estadística; previo el análisis de las variables cuantitativas, se aplicó pruebas Kolmogorov-Smirnov para verificar la normalidad de las variables de no cumplir con este criterio alguna de las variables, se utilizaron pruebas no paramétricas. Para verificar la igualdad de los grupos al inicio del estudio, se aplicó ANOVA de una vía. Para el análisis de las variables que cumplieron con el supuesto de normalidad, se aplicó la prueba t para comparación de media para muestras correlacionadas y muestras independientes. En todos los casos se consideró el nivel de significación del 0,05.
RESULTADOS
En el gráfico 1, se muestra la relación entre rasgo de conducta violenta y sexo, evidenciándose que los individuos de sexo masculino presentan en mayor porcentaje (73,3%) rasgos de personalidad violenta en comparación con los individuos de sexo femenino (43,3%), siendo esta diferencia estadísticamente significativa p = 0.018.
Por otra parte cuando se analiza los cambios en los parámetros hemodinámicos en los del grupo A antes y durante la exposición a videos violentos (grafico 2), se evidencia en los individuos con rasgos no violentos que la media de la frecuencia cardiaca basal fue de 76,0 ± 10,3 l/min y durante el video de 84,2 ± 13,7 l/min, siendo las diferencias estadísticamente significativa (p=0,040). Igualmente, se observa una diferencia estadísticamente significativa (p = 0,013) entre la media de la frecuencia respiratoria antes y durante exposición al video violento siendo 15,5 r/min ± 3,1 y 17,7 r/min ± 3,1 respectivamente. Asimismo, se evidencia un incremento (8 mmHg) de la media de la presión arterial diastólica durante la observación del video, en relación con la media antes del video, diferencia estadísticamente significativa (p = 0,011).
En cuanto a la presión arterial sistólica hubo un aumento de la media (8 mmHg) con respecto a la basal, no obstante, las diferencias encontrada no es estadísticamente significativa (p= 0,074). Mientras que en los individuos con rasgos violentos, se observa que la media basal de la frecuencia cardiaca, una variación de 7,3 l/min en relación con la media durante la observación del video violento (p= 0,043). Por otra parte, la frecuencia respiratoria mostró cambios estadísticamente significativos (p=0,004) incrementándose de 17,0 r/min ± 2,5 a 20,7 r/min ± 3,3. También, se observaron modificaciones en la media presión arterial diastólica (PAD) basal y durante la observación del video violento (70,8mmHg ± 6.2 y 80,3mmHg ± 12,1 respectivamente); cambios que son estadísticamente significativos (p= 0,040). Con respecto a la presión arterial sistólica (PAS) no se observó diferencias significativas entre las medias antes y durante el video (p= 0,255).
En relación con los cambios observado en el grupo B (gráfico 3), los individuos violentos muestran cambios en la media de la frecuencia respiratoria antes (18,3 ± 2,7 r/min), durante (19,3 ± 2,1 r/min), y posterior al videojuego (18,9 ± 2.2 r/min) siendo esta diferencia con relación a la basal, estadísticamente significativa (p= 0,009 y p= 0.055 respectivamente); al comparar la basal con la frecuencia respiratoria durante el video violento se evidencia una diferencia de 3 r/min, la cual es estadísticamente significativa (p= 0,000). En los individuos no violentos las variaciones presentadas por la media de la frecuencia respiratoria antes (18,0 ± 2 r/min), durante ( 19,7 ± 2,3 r/min ) y posterior (20,7 ± 1,7 r/min) al videojuego, con respecto a la basal, fueron estadísticamente significativa (p= 0,045 y p= 0,004 respectivamente); por otra parte, al comparar la media de la frecuencia respiratoria basal con la media de la frecuencia respiratoria durante el video violento, se evidencia un incremento de 3,8 r/min, la cual es estadísticamente significativa (p= 0,007).
Al analizar el comportamiento de la presión arterial sistólica y diastólica en los estudiantes del grupo C, antes, durante y posterior a videojuegos violentos y video con escenas de violencia real, (gráfico 4), se observa en los individuos con rasgo violentos una diferencia estadísticamente significativa en la media de presión arterial sistólica (PAS) basal con respecto a la media durante el videojuego violento (p=0,012). Mientras que la diferencia en la media de la presión arterial sistólica (PAS) basal y durante la exposición al video violento fue de 9,6 mmHg, siendo este resultado no significativo (p=0,084). En cuanto a la presión arterial diastólica (PAD) la media durante el videojuego violento se incremento (4.4 mmHg) con respecto a la basal, siendo estadísticamente significativa (p=0,048)
Al comparar la frecuencia cardiaca en los tres grupos durante la exposición al video con escenas de violencia real (gráfico 5), en los individuos violentos se evidencia que la diferencia de la media de la frecuencia cardiaca entre el grupo A y B fue de 12,56 l/min siendo estadísticamente significativa (p= 0.008), en comparación con los no violentos, en quienes la media de los del grupo A es menor a la del grupo B (17,7 r/min ± 3,5 y 21,8 r/min ± 2,6 respectivamente), siendo la diferencia estadísticamente significativa (p=0,023)
Al comparar la frecuencia respiratoria y presión arterial diastólica (PAD) en el grupo B y C durante y posterior a exposición de videojuegos y video con escenas de violencia real (gráfico 6), se evidencia en los individuos no violentos, con respecto a la frecuencia respiratoria que la media de este fue mayor en el grupo B en todo los momentos de medición; siendo estos cambios significativos durante el video juego (p=0,009) y post videojuego, (p=0,000). En cuanto a los individuos violentos, la frecuencia respiratoria durante la medición post videojuegos se observaron cambios estadísticamente significativos (p=0,008) con una diferencia en la media de 2,2 r/min. En lo referente a la presión arterial diastólica (PAD) la diferencia de la media durante el videojuego fue de 10,8mmHg con una p=0,004, post videojuego fue de 9,8 mmHg con una p=0,005 y durante el video violento fue de 6,7mmHg con una p=0,044.
DISCUSIÓN
En el año 2005 Loukas y cols., en su investigación sobre la agresividad en adolescentes, se determinó que existían diferencias significativas entre la conducta violenta de los individuos de sexo masculino y femenino en su población de estudio (13); de igual manera en este estudio se logró determinar que los rasgos de la personalidad violenta se presentan en mayor proporción en los individuos de sexo masculino (73,3%) en comparación con los individuos del sexo femenino (43,3%; p=0.018.). Este fenómeno puede deberse a la estrecha relación que existe entre los andrógenos y la agresión; existen estudios que indican que altos niveles de testosterona, producen una tendencia al enfado y la agresividad, mientras que los