Deshabituación tabáquica
Resumen
El tabaquismo constituye el principal problema de salud en nuestra comunidad, es responsable de 10.000 muertes de andaluces cada año y se estima que, sin el tabaco, la población andaluza que fuma habitualmente aumentaría su esperanza de vida en un promedio de 15 años.
Autoras
María del Rocío Ruiz Calzado, DUE. Hospital Reina Sofía, Córdoba.
Amparo Camacho Reyes, DUE, Oncología pediátrica. Hospital Universitario La Paz, Madrid.
María Jesús Carrasco Monterde, DUE, Unidad de cuidados neonatales, Complejo hospitalario de Huelva.
El tabaco no sólo afecta a las personas fumadoras, el humo del tabaco se asocia también a riesgos para la salud en fumadores pasivos, muy especialmente durante la infancia. Esto supone que el tabaquismo origina más muertes que el SIDA, el alcohol, las drogas ilegales y los accidentes de tráfico juntos. En España, en 2016, cada fumador consumía 2.481 cigarros al año. En torno a un 30% de los españoles adultos fuman y gastan una media anual de 282,39 euros en cigarrillos.
Objetivo
Situación actual tabáquica. Identificar las principales fases de abandono del tabaco y establecer pautas de actuación para la ayuda del abandono de su consumo.
Palabras clave: ansiedad, tabaco, factores psicosociales, salud, fases de abandono.
Introducción
Fumar causa, de forma directa, enfermedades tales como cáncer de pulmón, trombosis cerebral o cardiopatía isquémica y acelera, de manera directa e indirecta, procesos degenerativos que aumentan el riesgo de muerte prematura. En los últimos años, Andalucía se ha situado a la vanguardia de las políticas contra el tabaquismo en el conjunto del país, con el impulso de numerosas medidas de prevención del consumo de tabaco, de promoción de los espacios sin humo y de ayuda a las personas que desean abandonar este hábito. Junto a ello, nuestra comunidad se ha convertido en la primera administración europea en interponer una demanda judicial a las compañías tabaqueras para reclamar los costes sanitarios derivados de las enfermedades asociadas al tabaquismo.
El tabaquismo representa el primer factor individual de riesgo de enfermedad y la primera causa aislada de enfermedad, relacionándosele con más de 25 enfermedades. Fumar es el principal factor causante de entre el 16% y el 40% de los cánceres: cáncer de pulmón (en un 85%), cáncer de la cavidad oral (en un 92% de los casos en varones y un 61% en mujeres), cáncer de laringe (83%), de esófago (80%)… Asimismo, más del 90% de los casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) están relacionados con el humo del tabaco. El tabaco es, igualmente, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular y la primera causa aislada de mortalidad prematura.
La Organización Mundial de la Salud considera el tabaquismo como una epidemia que constituye uno de los principales problemas de la salud pública mundial, ya que, además de las enfermedades, la pérdida de años de vida y las muertes que indiscutiblemente provoca, los gastos sanitarios que ocasiona el tabaco representan una carga asistencial adicional para la salud pública.
Adicionalmente, hay que resaltar que el humo de tabaco no es dañino sólo para aquellas personas que lo fuman, sino también para aquellas que lo inhalan involuntariamente por estar expuestas a él (las denominadas personas fumadoras involuntarias), a las que se les puede causar los mismos efectos o según los casos, incluso mayores que a los propios fumadores directos. La OMS ha recalcado, en este sentido, que el humo de tabaco –además de inequívocamente cancerígeno– es especialmente perjudicial para la población infantil en la que se ha asociado, también, con neumonías, otitis y asma.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud en el 2016, es España, casi un 30% de la población adulta es fumadora. Año tras año, los hombres encabezan este ranquin. Lo que sí que varían en los últimos estudios es la edad de los fumadores españoles. Actualmente, los que más fuman en España son los adultos con edades comprendidas entre los 24 y los 34 años, Por el contrario, entre los mayores de 65 años es donde se percibe un menor número de fumadores. Con estos datos, cabe destacar que año pierden la vida en nuestro país alrededor de 60.000 personas, como consecuencia del tabaco. Fruto de las campañas de concienciación, según la Asociación Española contra el cáncer, casi 3.000 fumadores acuden a sus profesionales para intentar dejar de fumar. Más de un 61% de las mismas, lo consiguen.
Otros informes publicados con motivos del Día Mundial sin Tabaco del 2016, afirman que casi el 32% de los fumadores españoles ha intentado dejar de fumar durante el último año.
Marco de referencia
El III Plan Andaluz de Salud, marco de referencia de los planes integrales, otorga un énfasis especial a las políticas de promoción de la salud, entre las cuales la lucha contra el tabaquismo ocupa evidentemente un lugar propio. En este sentido, dentro del Plan Integral del Tabaquismo, la promoción de la salud juega un papel fundamental y se traduce en la conjunción de las estrategias de prevención y deshabituación previstas en el Plan Andaluz de Prevención del Tabaquismo, con otras actuaciones adoptadas por la Junta de Andalucía en materia de control de la publicidad de tabaco y la restricción de su consumo en ciertos espacios públicos.
El Plan Integral de Tabaquismo en Andalucía (PITA) 2005-2010, pretende coordinar las actuaciones sanitarias y los recursos disponibles para mejorar la atención a las personas fumadoras, y proteger el derecho a la salud de la ciudadanía andaluza, potenciando asimismo estilos de vida saludables y la creación de espacios libres de humo como áreas de bienestar social. Se caracteriza por un enfoque global e intersectorial de prevención, asistencia y seguimiento de este problema en diferentes ámbitos. Uno de ellos se refiere a acciones específicas en los colectivos de relevancia social o modélica (profesionales de los servicios sanitarios, de educación, y de las administraciones públicas). De igual modo se contempla el afrontamiento ante situaciones consideradas de especial atención (pobreza, privación de libertad, embarazo y trastornos mentales)
Existen opiniones diferenciadas sobre la función modélica del propio colectivo profesional, en función del ámbito laboral, reconociéndose un mayor papel de modelo de conducta en el contacto con el público, sobre todo en los sectores sanitario y educativo. Es por esto, que dentro de las áreas prioritarias de actuación establecidas por el PITA, se destaquen:
- Que grupos con responsabilidad social o modélica actúen como agentes promotores de la salud; sus acciones y decisiones tienen un efecto multiplicador sobre el resto de la población.
- Que la totalidad de los profesionales sanitarios incorporen la intervención mínima a su práctica diaria, y ejerzan labores modélicas, preventivas y terapéuticas, con el objetivo de ayudar a las personas a avanzar en su estadio y lograr el abandono del hábito, como una forma de ganar calidad de vida.
Plan de actuación
El cambio de conductas problema, tales como el tabaquismo, tiende a realizarse dando al paciente una información que en la mayoría de los casos ya conoce. Este método no es especialmente efectivo, ya que para el cambio de una conducta como fumar se debe motivar y no tanto informar o asustar sobre sus riesgos y consecuencias.
Para el tratamiento del tabaquismo existen alternativas farmacológicas y psicológicas que han demostrado ser eficaces consiguiendo mayores tasas de abstinencia. Pero no hay que olvidar que el tabaquismo se considera una enfermedad adictiva crónica, con una alta probabilidad de recidiva a medio y largo plazo, por lo que la importancia del mantenimiento de la abstinencia al tabaco depende sobre todo de un compromiso del paciente consigo mismo, elemento fundamental en la terapia motivacional.
La magnitud del problema, junto con los pocos medios que son necesarios para su abordaje en la práctica asistencial rutinaria, debería impulsar a las autoridades sanitarias a convencer, estimular, implicar y capacitar para ello, cuando sea necesario, a los profesionales de atención primaria. El tratamiento del tabaquismo implica realizar un análisis de la fase en la que se encuentra el paciente fumador dentro de su proceso particular de abandono del tabaco, fases definidas por Prochaska y Di Clemente (1983) como de precontemplación, contemplación, preparación, acción y mantenimiento. Los estadios de esta teoría son: