) correspondientes al segundo semestre del año 2010, en quienes se analizaron los factores de riesgo de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) contemplados en las escalas ad hoc, (16,30,31). Se registró el número de enfermos que recibieron tromboprofilaxis farmacológica subóptima y las causas de la misma, así como la aplicación en estos pacientes de medidas mecánicas de prevención. Los métodos diagnósticos de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) empleados fueron la tomografía computarizada helicoidal (TCH) y/o la gammagrafía de ventilación/perfusión pulmonar (GP) para el tromboembolismo pulmonar (TEP) (según procediera), y la ecografía venosa de compresión-dópler color (EVCD) para la trombosis venosa profunda (TVP).
Diseño del estudio: Previa obtención del consentimiento escrito por parte del paciente o su representante legal, se realizó una EVCD en el momento del ingreso del mismo en UCI para excluir ETVA ya existente, y un control con EVCD semanal o en cualquier momento en que se sospechara TVPA. Además se efectuó TCH/GP en los casos de TVPA confirmada (para evaluar posible TEPA asociado) y frente a TEPA probable.
RESULTADOS
De los 151 enfermos ingresados en UCI por causa médica durante el período de estudio (6 meses), 12 (8%) desarrollaron ETVA (TVPA o TEPA) (tabla 1). Los motivos de ingreso más frecuentes fueron el fracaso respiratorio (5/12) y la enfermedad cerebrovascular aguda (4/12). De estos 12 enfermos con ETVA: ninguno presentaba ETVA ya existente en el momento de su admisión en UCI; 9 provenían del área de urgencias y 3 de plantas de hospitalización médica; 4 tenían antecedentes de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) previa o de ETV en familiares de primer grado; 6 referían antecedentes de neoplasia maligna (4 de ellos de riesgo tromboembólico específico, es decir, páncreas, cerebro, próstata y colorrectal en varones, o mama, ovario y pulmón en mujeres); y 10 acumulaban ≥3 factores de ETV. Las escalas de riesgo tromboembólico evaluadas en este grupo de enfermos mostraron una gran variabilidad entre ellas, pero todas indicaron un contingente de enfermedad tromboembólica venosa (ETV) muy elevado.
De los 12 pacientes con ETVA, 10 presentaron solo TVPA (todas proximales) y 2 mostraron TEPA asociado (TVPA+TEPA). Respecto a los pacientes con