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Detrás de la pizarra venezolana. Estilo de enseñanza, evaluación del aprendizaje y comportamiento agresivo en el salón de clases

mediante los procesos de enseñanza y aprendizaje en el que ocurren intercambios de ideas, pensamientos, emociones entre los estudiante y y docentes en el aula. Esto lleva a destacar el rol del docente como personal principal en el desarrollo de los procesos de enseñanza-aprendizaje en las instituciones educativas, requiriendo la formación integral en el aula, la aplicación de estrategias didácticas, un sistema de evaluación actualizada, así como la colaboración en las mejoras en el crecimiento personal de los estudiantes. No solo desempeñando la función del desarrollo de los aspectos cognitivos en el estudiante, sino brindar información que desarrolle las habilidades sociales en la convivencia ciudadana.

Por otra parte, la educación venezolana está a la par de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aprobando los saberes de la educación, “aprender a conocer, aprender a ser, aprender a hacer y aprender a convivir” como una propuesta orientadora para consolidar el proceso educativo en este milenio. En el informe se expresa, “aprender a conocer” es más que la simple transmisión de conocimientos y supone el aprender a lo largo de toda la vida. En cambio “aprender a hacer” es un saber procedimental que va asociado a lo conceptual y capacita a la persona para hacer frente a un gran número de situaciones y a trabajar en equipo. Y “aprender a ser” revaloriza la personalidad del individuo, su autonomía, sus capacidades, su responsabilidad y abre las posibilidades de una educación que valora las distintas potencialidades del estudiante. Por último “aprender a convivir”, desarrolla la comprensión del otro y capacita al ser humano para vivir en comunidad, respetando los valores de pluralismo, solidaridad, colaboración, aceptación y paz.

Apoyados en la UNESCO, la educación no sólo está sustentada en el conocimiento, propicia el desarrollo de la personalidad de los niños y adolescentes, del convivir para el logro de individuos empáticos, desarrollados dentro de una convivencia basada en valores, respeto y tolerancia. Los docentes para lograr estos principios, convienen manejar herramientas personales instauradas dentro de situaciones pedagógicas que estén dirigidas a la formación de una educación de valores, que le garantice la disminución de los niños adolescentes de involucrase en conductas de riesgo, manejándose de forma acertada en las diferentes situaciones cada más complejas de la convivencia en los lugares escolares.

Surge la importancia en los estudiantes de desenvolverse dentro de un ambiente escolar, que le proporcione conocimientos y habilidades para la vida. La interrelación del

docente con el estudiante que complemente la formación de la personalidad sana y madura en los escolares, reflejadas en los comportamientos y habilidades sociales que propicien interacciones efectivas, llenas de armonía que faciliten la convivencia y el desarrollo humano.

El proceso de socialización que realiza la familia, las instituciones educativas y la sociedad en general, promueve y refirma el desarrollo de las actitudes y aptitudes sociales del joven y niño que puedan mostrase de forma apropiada en su entono. De ahí, el interés de la participación de los padres junto a los docentes de manejar conocimiento y promover ciertas habilidades útiles que disminuyan los comportamientos negativos en la relación entre los estudiantes y las figuras de autoridad.

Cabe destacar, las habilidades sociales se aprenden en la familia y en el contexto educativo, constituyendo las destrezas sociales requeridas para realizar hábilmente una labor interpersonal. Las habilidades aprendidas como trabajar en grupo, responder a un elogio, resolver problemas cotidianos, empatizar, expresar emociones, entre otras, permite a las personas conducirse según las normas establecidas socialmente facilitando la socialización con sus pares, justamente, los padres y los docentes, moldean estas habilidades, y a su vez proporcionan las estrategias de corrección cuando se presentan conductas inadecuadas en el momento de relacionarse con los otros (Morales y Olza, 1996).

En la escuela es frecuentemente encontrar comportamientos agresivos entre los estudiantes relacionándose con sus iguales, e incluso con sus docentes, evidenciando violencia. Muchos de estos comportamientos perjudiciales en contra del interés académico. El desempeño docente por no tener el conocimiento adecuado de herramientas de control de comportamiento conlleva que algunos comportamientos no adaptativos de los escolares no sean corregidos a tiempo, consolidándose y convirtiéndose en verdaderos problemas en la interrelación con sus pares.

De ahí, la presencia del acoso escolar en las instituciones educativas en una proporción importante que se presenta con agresiones a estudiantes, tanto de forma física

como con la exposición en videos en las redes sociales. Por lo tanto, es un asunto de especial preocupación en el ámbito escolar para los docentes, ya que incide en las relaciones interpersonales diarias de los escolares, en la convivencia y en el proceso de formación de la personalidad del individuo.

Asimismo, las consecuencias del acoso escolar son devastadoras para la autoestima del acosado, se han dado casos que han sido documentados que terminan en suicidio. Esto implica una situación de alerta, que amerita otórgale una atención especial a la situación. Por esto implementar herramientas necesarias para evitar y abordar sucesos de acoso escolar, facilitaría el desarrollo de habilidades sociales que mejoraran la convivencia escolar.

En Venezuela se aprecia episodios de acoso infantil entre primero y noveno grado, niños entre 7 y 15 años aproximadamente. Refiere un incremento máximo de agresividad durante la primaria, en la adolescencia tiende a disminuir un poco. Por lo tanto, detener esta práctica se hace necesario que los adultos intervengan (Salmen, 2008). El niño maltratado y humillado se muestra tímido, presenta dificultad para integrarse a los grupos, en el extremo los sentimientos de inseguridad, baja autoestima, y en ocasiones presenta síntomas de depresión, e incluso al episodio de suicidio.

En referencia a lo planteado anteriormente, las estrategias que implementa el docente que determinan el estilo de enseña, manteniendo un patrón personal ante la situaciones de violencia escolar que se presentan en su sitio de trabajo, en muchas ocasiones, se han podido controlar, si el docente hubiese utilizado técnicas conductuales apropiadas que redujeran ese comportamiento. Casi todos los docentes han visto o vivido lo que se entiende como fenómeno de intimidación entre iguales; algunos conocen los mecanismos de su funcionamiento, pero muy pocos saben qué hacer en estos casos. Por eso es muy importante que los docentes reciban formación sobre cómo manejar la intimidación en la escuela.

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