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La participación social en la promoción de la calidad de vida

Promoción de la Calidad de Vida.

Antes de abordar a fondo la promoción de la calidad de vida, es útil conocer el origen etimológico del término promoción. Que según el Diccionario Etimológico de la Lengua Española, (2007) proviene “del latín promotio, formada con el prefijo pro (delante), movere (mover), más el sufijo ción (acción y efecto)”. Pudiéndose colegir que toda promoción implica impulsar, excitar, catapultar, estimular, mover hacia adelante una cosa.

Para la (Real Academia de la Lengua Española, 2001) “hay cuatro definiciones de promoción:

1. Acción y efecto de promover.

2. Conjunto de los individuos que al mismo tiempo han obtenido un grado o empleo, principalmente en los cuerpos de escala cerrada.

3. Elevación o mejora de las condiciones de vida, de productividad, intelectuales, etc.

4. Conjunto de actividades cuyo objeto es dar a conocer algo o incrementar sus ventas.”.

De las proposiciones aportadas, se considera que las identificadas con los numerales 3 y 4 son los que guardan la mayor pertinencia con el objeto del presente estudio. En virtud, a que a través del mismo se intenta dar a conocer precisamente principios, valores y normas a la ciudadanía contempladas en la Carta Fundamental patria. Concienciación que como efecto oblicuo redundará positivamente en las condiciones y la calidad de vida individual y societal. Por cuanto se estaría robusteciendo y desarrollando el intelecto y la capacidad organizativa del soberano. Aspectos sobradamente necesarios para precisamente hacer letra viva lo dispuesto en el ordenamiento jurídico venezolano.

En esencia, todo acto promocional reviste un acto pedagógico. Sin embargo, se tiene que tener sumo cuidado con esta acción educativa, por cuanto a que indistintamente de la manera como se oriente, ésta contribuirá indefectiblemente en la formación de una personalidad, de un carácter, de una manera de ver al mundo, tanto en el plano individual como colectivo. En este sentido, la acción promotora puede ser enfocada de acuerdo a (Robles, 2006) de dos maneras:

1. Bien sea para la asunción de algún modelo.

2. Como un conjunto de relaciones y procesos.

Estos enfoques van a orientar cualquier promoción y por ende responderá al tipo de individuo, de sociedad y de instituciones que se demande. Por tal motivo, otro rasgo del movimiento promotor que dimana del razonamiento presentado es el carácter teleológico, predeterminado y consciente del acto.

Ahora bien, el primero de los enfoques implica desconocimiento de los talentos y saberes populares, pasividad, relación personal unidireccional, un bajo nivel de conciencia y participación de las masas, ausencia de pensamiento crítico, la propensión a delegar en otros la o las responsabilidades individuales y colectivas, la sumisión y el conformismo. . Donde se estimula y fortalece el foco o locus de control externo. “Se dice que una persona posee un mayor foco de control externo, cuando en ella prevalecen las creencias de que lo ocurrido a su alrededor es independiente de su voluntad y acción,” (Oropeza, 2007; p. 26). Conducta humana que atribuye a un ser heterónomo o fuerza sobrenatural, la causa de victorias, errores, fracasos y aciertos.

Mientras que el segundo enfoque sugiere actividad, dinamismo, libertad, cooperación, alto nivel de conciencia, autonomía, relación personal bidireccional, participación, diálogo, responsabilidad, reconocimiento de saberes y talentos ancestrales, etc. En esta orientación a diferencia del anterior, se estimula y fortalece el foco o locus de control interno. Cuyo rasgo esencial es que el individuo y por ende la colectividad tienen la creencia y la facultad para controlar sus vidas, existencias y destinos. Amén de tener plena conciencia que sus ejecutorias permiten influir y modificar su entorno y realidad.

En esta misma línea de razonamiento (Shugurensky, 1989) propone que la acción promotora puede ser desarrollada a través de tres corrientes: la desarrollista, la concientizadora y la politizadora.

La corriente desarrollista orienta la intervención social hacia una práctica extensionista, donde los países desarrollados transmiten e implantan sus “avances científicos, tecnológicos y culturales” a los países subdesarrollados o atrasados “quienes no tiene bien establecidas sus funciones específicas, por lo que es necesario orientarlas al establecimiento de las mismas” y colocarlas así en el derrotero del desarrollo, el progreso y la productividad económica. Empleándose para este propósito a la educación, ya que es el instrumento a través del cual se podrá difundir los productos científicos, tecnológicos y culturales de los países del primer mundo, avanzados o imperialistas, como bien se prefiera denominar, bienes que estarán dispuestos para ser consumidos sin cuestionamiento alguno ya que representan la panacea de los pueblos oprimidos y atrasados del mundo

Para este modelo el maestro, que funge de promotor activo, es el que mueve hacia el progreso, vehículo indispensable del mundo desarrollado para alcanzar a las sociedades atrasadas y depauperadas,

La corriente concientizadora es un modelo de promoción inspirado en los fundamentos conceptuales del Maestro brasileño Paulo Freire. En ella se parte del principio en que “la educación concientizadora es el elemento guía de la promoción; lleva al reconocimiento del otro como otro, como diferente, y con el derecho a ser respetado y a ejercer todos su esencia humana.” (Shugurensky, 1989). En esta tendencia el ejercicio promotor está dirigido a la liberación del hombre, a la satisfacción de sus necesidades fundamentales y al goce de la vida. Donde se hace necesario partir de relaciones personales planas u horizontales entre los educadores (promotores) y los educandos (individuo/sociedad), donde ambas partes reconozcan sus diferencias, sus saberes, historias y culturas. Concientización que se genera a partir de la relación dialéctica acción – reflexión – acción. Y que permitirá la articulación de esfuerzos para la transformación de realidades históricas dadas y heredadas por agentes externos.

En síntesis, este modelo de acción promotora propicia la formación de personas y colectividades con altos niveles de discernimiento, condición básica, necesaria para la construcción de realidades sociales autárquicas.

La corriente politizadora, la última de las presentadas por Shugurensky, propugna la asunción del poder o la conservación de este a través de la acción promocional. Es decir, para la visión politizadora la promoción está al servicio de los partidos políticos, no de la sociedad civil.