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Detrás de la pizarra venezolana. Estilo de enseñanza, evaluación del aprendizaje y comportamiento agresivo en el salón de clases

La falta de conformidad con las normas de disciplina vigentes en los colegios se puede atribuir también, en muchos casos, a la inmadurez de los estudiantes: su inteligencia no está todavía en condiciones de comprender las razones más profundas que dictan las normas vigentes; su poca experiencia no les permite aún prever y calcular las consecuencias de todas sus palabras, actos y actitudes; su poca edad no les hace posible todavía desarrollar el control mental necesario para una conducta reglada y satisfactoria.

Solamente el tiempo, la experiencia, el ambiente educativo y la aclaración progresiva de los hechos por la comprensión y por la reflexión podrán engendrar en su mente inmadura ese control reflexivo e interior que facilita una conducta consciente y disciplinada. Corresponde a la escuela favorecer y estimular esa progresiva maduración interior de los escolares, sin perjudicar la evolución sana y normal de su personalidad.

1)         Indisciplina: actos de indisciplina todas las acciones, palabras, actitudes, gestos y reacciones que contrarían las normas disciplinarias vigentes en un centro de enseñanza, o que representan atentados contra la moral, la autoridad, el orden, el espíritu y las tradiciones de la institución. No hay duda de que los actos positivos de indisciplina, principalmente cuando son intencionales y frecuentes, son perjudiciales a la moral de un colegio y se oponen frontalmente a los propósitos educativos que son la propia razón de ser de esos establecimientos.

Deben, por consiguiente, ser combatidos y eliminados. Pero estos actos de indisciplina son, casi siempre, consecuencias inevitables de condiciones y factores desfavorables que están actuando sobre el psiquismo de los educandos, amenazando desintegrar su personalidad y desajustarlos a la vida escolar. Importa, pues, que se encuentre la atención de los educadores sobre estos factores para eliminarlos o atenuarlos, antes de recurrir a sanciones o medidas punitivas más drásticas.

2)         Conducta agresiva contra iguales: El maltrato entre iguales se ha constituido como uno de los fenómenos más preocupantes e Inquietantes para el conjunto de la comunidad educativa de los centros. La primera cuestión que hay que responder es que es maltrato y que no lo llega a ser. La percepción de la víctima y del agresor no Siempre nos ayuda a resolver este dilema, pero lo que es evidente, es que en aquellos casos en los que un estudiante manifiesta su desazón y malestar con respecto al trato que está recibiendo por parte de otros compañeros, nos está trasladando un indicador de que hay que actuar. En este sentido se debe recoger esta demanda, indagar en la misma y mostrarse atentos a la evolución de los acontecimientos.

3)         Conducta antisocial o violencia grave: Desde un punto de vista teórico, las variables que influyen sobre el comportamiento antisocial en las escuelas deben buscarse en tres dimensiones diferentes: Evolutiva, esto es, el proceso de desarrollo sociomoral y emocional en relación con el tipo de relaciones que los estudiantes establecen con sus iguales; psicosocial, que implica las relaciones interpersonales, la dinámica socioafectiva de las comunidades y los grupos dentro de los que viven los alumnos, las complejidades propias del proceso de socialización de los niños y los jóvenes; y, por último, la dimensión educativa, que incluye la configuración de los escenarios y las actividades en que tienen lugar las relaciones entre iguales, el efecto que sobre dichas relaciones tienen los distintos estilos de enseñanza, los modelos de disciplina escolar, los sistemas de comunicación en el centro y en el aula, el uso del poder y el clima socioafectiva en que se desarrolla la vida escolar.

Desde el punto de vista del docente y de los centros de enseñanza, esta dimensión educativa tiene una importancia crítica; resulta fundamental poder ser capaces de identificar qué aspectos de la vida del aula y de la escuela tienen una incidencia en la configuración de las relaciones interpersonales de nuestros alumnos, en los modelos y patrones de convivencia, y, en definitiva, en la posible prevención del comportamiento antisocial. En otras palabras, aunque se conoce que el comportamiento antisocial en los centros puede estar muy determinado por variables sociales y familiares ajenas a la escuela, también existen variables internas al propio centro educativo que parecen estar positivamente relacionadas con la mayor o menor ocurrencia o aparición de fenómenos de comportamiento antisocial. Y parece claro que es sobre estas variables estrictamente escolares donde el profesorado tiene y puede hacer el mayor esfuerzo de prevención.

Por último, solo queda mencionar que las conductas antisociales: robos, intimidación con armas, palizas, etc. pueden ser parte de un proceso de victimización pero usualmente son más producto de conductas antisociales que deben tener un tratamiento penal y jurídico, mientras que el maltrato solo llegara a esta situación en casos extremos donde el daño ha sido irreparable.

4)         Desinterés académico: El fracaso escolar es el abandono escolar y el absentismo de los objetos escolares, es decir cuando un adolescente no supera los estudios obligatorios y se encuentra en la calle sin alternativa, sin un trabajo no cualificado o sin garantía social. A este respecto algunos expertos, lo definen como el hecho de concluir una determinada etapa en la escuela con calificaciones no satisfactorias, lo que se traduce en la no culminación de la enseñanza obligatoria. De allí, la importancia de generar una orientación a temprana edad que permita a los participantes entender que un fracaso académico en un momento determinado, no es una tragedia personal, que debe ser un momento de reflexión para entender, comprender e interpretar los errores cometidos, internalizarlos y generar respuestas de cambios que permitan recomenzar en un momento determinado.

LINEAMIENTOS PSICOEDUCATIVOS EN LA RELACIONES DEL DOCENTE

CON LOS ESTUDIANTES

Una cuestión de suma importancia para la educación es que del comportamiento del docente dependerán las buenas relaciones entre ambos. La comprensión del estudiante es fundamental para que se establezcan lazos de simpatía y de amistad con el docente, para que sean alcanzados los objetivos de la educación:

1)         El docente debe cultivar una actitud de justicia y trato igualitario para con sus estudiantes, con relación a la atención y consideración, independientemente de las condiciones sociales y económicas de los mismos. Para ser verdaderamente equitativo, debe tratarlos conforme a sus diferencias individuales, tomando en consideración la inteligencia, la timidez, el temperamento, la formación, las aspiraciones, entre otros. Nada desalienta más a los estudiantes que la comprobación de que el docente tiene preferencias por uno u otro compañero.