anterior, estas características que definen una situación de Bullying, se añade otra, es un fenómeno de grupo, no un problema individual, no se trata de conductas organizadas o espontáneas donde se busca el mal mutuo, ni actos de vandalismo que se puede manifestar abiertamente en el entorno escolar.
Es un tipo de violencia insidiosa, que se construye lentamente en el día a día de las relaciones interpersonales, formando roles bien definidos como víctima-victimario – observador. Es difícil de identificar, ya que los inicios suelen ser poco evidentes y en la mayoría de los casos se mantienen oculta la situación a los adultos, pero es bien conocida por el alumnado, esto supone una vulneración de los derechos fundamentales del estudiante derecho a no estar sometido a la humillación intencional y repetida, y a estar seguro en la escuela o ambiente en el que desarrolla su aprendizaje.
El efecto bullying implica una repetición continuada de las burlas o las agresiones y puede provocar la exclusión social de la víctima. El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar. Este fenómeno escolar a corta edad se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguirla intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor.
El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas aunque estas formen parte del diagnóstico, es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir al colegio y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
Consecuencias del Bullying
El Bullying no sólo tiene consecuencias negativas para las víctimas sino para todos los participantes en general. Entre los efectos que el acoso produce en las víctimas se encuentra el deterioro de la autoestima, ansiedad, depresión, fobia escolar, con repercusiones negativas en el desarrollo de la personalidad, la socialización y la salud mental en general.
Para los agresores, las conductas de acoso pueden hacerse crónicas y convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus objetivos, con el consiguiente riesgo de derivación hacia conductas delictivas, incluyendo violencia doméstica y de género. Por su parte, los espectadores corren el riesgo de insensibilizarse ante las agresiones cotidianas y de no reaccionar a las situaciones de injusticia en su entorno.
Por ello el efecto bullying no entiende de distinciones sociales o de sexo. A pesar de la creencia extendida de que los centros escolares situados en zonas menos favorecidas son por definición más conflictivos, lo cierto es que el bullying hace su presencia en casi cualquier contexto.
En este sentido en los ambientes escolares son frecuentes las peleas, los insultos y las muestras de fuerza entre los propios escolares. Pero en ocasiones estas muestras agresivas se presentan como un claro abuso de poder donde alguien se convierte en el blanco asiduo de los ataques. Este tipo de agresividad social entre escolares, fue abordada por primera vez en Escandinavia en 1969, a raíz del suicidio de un estudiante motivado por el acoso a que era sometido por algunos de sus propios compañeros de escuela. El fenómeno se conoce internacionalmente como bullying Olweus (1996).
Se puede definir el bullying como una forma de maltrato, intencionado y perjudicial de un estudiante, o grupo de estudiantes, hacia otro compañero, generalmente más débil, al que convierten en su víctima habitual; es persistente, puede durar semanas, meses e incluso años y la víctima está indefensa. La mayoría de los agresores actúan de esa forma, sin provocación aparente sino movidos por un abuso de poder, un deseo de intimidar y dominar e incluso por “diversión”. El fenómeno se presenta en el contexto escolar, donde tanto el agresor como la víctima coinciden, como un emergente de las malas relaciones que se generan en el interior del grupo.
Entre las características específicas de esta forma de maltrato cabe destacar:
– Se trata de una conducta agresiva con intención de hacer daño.
– Es persistente y repetida en el tiempo, de manera que, cuando un alumno o grupo de alumnos ha establecido una relación de intimidación con otro alumno o grupo de alumnos se genera una trama que refuerza su capacidad de generar miedo.
– Se establece una relación de fuerzas muy desigual, donde en ningún caso la víctima puede responder a las agresiones ni encuentra vías de escape.
El bullying puede adoptar diversas formas:
– Físico: atacar físicamente a los demás y robar o dañar sus pertenencias.
-Verbal: poner apodos, insultar, contestar al profesor y hacer comentarios ofensivos.
Inteligencia Emocional
Goleman, hace referencia que la inteligencia emocional, es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El autor estima que la inteligencia emocional se puede organizar entorno a cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones.
En este sentido, la inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de desarrollo personal.
Teniendo esto en cuenta, el presente trabajo busca desarrollar estas habilidades desde edades muy temprana para que en tiempo se desenvuelvan en un ambiente armónico favoreciendo la inclusión entre los estudiantes, usando estas capacidades emocionales como estrategia innovadora para minimizar los índices de acoso entre los participantes colocando a prueba el respeto y tolerancia hacia el otro. Realizando trabajo en equipo buscando la participación agradable entre los estudiantes con cada una de las estrategias plateadas.
Es por ello, la inteligencia emocional en los niños es de gran importancia, porque es la que le permite hacer amigos, trabajar en grupos, o conseguir ayuda cuando la necesita. El aprendizaje es una actividad social en gran medida. Además la empatía, el ponerse en los zapatos de la otra persona no sólo permite entender al otro, cuando me pongo en el lugar del otro y aprendo a pensar como él puedo entender, entre otras cosas, la impresión que yo le causo y eso es crucial para un profesor, porque nos permite ir adaptando la manera de