Inicio > Historia de la Medicina y la Enfermería > Modo de afrontar la salud y la enfermedad en la mujer durante la Edad Media > Página 5

Modo de afrontar la salud y la enfermedad en la mujer durante la Edad Media

castidad, el coito pre-nupcial, la violación, el vaginismo, el lesbianismo, etc. Ambos aspectos, el discurso sobre la naturaleza de la mujer y el interés médico-legal sobre las funciones sexuales de la mujer, formarán parte importante del análisis de la feminidad que se desarrolla durante el siglo XIX.

El concepto de menstruación y los peligros que la misma supone para la salud de la mujer es un tema permanente en los tratados ginecológicos del siglo XIX. La menarquia era considerada un período de riesgo de aparición de enfermedades físicas y mentales, según Burrows, cualquier trastorno menstrual provocará una forma equivalente de trastorno mental. En los casos de amenorrea, el flujo menstrual que no es expulsado al exterior puede dirigirse al cerebro causando un daño irreparable; la menstruación estaba rodeada de numerosos tabúes y se la denominaba con eufemismos, la mayoría de carácter negativo. Eran muy frecuentes los anuncios de pastillas destinadas a prevenir la retención del flujo menstrual, remedio que podía venir a ser una forma encubierta de aborto. Algunos de los tratamientos recomendados por prestigiosos ginecólogos eran la aplicación de descargas eléctricas en la pelvis o la aplicación de sanguijuelas en los órganos genitales, e incluso en el útero. Se consideraba que el fluido masculino era positivo, y debía ser retenido en el organismo y no tenía que despilfarrarse; en cambio el fluido femenino era negativo.

La mujer era un ser valioso si era dependiente del hombre y se dedica exclusivamente a su función natural de esposa y madre. Cualquier otra actividad, incluso la atención al parto, tradicionalmente realizada por mujeres, debía estarle prohibida. En cambio, se aceptaba siempre a la mujer en profesiones y actividades subordinadas, pero no en aquellas que podían significar competencia con el hombre en cargos de relevancia social, profesional o económica, entramos de esta manera en una contradicción social.

La mujer debe dejar su cuerpo fuera de todo control que inhiba la salida al exterior de su flujo menstrual, pero tiene que reprimir sin embargo su deseo sexual, siendo la manifestación de éste una de las causas de ser considerada enferma mental.

Desde la edad Media el saber obstétrico trasmite los conocimientos de las comadronas y no de los médicos, aunque se recogen en tratados de medicina .Como el arte de las comadres de DAMIAN CARBON DE 1541, las matrona quedan fuera de las instituciones medicas y el control que pesa sobre ellas es eclesiástico, tratando de garantizar los bautismo de urgencia y evitar prácticas supersticiosas. A mediados del siglo XVII la alta mortalidad por desconocimiento de las parteras y la ambición profesional de los cirujanos, establece la supervisión de estos.

Las comadres eran mujeres muy valoradas durante la edad media, su oficio pasaba de generación en generación sin otra formación que la práctica. También eran las únicas facultadas para obrar ese milagro del nacimiento.

Para otros sectores eran seres peligrosos porque tenían conocimientos sobre temas tabú para la época como el aborto, esterilidad, virginidad etc. en 1541 aparece la primera obra de obstetricia en castellano Libro del arte de las Comadres, es una revolución científica, ya que recoge todo lo que se sabía sobre el parto.

Las practicas que utilizaban las comadres a veces incluían conjuros con animales lo que producía en muchos casos graves infecciones en las madres o en los hijos por lo que Los reyes Católicos establecieron el Tribunal del Protomedicato encargado de examinar y aprobar sus conocimientos.

Sin embargo la urgencia de los partos hacia que se recurriera a las comadres más cercanas sin tener en cuenta su homologación.

La regulación de las parteras crece paralela a la necesidad de asistencia médica durante los partos, los médicos ganaban presencia y al mismo tiempo que ellas la perdían, aunque los médicos eran los que sabían y ellas las que se manchaban las manos durante el trabajo.

BIBLIOGRAFÍA

  • IGLESIAS APARICIO, P. (2003 ) Mujer y Salud. Capítulo II. Construcción de sexo y género desde la Antigüedad al siglo XIX. Tesis doctoral “Las Pioneras de la medicina en Gran Bretaña”.
  • MORAL DE CALATRAVA P. (2005) «Damián Carbón y la instrucción de comadres en la España del siglo XVI», en Consuelo FLECHA GARCÍA, Marina NÚÑEZ GIL y Mª José REBOLLO ESPINOSA(eds.), Mujeres y Educación. Saberes, prácticas y discursos en la Historia, Miñano y Dávila, Buenos Aires y Sevilla, pp. 55-64 (ISBN: 84-95294-88-5)
  • MORAL DE CALATRAVA P. (2007) » Magic or Science? What ‘Old Women Lapidaries» Know in the Age of Celestina», La Coronica. A Journal of Medieval Spanish Language, Literature, and Cultural Studies, 36.1 203-235 (ISSN: 0193-3892).
  • MORAL DE CALATRAVA P. (2003) El arte de las comadres en los tratados médicos bajomedievales (SS. XIII-XVI). Dirs. Ángel Luis Molina Molina y Juana Hernández Conesa. Universidad de Murcia (Tesis Doctoral)