participaba la sociedad entera. Así, paralelamente al saber científico-técnico y a su puesta en práctica, existieron toda una gama de saberes populares, transmitidos de generación en generación, y de prácticas alternativas.
LA MUJER EN LA ÉPOCA
Aunque en la Grecia antigua, la mujer parece haber gozado de mayor importancia, la mujer ateniense de la época clásica nos trasmite una imagen de figura débil, inclinada a la bebida y al desenfreno sexual.
Entre los primeros pasos que se dieron para el conocimiento del cuerpo, tienen relevancia personajes como Hipócrates. Los hipocráticos no realizaron disecciones del cuerpo humano, ni tampoco llevaron a cabo disecciones de animales, con objeto de extrapolar sus descubrimientos para un mejor conocimiento de la anatomía y fisiología humanas. Otra característica común, es que tratan de explicar las funciones corporales y las enfermedades como resultado de causas naturales, sin intervención sobrenatural. Pretenden, pues, dar explicaciones científicas y no mágicas. Los hipocráticos consideraban que el cuerpo humano estaba formado por cuatro humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.
Herófilo, escribió, al menos, un tratado de ginecología, practicaba disecciones de cadáveres y fue el primero en describir los ovarios. Otra figura que participó en el conocimiento de la anatomía humana fue Sorano sus terapias ginecológicas eran humanas y no agresivas para la paciente, y se hicieron muy populares entre las comadronas y otras personas dedicadas al cuidado de la salud de las mujeres en la antigüedad.
Las atenienses no tenían siquiera comadronas antes del tiempo de Herófilo, y muchas mujeres preferían morir antes de ser atendidas por un médico varón. De modo que destaca la historia de Hagnodike (o Agnodice), la supuesta primera mujer médica reconocida por la historia, practicó la ginecología siempre disfrazada de hombre y descubriendo su verdadero sexo a aquellas pacientes que no quisieran ser atendidas por un hombre. Aunque podemos considerar dos hipótesis: una, que Hagnodike existió como personaje real y la historia recoge hechos verdaderos, y otra, que la historia de Hagnodike es la forma mítica de explicar la promulgación de leyes que permitían la existencia de mujeres doctoras (dedicadas únicamente al tratamiento de otras mujeres). Se justificaba así la existencia de las mujeres doctoras, no por su valía personal o derecho de la mujer a entrar en la esfera pública y profesional, sino para salvaguardar el pudor de las demás mujeres.
Las mujeres siguieron recurriendo a la medicina tradicional y a los cuidados ofrecidos por otras mujeres (aunque no fuesen reconocidas como doctoras), en vez de ser atendidas por doctores, así que los partos normales eran atendidos en su mayoría por otras mujeres con experiencia, o por comadronas.
Las mujeres eran consideradas por Aristóteles, como un hombre disminuido. Se creía que lo que nos diferenciaba a hombre y a mujeres era la diferencia de calor y que la menarquia suponía el final de la pubertad y no el principio.
La sangre menstrual se acumulaba en la matriz, fluía dentro del vientre y desde allí salía en forma de sangre menstrual si la joven estaba abierta. En caso contrario, la sangre podía desplazarse a una zona cercana al corazón, donde causaba una sensación de asfixia, que provocaba síntomas similares a la epilepsia y terminaba a menudo en tentativas de suicidio. Para evitarlo, la muchacha debía casarse y perder la virginidad tan pronto como alcanzara la edad social determinada como pubertad.
Se ve el cuerpo de la mujer como proclive de forma natural a la enfermedad, se atribuyen a su fisiología una serie de características psicológicas negativas y se considera su aparato reproductor como causa de prácticamente todas sus enfermedades, imaginaban, también, que el útero tenía la capacidad de desplazarse a cualquier otra parte del cuerpo, por lo que las relaciones sexuales no se fundamentaban en la búsqueda del placer o de la procreación, sino en evitar la sequedad de la matriz y todo los efectos que puede causar no mantener el útero bajo control.
En cuanto al embarazo, se consideraba que la sangre menstrual no era suficiente para alimentar al feto así que éste rompe las membranas con movimientos espasmódicos para buscar alimento. El papel de la mujer en el parto es pasivo, no se creía que se produjeran contracciones uterinas que provocasen la expulsión, sino que toda la actividad del parto dependía del feto. El útero según los hipocráticos era activo para absorber la sangre menstrual y el semen masculino, y para moverse en busca de humedad, pero no para expulsar el feto. Es el feto quien se abre paso para nacer. Los embarazos de fetos masculinos eran más favorables para la madre, cuya salud podía verse favorecida por el hecho de estar embarazada de un niño en vez de una niña. Los niños se formaban más rápidamente y se movían antes que las niñas. Los partos de niñas eran más difíciles por ser éstas más débiles y tardar más en abrirse camino.
Este hecho, que acabo de comentar pone en evidencia una vez más la mentalidad en la que se consideraba que la mujer era en cierto punto inferior a los hombres, porque en resumen, ella no participaba del parto, había que satisfacerla con relaciones sexuales para que no tuviera problemas con el útero y además el parto era mucho más fácil si era de un niño que de una niña.
Los partos eran atendidos por las propias mujeres, quienes se transmitían los conocimientos oralmente.
Todas estas concepciones van cambiando, y ya una vez dentro de la Era del Cristianismo, el debate se centra en otros temas como la virginidad la mujer. Este concepto se transforma en símbolo de la comunidad: la mujer virgen es la comunidad fiel a la ortodoxia, y la mujer que se salta estos principios expresa el peligro de los que rompen la ortodoxia y se oponen a la jerarquía de la Iglesia. El placer será un castigo por la desobediencia cometida e incluso distintos padres de la Iglesia insisten en que el exceso de amor entre los esposos es una ofensa a Dios.
En esta etapa se llegan a dar consejos para conseguir que el feto sea niño o niña especialmente el deseo de los padres era el de tener un niño, una vez más se pone de manifiesto la idea de superioridad del hombre frente a la mujer. Del mismo modo en los casos de esterilidad, se tiende a considerar que la causa radica en la mujer cuya humedad y frialdad impide que fructifique el semen del hombre.
Se consideraba que la mente de la mujer, más débil que la del hombre debido a su falta natural de calor, le impedía realizar esfuerzos de tipo intelectual, pues ello iría en detrimento de su salud y el desempeño de su función reproductiva, pudiendo llegar a provocar el aborto en las embarazadas.