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Estudio de conductas disruptivas en estudiantes de nivel de educación media

 3.       Elaborar un video con las estrategias seleccionadas para la modificación de conductas disruptivas en clase.

Justificación

En Venezuela, se calcula que un 50% de la población ha sufrido de algún tipo de violencia, y esta cifra, según Peiró (2008), expresa que los jóvenes cuando asisten a la escuela o liceos no sólo llevan útiles y morrales, sino también la agresividad que observan a su alrededor y en la misma televisión.

La investigación demuestra la relación existente entre las familias conflictivas y adolescentes que utilizan la violencia en su convivencia. Los niños que presentan comportamientos violentos suelen proceder de entornos familiares negativos, acarreando algunos factores claves en la conducta agresiva de los niños, tales como, la ausencia de los padres, la discrepancia educativa entre los padres, el binomio restricción-permisividad respecto a una misma conducta del niño, reparto desequilibrado de las tareas domésticas que produce estrés en la madre, la insatisfacción del niño en su hogar, donde debería sentirse seguro (Galtung, 1985).

En toda sociedad y ambiente tiene que haber normas, aunque sean mínimas. La familia y la escuela son fundamentales para su aprendizaje. Las normas deben ser cumplidas por maestros y estudiantes a fin de facilitar el logro de los objetivos educativos. Las instituciones educativas y las aulas son clásicas por tener normas y pedir y exigir su cumplimiento. En décadas pasadas, se dice, la disciplina fue excesivamente rígida en comparación con la actual que es muy relajada (Susana Fraile, 2007).

Por lo tanto, la disciplina constituye uno de los principales elementos del proceso de enseñanza-aprendizaje a través del cual los alumnos aprenden a vivir como miembro de una sociedad, por lo que se presenta como una cuestión relevante tanto en los contextos educativos como familiares y sociales.

En cuanto a los docentes, Peiró (2008), indicó que no sólo deben instruir, sino formar y educar, términos con significados diferentes, es decir, comprender y valorar de forma crítica, además de fomentar hábitos positivos como templanza, justicia, fortaleza, puntualidad y otras. Además, los educadores, están de acuerdo en que es necesario un cierto orden en las clases con los que trabajan, coinciden en señalar que, en muchas ocasiones, las actuaciones y estrategias para mejorar la disciplina resultan inoperantes.

En otras palabras, el mundo de los jóvenes presentan grandes desafíos a la educación y, en particular, a los educadores, padres y maestros, si la educación quiere ser lo contrario a la violencia, la visibilización de los múltiples espacios educativos y de las ciudades responsables, es un camino para vencer los “no lugares” de la paz y la democracia y así, atender desde una perspectiva integral al problema de la violencia escolar. Peiró (2008).

Resulta claro, que el tema de la violencia escolar no se agota en la escuela sino que representa una arista del tema de la violencia en la sociedad en su conjunto. La escuela es un espejo y un amplificador de la realidad social para nuestra vida cotidiana. Fernández (1999), señala que es como prioridad para prevenir la violencia en la escuela, introducir en los programas curriculares que contengan cinco áreas de trabajo: educación en valores, habilidades sociales, resolución de conflictos, metodología de conflictos, metodología cooperativa y tutoría.

Según el Currículo Básico Nacional (CBN, 1999), la educación venezolana ha evidenciado diversos cambios curriculares en su búsqueda de lograr un individuo pleno, pacífico y feliz que mediante la valoración de otros y

de sus capacidades para integrar a la comunidad en una conciencia crítica, social, con valores que contribuyan a consolidar el bienestar social.

En la mayoría de los países a nivel mundial la administración educativa ha lanzado campañas nacionales mediante los medios de comunicación con el fin de crear conciencia social, la cual promueva la prevención de la violencia en las escuelas, liceos y universidades. En Venezuela, un 40 % de estudiantes vive en situación de acoso en sus liceos, según lo ha reportado un estudio exhaustivo en el Centro Comunitario de Aprendizaje (CECODAP), organización que defiende el derecho de los niños y adolescentes, resultados presentados en el Primer Congreso de la violencia escolar que se celebró en España (2010).

Los problemas de disciplina que normalmente se presentan en forma de conflictos entre la relación profesor-alumno, que en ocasiones, las agresiones pueden ser bidireccionales, siendo de profesor-alumno o de alumno-profesor. Supone un paso más en lo que se ha denominado disrupción en el aula, conducta que implica una mayor o menor dosis de violencia que desestabiliza la convivencia en el aula y en la unidad educativa, haciendo más difícil e incluso imposible la consecución de objetivos académicos. Peralta, Sánchez, de la Fuente y Trianes, (2006). A este respecto, Alfredo Furlan (2006) considera que: “Crece también la tendencia, a nivel de la investigación que se realiza, a incluir comportamientos como el relajo en clase, el desorden provocado por los alumnos, las faltas de respeto al maestro, el maltrato, el acoso y el abuso entre compañeros o entre profesores y alumnos, bajo la palabra violencia, y se va desdibujando la disciplina”.

En este contexto, maestros, directivos y alumnos difícilmente enuncian la palabra violencia para calificar los acontecimientos que dificultan el trabajo escolar. Sin embargo, maestros y directivos señalan que los alumnos son cada vez más agresivos, groseros, provocadores y ven a las condiciones sociales y familiares como la causa principal, lo que hace que también en este terreno la palabra indisciplina desaparezca del vocabulario del personal escolar haciendo casi imposible encontrar formas de abordar la conducta disruptiva de los estudiantes desde los procesos educativos.

De este modo, la importancia de la educación en valores en la sociedad actual sigue siendo uno de los retos primordiales del Sistema educativo de cualquier país. Esta relevancia cobro una dimensión de necesidad inexcusable cuando se habla de educación en valores sociales durante el periodo de adolescencias o la Etapa de educación Media.

De allí, la presente investigación se centra en un estudio exploratorio sobre la presencia de conductas disruptivas en la interacción escolar Docente-Alumno de la Educación Media. Además, los aportes investigativos en la que se basa el presente trabajo permitiría a los alumnos y docentes apropiarse de ellos, y contar con un nuevo recurso que le permita solucionar los conflictos en el aula y armar un ambiente escolar adecuado en el que se conciba un desarrollo integral del estudiante, libre de violencia y con la oportunidad de ser sujetos sociales y participativos de la comunidad en general.

En consecuencia, el estudio, la investigación y la intervención para este tipo de educación, se ha centrado especialmente en beneficio de los estudiantes y docentes de los Liceos, donde se hace necesario dotar dichas instituciones de estrategias adecuadas para enfrentar la problemática de indisciplinas y conductas disruptivas, propiciando con ello las verdaderas bases de la interacción escolar.