La matrona, es una de las figuras que tienen contacto más directo con las mujeres durante el embarazo, parto y posparto y por ello, debe establecer una adecuada relación terapéutica con la paciente, perdiendo el miedo a preguntar sobre este problema, de esta manera la violencia de género se incluiría como un problema de salud más, e indirectamente se actúa en favor de la mujer. Establecer una relación de confianza con las mujeres durante este periodo de tiempo puede ser el detonante para desarrollar una detección precoz de la violencia de género 14.
Por los datos revelados, la detección de la Violencia de Género debería incorporarse a la atención prenatal habitual, de la misma manera que preguntamos por otros hábitos que puedan perjudicar el desarrollo del embarazo 14. Algunos de los indicadores de sospecha de violencia de género durante el embarazo son (Consultar Anexo III):
- Antecedentes conductuales de la mujer: como maltratos en la infancia, consumo de alcohol, drogas o psicofármacos.
- Antecedentes gineco-obstétricos: lesiones en los genitales, abdomen o pechos, dispareunia.
- Motivos de consulta/utilización de los servicios sanitarios: incumplimiento de citas y de tratamientos, hospitalizaciones frecuentes sin diagnósticos que lo justifiquen.
- Presentación de lesiones durante la consulta: retraso en la asistencia por lesiones físicas, incongruencia entre el tipo de lesión y la explicación del motivo.
- Actitud o estado de la mujer durante la consulta: rasgos depresivos y de desánimo, actitud de temor o evasión.
- Actitud de la pareja: solicita estar presente durante toda la visita, control sobre todo lo que dice la mujer.
Como hemos revelado anteriormente, las consecuencias derivadas del maltrato hacia la mujer embarazada pueden afectar a la mujer, al feto, como al futuro niño:
- Entre las consecuencias sufridas por la mujer, se encuentran: estrés, depresión, consumo de sustancias nocivas para la salud (alcohol, tabaco, drogas), infecciones, hipertensión arterial, metrorragias, mala alimentación y cesáreas o partos prematuros.
- Las consecuencias sufridas por el feto serían: aborto espontáneo o interrupción voluntaria del embarazo, bajo peso al nacimiento, aumento del riesgo de muerte perinatal y prematuridad.
- El niño que vive la violencia de género de cerca, puede desarrollar alteraciones en el desarrollo psicológico y físico, comportamientos violentos en la infancia y en la adolescencia, ansiedad, depresión, mal rendimiento escolar y poca autoestima. En cuanto a los hijos e hijas de las mujeres que mantienen relaciones de violencia emocional, física o sexual, hay que dejar claro que son víctimas directas de la violencia de género 14.
La reiterada exposición a una situación de maltrato hacia la madre, crea una forma de maltrato psicológico hacia sus hijos/as, que sufren una serie de experiencias como 12:
- Presenciar amenazas, violencia hacia su madre e incluso asesinato.
- Ver lesiones en su madre o simplemente ser testigos de consecuencias emocionales de la violencia, como la depresión, ansiedad, estrés o intimidación, sin haber sido testigos directos de actos de violencia.
- Vivir las diferentes etapas de la violencia.
- Escuchar golpes desde otra parte de la casa, o gritos que demuestren que se está produciendo un episodio de violencia.
- Presenciar una anulación de su madre como figura materna.
- Ser víctima de amenazas de daño o muerte, manipulación o chantajes.
- Ser testigo de la detención de su padre, acudir a juicios, tener que abandonar el domicilio o tener que vivir en un centro de acogida.
- Vivir la pérdida de su madre, padre o ambos por una muerte violenta.
Si una mujer es víctima de violencia de género y ésta tiene hijos/as, hay que tener presente que el personal de Pediatría y/o de salud mental infantil desempeña un papel fundamental, trabajando en conjunto con los profesionales de Trabajo Social dentro del equipo multidisciplinar de salud.
En las consultas en atención primaria, también es de gran importancia prestar atención a los adolescentes y jóvenes ya que pueden manifestar su exposición a la violencia de género, de esta forma se podrían derivar a atención especializada.
Todo acto de violencia de género, tiene unas consecuencias sobre la salud de los hijos/as de la pareja. Estas consecuencias están condicionadas por el tipo, la seriedad, el tiempo de exposición a la violencia, la edad, el nivel de desarrollo y la acumulación de otros factores estresantes 12.
El trabajo en equipo en el centro de salud, puede ser de mucha ayuda para la valoración psicosocial de un niño, y cuando sea necesario, se podrá solicitar la colaboración de equipos de salud mental infanto-juvenil, equipos de atención psicológica a menores de los servicios sociales, y equipos de atención psicopedagógica del sistema educativo.
En muchos casos, hay dificultades para la detección de la violencia de género por parte de los hijos/as 12:
- Pueden considerar que la violencia es una conducta normal.
- Miedo al castigo si desvelan su situación.
- Negar la violencia como mecanismo de defensa.
- Sentirse responsables o culpables de esta situación.
- Dificultad para exteriorizar sus sentimientos.
- Conflicto de lealtad entre su madre y padre.
Por todo ello, es muy importante garantizarles un espacio en el que se sientan cómodos y seguros para ser escuchados, teniendo en cuenta su edad, para utilizar un lenguaje adecuado a cada niño.
Entre las consecuencias sufridas por los hijos/as de las víctimas, mencionamos la probabilidad de desarrollar conductas violentas hacia su madre, entendiendo la violencia de género como una conducta normal y acabando por tolerar el maltrato a las mujeres, por ello, es necesario valorar la frecuencia, tipología y severidad, grado de protección por parte del entorno más inmediato, fuerza y calidad del vínculo con la madre y el grado de resiliencia de la propia niña o niño 12.
Un estudio realizado en una unidad básica de salud de Sao Paulo, realizado a enfermeros entre 28 y 62 años (la mayoría del sexo femenino), revela que tan solo una de las enfermeras entrevistadas había recibido formación sobre la violencia contra la mujer, a través de un curso de 8 horas y un taller de 12 horas 21. La profesión de Enfermería, trabaja directamente con las mujeres y las familias, sin embargo, reconocen las dificultades existentes en la atención a familias y víctimas de la violencia. Los profesionales se sienten impotentes para superar esas dificultades.
Esta dificultad se acentúa cuando la mujer está embarazada 21. Este estudio reveló la importancia que tendría establecer vínculos entre la familia y la mujer embarazada y el equipo de consulta prenatal. Esta intervención podría facilitar la identificación de casos de violencia doméstica. En Estados Unidos, existe la figura de Nurse-Family Partnership (NFP). NFP se trata de una organización sin ánimo de lucro que se encarga de las visitas a domicilio de enfermeras registradas a madres de bajos ingresos por primera vez. Comienzan durante el embarazo y continúan durante dos años después de su nacimiento. Esta figura facilita la detección de casos de violencia de género 22. El objetivo general de esta intervención ha sido la mejora de los padres y del niño. También ha demostrado la reducción del maltrato infantil.
Las necesidades de la mujer requieren actuaciones por parte del equipo sanitario, que tengan en cuenta los aspectos psicológicos, biológicos y sociales. Por ello, es necesaria la participación activa de todo el personal de los servicios sanitarios proporcionando un modelo de atención integral.
La escucha activa y la empatía son las dos habilidades sociales que se deben poner en práctica para profundizar en los problemas y la situación familiar de las mujeres y de esta forma obtener un diagnóstico acertado 12. En el informe de “Violencia contra las mujeres: un tema de salud prioritario” de la OMS, recomienda al personal sanitario que no haya miedo a preguntar.
La enfermera, tiene un papel muy importante en la detección de la violencia de género desde diferentes instituciones: urgencias y atención primaria son dos de las bases más comunes para la detección de la violencia de género. La enfermera de recepción, acogida y clasificación (RAC), dentro del ámbito de urgencias, es una figura fundamental para la detección de este posible problema, haciéndole frente con una gran sensibilidad 22. Pese a que los servicios de urgencias son uno de los puntos clave para tratar o detectar este problema, los profesionales carecen de formación para identificar la violencia de género y por ello, se identifica tan solo una pequeña parte del total de casos de mujeres maltratadas. Entre los factores que influyen en la detección de la violencia de género en el servicio de urgencias, se incluye:
- Escasa formación de los profesionales
- Falta de tiempo
- Falta de intimidad en el servicio de urgencias
En un estudio realizado en Andalucía, en el periodo de Abril – Diciembre, se detectaron 14 casos declarándose tan solo 8 como violencia de género y los 6 restantes como otras causas. De los 8 casos detectados, en 7 de ellos se emitió parte de lesiones y tan solo en uno, fue necesario avisar a los cuerpos de seguridad del estado. Sin embargo, el total de los casos detectados en el servicio de urgencias es de 18, lo que significa que 10 mujeres quedaron sin ser registradas como víctimas de violencia de género 22. La escasa formación de los profesionales impide activar en muchos casos el circuito específico para la atención de la violencia de género. La enfermera en RAC, necesita mejorar su sensibilidad frente a este problema.
Existe una contradicción sobre la sensibilización del personal frente a la violencia de género, en algunos estudios se refleja que la Enfermería son los más sensibilizados, mientras en otros se apuesta por la medicina24.
En otro estudio realizado en Murcia, del total del personal sanitario que fueron capaces de detectar casos de violencia de género (25,2%), un 60% derivó a estas mujeres a otros profesionales, lo que nos desvela la falta de confianza en sí mismos para abordar este problema por sí solos 24. Un 10% abrió parte de lesiones, 16.7% no tomó ninguna decisión, y tan solo un 6.7% inició el protocolo de malos tratos de su servicio 24.
Los estudiantes de Enfermería consideran que sería de gran importancia y ayuda, incluir contenidos de violencia de género en su plan de estudios, puesto que son conscientes de que su futura profesión, será de vital importancia para las víctimas de violencia de género 25.
En general, los estudiantes de Enfermería, tienen una gran conciencia de que la violencia contra las mujeres es un problema social, extendido y grave, pero sigue existiendo un porcentaje del 10%, que continúa manteniendo creencias erróneas. Esta cifra es preocupante dada la responsabilidad de estos/as futuros/as profesionales de la salud relacionados con este tema 24-25. Por lo descrito anteriormente, es destacable la importancia de los medios de comunicación, así como la formación escolar y del instituto en la formación de género, tanto de alumnas como de alumnos. La detección precoz, es por ello, básica para la práctica asistencial futura de los alumnos de Enfermería 26,27.
Siguen existiendo mitos entre las futuras enfermeras sobre la violencia de género. Entre esos mitos se encuentran 26:
- “son pérdidas puntuales de control”
- “se les va de las manos la situación”
- “son celosos”
- “son violentos porque están en paro”
- “la drogadicción y el alcoholismo son la causa”
También se le sigue atribuyendo en las aulas, mayor importancia al maltrato físico, restando importancia al maltrato psicológico por falta de cardenales 26,27. Debido a esta concepción de la violencia de pareja, los estudiantes de Enfermería eluden aspectos como el aislamiento social, autoestima baja, o el control personal constante por parte del cónyuge que impiden identificar los síntomas psicológicos, previos al maltrato físico, ocasionando de esta manera, consecuencias graves de salud en la víctima 27.