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Programa de reformas de salud científica e higienista desarrollada en los inicios del siglo XIX por el Obispo Díaz de Espada

que dicho nombramiento se produce en un momento de enfrentamiento entre la naciente burguesía esclavista criolla y la iglesia, marcado por profundas diferencias de pensamiento y posiciones económicas que se distinguían por la posición de rechazo de los esclavistas cubanos a los pagos de los llamados diezmos o impuestos religiosos.

El obispo Espada formó parte de la llamada Generación Ilustrada cubana de los inicios del siglo XIX. Junto a prestigiosas figuras como José Antonio Saco, sin lugar a dudas constituye uno de los representantes del clero que aboga por reformas y cambios radicales en la instrucción, la cultura en su más amplia concepción, la salud y otras esferas de la sociedad cubana de la época.

Es importante precisar la situación de la iglesia en Cuba para poder comprender el escenario al que se enfrenta el obispo Espada a su llegada a la Isla, análisis que, en coincidencia con el Dr. Torres Cuevas acerca de la formación de la cubanidad, posee momentos relevantes, a saber:

Período entre 1516 y 1680: caracterizado por la falta de organicidad, sedes vacantes y agudas crisis internas y externas; carencia de una delimitación de las funciones, que originaba diversas contradicciones y pugnas entre los obispos, gobernadores, clero regular y el clero secular, a lo que se le suma un lento proceso de adaptación a las condiciones de la Isla.

Todos estos factores tienen como incidencias negativas el insuficiente soporte material del Gobierno de la Isla para garantizar la presencia de la Iglesia, resalta además, de forma negativa, la superstición, la ignorancia, y las costumbres un poco disolutas del clero. Es una época en la que aparecen y se desarrollan diferentes creencias, imágenes y tradiciones que ya identifican al criollo con la tierra que los vio nacer, cultos que emergen dentro de diferentes zonas como La Habana y Santiago de Cuba, en esta última cobra extraordinaria fuerza la creencia en la que con el tiempo se convertiría en la Patrona de Cuba: la Virgen de la Caridad del Cobre. Etapa caracterizada por una marcada religiosidad que va estar presente en todas las actividades del criollo como expresión además de su universo sociocultural e ideológico. Otra peculiaridad está dada por el hecho de la participación del clero en más de 600 actividades de negocios y otras de carácter mundano, ajenos a toda disciplina de las costumbres eclesiásticas plasmadas por la Iglesia Católica española.

Período de 1680 (año de celebración del Sínodo Diocesano) -1789 (división de la diócesis de Cuba). Matizado por el desarrollo y consolidación de la sociedad criolla, basado en el orden económico por el auge creciente de la sociedad esclavista de plantaciones. Se desarrolla en el universo cultural y social del criollo una fuerte religiosidad católica, con una amplia gama de expresiones culturales y de enfrentamiento en el ámbito caribeño con el protestantismo y el anglicanismo como consecuencia del desarrollo del corso y la piratería y el comercio de rescate y contrabando en la región del Caribe y la de Cuba.

Este contexto contribuye a un cambio cualitativo en la acción y proyección de la iglesia cubana hacia los finales del siglo XVII, en el que confluyen factores de orden económico en primerísimo lugar, y por otra parte, un adecentamiento en la vida social de sus pobladores fundamentalmente en las zonas de La Habana. Justifican esta afirmación la celebración del Sínodo Diocesano protagonizado por el obispo Juan García Palacios en 1680, celebración que recoge todas las normativas para el clero y cuyos capitularios recogen toda la acción social a desarrollar por la iglesia; destaca además la labor emprendida por el obispo Compostela quien sentó las bases de la presencia de la iglesia en los campos y las ciudades con programas dedicados a la educación y la salud. El obispo Compostela edificó toda una red de iglesias y parroquias en toda la zona occidental cercana a los asentamientos tabacaleros, reedificadas después debido al impetuoso desarrollo de la industria azucarera, tarea prioritaria y muy meritoria emprendida por el obispo Espada a su arribo al país. Este es un período de apertura de los Colegios-Seminarios de San Ambrosio (posteriormente San Carlos) y el colegio para niñas de San Francisco de Sales, la Universidad de San Gerónimo de la Habana entre otras edificaciones dirigidas a la educación.

Esta es a grandes rasgos la situación que encuentra el obispo Espada, en cuanto a la institución religiosa se refiere, al emprender su proceso de reformas y que va a tener un peligroso escollo en la oligarquía criolla y la burguesía comercial. Tal situación ha minado hasta entonces, con su actuación, la tradición católica criolla de los siglos precedentes.

La existencia de estos conflictos y los intereses renovadores traídos por el obispo Espada para implementar su política de transformación, a tenor con el pensamiento ilustrado de la época, lo llevaron a tomar como decisión antes de establecer cualquier contacto con la burguesía habanera, realizar un recorrido por la zona occidental del país y así conocer de cerca la realidad socio-económica del obispado y las condiciones de la iglesia.

El contacto con los pobladores le posibilitó realizar determinados estudios que lo llevaron a hacer rectificaciones a la topografía de la zona, adecuar los poblados y la ubicación de ríos, zonas montañosas y otros aspectos de la geografía occidental. Esos estudios le permitieron desarrollar la más amplia red parroquial que se conoce en los tiempos de la colonia.

Sin embargo, dentro de su programa de reformas, una de las acciones principales desarrolladas por el obispo Espada está dada en la esfera de la salud, área deprimida por la misma política aplicada por el gobierno colonial y las diferentes epidemias que continuamente afectaban al país, fundamentalmente, por afecciones producidas por la fiebre amarilla. Su labor en el campo de la higienización y la salud chocarán desde sus mismos inicios con la resistencia del propio clero, debido a que dentro de su proyecto reformista contempla la eliminación de una de las costumbres más arraigadas dentro de la población: los enterramientos dentro de las Iglesias hecho que constituía a su vez una fuente de enriquecimiento y lucro de la iglesia católica, así como una muestra de todo un tiempo de atraso y oscurantismo y de creencias de que así se estaba más cerca de Dios. Esta costumbre por demás, había sido prohibida por el rey Carlos III en los finales del siglo XVIII, aproximadamente hacia 1787, debido en lo fundamental a que estos enterramientos devenían fuente directa de afectaciones a la salud pública y en particular fuente de enfermedades y contagios.

Esta batalla, por llamarla de alguna forma, por parte de Espada tuvo que enfrentarla contra el clero, afectado en su obtención de ganancias fáciles y enriquecimiento. El rechazo a su proyecto lo percibió de manera directa en el orden de los recursos