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Vivir con dolor

Vivir con dolor

RESUMEN:

La fibromialgia fue durante años  una enfermedad relativamente poco conocida. A lo largo de los años y  con ayuda de numerosas investigaciones, cada día se va conociendo más. Aún así, con este trabajo pretendo, conocer de la mano de una de mis pacientes, como han sido los años aprendiendo a convivir con su enfermedad. Se relata con detalles como fueron sus primeros síntomas, como fue diagnosticada y se centra  en como fue la  búsqueda de tratamientos alternativos en busca de su curación y el impacto de la enfermedad en su vida.

Vivir con dolor

Isabel Madrona Elena. Enfermera de Atención Continuada en el Centro de Salud de Calaceite, Teruel.

FIBROMIALGIA: VIVIR CON DOLOR

PALABRAS CLAVE: dolor, investigación cualitativa, enfermedad crónica, depresión.

MÉTODO:

El método utilizado es «Historia de Vida». Escojo  este tipo de estudio ya que considero que ésta enfermedad en concreto,  necesita de ser contada en primera persona y a partir de ahí se pueden extraer conclusiones. El propósito principal, es ver el impacto que la enfermedad ha tenido y tiene en la vida de la paciente tanto a nivel personal, social y familiar. En cuanto a los detalles de la entrevista, ésta fué  realizada en la sala de reuniones del Centro de Salud donde estoy trabajando actualmente. Duró dos horas aproximadamente; entre medio paramos  a tomar un café. La paciente desde que le comenté si le interesaba participar en este estudio,  se mostró abierta, comprometida y entregada, por lo que me ha sido fácil extraer información suficiente. Le dejé narrar libremente y favorecí la expresión de sentimientos. En determinados momentos, fue necesario reconducir el tema.

INTRODUCCIÓN:

La referencia más remota que se tiene de la FM, la encontramos cuando en  1750, el médico británico sir Richard Manningham en su publicación: «Síntomas, naturaleza, causas y cura de la febrícula o fiebre pequeña: comúnmente llamada fiebre nerviosa o histérica. La fiebre de los espíritus, vapores, hipo o bazo», cita descripciones similares a las hechas por Hipócrates que podrían corresponderse al término  fibromialgia. Desde ese año hasta la actualidad, han sido numerosos los autores que de alguna manera han hecho referencia a esta enfermedad.

Pero es en  los inicios de la década de los noventa cuando  se da un paso importante por parte del Colegio Americano de Reumatología, en el reconocimiento de los criterios para la clasificación de la Fibromialgia como enfermedad. Los criterios descritos en ese momento  son: padecer un dolor crónico generalizado y presentar como mínimo 11 de los 18 puntos «trigger» o » gatillo»  definidos como tal diagnóstico. Será en el año 1992 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconozca a la Fibromialgia como enfermedad y la tipifique en el manual de Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10).

 La FM se considera  una entidad crónica y debilitante que afecta el funcionamiento cotidiano, laboral y social de los pacientes que la padecen. Se describe como una patología en la cual los pacientes  presentan dolor musculoesquelético generalizado y crónico, acompañado de puntos específicos de sensibilidad distribuidos en el cuerpo junto con otra serie de síntomas como pueden ser: fatiga, astenia y debilidad.

 En la actualidad, se sabe que el dolor asociado con la fibromialgia es neurogénico y que resulta de un desequilibrio neuroquímico que genera amplificación central, alodinia e hiperalgesia. El dolor en la FM  suele ser  generalizado, acompañado de mialgias de localización imprecisa, de duración prolongada y con dificultad para definir con precisión el inicio de los mismos.  Además suele ser difuso,  profundo,  intenso y en general empeora con el ejercicio físico, el frío, el estrés emocional, el ambiente  húmedo y la inactividad.

La FM la sufre aproximadamente un 9,4% de la población general.  Afecta a las mujeres 10 veces más que los hombres. La franja de edad en la que más se observa es  mayoritariamente entre los 20 y los 50 años de edad, aunque se han visto  casos en niños y ancianos.

Se estima que alrededor del 90% de quienes la padecen deberían enmarcarse en un cuadro de fibromialgia y  permanecen sin diagnóstico, ya sea por desconocimiento del personal sanitario acerca de la misma ó porque muchos profesionales no la reconocen como enfermedad.  Además su elevada prevalencia hace de ella un problema sanitario de primera magnitud, afectando al funcionamiento laboral y calidad de vida de los afectados.

Sobre las causas,  podemos afirmar que existe una alteración de ambas vías de procesamiento y de la amplificación del dolor que hace que estas personas perciban el dolor con un umbral más bajo que la población general.

La FM se relaciona también con multitud de alteraciones a distintos niveles como pueden ser: factores genéticos, a nivel de sistema inmunológico (presencia de inmuno-complejos), alteraciones psiquiátricas, estados de  estrés físico ó  mental, alteración en los tejidos periféricos (hipoxia muscular y disminución de los fosfatos de alta energía), alteración de los  neurotransmisores y por último  problemas endocrinos (hipofunción adrenal).

Los principales síntomas de enfermedad son dolores generalizados  que   se acompañan de astenia, fatiga y mal descanso nocturno o sueño no reparador. Pero además, se han descrito otros muchos síntomas de los cuales se pueden sufrir de uno o más. Éstos síntomas pueden ser : rigidez (76-84%) matutina ó tras el  reposo; alteraciones del sueño: insomnio, sueño ligero, despertar frecuente, bruxismo y sueño no reparador; fatiga  con una frecuencia de aparición entre 55-95%, que va  aumentando a lo largo de la jornada;  cefalea tensional en  aproximadamente en el 50% de los enfermos; parestesias e inflamación subjetiva con frecuencia bilateral; distrés psicológico: con elevada asociación a ansiedad, alteraciones del humor y cuadros distímicos; intestino irritable junto con dispepsia, flatulencia, náuseas, estreñimiento o diarrea y cuadros pseudoobstructivos; síntomas genitourinarios, dismenorrea, síndrome premenstrual y vejiga irritable, fenómeno de Raynaud. Síntomas vegetativos y funcionales como extremidades frías, boca seca, hiperhidrosis, disfunción ortostática y temblor; intolerancia a múltiples fármacos y por último, alteración del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal.

El reumatólogo, que es el especialista clínico del aparato locomotor, es el profesional más preparado para el diagnóstico y diagnóstico diferencial con otras