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La Enfermería de Emergencias Extrahospitalarias en Aragón desde la perspectiva biográfica profesional del enfermero Juan Carlos Gasca Gómez y la enfermera Marisa Martínez Feria

“El 061 ya tiene todo preparado para encargarse de la asistencia sanitaria dentro del recinto de la Expo. El servicio tiene ya más de 150 trabajadores que, de forma voluntaria, se han presentado para formar parte del dispositivo que se localizará en Ranillas y, según indicó ayer la directora del 061, Natalia Rivera, los turnos ya están confeccionados. La Expo tendrá tres centros asistenciales (en la zona de pabellones, en el pabellón puente y en la torre del agua), una UVI móvil y una ambulancia.

Estos servicios estarán dotados con un personal diario permanente de dos médicos, cuatro enfermeros y tres auxiliares, además de un enfermero teleoperador ubicado en el Centro de Coordinación de Operaciones de la muestra. Todo el personal de este servicio trabajará de manera voluntaria renunciando a su tiempo libre o de vacaciones –por lo que no tendrán que contratar a personal extra para el resto de servicios–, aunque sí que recibirán un salario extra por su tarea.”

Es tal la vocación enfermera de Marisa que, con un criterio nada común en nuestros días, decide poner fin a su etapa de gestión tras tres años para volver a la asistencia, al contacto con el paciente. Probablemente una decisión tan ética y responsable sea la que le ha hecho merecer ese cariño que percibió durante su jefatura, un cariño con gran respeto implícito.

“La experiencia fue buena pero estos cargos de gestión yo creo que al final queman pero como yo me puse ese límite salí bien, fue una experiencia positiva en la que no me quemé. Tuve mucha colaboración de todos mis compañeros. Fue lo mejor. Yo era compañera pero dedicada a esas nuevas funciones de gestión. Pero como siempre había transmitido que iba volver a mi servicio todos mis compañeros me apoyaron muchísimo.”

Su único lamento tras ponerle fin a su actividad gestora solamente fue no poder dar continuidad a todo el trabajo de protocolos enfermeros que, está segura, en un futuro no muy lejano “… servirían de herramientas para el recurso de emergencias con Enfermería que estará por llegar en algún momento”.

Durante toda le entrevista Marisa nos transmite la calma y la serenidad propias del maestro. Son tantas, tan diversas y tan inesperadas las situaciones que ha vivido esta enfermera que pensamos que ha debido desarrollar mecanismos autodidactas de mindfulness y autocompasión.

Ya fuera de grabación, en la despedida, le preguntamos acerca de la decisión de la que se siente más orgullosa durante su jefatura enfermera.

“Empecé a pensar en que en algún momento llegaría un recurso de emergencias con Enfermería y trabajamos en ello para intentar construir las herramientas necesarias para cuando sucediera, empezamos con las competencias de Enfermería, un registro con la taxonomía enfermera, hicimos una revisión de la situación en otras comunidades autónomas y un protocolo de analgesia para la Enfermería del helicóptero de rescate.”

Nos quedamos con una de sus últimas frases, como fabuloso eslogan de la esencia de la Enfermería de calle, “Lo único que me planteo es seguir ayudado de esta forma, hasta que pueda, y cuando no pueda buscaré otra forma de hacerlo”. Esperamos que cuando “no pueda” piense en “hacerlo” transmitiendo su conocimiento a otras generaciones como la nuestra.

Anexos

Texto biográfico de Juan Carlos Gasca

Los inicios formación y motivación

La idea de estudiar Enfermería me vino en realidad por una valoración dentro del colegio. Estudié en los hermanos Maristas y había una asignatura que era Ciencias de la naturaleza, era lo que más me gustaba, aunque yo era muy mal estudiante. Uno de los profesores, en las reuniones que mantenían con los padres comentó que quizá “este chico podría hacer Enfermería porque parece que tiene ese perfil”. Si no hubiera sido enfermero me hubiera gustado ser periodista deportivo.

Empecé a estudiar Enfermería en 1977, ese fue el último año en que se podía estudiar ATS con 4º de bachiller. Posteriormente el siguiente año se iba a exigir el bachiller superior, COU y una prueba de acceso y había gran cantidad de afluencia de compañeros que intentábamos estudiar ATS. Fue tan tremenda que unas 500 personas nos quedamos fuera de las 100 plazas ofertadas por la universidad. En ese momento había mucha fuerza en la ciudadanía, eran años de revoluciones y grandes cambios, y los estudiantes nos encerrábamos en la universidad solicitando que se ampliase el número de plazas de acceso. La universidad dijo que era imposible, que se no podía asumir más debido al escaso número de aulas, la gestión de las practicas, etc. Tras muchas reuniones y presión por parte de los estudiantes, encierros, asambleas, etc. el presidente del Colegio oficial de ATS, Antonio Miñana, junto con otras personas, formaron lo que se denominó la Escuela Autónoma de ATS. El director era el doctor Gustavo Cimorra y como subdirector de Enfermería era Marcos Agon. Había mucho trabajo que realizar, pero con el apoyo del colegio oficial se logró que, en 1977, entre finales de noviembre y principio de diciembre se inaugurara la escuela. Había que hacerlo antes de que finalizara el año, sino paralizarían el proceso.

La Escuela, en principio, se creó para 3 años, y después cuando terminó el curso académico por completo, desapareció. En Zaragoza teníamos la Escuela propia de la Universidad, otro grupo en el hospital Militar actual hospital General de la Defensa y otro en el Hospital Miguel Servet. Así empezamos unos 500 compañeros, éramos un grupo bastantes numeroso, se buscaron sitios para hacer prácticas a través de hospitales públicos y privados, Casa de Socorro, etc. Al final acabamos unos 240 de esos 500 que comenzamos al principio. Si no hubiese sido por el apoyo del Colegio de Enfermería, la ilusión de personas como Marcos Agon, Gustavo Cimorra, Pardo Zubirri y el empuje de todos aquellos compañeros anónimos que participaron en las asambleas, en los encierros, etc. el proyecto de creación de esta Escuela no hubiera podido seguir adelante. En un principio empezamos a estudiar en unos locales situados en el Barrio Oliver, recordemos que era el año 1977 y Zaragoza todavía no estaba tan extendida como lo está ahora; los profesores eran un poco como padres para nosotros y estaban un poco preocupados por la oscuridad de la zona, incluso nos recomendaban quedar antes para ir en grupo y evitar deambular solos por esas calles oscuras. Más tarde se contactó con el colegio Jesuitas, cerca de la Romareda y allí desarrollamos los cursos segundo y tercero de Enfermería.

Otro escollo que tuvimos que pasar fue el famoso curso de nivelación de ATS a diplomatura. Después en la unificación de las categorías se exigía que existiera un curso de nivelación para que pudiéramos ser diplomados en Enfermería. Se estableció un convenio con la universidad a distancia, Uned, con una serie de materias que había que preparar, un poco por libre, hasta que llegaba el momento de examinarte. Hubo diferentes convocatorias para facilitar la consecución de la diplomatura. En otras profesiones hubo una equiparación automática de nivelación, pero nosotros los enfermeros, tuvimos que pasar esa criba y examen para poder acceder a la diplomatura.

Comienzos en la vida laboral

Cuando terminamos de estudiar el número de compañeros era muy elevado, con una mayor proporción de mujeres frente a hombres. En aquella época existía el servicio militar obligatorio, consistía en que los hombres teníamos que ir a cumplir con la patria e ir durante un año o año y medio a un destino, lo que conllevaba un año en el que no podías acceder a puestos de trabajo. Cuando regresabas del servicio militar la situación era que muchas de nuestras compañeras femeninas o algún compañero mayor o que ya había hecho el servicio de forma voluntaria previamente, ya estaban ocupando puestos de trabajo. Se nos ocurrió hacer entre tres compañeros una bolsa de paro, para ello hicimos una relación de profesionales que no estaban trabajando todavía y con el compromiso del Colegio de Enfermería de que, cuando hubiese una solicitud de trabajo por parte de cualquier entidad, se tendría en cuenta la bolsa de paro para posibles contrataciones. Así estuvo funcionando un tiempo hasta que se disolvió, ya que fue creada sobre todo para comenzar a caminar.

En mi caso particular, tuve la suerte a los seis meses aproximadamente de terminar el servicio militar, me contrataron para los servicios sanitarios de las piscinas municipales, los centros deportivos municipales en la actualidad. Era un contrato solo para verano, y consistía en estar en el botiquín por si había alguna incidencia. Como no había mucha ocupación en las piscinas por aquel entonces, tampoco había mucho trabajo, pero bueno, había que estar. Al finalizar este contrato tuve opción de trabajar durante de un mes en lo que antes se denominaba la Casa de Socorro, en la actualidad es un centro municipal de prevención de riesgos laborales y salud laboral. Trabajaba en el departamento de urgencias, en el turno de noche. Allí continúe con una interinidad hasta completarse un año, fue entonces cuando surgió la oportunidad para una posible contratación en el Ayuntamiento de Zaragoza al cuerpo de bomberos.

Casa de Socorro de Paseo de la Mina

Sobre el año 1982, la Casa de Socorro tenía un servicio de urgencias que, al estar muy céntrico y al lado la Cruz Roja mucha gente asociaba las dos entidades y no tenían ninguna relación. La Casa de Socorro pertenecía al Ayuntamiento y la Cruz Roja era y es una institución humanitaria sin ánimo de lucro. Este servicio de urgencias de la Casa de Socorro estaba a disposición de cualquier ciudadano que lo necesitara, había también lo que se denominaba como beneficencia, hasta que lo asumió el Salud, se trataba de atender a aquellas personas sin recursos que necesitaran atención médica, de manera que se les asignaba un médico y un enfermero que les proporcionara asistencia sanitaria. También funcionaba como consultorio y como hospital para los funcionarios de la administración local (ayuntamiento). Había hospitalización, y diferentes servicios como laboratorio, ginecología, radiología, etc. Y el servicio de urgencias que era uno de los más conocidos por el ciudadano. Con el tiempo, además de la beneficencia, desaparece también la posibilidad de hospitalización, de tal manera que los funcionarios del ayuntamiento tienen que acudir por convenio a clínicas particulares o privadas. En la actualidad han desparecido los médicos de familia y los especialistas en general, quedando como un centro de reconocimientos médicos para el trabajador del ayuntamiento de Zaragoza.

Comienzo en el cuerpo sanitario de bomberos

Trabajando en la Casa de Socorro, una compañera enfermera me comenta que van a salir una plaza de médico y cinco de enfermeros para el cuerpo de bomberos de Zaragoza. Sin saber muy bien que funciones se iban a desarrollar y cómo iba a ser el tema, pero al tratarse de un servicio nuevo que se iba a crear y además que yo no tenía la plaza como titular en la Casa de Socorro, me animé a presentarme. Tenías que presentar una memoria o un trabajo sobre diferentes temas, yo elegí primeros auxilios y la formación sanitaria en los cuerpos de bomberos. Después de la presentación del trabajo se realizaba una entrevista con el Jefe de Bomberos por aquel entonces Augusto García Hegard Y el concejal Don Santiago Vallés y tuve la suerte de, junto con otros cuatro compañeros comenzar a trabajar en el cuerpo de bomberos. La plantilla estaba configurada por un médico, puesto también de nueva creación, y cinco enfermeros repartidos en los diferentes turnos de trabajo que existían. En un principio los contratos eran de un año, más tarde pasamos por una interinidad hasta que se convocó un concurso oposición donde ya obtuve la plaza definitiva. Los principios fueron a la vez ilusionantes y duros, éramos una plantilla de nueva creación formada por gente muy joven, alrededor de unos veinte años casi todos, y con muchas ganas de hacer cosas para mejorar la asistencia sanitaria que presta el cuerpo de bomberos. Empezamos a trabajar con una ambulancia, que se trataba de un turismo acondicionado para la realización de traslados, porque indudablemente en un turismo realizar una asistencia era sumamente complicado. La primera ambulancia R-12, que se denominaba alfa-1, tenía una historia interesante de conocer.