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Actitud de los docentes de Enfermería hacia la computadora

Bases Teóricas

Las bases teóricas surgen a partir de las definiciones que eran forzosas saber para poder explorar esta temática. Al respecto se encontró, que las tecnologías de la información y comunicación, TICs, podían definirse como la asociación de distintas tecnologías producto del avance del conocimiento científico, que permiten procesar, almacenar, transmitir, gestionar, digitalizar, codificar, comunicar datos e información. Su clasificación de acuerdo con Ortiz (2002), abarca las tecnologías: transmisivas, interactivas y colaborativas, mientras que Leibowicz (2001), se enfoca en: las telecomunicaciones, computadora, internet, vídeo interactivo y otras, las cuales pueden ser utilizadas ampliamente en la educación.

Al mismo tiempo, fue también muy importante identificar las distintas funciones que desempeñan las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) en los sistemas educativos. Para Becaria y Rey (1996); Mena, Pórras y Mena (1996); Poole (1999); Iglesias y Rasposo (1999); Domingo (2000b) y García (2000), citados por Salinas (2002), la aplicación educativa que pueden ofrecer las tecnologías, están vinculadas con las TICs como objeto de estudio, como medio didáctico, como instrumento de gestión, y para la comunicación.

En ese mismo sentido, los principios pedagógicos para la aplicación de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) propuestos por Leibowicz (2001) y Martínez (2001), permiten entender que la incorporación de las TICs los programes educativos, va más allá de solamente la adquisición de equipos para el aula, pues estos medios pueden usarse para cualquier cosa, sin bases pedagógicas claras y con tradicionales diseños de enseñanza. Por tanto, el proceso de establecimiento de las TICs, debería, superar la instalación técnica por una innovación educativa.

Necesidad de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs)

Desde el arribo de las computadoras e Internet, ha sobrevenido un avance en el aspecto histórico de la sociedad, este cambio vertiginoso permanente es reconocido como el surgimiento de una segunda revolución industrial, que tiene como foco central la información. Posiblemente uno de los efectos más incuestionables y profundos de este cúmulo de innovaciones es la aparición de las tecnologías de la información y las comunicaciones; TICs, manifiestas en todos las esferas de la vida actual, lo que ha traído como consecuencia los cambios culturales, políticos, económicos y educativos de la sociedad, y no ha sido, hasta hace muy poco tiempo que se han podido observar estos efectos con atención.

Es evidente entonces, que en la actualidad, los cambios producidos por las TICs han traído a la vez, resultados que pudieran ser vistos como positivos: tal como la democratización del acceso a la información, el acentuar los obstáculos geográficos para proporcionar el intercambio cultural, así como negativos; una acentuación de la subordinación de la información y conocimiento, ajustadas al uso de las redes, siguiendo principalmente la actitud que las personas de la comunidad tengan ante estos.

Según las distintas actitudes que la comunidad alcance a emitir, se hace preciso llevar a cabo una propuesta que examine la estrategia, que tolere crear espacios de debate en torno a la intención que convenga dar al uso de la computadora e Internet y tomando en cuenta los efectos que la tecnología tenga en el actuar de la sociedad, concebir estrategias que proporcionen los procesos educativos para enfrentar críticamente los nuevos espacios culturales.

De acuerdo a cual sea la actitud tomada, Internet se puede estimar como a un distribuidor, es decir un sitio en el que el interesado en información puede acceder cuando lo demande, o como un canal de comunicación que provee el intercambio cultural y de conocimientos

Definición de actitud

Preliminar a los problemas que surgen, propios del poder trabajar con actitudes en cualquiera de los campos, están los que pueden ser considerados como dificultades más importantes, es decir, las que proceden de una definición, ya que existe cierta aceptación, aún las mismas definiciones formulan puntos no del todo análogos en muchas cuestiones.

A partir de finales del siglo XIX, cuando Spencer(1855) usó por primera vez la expresión actitud, los intereses que se suscitaron alrededor de este tema, no se han conseguido completamente.

Por consiguiente, la historia de las actitudes podría especificarse por dos proposiciones: un gran desarrollo de la investigación empírica en el terreno de medir y el cambio de actitudes; y, por otro lado, una ambigüedad en lo que se refiere a la teoría, como prueba de ello son la cantidad de trabajos tiene que ver con la conducta, el comportamiento y pensamiento humanos.

En consecuencia, asevera Ortega Ruiz (1986) que;

“…subsiguientemente al problema de la definición del concepto de actitud, están las dificultades que provienen de encontrar una o varias teorías, cristalizadas en coherencia y aceptadas por todos, que ofrezcan un modelo claro de las actitudes que diseñe su status, dé una suficiente explicación al hecho de su formación y dinamismo, establezca sus relaciones con la conducta, algo que debe ser considerado como fundamental para las actitudes, señale los factores de los que dependen y, porque puede sobrevenir de todo esto si ésta es nuestra intención, dé luz al ámbito pedagógico para que con su componente perfectivo corrobore y haga efectivas las posibles y eventuales intervenciones educativas sobre las mismas”. Ortega Ruiz (1986)

Sin embargo, todas estas razones, no han permitido renunciar al concepto de actitud, por el contrario, han agrandado el interés, estimulando la investigación desde el área psico-sociológico, con relaciones en el ámbito pedagógico.

Pero, Ortega Ruiz (1986) asiente que:

“…quizás, la razón de más peso en el interés que la actitud ha despertado radique en que se piensa, en general, que las actitudes, en cuanto producto de un proceso de socialización, influyen o condicionan fuertemente las distintas respuestas a los diversos estímulos que un individuo recibe de personas, grupos, objetos o situaciones sociales” (Ortega Ruiz, 1986).

En otras palabras, el interés siempre renovado se halla en varios puntos, parafraseando a este autor:

            En primer término, y ya indicado es la idea de que la actitud no es un concepto exclusivo de ninguna tendencia en particular, lo que ha causado la no uniformidad del concepto, pero también ha beneficiado su general aceptación.

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